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Como estuvieron en la Edad Media en los monasterios y en las catedrales, las ciencias y las humanidades de nuestro tiempo (literatura, lengua, historia, sociología, comunicación…) hoy están en los medios y en sus múltiples plataformas de difusión, empezando por el abigarrado e inabarcable arca de Noé de todas ellas, Internet.

En ese transbordador mutante y global la televisión ha ocupado un espacio de influencia creciente y acelerada desde su nacimiento en los EE.UU., el Reino Unido y la URSS a finales de los años veinte del pasado siglo.

 

Julio Montero Díaz (dir.): Una televisión con dos cadenasCátedra, Madrid, 2018, 876 págs.

 

Si las relaciones internacionales, que existen desde los imperios más antiguos, no se empezaron a estudiar en las universidades hasta después de la primera guerra mundial y en España hasta los años cincuenta, no puede sorprender que los estudios académicos de la televisión apenas estén dando sus primeros pasos.

Dirigida por Julio Montero Díaz, Una televisión con dos cadenas. La programación en España (1966-1990), obra de treinta y seis autores, entre los que están muchos de los principales historiadores de la televisión e investigadores de los medios audiovisuales españoles, cubre una parte importante de ese vacío.

Es la culminación de un trabajo en equipo de varios años, con ayuda del Ministerio de Fomento y Competitividad, que, tras monografías como Estudios sobre el mensaje periodístico y las ediciones X y XI de las Jornadas Internacionales de Historia y Cine, por fin, gracias al apoyo firme del editor de Cátedra, Raúl García Bravo, y al director de la colección Signo e Imagen, Jenaro Talens, ve la luz como el libro de cabecera que cualquier profesional o estudioso de la televisión española siempre ha echado en falta.

A pesar de ser un monopolio no había grandes diferencias con las cadenas europeas occidentales y menos aún con Italia o Irlanda

A pesar de su dimensión enciclopédica, es una obra con un solo estilo literario, con una redacción pulcra, rigurosamente documentado y editado, sin concesiones a ideologías y banderías políticas que, como se propuso Montero desde sus inicios y confiesa en la introducción, estructura y sistematiza los estudios sobre programas y programación de televisión en España hasta la llegada de las cadenas privadas con la desregulación.

«Este libro no es un dechado», insiste su director, que firma siete de los capítulos. Virginia Martín Jiménez es autora o coautora de cinco capítulos; María Antonia Paz Rebollo de cuatro; Teresa Ojer, Joseba Bonaut, María Verónica de Haro y Enrique Guerrero de tres… Una breve biografía de cada autor al principio o al final de la obra no habría estado de más. «No se ha hecho para presumir ni es una versión española de obras similares en otros países», señala Montero.

Joaquín Prat, uno de los presentadores más famosos de TVE. © Wikimedia Commons

No obstante, resulta imposible separar su marco teórico de los estudios académicos de televisión de Fiske, Hartley, Williams, Lotz, Newcomb y otros autores imprescindibles para el desarrollo de la investigación sobre televisión desde los años setenta, integrando el análisis de programas, la crítica literaria y el impacto social.

Mucho más importantes que las obras extranjeras para la elaboración de esta obra magna son los libros de referencia, artículos científicos y tesis doctorales que sustentan cada capítulo: M. Baget, M. Palacio, Martín Quevedo, Manuel M. González, García de Castro, Justo Merino, Pérez Ornia, José M. Contreras…

Una catedral de imágenes y palabras

Otras fuentes fundamentales son veintisiete encuestas y estudios de opinión pública, más de ciento setenta artículos de ABC, El País, La Vanguardia, El Mundo y Tele-Radio, cinco archivos y bancos de datos, el servicio de documentación de TVE, miles de horas de visionado, el fondo fotográfico de EFE y treinta entrevistas con directores, guionistas, realizadores, periodistas, escritores y otros profesionales que participaron en momentos decisivos de los primeros cuatro decenios de televisión en España.

Si en posteriores ediciones se incluye un índice onomástico, el lector tendrá otra herramienta valiosa para moverse entre los miles de nombres propios que participaron en esta catedral de imágenes, palabras y sonidos sin los que es imposible entender la historia de España del último medio siglo.

En anexo o tabla aparte, los autores o sus editores podían haber elaborado también una cronología de los avances o cambios tecnológicos, de formato, de rodaje, de realización, de escenarios y de gestión en la televisión española hasta nuestros días: el primer telediario, la introducción del primer magnetoscopio, el primer magacine, el primer playback, el primer concurso, el primer gran estudio de Prado, la primera unidad móvil, el primer partido de fútbol en directo, la primera transmisión para Eurovisión, el primer falso directo, el primer programa en color, el primer autocue o teleprompter… Todo está en el libro, con su fecha correspondiente y las circunstancias de su aparición, pero la búsqueda es complicada.

Se ha superado con austeridad y justicia la necesidad de recoger la aportación de tantos profesionales durante tantos años sin caer en los vicios de la crítica diaria y sin perderse en los oropeles de las estrellas.

«La autocensura y la penuria técnica de los orígenes impidieron atender con sentido periodístico la información televisiva en los telediarios»

Quien se haya movido un poco por los archivos y el servicio de documentación de TVE, tan maltratados y poco vigilados durante mucho tiempo, comprenderá bien las dificultades para esta investigación cuanto más nos remontamos a sus orígenes.

En cada una de las tres partes de la obra (franquismo, transición y etapa socialista), 870 páginas distribuidas en treinta y ocho capítulos, se analiza, por este orden, la programación, los informativos, los programas de ficción, el cine, concursos y variedades, los deportes, los toros, los programas infantiles y para jóvenes, la ciencia y la cultura, la publicidad y las audiencias.

La estructura permite una lectura temática —de cada capítulo por separado sin que pierda valor ni interés— o transversal, uniendo los que cubren el mismo tema en cada parte de la obra.

En informativos, pieza clave de la estructura diaria de la programación hasta 1975, «la autocensura y la penuria técnica de los orígenes impidieron atender con sentido periodístico la información televisiva en los telediarios», escriben los autores.

 

«Hasta el traslado a Prado del Rey (bien entrados los sesenta), ni siquiera hubo demasiadas posibilidades técnicas. La revisión de la prensa, la agenda de actos ministeriales y la de política internacional centraban cada día la selección de noticias».

El salto de la vieja a la nueva televisión

Completan el texto un detallado índice, una breve introducción, la bibliografía más completa seleccionada hasta hoy sobre la materia y un epílogo de cuarenta y cuatro páginas indispensable para comprender el salto de la vieja a la nueva televisión en España (1990-1994) tras la ruptura gradual del monopolio de Televisión Española.

Este epílogo puede ser la introducción a un esfuerzo igual o, dada la proliferación de cadenas, mucho más laborioso sobre la televisión española desde 1994 hasta 2018, pues, como señalan Javier Mateos-Pérez y María Antonia Paz Rebollo, en los primeros cuatro años y medio de los noventa se sembraron muchos de los vicios de la televisión de hoy: descontrol, guerras publicitarias, trivialización de contenidos… «La consecuencia fue el adormecimiento crítico de una parte de la audiencia y la desconfianza de la otra hacia la información televisiva», concluyen.

Aunque no hay conclusiones finales que integren los resultados globales de la investigación, casi todos los capítulos incluyen conclusiones parciales que permiten a cada lector extraer sus propias lecciones sobre los elementos, temas, géneros o programas que desee.

Jesús Hermida, corresponsal en Nueva York entre 1968 y 1979 y presentador del Telediario en 1990-1991. © Wikimedia Commons

A pesar de ser un monopolio hasta los noventa y de su conexión umbilical con un régimen autoritario hasta 1977, esta obra nos muestra que, en su programación, «no había grandes diferencias con las cadenas europeas occidentales y menos aún con las de algunos países como Italia o Irlanda».

Periodista y profesor de Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.