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Esta obra crea una atmósfera que atrapa al lector desde los primeros párrafos. Explicar la creación del nuevo orden monetario mundial que nació en julio de 1944 en el complejo hotelero de Bretton Woods (New Hampshire, Estados Unidos) no es nada sencillo, y Steil, mediante un trabajo bien documentado y gracias a una profunda investigación, decide tomar como eje central de la historia la pugna entre dos personajes esenciales, John Maynard Keynes, el economista británico más influyente del siglo pasado, y Harry Dexter White, un tenaz alto funcionario del Tesoro de Estados Unidos, criado en el barrio obrero de Boston y fascinado por la Unión Soviética.

Steil ayuda a entender el entorno político, social y personal en el que se movieron, explica el porqué de su enfrentamiento y justifica la evolución de sus posiciones. Todo ello caminando página tras página en el interior de la cabeza de ambos protagonistas. Es un excepcional relato en el que también tienen cabida las maniobras políticas, y sirve para evidenciar cómo las personas —sus intereses, fobias y filias— influyen en los hechos históricos.

La batalla de Bretton Woods. Deusto, 544 págs,

La obra describe a White como un poco conocido tecnócrata del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, profesional inteligente, seguidor entusiasta del New Deal de Roosevelt, profundamente interesado por el entorno social soviético y que en su fuero interno defendía un modelo económico con una creciente planificación centralizada que poco a poco resolviera las ineficiencias del capitalismo liberal estadounidense.

El lector descubrirá a un experto en problemas de política económica que destaca por su enorme capacidad de trabajo, dedicación y una sorprendente dialéctica. Desde los primeros párrafos se ofrece la visión de un auténtico americano hecho a sí mismo, que logra tener éxito a pesar de las adversidades a las que debe enfrentarse a lo largo de su vida. Será el principal oponente de Keynes en Bretton Woods. White llega a la conferencia sin ser una figura de prestigio internacional, pero contará con el respaldo de un país en pleno ascenso político y económico, y que tiene una moneda, el dólar, en una posición dominante.

Keynes es presentado como la gran estrella de esta conferencia

Keynes, que procedía de la clase media y que desde los treinta años se relacionaba cordialmente con los grandes políticos, la aristocracia y los millonarios, es presentado como la gran estrella de esta conferencia. Era la referencia de la delegación británica y, como se aprecia durante el desarrollo de las conversaciones llevadas a cabo, tratará de utilizar ese poder e influencia sobre la opinión pública para defender sus intereses. Esa habilidad permite que las ideas de Keynes susciten inmediata atención por parte de los medios de comunicación, sean acaloradamente discutidas y casi todas acaben por ser aceptadas tras un periodo de tiempo no muy largo. Su autoridad intelectual era indiscutible en todo el mundo, sobre todo tras la publicación de su principal obra, Teoría general del empleo, el interés y el dinero, que había convencido a la mayoría de los economistas occidentales, entre otros, al propio Harry D. White, de la necesidad de la intervención de los poderes gubernamentales en el rumbo que debía seguir la economía para superar los problemas de deflación y paro; problemas que consideraba que necesitaban respuesta inmediata dentro de cualquier sistema.

Keynes como principal actor que encabeza una delegación británica en la cual había otros excelentes economistas como Lionel Robbins y Dennis Robertson, buscará con arrojo defender los intereses del Reino Unido en un futuro orden económico mundial, destacando las preferencias comerciales en sus dominios y la penalización tanto de los déficits exteriores persistentes como de los superávit.

Sin embargo, conseguir imponer los intereses de un país agotado por la guerra, con una deuda que excedía con mucho el doble del pib, y de un imperio que se aferraba a los últimos resquicios de gloria y pierde el protagonismo, se antojaba difícil. Ante este escenario y como mente brillante que ha conseguido un respeto intelectual inaudito, incluso por parte de quienes más lo critican, se dispone a llevar la discusión económica a su terreno. Reino Unido se abandona de forma desesperada al ingenio del maestro, pero sus pretensiones colisionan frontalmente con las de su hermano americano. Estados Unidos es el principal proveedor de recursos y capitales de los aliados europeos y desea mantener esta posición después de la guerra y garantizar de ese modo su supremacía.

En principio, desde el punto de vista intelectual, Keynes partía con ventaja y nada podía hacer contra él White, que veía al Reino Unido como una potencia rival, salvo desarrollar una estrategia política lo más velada posible para imponer sus intereses en una conferencia en la que se jugaba el liderazgo económico mundial. White, como hombre inteligente, y sabiendo que el enfrentamiento frontal no le beneficiaba, aprovechó la soberbia intelectual de Keynes, que le hacía pecar de ingenuidad y de falta de dotes diplomáticas, para asestar el certero golpe. Utilizó el punto fuerte de su adversario y lo transformó en su talón de Aquiles. Y Keynes, lejos ser la figura triunfante que se esperaba, dejó Bretton Woods con la cabeza baja. White, con su victoria, aparece como el arquitecto de un nuevo sistema económico internacional en el que primaba Estados Unidos.

El libro muestra tanto el ascenso definitivo de Estados Unidos a nivel político y financiero, como la pérdida de liderazgo del Reino Unido

El libro muestra, pues, tanto el ascenso definitivo de Estados Unidos a nivel político y financiero, como la pérdida de liderazgo del Reino Unido; gracias a ello, se fortaleció la posición del dólar como moneda de referencia en el sistema monetario internacional y se sentaron las bases para el nacimiento y desarrollo del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.

Steil ofrece también una visión crítica al sugerir que las medidas de Bretton Woods no fueron del todo correctas debido a los análisis equivocados que se hicieron en aquel momento. Entre otras cosas, Reino Unido fue durante las reuniones el adversario de Estados Unidos cuando el auténtico rival era la Unión Soviética, como se comprobó poco después. En cualquier caso, en la situación de hoy, en la que se debate la posibilidad de otro sistema económico, la perspectiva histórica que brinda Steil es interesante y muy ilustrativa.

Profesor de economía y abogado