Joseba Louzao

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Hugh Thomas: la fascinación por la historia

El hispanismo no puede ser comprendido sin Hugh Thomas. Su éxito mediático favoreció que fuera una de las voces más respetadas en la esfera pública de la naciente democracia. Una semblanza con ocasión de la muerte del gran hispanista británico.

Jacinto Miquelarena en la edad del “sport”

No hay día sin su partido de fútbol. Sueño o pesadilla para millones de personas en este planeta. En este comienzo de verano han coincidido en el tiempo las dos competiciones regionales futbolísticas más importantes: la Eurocopa, que se disputa en Francia entre el temor a los atentados y el salvajismo hooligan, y la Copa América, que se celebra en un país como Estados Unidos donde la emigración hispanoamericana está transformando, poco a poco, los gustos deportivos entre los más jóvenes.

El síndrome de Pickwick. Sobre arte y medicina

Hipócrates (h. 460-377 a. C.) sostuvo que la enfermedad siempre afeaba la hermosura. Para el padre de la medicina, la tarea del médico consistía en restituir la belleza a las formas del cuerpo humano.

La Cádiz de 1812

La Constitución de 1812, el resultado de unas cortes abiertas dos años antes, fue el principal punto de partida de nuestra enmarañada contemporaneidad.
Nueva Revista

La fábula más bella del mundo

Los pajes reales habrán recogido, como cada año por este tiempo, millones de cartas escritas con ingenua caligrafía infantil. Muchos niños llevarán organizando la noche de Reyes a lo largo de las semanas anteriores a la Navidad y dejarán todo preparado en el salón de su casa para recibir la visita de los Magos. No existe ninguna fecha en el calendario que atesore tanta magia e ilusión como la del 6 de enero. Ni siquiera hace falta ser niño, o padre de alguno de ellos, para esperar con ansia la cabalgata, para colocar con mimo a los Reyes Magos en el belén casero o para debatir amistosamente sobre cuál de los tres es nuestro preferido. Los más golosos tampoco se olvidarán del roscón, una obra de arte de la sencillez culinaria. Y es que la historia de los Magos que partieron hasta Belén guiados por una estrella para adorar a un niño recién nacido, como ha remarcado el medievalista Franco Cardini (autor de una fascinante obra, desgraciadamente descatalogada: Los Reyes Magos. Realidad y leyenda), probablemente sea la fábula más bella del mundo.Entonces, ¿quiénes fueron aquellos extraños personajes que se acercaron a Belén en tiempos de Herodes el Grande? La búsqueda de una respuesta a esta pregunta no pretende desmitificar una narración antigua, ni racionalizar históricamente un evento imposible (¿quién puede dudar en un día como hoy de la existencia de los Magos?), sino que trata de adentrarnos con gozo en el hondo y rico simbolismo construido a lo largo de los siglos en relación a la Epifanía, una de las festividades cristianas más antiguas y respetadas. Pero antes de continuar, habrá que regresar a los Evangelios. La tonta polémica creada sobre el lugar del buey y la mula nos ha demostrado que, incluso entre los propios creyentes, muy pocos se detienen a leer lo que allí está escrito. Son historias tantas veces escuchadas que preferimos guiarnos por lo que tradicionalmente nos han contado y hemos contado. Por esa misma razón nos sorprendemos cuando recalamos de nuevo en el texto griego de Mateo (2, 1-12), el único evangelista que se refiere a los magusàioi de Oriente, y descubrimos con otros ojos el nacimiento de Jesús.¿Y qué nos cuenta Mateo realmente sobre estos enigmáticos Magos? Pues no demasiado. Tras el nacimiento de Jesús en Belén de Judea, éste fue visitado por un grupo de Magos procedentes de Oriente que, guiados por una estrella, buscaban al “Rey de los Judíos”. Los Magos tuvieron un encuentro con Herodes, inquieto por las preguntas que hicieron en Jerusalén estos personajes. Éstos le recordaron el anuncio del profeta Miqueas: “Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel”. Después de esta conversación, siguieron su camino o, mejor dicho, el de la estrella, que se detuvo en el lugar exacto donde se encontraba el niño. Le rindieron homenaje con tres cofres que contenían oro, incienso...

Rodríguez-Moñino: «el príncipe de los bibliófilos»

Los bibliófilos podrían pertenecer a una extensa y diversa sociedad secreta, si no fuera por el espacio que ocupa el saber. Poco secreto puede haber entre miles de ejemplares de ediciones de lo más diverso en tamaño, color o forma.