La recaída en el socialismo está empezando a adquirir características de epidemia, por lo que es indispensable abrir el debate público respecto de las nuevas formas que ha tomado el «socialismo real», que se dedica a acusar al llamado «sistema neoliberal» de cuanta desgracia nos ocurra en lo económico y social.
En una afanosa búsqueda de un chivo expiatorio para el fracaso de las políticas económicas de diferentes tipos de pseudoliberalismos, sus ahora desleales implantadores le están cargando el muerto a las presuntas ineficiencias y desigualdades del «mercado», dejando de lado la elemental consideración de que el mercado no es un lugar, ni una cosa, ni una asociación, sino un proceso que simplemente funciona cuando se le permite y falla cuando se le impide funcionar.
Atacando al liberalismo
He sido testigo reciente, en Caracas, de un furioso ataque al neoliberalismo por parte de un político prominente, ahora desempleado, el ex-presidente chileno Patricio Aylwin, que me hizo recordar los maravillosos pasajes en los que se describe la hostilidad de Don Quijote a los molinos de viento. Lo más peligroso del asunto es la habilidosa retórica que Aylwin utilizó para asociar al mercado como responsable del fracaso del intervencionismo estatal que en realidad representa el multicitado neoliberalismo. Con ese falaz argumento, Aylwin encabeza toda una orquestación a nivel internacional que hay que denunciar a tiempo y que persigue un manifiesto objetivo: la implantación de un «nuevo orden» internacional basado en un «neosocialismo» maquillado de verde ecologista, cuidadosamente colocado dentro del sepulcro blanqueado de la justicia social, entendida ésta como igualitarismo a cualquier precio.
Salta a la memoria aquella espléndida definición -proveniente de la sabiduría popular- que les llama «sandías» a todos aquellos hipócritas de la política que son verdes por fuera y rojos por dentro. Ahora resulta que en su vitriólico ataque al neoliberalismo, para enmascarar y no atacar directamente al mercado -ese proceso que es el eje del funcionamiento económico del auténtico liberalismo- los burócratas partidarios de la socorrida «globalización» se han enfrascado en una campaña de adulteración de los términos para encubrir su ulcerante y purulento neo-socialismo y han escogido como el antídoto al mortífero neoliberalismo a la «economía social de mercado», añadiéndole el término de «ecológica».
Parásitos del humanismo cristiano
Es increíble cómo estos nuevos redentores emboscados de la socialdemocracia abusan del carismático y válido argumento del humanismo cristiano para diseminar la teoría de que los pobres de todo el mundo y en especial los hispanoamericanos deben su situación al funcionamiento del mercado egoísta; e impresiona ver cómo se rasgan las vestiduras frente a los trabajadores para incorporarlos en una lucha suicida contra la apertura económica. Al liberarse las economías e irse contagiando de libertad los consumidores, la globalización no podía sostener escondida ni agazapada por mucho tiempo la agenda política que la Internacional socialista le quiso incorporar después del sentido fallecimiento del socialismo real, al desplomarse sobre él la lápida del muro de Berlín.
Resulta oportuno anticipar la incursión de este moderno «caballo de Troya» y prevenir a todos aquellos que vemos en la «economía humana» la mejor forma de poner a la economía al servicio del hombre y no al revés; que, con el pretexto de atacar al desacreditado dirigismo económico que operó con el seudónimo de «liberalismo social», se nos imponga una forma aún más perniciosa de intervencionismo estatal, como lo es ese neo-socialismo socialdemócrata con tintes democristianos y ecologistas.
Los mexicanos hemos visto que la concentración de riqueza en unos cuantos y la socialización de la pobreza en muchos más compatriotas se dio precisamente donde no se permitió la competencia, donde la desregulación fue insuficiente y donde se impidió el funcionamiento del proceso del mercado. La píldora del igualitarismo coercitivo estatal que le quieren administrar los miembros de la Internacional neo-socialista a los partidos políticos -tanto mejicanos como extranjeros- y al movimiento obrero está a la vista: allá ellos si se la tragan.