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Karel Capek (1890-1938), hijo de un médico rural y nacido en la localidad de Svatonovice (Checoslovaquia), dejó pronto su región natal para estudiar filosofía en Praga, Berlín y París. Su afición a los viajes le llevó en 1930 a pasar una larga estancia en España, de la que procede un bello libro lleno de comentarios y bocetos que él mismo hizo para plasmar su imagen del país: Viaje a España (1930). La edición española no surgió hasta 1989, de la mano de la editorial Hiperión.

«Después de los manzanos checos vendrán los pinos de Brandenburgo, en los blancos arenales, el molino de viento agita las olas […] Eso es Alemania. Luego las rocas cubiertas de hiedra, los montes perforados por las extracciones de los hombres, fábricas siderúrgicas, una mescolanza de naturaleza bucólica e industria pesada, todo el Flandes del viejo poeta. […] Bueno, y ahora otra vez espacios más abiertos: eso es Francia, la tierra de alisos y chopos, de chopos y plátanos, de plátanos y viñas. El verdor plateado.

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Y por fin, España. Las tierras híspanas están para mí veladas por un misterio impenetrable. […] Por el mapa y la hora debíamos de estar en algún punto de las montañas, pero bajo la roja franja del alba sólo vi la superficie marrón, desnuda, grávida [.,,] estaba en otra tierra, y aquella tierra era África. No sé cómo decirlo, en ella hay verdor, pero es distinto al nuestro, tan oscuro y gris. Esas piedras no surgen del suelo, parecen haber caído en él como lluvia. Esos montes se llaman Sierra de Guadarrama. El Dios que los creó debía de ser muy fuerte».

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