José Luis Gotor

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Catedrático de Literatura, Universidad de Roma Tor Vergata

La vuelta de los dioses

Júpiter, su esposa Juno y Minerva han vuelto al Capitolio, mientras fatigosa y confusamente la primera república italiana se está dando una segunda veste. De ser un episodio de tantos de la delincuencia común o del saqueo y ratería crónicos del "bel paese", la vuelta de la tríada capitolina a su lugar de origen cobra un valor simbólico. Lo percibió enseguida el Ministro en funciones de Bienes Culturales, Alberto Ronchey que, en la operación de rescate del famoso grupo escultórico, ha visto un signo fortunoso si no providencial y ha denominado a los sabuesos policías arqueonautas. La pesquisa comenzó por casualidad hace un par de años, cuando en una finca cerca de Guidonia, a caballo entre la Etruria y el Lazio, los tombarcli o hurones ladrones de tumbas, a golpes de excavadora, desenterraron la tríada. Tras el saqueo, sobre todo desde la década de los 70, el camino natural de la expatriación y comercio era Lugano y, cuando los dioses se disponían a dar el salto a lo que los italianos de negocios llaman los States y allí quedarse por 50 mil millones de liras, los dioses, como tocados por la nostalgia, han querido volver a su casa. Sin consultarse con augur alguno, ni acogerse al ejercicio cotidiano del horóscopo y la superstición, los carabineros deben a un fragmento de mármol, del tamaño de una manzana, perteneciente al brazo derecho de Juno, la pista segura de su pesquisa. La excavadora lo había olvidado en el terreno, inconsciente de ser un cuerpo de delito. Descubierto por casualidad en casa de uno de los traficantes Pietro Casasanta, 55 años, que en la pequeña ciudad balnearia de Ladispoli tenía fama de anticuario romanista, el fragmento ha podido ser restituido a su estatua y el Casasanta restituido a la cárcel, ya casa obligada de sus pecados. Por ironía de la onomástica, ya que no de la suerte, el experto tenía poco de santo, cuanto más ha tenido de esperanzador el magistrado Cario Lasperanza que ha dado carta blanca al comando de carabineros, responsables de la Tutela del Patrimonio artístico nacional. Sintiéndoseles a sus talones, los anticuarios suizos y americanos que de trescientos millones de partida habían llegado a cuatro mil millones y cincuenta mil millones finales, en vez de enviar la Tríada romana al Metropolitan Museum de Nueva York o al Paul Ghetty de Malibu en California, la han embalado cuidadosamente y, tras previo telefonazo anónimo, la han abandonado en un descampado, cerca del Parque Nacional del Monte Stelvio.

Fellini, el encantador

ROMA, 5 de noviembre. En Rímini, donde nació, enterraron definitivamente el cuatro de noviembre pasado, a Federico Fellini, el "encantador". A nadie le importa saber dónde se encuentra Rímini, cuando tres palabras "doloevita" o juerga casera, "paparazzo" o fotoreportero y "felliniano" se han incorporado al vocabulario de todo el mundo. Es justo que la prensa italiana haya sido la más pródiga en buscar símbolos y adjetivos. Los adjetivos son definitorios por estatuto, mientras los símbolos no, dejan abierto un resquicio al doble sentido, a la interpretación. Como con los santos o los campeones, se ha recurrido a la lengua de la retórica que de por sí uniforma, es ponderativa por el superlativo y la exclamación. Es la línea en que enseguida se mueven los recuerdos y declaraciones de quienes se confiesan amigos, que le oyeron por teléfono pocos días antes o que almorzaron con él, pocos meses antes del "día fatal". Sin el "día fatal", los grandes suelen vivir una vida de rutina. A Fellini, cuando le hablaron de un posible nombramiento como senador vitalicio, le vino a la mente una rutina, respondiendo: Por fin tendré un sueldo. Tener un sueldo es lo común de los mortales y no sólo de las clases medias. Humor y poesía De repente Fellini, muñéndose, pasa a las candilejas de todos los escenarios del mundo, no sólo de cine y teatro, sino de la vida nacional italiana y del mismo patrimonio cultural de Occidente. También esta denominación pertenece a la unificadora retórica. El mismo vocabulario internacional dejará pasar su tiempo antes de que se sedimente el sentido de "felliniano". Será difícil definir lo que Fellini inventa como poeta, lo que aporta de original en la historia de un arte que trata de comunicar o incomunicar con las imágenes, como el escultor con la piedra y el pintor con los colores. Cuando se es poeta, se confunden los lenguajes, por más que el recurso de la expresión sea casi siempre el mismo, la ironía o la caricatura y la evocación sigan identificando lo bello o lo que llamamos sublime con lo inefable. Woody Allen, que como cineasta se considera hijo del "genio" de Fellini, ha declarado que "cuando muere un gran artista, lo mínimo que puede esperarse es una reacción de masa que inevitablemente se manifiesta en gestos de difícil interpretación". Ante esta dificultad los buenos cronistas, fieles a los hechos más que a la evocación, se han limitado a informar: "Se ha marchado un grande, se queda sola una noble señora de corazón generoso". Era inevitable no asociar la figura de la viuda, sobre todo cuando se trata de Giuletta Masina, protagonista de la realidad y de la ficción de Fellini: "Hoy el último beso de Giuletta" o "La gente en lágrimas hace llorar a Giuletta", que no le acompañará al borde de la fosa, sino que le seguirá desde su casa romana, viéndole vivo por televisión, desgranando el rosario. Esta dificultad de interpretar a los genios es proporcional a la originalidad de su creación. Desde un punto de vista...
Nueva Revista

Un neologismo italiano

«También en Italia el matrimonio gay, como en la España de Zapatero», así rezaba el letrero que en el pesebre navideño del CongreTso italiano habían aplicado furtivamente dos diputados a un par de Barbies abrazadas. Algunos parlamentarios inmediatamente se rasgaron las vestiduras, mientras otros justificaban el acto provocador de sus socarrones colegas Bruno Mellano y Donatella Poretti pertenecientes a la neonata formación política «La Rosa en un puño», un cóctel de socialistas y radicales de Panella en el área del centro izquierda que gobierna con Romano Prodi. Al margen, sin embargo, de la lenta y a veces caprichosa agenda política parlamentaria, ha sido la España de Zapatero la que ha cerrado 2006 como una obsesión o un icono del imaginario colectivo de los italianos, tanto de militantes de extrema izquierda como de cualquier italiano medio que quiere cambiar sin dejarse superar por España. Competentes politólogos u opinion makers acreditados, simples cronistas y enviados especiales experimentados, han contribuido desde sus diversos frentes de opinión a introducir con fuerza en la lengua italiana el neologismo Zapatero, y sus derivados zapateriano, zapaterista y zapaterizzazione. Bajo estos tres lemas lo registran los lingüistas Giovanni Adamo y Valeria Della Valle en su libro Parole nuove. Un dizionario dei neologismi dai giornali. Adamo, que imparte clases en el Instituto de Lenguas Modernas y Traductores de la Universidad Complutense de Madrid, ha detectado en la prensa italiana, desde que en abril del 2004 Zapatero conquistara el poder, una «Europa zapatera», es decir «traidora, vil, fugitiva...». Se llega incluso a percibir en la palabra zapatero una cadencia cantable, una palabra que suena bien, con una sonoridad casi gitana, una Europa «gaucha o gitana, con el sombrero al través, la navaja en la bota y un esqueje de rosa entre los dientes». Es evidente que una fantasía calenturienta y tópica sofoca así la imaginacion, por muy loca de la casa que sea. Hay titulares de periódicos que propugnan «la vía zapateriana para bajar los impuestos», una revolucion social «de estilo zapaterista». Y se temería una «zapaterizacion» del pueblo católico italiano si se siguiera el ejemplo español del enfrentamiento declarado por parte del Estado a la Iglesia. No es casual que de un modo paralelo al neologismo Zapatero, sus derivados y otros extranjerismos, se hayan afirmado en el léxico periodístico italiano los conceptos: Teo-con y Teo-dem. Un nuevo neologismo como Teopolítica, que comprendiera a católicos y a «ateos devotos», abriría un nuevo planteamiento a las relaciones personales y sociales con Dios, a las teocracias históricas tradicionales y a la interpretacion del manido «dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César», permitiendo a la vez al hombre público invocar su propia conciencia privada. El politólogo Paolo Flores dArcais cuando en marzo de 2006 entrevistó a Zapatero en su seminario MicroMega comenzó la entrevista con la pregunta a bocajarro de si «creía en Dios», a lo que Zapatero respondió: «Creo que este tipo de convicciones pertenecen a la esfera privada y siento un gran pudor...