Los periódicos han reseñado que el nuevo libro de Guillermo Carnero (Valencia, 1947) es muy importante porque nace «después del silencio de nueve años». Yo creo con el poeta Brodsky que la vida sólo es una conversación previa al silencio, y acaso la poesía sea una vida nueva y posterior al silencio, para que ese incesante himno órfico que sería el lenguaje según Shelley (Prometeo desencadenado), quede temblando en los límites del tiempo definido por garganta humana. En ese sentido, Guillermo Carnero nace tras nueve años de silencio. También han dicho los periódicos (El País, 20.XI.1999) que este Verano Inglés es muy importante porque surge de la locura de los 50 años del poeta: y todo, porque diz que «trae varias novedades: más sexo, menos culturalismo, más claridad y nostalgia»Me he precipitado pues, tras esos previos, a leer el libro del que fue «novísimo» antologizado por Castellet en el 70, que publicó luego «El sueño de Escipión» (1971), «Variaciones y figuras sobre un tema de La Bruyére» (1974), «El azar objetivo» (1975), «Música para fuegos de artificio» (1989), «Divisibilidad indefinida »(1990). He buscado en mi biblioteca sus dos antologías: «Ensayo para una teoría de la visión» y «Dibujo de la Muerte», y leído afanoso mis notas, recorrido con la vista y con los dedos los subrayados a lápiz; me he conmovido nuevamente por el billete manuscrito con el que el poeta acompañaba su último envío a mi domicilio.En Verano Inglés no hallé locura, no he encontrado nostalgia; ni en más claridad me he visto, ni en menos culturalismo: y hablando de sexo, ni menos ni más. Voy a intentar decir qué es lo que creo que ha sucedido con Guillermo Carnero el poeta, y porqué al cerrar las guardas de su último libro, he tenido que abrir con el corazón al galope, las líneas de Dibujo de la Muerte y sumergirme en la densa belleza de sus primeros poemas —«Avila», «Castilla», «Amanecer en Burgos»—, y en ellos encontrarme con la abundancia generosa de la lengua que el joven Carnero creó para compartir con nosotros declarando: Mi cuerpo es ancho como un río. y también: Conozco muchos nombres de murallas, para terminar:otra vez al galope, matando / descuartizando telas y andamiajes y máscaras /levantando muros y andamiajes y telas /y máscaras, y otra vez declarando:Mi cuerpo es ancho como un río.Desde entonces, y contrariamente al gesto de otros poetas muy próximos a él, Guillermo Carnero no ha desnudado el lenguaje para librarlo del veneno acumulado por los años de guerra, de la baba de caracol de las consignas fascistas o marxistas, del sudor frío de la imitación servil, de las encanecidas metáforas ya fundadas desde antes de Homero, operando en los confines del lenguaje o funcionando contra él, fiel a la máxima mallarmeana de depuración linguística: Carnero lo ha enriquecido.Su cuerpo ancho como un río, ha llegado hasta aquí recogiendo espumas diversas, hojas, pámpanos, arrastrando alabastros, violando cortes de amor y desastrando relojes de sol, empapando su inteligencia de belleza,...