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Ver productosComentario de "La casa de los siete tejados" de Nathaniel Hawthorne (1851). Cien volúmenes de la Biblioteca de Occidente en contexto hispánico.

29 de septiembre de 2013 - 2min.
La historia de la literatura ha sido injusta con Nathaniel Hawthorne: el escritor americano está en el origen de toda la gran literatura de aquel continente, pero es sin duda menos conocido que otros a los que les ha faltado su elegancia, aunque han tenido más éxito para conectar con el lector de hoy. Ahora bien, quien ha tenido la suerte de leer La casa de los siete tejados sabe lo que significa quedar hechizado por un ambiente, por una atmósfera, por lo ténebre. Confieso, sin embargo, que llegué a Hawthorne tarde y de una manera indirecta: le descubrí a través de Emerson y de Thoreau. El aprecio intelectual y sentimental que estos dos sentían por su vecino de Concord fue ya garantía suficiente. A lo que se sumó el aprecio de Melville. Los grandes siguen a los grandes.
La casa de los siete tejados gira en torno a la culpa heredada: el coronel Pyncheon, soberbio y envanecido, construye una casa en un terreno en el que se levanta la cabaña de una persona humilde, Mathew Maule. A partir de ahí la maldición parece pesar sobre el linaje de los Pyncheon. La historia ha dado lugar a una cantidad indigerible de estudios de todo tipo: desde los más profundos a otras interpretaciones más arriesgadas de los teóricos de la literatura. Lo que sí parece es que Hawthorne incorporó aspectos personales y biográficos en la obra, que transcurre en Salem, su ciudad natal.
Se ha incluido con razón La casa de los siete tejados dentro de la literatura gótica: desfilan fantasmas, tentaciones de brujería, misterios, magia, terror y espíritus. Esa demás de un simbolismo avasallador. Más allá de este ambiente en ocasiones sórdido —que contrasta con la pureza del estilo de Hawthorne— lo más gótico es la trama: su enseñanza moral. Como indica el propio escritor americano, su intención fue dibujar cómo el delito pasa de generación en generación, condenando a los herederos inocentes de un linaje al más tremendo de los fatalismos.
Sin embargo, el romanticismo de La casa de los siete tejados no nubla otro sentido, tal vez más interesante, del texto: la extraña relación entre la familia de aristócratas y del vulgo. Los Pyncheon y los Maule se encuentran encadenados sin quererlo, implicados en una espiral de odio y atracción que continúa infinitamente. En el romance, como lo calificaba el propio Hawthorne, no es un asunto menos principal la caracterización moral de ambas familias: la codicia y el egoísmo de unos frente a la sencillez y libertad de la que gozan los otros. La casa de los siete tejados es una lectura sin duda obligada para quien quiera entenderlos orígenes de la concepción cultural y social de los Estados Unidos.