Tiempo de lectura: 4 min.

El sociólogo Daniel Bell, colaborador de Nueva Revista (ver número 4: «Por una sociedad civil»), visitó Madrid, invitado por el seminario permanente Empresa y Humanismo. Este seminario fue fundado por un grupo de empresas (BBV, IBM, Iberduero, Compañía Sevillana de Electricidad e Hidroeléctrica) en colaboración con la Universidad de Navarra. Actualmente otras empresas de gran importancia figuran como asociadas al seminario.

Un miembro del Consejo Editorial de Nueva Revista participó en el seminario, asistió a la conferencia de Bell sobre «La empresa en la sociedad postindustrial» y conversó con el sociólogo de la Universidad de Harvard sobre aspectos de su disertación.

Según el profesor Bell, la crisis de! Golfo Pérsico ha puesto de manifiesto que se ha producido un importante cambio en el orden mundial cuyo aspecto más significativo es la unificación de criterios en las Naciones Unidas. La caída del comunismo está en el origen de ese cambio importantísimo, que modifica esencialmente el sentido de las relaciones internacionales. Para Bell, la guerra del Golfo Pérsico es el último ejemplo de conflicto bélico basado en el antiguo orden internacional de enfrenamiento entre bloques y el primer ejemplo de unificación de un nuevo orden en el que la acción política internacional deja de estar impulsada por la rivalidad ideológica para pasar a ser orientada por motivos de técnica económica. Pero —puntualiza— no habrá más conflictos bélicos causados por problemas energéticos.

El profesor Bell opina, en efecto, que la crisis petrolífera será pasajera. El Club de Roma —observa— estaba equivocado. Interpretó que el crecimiento y el desarrollo estaban subordinados a la explotación del petróleo y de otros recursos naturales que acabarían agotándose, pero no calculó la innovación de recursos promovida por la renovación tecnológica. «La importancia del petróleo bajará, pues será sustituido por otras energías. El petróleo es el último recurso natural que puede organizarse como un cártel».

«No es posible prever el futuro», dijo Bell, pero sí es posible interpretar las tendencias y orientarnos acerca del sentido del devenir. «Antes de la II Guerra Mundial el poder nacional de las potencias europeas dependía de su poder militar. Hoy Japón y Alemania tienen más poder que entonces; tienen más poder sin ejército que con ejército, porque el poder procede ahora de la economía, y la economía es la prolongación de la guerra por otros medios». El origen del poder tiene actualmente su fuente en la combinación de la actividad económica con la tecnología de la inteligencia. Estamos en la sociedad posindustrial, un tipo de organización cuyo dinamismo se basa en la sustitución de la tecnología mecánica por la tecnología intelectual. Actualmente ya no es necesario centralizar la producción, pues la antigua concentración urbana por recursos se sustituye por un sistema de distribución de la producción. Lo único que se necesita centralizar es la información. «El mercado se ha convertido en una red de comunicación»; ya no es un lugar, un sitio geográfico. Pero del mismo modo que cambia la naturaleza del mercado, también cambra el fundamento de la productividad, No estaba tan equivocado Marx en su época cuando pensaba que el capitalismo se fundaba en la explotación de la mano de obra; estaba equivocado al pensar que la plusvalía no podría tener otro origen. «Ahora la base de la productividad es el ahorro del capital». De hecho, la economía actual funciona según un nuevo principio, que puede definirse como «la libre circulación del capital». La economía no reconoce fronteras porque actualmente no es posible poner fronteras al capital, Las fronteras sólo actúan frente a las personas.

Economía e ideología

A la pregunta de si puede considerarse que la ideología actúa como un freno para la actividad económica, el profesor Bell consideró que ideología y economía siguen caminos separados, que los viejos conceptos se han quedado estrechos, y también las instituciones heredadas. «El Estado resulta demasiado pequeño para los problemas grandes y demasiado grande para los problemas pequeños». Con relación a los grandes problemas económicos, «el Estado ha perdido el control del sistema monetario. No puede modificar los flujos del capital, los cuales requieren una configuración supranacional, pero a la vez es demasiado grande para afrontar los problemas locales». En Europa se observa que hay una gran facilidad para integrar la actividad económica; sin embargo, la integración política tiene más dificultades. No hay una conciencia clara del Parlamento Europeo; muchos europeos no saben siquiera si está ubicado en Bruselas o en Estrasburgo.

«¿Es posible una integración ética del impulso económico?», preguntó NUEVA REVISTA a Bell. «Usted ha participado en un seminario del profesor Putnam en Harvard sobre la teoría de Habermas, ¿Qué le parece la distinción de Habermas entre acción comunicativa y acción estratégica?», «Soy muy amigo de Habermas y continuamente intercambiamos por escrito puntos de vista. Pero su planteamiento es, en efecto, como usted dice, normativo, trata de orientar normativamente la actividad humana. Ese punto de vista no es el mío, y tampoco lo es, en consecuencia, la metodología de cada uno». Actualmente, concluyó el profesor, la motivación económica sustituye a la motivación ideológica.

En su conferencia, el sociólogo de Harvard insistió en que la economía funciona actualmente sólo en algunas partes del mundo, Europa, América del Norte y Japón, principalmente a causa de que la gestión depende de un profundo refinamiento de las condiciones intelectuales. En el siglo XX los servicios humanos y profesionales se han convertido en uno de los productos económicos esenciales, lo cual constituye un rasgo característico de la sociedad postindustrial. El progreso económico depende de la tecnología intelectual, la cual se desarrolla principalmente en las Universidades. Los países que se quedan retrasados en el perfeccionamiento de la tecnología intelectual se encuentran en situación de inferioridad. Bell no manifestó mucho optimismo sobre la posible incorporación de sociedades preindustriales a la sociedad postindustrial.

Doctor en Derecho, licenciado en Filosofía, catedrático de Estilística Aplicada, Facultad de Ciencias de la Información, Universidad Complutense