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No quisiera que estas líneas causaran en el lector la impresión de que me ha movido a redactarlas un sentimiento fúnebre. El caso es que la gente se muere y Germain Ayache (1915-1990), profesor de Historia en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Mohamed V (Rabat), ha pasado a mejor vida hace ya unos años.

Coincidiendo con el triste evento, comenté a algunos amigos «iniciados» la obligación que la historiografía española tenía con el profesor Ayache, una vez que la visita de la vieja dama cumplió con él la cita ineludible que con ella tenemos contraída todos.

La requisitoria académica cayó en el vacío, que yo sepa. No ha habido editor que acometa la publicación en castellano de sus dos o tres obras clave, muy en particular Les Origines de la Guerre du A/(París/Rabat, SMER, 1981). El silencio denso que rodea el nombre y la obra de Germain Ayache, en España, no es justo. O a mí así me lo parece.

La publicación en Francia del manuscrito de su monografía La Guerre du Rif— al cuidado de su hija Evelyne- Myriam Ayache- es un acontecimiento que, esta vez, no ha de quedar silenciado, al menos por mi parte. No solo porque Ayache fue un historiador de calidad, detector de coyunturas críticas en la Historia del Marruecos contemporáneo (1880-1956), sino porque, además, me unió a él una afinidad de talante y empatia profesional. De tal modo que lo que es de justicia es, también en este caso, tributo amistoso -siquiera sea postumo—.

Ya en Les Origines… -sin lugar a dudas, la obra maestra de Ayache-, el autor comenzó por plantear la necesidad de una revisión a fondo de la guerra que enfrentó a los ejércitos coloniales de España (y más tarde de Francia) con las milicias, primero, y el ejército, después de 1921, de tropas rifeñas que logró coagular bélicamente Mohamed ben Abdelkrim.

Ayache puso en solfa, en su primer libro, las interpretaciones triunfalistas de las crónicas y la publicística militar y civil que se publicaron en España y Francia durante y después de terminada la Guerra del Rif. Descartó, también, las interpretaciones y enfoques internacionalistas (Walter Harris) y de linaje antropológico (Robert Montagne). Y no dejó títere con cabeza al refutar algunas tesis marroquíes, de nacionalismo estrecho (Ayachi, Ameziane). No tiene nada de extraño que esta apertura de frentes (valga este lenguaje, puesto que de guerra se está hablando aquí y ahora) situara al profesor Ayache en un eje profesional de coordenadas incómodo dentro de la historiografía francesa y de los «cotarros» domésticos de Marruecos. En España no hubo sino silencio, tal es el espíritu «avestrucista» de algunos colegas y hasta tal grado de cerrazón interpretativa se ha ido encerrando la opinión pública nacional en lo concerniente a los temas de Marruecos.

La idea neurálgica que desarrolló Ayache en Les Origines… fue la de que el conflicto armado entre las tribus del Rif y las potencias coloniales hegemónicas en el norte de África, a principios de siglo, solo es racionalmente explicable si se entiende la conjunción de tres factores concomitantes que se solaparon hacia 1919-20:
a) la pervivencia de un irredentismo local en el Rif y en algunos otros territorios del norte de África (Kabilia argelina, por ejemplo), de raigambre bereber;
b) la aparición de un foco guerrillero irreductible (tribu de los Beni Urriáguel), desde el punto de vista estratégico y logístico dirigido por el «círculo» familiar de la familia Krim;
c) el surgimiento de la figura de Si Mohamed ben Abdelkrim, no sin superar dificultades morales, materiales y de suerte diversa que le llevaron, desde la colaboración con las autoridades militares españolas en la comandancia de Melilla, hasta el enfrentamiento armado del 1 de junio de 1921 (Abarrán), para culminar en la derrota de Annual (21 de julio del mismo año).

La Guerra del Rif habría sido, en la visión de Ayache, una manifestación de patriotismo lentamente gestado, en la que se interpenetraron los habitantes de las tribus y los jefes respectivos bajo la supervisión -un tanto improvisada, hecha de experiencia sobre la marcha- de Abdelkrim.

Cierto es que, en algunos pasajes, la ideología del profesor Ayache asoma la punta de la oreja, pero soy de los que creen en que, si se respetan las pautas documentales y críticas del conocimiento y el oficio históricos, es lícito que la levadura de la ideología insufle prudentemente el relato que construye el historiador. Y si el fenómeno de la compenetración paulatina entre los líderes y las gentes que les siguen parece algo sublimada en Les Origines…, el lector que sepa discernir se quedará con el fruto más logrado de las páginas de Ayache y apartará aquellos pasajes en los que un coeficiente ideológico (marxista) irrumpa con desatino. Lo que raras veces se produce en la escritura de Ayache, dicho sea de paso.

Me parece obligado recordar al lector que esta segunda monografía es la edición incompleta de la guerra del Rif en puridad. Que, por tanto, la muerte del autor en 1990 dejó pendiente de acabar su redacción y que, a pesar de todo el respeto que puedo imaginarme de la editorial L’Harmattan, la transcripción del texto original no ha podido experimentar los beneficios de la revisión (el «sobo», como gustaba decir Ortega) por el propio Ayache.

No obstante, el lector encontrará en esta monografía la misma capacidad sensible del gran historiador para plantear cuestiones nuevas (por ejemplo, sopesar el factor sorpresivo que supuso la retirada del ejército español estacionado en Annual y los aledaños, contra todo cálculo por parte del Estado Mayor de la incipiente República del Rif); para sondear los factores objetivos y los personales, subjetivos, de los personajes responsables de las decisiones que les llevan al fracaso (General Silvestre), a la victoria (Abdelkrim), a la ambigüedad oportunista (El Raisuni) o calculada (Lyautey); para sugerir lecturas renovadoras de acontecimientos que la tradición interesada ha fijado por mucho tiempo (interpretación crítica que practica Ayache del repertorio documental hispano-francés).

En este segundo libro, Ayache recupera el «desastre» de Annual y sus secuelas en España, sus inesperadas consecuencias en el Rif y la consiguiente formación de un proto-Estado rifeño (entre 1923-26) a partir del cual hacer frente a la contraofensiva colonial (Berenguer-Primo de Rivera- Lyautey-Pétain).

El libro queda interrupto a esta altura, privándonos del fin del relato y del «sobo» postrero que el autor, lamentablemente, no pudo propiciarle por su desaparición.

Quizá falte en esta segunda parte la densidad documental que posee la primera; quizá el lector no se vea ya tan sorprendido por el estilo y las técnicas de Ayache, ni por la originalidad de su planteamiento, hecho desde una mentalidad distinta a la normativa al uso.

Sin embargo, La guerre du Rif sigue siendo una contribución de enjundia al esclarecimiento de las relaciones euro-magrebíes, en particular hispano-marroquíes. O sea, a uno de los capítulos más opacos de la historia de las relaciones internacionales entre vecinos territoriales y marítimos de la cuenca del Mediterráneo occidental.

Profesor Titular de Historia Contemporánea, UNED