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1918: por los horizontes artísticos y literarios de aquella Europa en guerra pulula una multitud de variopintas novedades estrepitosas que han relegado el Fin de Siglo (Modernismo en el ámbito hispánico) al territorio de la Historia: el Fauvismo y el Cubismo empiezan ya a difuminarse en la distancia. Los futuristas italianos vienen propugnando desde 1909que las Artes y las Letras firmen un armisticio con la Modernidad, para rebasar así la estética idealista, contemplativa y antimoderna de la época finisecular. Han transcurrido ocho años desde que Kandinsky inauguró la pintura abstracta. En París, Jarry, Apollinaire, Arthur Cravan, Pierre Reverdy, Marcel Duchamp, Francis Picabia y otros han desarrollado ya una conspicua actividad innovadora. Entre nosotros, Ramón Gómez de la Serna, que de 1908 a 1912 había publicado su revista Prometeo, tiene ya un notable curriculum como escritor de vanguardia. En 1915 apareció en Madrid la revista Los Quijotes, portavoz de las nuevas tendencias. Dadá, después de su prehistoria neoyorquina de 1915, alborota en Zurich y en Berlín. Juan Ramón Jiménez ha marcado un nuevo rumbo a su poesía y a la poesía española con su Diario de un poeta recién casado (1917): depuración, esencialización, verso libre, prosa lírica. Aquel mismo 1918 ha aparecido por Madrid el chileno Vicente Huidobro predicando el evangelio de su propio ismo, el creacionismo, elaborado en París, al lado de Reverdy, en 1916, pero cuyos primeros atisbos databan de 1912.

Los horizontes de Sevilla eran más limitados. Grecia. Revista de Literatura, que nace allí el 12 de octubre de 1918, con Isaac del Vando-Villar como director y Adriano del Valle como redactor- jefe, comienza queriendo ser otra publicación modernista; y, más específicamente, rubeniana .Su título evoca ya el helenismo de Darío; lleva como lema, en el frontispicio de cada número, unos versos suyos: « En la angustia de la ignorancia / de lo por­ venir, saludemos / la barca llena de fragancia / que tiene de marfil los remos»; la primera entrega se abre con un artículo de presentación, firmado por Adriano del Valle en nombre de la revista, en el que se declara: «En nuestro sueño, -pues que sueño es toda obra de juventud, y ésta lo es- nos ponemos bajo la advocación de Rubén, el Panida de los liróforos celestes, como él mismo coronó a Verlaine, el sátiro griego de la Galia, y su Programa matinal será la norma de nuestras aspiraciones»; textos de Rubén aparecieron en los números V, VII y XIII; las colaboraciones publicadas en los primeros tiempos de la revista serán predominantemente modernistas –de espíritu decadente a menudo- , como lo son el dibujo que se repite en la cubierta de cada número -una Minerva· enmarcada por un frontispicio jónico- y el que habitual­ mente constituye la mancheta de las páginas 1.

Sin embargo, en el número V (15 de diciembre del mismo 1918) aparecen unos poemas chocantes firmados por Rafael Cansinos-Asséns: calles, «aspas que vibran», ómnibus, «las mil cosas, el ráudo torbellino, / la Vida Múltiple», imágenes sorprendentes, verso libre…  Evidentemente, Cansinos estaba al tanto de las novedades europeas. Su irrupción en las páginas de Grecia marca el comienzo de una nueva etapa en la historia de la revista.

Cansinos-Asséns, sevillano establecido en Madrid, era el centro de una tertulia congregada en el café Colonial. Seguía asiduamente las nuevas tendencias artísticas y literarias, propugnaba la superación de la tradición ochocentista, había colaborado en Los Quijotes. Aquel mismo diciembre le entrevista para El Parlamentario el escritor y periodista gallego Xavier Bóveda: « ¿Qué opina Usted acerca del porvenir político e intelectual de España?». -«Creo que el porvenir intelectual reside únicamente en la poesía ultrarromántica. Todo lo demás es viejo, viejo», responde Cansinos. («Poemas del Ultra» se titulaban precisa­ mente los que acababa de dar a conocer en Grecia). Sus ideas enardecen a sus jóvenes discípulos: Xavier Bóveda, César A. Comet, Femando Iglesias, Guillermo de Torre, Pedro Iglesias Caballero, Pedro Garfias, J. Rivas Panedas y J. De Aroca, que por los últimos días del año redactan y envían a la prensa el manifiesto «Ultra» y se lanzan a escribir versos a la nueva manera «ultrarromántica». Desde entonces, el Ultraísmo –que no pretende constituir un movimiento al uso, sino ser un impulso genérico hacia lo nuevo, en el que será bien recibido quienquiera que muestre afanes vanguardistas- tendrá una presencia notoria en la vida cultural española.

Desde los primeros momentos de 1919 y bajo el magisterio de Cansinos-Asséns, Grecia irá convirtiéndose en uno de los órganos de expresión de ese impulso. En el número VII ( 15 de enero de 1919) aparece un poema del libro de Huidrobro Harizon carré (París, 1917), traducido por Cansinos, y en números sucesivos irán asomándose a sus páginas Max Jacob, Pierre Reverdy, Apollinaire, Marinetti, Jules Romains, Philippe Soupault, Ernst Lissauer, Blaise Cendrars, Paul Morand, Tristan Tzara, Francis Picabia, André Salman, una «Pequeña antología ‘Dada’» (número XXXIII), un «Florilegio» con «Miniaturas de la novísima lírica francesa» (XXXVI), dos selecciones de «Lírica expresionista» (XLVII y L), etc. En el XI (15 de marzo de 1919) se incluye el ya aludido manifiesto «Ultra». En el VI, del 1de enero, Isaac del Vando­ Villar había publicado unos «Salmos del Ultra» en prosa poética. Xavier Bóveda publicará unas «Poesías del Ultra» en el XIII. El propio Cansinos en los VIII, X y XI, y César A. Comet, Pedro Raida, Pedro Garfias y Bóveda en el XIV, más «Poemas del Ultra». No tiene nada de raro el que desde ese número XIV (30 de abril de 1919) Cansinos pase a formar parte de la redacción (en la que figuran asimismo Miguel Romero y Martínez, Pedro Raida, Adriano del Valle -que deja de constar como redactor-jefe, Rogelio Buendía y Luis Claudia Mariani, aunque a partir del XXVII desaparecerá de la cubierta la nómina de redactores). Entonces cambian también la periodicidad de la revista, que pasa de quincenal a decenal, y su cubierta, que se decora con el dibujo de un ánfora griega. Claro que el ánfora no permanecerá indemne durante mucho tiempo: en el número XVII (30 de mayo de 1919) lleva al lado derecho un anuncio, y nada menos que de aceite para automóviles: una lata de «Aiglon Auto­Oil». Contraste dadaísta. Poco antes de esta innovación, en el número XVI, comienzan a colaborar en la revista Gerardo Diego y Guillermo de Torre, y en el XIX lo hará Juan Larrea. La presencia de poesías vanguardistas, a veces en forma de «parole in liberta» o de caligramas, irá en aumento. La revista se hará eco insistentemente de los diversos actos ultraicos y publicará nuevos manifiestos o artículos teóricos, suscritos por Isaac del Vando-Villar, J. Rivas Panedas, Antonio M. Cubero y Gerardo Diego. El último número incluye como suplemento una hoja suelta con el «Manifiesto Ultraísta Vertical» de Guillermo de Torre. Al cumplirse el primer aniversario de Grecia (número XXIX, 12 de octubre de 1919) la efemérides se celebra con un artículo inicial, «El triunfo del Ultraísmo», firmado por su director.

En este texto, donde la revista se proclama exmodernista y ultraísta, las últimas palabras son tres vivas: « ¡Viva Cansinos-Assens! ¡Viva Grecia! ¡Vi­ va el Ultra!».
Es precisamente el afán renovador lo que motiva que Grecia traslade su sede de Sevilla a Madrid en la primavera de 1920: en el número XLII (20 de marzo) se anuncia a los lectores el cambio: «Como quiera que Grecia es el órgano más autorizado del movimiento ultraísta en España, y está novísima tendencia literaria tiene cada día mayor importancia, a fin de alcanzar una más amplia irradiación de nuestro arte por todos los ámbitos de la Península, hemos adoptado la firme resolución de editar nuestra revista en Madrid». Desde el traslado a la corte (número XLIII, 1 de junio de 1920) la cubierta cambia: ya no llevará siempre el mismo grabado del ánfora, sino uno diferente en cada entrega, de estilo más moderno.

Probablemente no sea inexacto decir que a Grecia la mató la ambición: en Madrid pudo sostenerse hasta el número XLIX ( 15 de septiembre de 1920) y el 1 de noviembre de aquel año sacó un número extraordinario, que fue el L y el último, a pesar de que en él el director prometía que la revista seguiría saliendo.

La evolución de Grecia, del Modernismo al Ultraísmo, es la de la poesía española de su tiempo, y esto hace de la revista, más allá de los claros altibajos de su calidad literaria, un documento de enorme valor histórico.

Encontrar una colección completa era hazaña poco menos que imposible -al parecer, sólo se conservan tres-, por lo que esta edición facsímil, con estudio preliminar de José María Barrera López e índices del mismo y de María Cristina Guijarro Hernáiz, viene a prestar un valioso servicio a los interesados en la historia de la Literatura española contemporánea.