De la democracia en Hispanoamérica

Un recorrido por dos siglos de caudillajes, revoluciones, dictaduras y populismos, en pos de la democracia

Democracia en Hispanoamérica
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Nueva Revista

Santiago Muñoz Machado es jurista, catedrático de Derecho Administrativo y director de la Real Academia. Entre sus numerosas obras, destaca Hablamos la misma lengua (Historia política del español en América desde la Conquista a las Independencias), premio nacional de Historia en 2018.

Avance

El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, que ya se ocupara de Hispanoamérica en el voluminoso y muy importante trabajo Hablamos la misma lengua (Historia política del español en América desde la Conquista a las Independencias), publica ahora una obra más política e igualmente voluminosa: De la democracia en Hispanoamérica (Taurus). Esta, al menos en sentido cronológico, continúa la anterior, pues se inicia precisamente con las independencias. El título recuerda claramente al clásico de Tocqueville, La democracia en América, pero aquel se olvidaba por completo de la América que habla en español. Además de corregir ese olvido, a Muñoz Machado le ha movido la deriva de algunos países hispanoamericanos en el siglo XXI, marginando o corrigiendo de modo discutible y en ocasiones peligroso la democracia liberal. «Si se sostiene que los principios de la democracia liberal no funcionan en aquellos países, resulta pertinente estudiar lo ocurrido», escribe.

Es un libro, como dijo el propio autor en su presentación en la RAE, hecho desde la preocupación por la democracia y por la degeneración que está sufriendo en algunos lugares, y con el deseo de que se recupere. Él afirma su convencimiento en la capacidad de los pueblos hispanoamericanos para gobernarse en democracia, aunque esa capacidad se esté poniendo en cuestión por sectores que han inventado fórmulas como la nueva democracia, la democracia experimental, la neodemocracia o el neoconstitucionalismo; fórmulas que añaden principios que desvirtúan la democracia liberal, en parte por la forma en que se aplican.

¿Qué ha ocurrido para que la democracia sea tan frágil en estos países? La razón para que no cuajara la democracia a raíz de las independencias fue la indefinición o la ausencia del Estado, ya que no estaban claros ni definidos sus componentes esenciales: el soberano, el territorio y la población. Tampoco se hizo efectiva durante muchos años la igualdad ante la ley en unos países donde había esclavos y se excluía a los indios. Hubo una población sin ciudadanos iguales, en un marco en el que dominaban los que tenían un antiguo poder basado en la tierra o la fuerza militar. Fue el siglo de los caudillos.

A eso se añadió la confusión de los propios procesos de independencia, que no siempre contemplaban la ruptura con España. Hidalgo se alza en México al grito de viva Fernando VII, San Martín creía en la monarquía e Iturbide se proclamó emperador, Agustín I de México.

Luego vino la época de las revoluciones, que empezó con la independencia de Cuba y el cambió de manos del control sobre el Caribe; un cambio geopolítico muy importante, subraya Muñoz Machado. A las dificultades ya existentes se añadió la tutela del imperio del norte; acentuada cuando la revolución cubana de 1959 hizo que Estados Unidos se aprestara a vigilar para que semejante experiencia no se repitiera, luchando contra cualquier gobierno de izquierdas, aunque no fuera radical.

Caudillaje, revoluciones, dictaduras. La última etapa de ese tortuoso camino de la democracia en Hispanoamérica (que también arraigó por largos periodos en países como Chile, Uruguay, México o Venezuela) es el populismo y unas nuevas constituciones que se separan de las liberales. No todo en ellas es malo, advierte Muñoz Machado; lo malo son quienes las aplican, gobernantes que las usan para perpetuarse en el poder. Lo importante es que los políticos se presenten a las elecciones limpiamente y que se vayan si las pierden. Una clave de que no haya habido democracia en Hispanoamérica durante periodos es la tendencia a la reelegibilidad, sostiene.

El gran patrón del populismo moderno lo ofrece, a partir de los años 40 del siglo XX, la Argentina peronista, afirma el director de la RAE. Perón inventa un modelo de Estado en el que todo pasa por su figura con una utilización del pueblo escandalosa y de la propaganda política; pero el modelo prospera. Repudiado por unos por ser de izquierdas, y por otros, por lo contrario, el peronismo es el patrón de los populismos de izquierdas y de derechas. Los actuales populismos de izquierdas de algunos países de Hispanoamérica se parecen como una gota de agua a otra al modelo de Perón; dicen las mismas cosas, utilizan la misma propaganda, se valen de los mismos esquemas de gobierno, afirma Muñoz Machado

Esta situación actual de algunos países, el que las venas abiertas a la democracia liberal se hayan taponado en ellos, ha sido, insiste, su principal motivación para abordar este ambicioso trabajo. Cuando parecía que toda Hispanoamérica iba a seguir por el mismo camino constitucional y democrático, la victoria de Hugo Chávez hizo que una sucesión de personajes, autoproclamados de izquierdas, tomaran el poder en diversos países, muy diferentes entre ellos. Unos se fueron al perder las elecciones, pero otros han seguido. La deriva ha consistido, en algunos casos, en el establecimiento de una democracia llamada nueva, basada en la idea de participación, la neodemocracia como alternativa a la democracia indirecta, de partidos. Que América necesita soluciones particulares, que en Europa también hay crisis de la democracia, y que hay que buscar una apelación al pueblo más frecuente, son las justificaciones de esa deriva. El resultado son algunas constituciones, no ya exageradas como la vida de Martín Romaña, sino desmesuradas, superpobladas de artículos que pretenden recoger todos los derechos imaginables, los humanos y los de la naturaleza. Pachamama es objeto de derechos y se habla, no del derecho a la sanidad, sino del derecho a la salud; como si el estar sano, señala Muñoz Machado, fuera un derecho personal.

Otra característica de estos nuevos modelos populistas es que, a los tres poderes clásicos, legislativo, ejecutivo y judicial, se añade la posibilidad de consultar al pueblo continuamente. Esto no le parece necesariamente malo al autor si fuera realizable. Pero si esos Estados no han sido capaces de aplicar una democracia relativamente sencilla como es la representativa, malamente parece poder llevarse a la práctica una forma de democracia tan compleja. Además, advierte Muñoz Machado, esas instituciones tan nuevas, tan punteras, están siendo marginadas en beneficio del imperante, de un señor que se hace con el poder, aparta a la oposición, coarta la libertad de expresión, no permite el desarrollo de las instituciones y se perpetúa en el poder. Lo que pretendieron e hicieron los caudillos en el siglo XIX y los dictadores en el XX.

Caudillos, dictadores y otros personajes que forman, escribe Muñoz Machado, «un retablo fascinante», y cuyas «políticas y ocurrencias son parte de esa realidad histórica maravillosa que ha inspirado las mejores obras de tantos escritores, preñadas de momentos gloriosos y también de los decaimientos o los tiempos turbios responsables de la desaparición de cualquier brizna de libertad».

Este avance ha sido redactado por Ángel Vivas a partir de la presentación en la RAE del libro de Santiago Muñoz Machado. El acto puede verse en este enlace.


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