«Hay que volver a subir hasta el Bien». Un diálogo neoplatónico

Entrevista con el profesor Ricardo Piñero, autor de "El alma de la filosofía"

Sarcófago romano con un lector identificado como Plotino
Wikimedia Commons/ChatGPT
Ángel Vivas

Ricardo Piñero es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad de Navarra. Dirige diversos proyectos de investigación que analizan el pensamiento estético y el arte contemporáneo en su relación con la transformación social.

Avance

En el siglo III, el incipiente cristianismo y el neoplatonismo mostraron puntos de contacto. Plotino, uno de los nombres más destacados de esa corriente filosófica, llamó el Uno al principio creador de todo. No es difícil ver en ese concepto la idea de Dios. Más allá de esas semejanzas, la obra de Plotino, volcada a la moral y a la trascendencia, reivindicadora de la virtud y el conocimiento, una filosofía que persigue conocer el sentido de la vida, tiene cosas que decirnos todavía hoy. Un libro reciente, El alma de la filosofía, nos da la ocasión de hablar con su autor, el catedrático de la Universidad de Navarra Ricardo Piñero, acerca de estos asuntos y su vigencia. Entre otras cosas, porque, como él mismo dice, «no es buena filosofía la que no se toma en serio la religión» y «los seres humanos somos buscadores de la verdad, el bien y la belleza; y nuestra búsqueda no termina nunca».

entrevista

Ya se oyen palabras viejas. Pues aguzad las orejas», recomendaba Antonio Machado. Las de Plotino, filósofo neoplatónico del s. III, son suficientemente viejas como para que merezcan escucharse según el consejo machadiano. Pero es que, además, Plotino escribió (habló; fue su discípulo Porfirio el que recogió y puso por escrito sus palabras, algo no infrecuente en filosofía) sobre la virtud, la felicidad, la belleza, el cosmos, el destino, la providencia, el amor, el alma o el principio de todo que él llama el Uno y se puede identificar con Dios. Asuntos mayores, como se ve. Y es que la filosofía se ocupa, según un título de Víctor Gómez Pin, de «las interrogaciones que a todos conciernen».

«Hay que volver a subir hasta el Bien», dijo también Plotino. Y el profesor Ricardo Piñero, catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad de Navarra, que hiciera su tesis doctoral sobre Plotino, comenta a propósito de esas palabras preciosas: «No podemos olvidar esto, a pesar de los pesares es posible regresar, volver a subir, hasta un Bien con mayúsculas. No hay mayor hermosura, no hay mejor forma de vivir una vida humana llamada a disfrutar de una vida divina». Lo escribe el profesor Piñero en el libro El alma de la filosofía, recientemente publicado por Rosamerón. Y remata: «Ya me perdonará el lector esta confesión, pero los neoplatónicos somos así». De modo que, por las razones antedichas, hablamos de Plotino y su vigencia con el profesor Piñero. Es decir, mantenemos un diálogo forzosamente neoplatónico.

Ricardo Piñero (ed.): El alma de la filosofía. Rosamerón, 2025.

Pregunta. Filosofía y religión estaban muy cercanas en época de Plotino. ¿Deberían seguir estándolo?

Respuesta. Filosofía y religión comparten las preguntas por las grandes cuestiones del ser humano, Dios, el mundo. Esto es así, entonces y en la actualidad. Son dos caminos para encontrar respuestas. La religión debe atender a la filosofía, y no es buena filosofía la que no se toma en serio la religión.

P. Desde luego, el neoplatonismo da gran importancia a lo espiritual.

R. Es una cuestión clave para el neoplatonismo y para Plotino entender la vida no solo en clave horizontal, sino en clave vertical. Por eso les interesa encontrar luces para iluminar una dimensión más profunda del ser humano. El neoplatonismo busca un camino de salvación para el ser humano, el encuentro con el bien, la verdad y la belleza.

P. Contrasta esa tendencia a lo trascendente frente al inmanentismo de los estoicos.

R. Hay una clave para disfrutar (más que para entender) el neoplatonismo, que es enriquecer la visión natural del mundo con una dimensión trascendental. El neoplatonismo, y tal vez por eso tuvo tanto éxito en los comienzos del cristianismo, no desdeña el mundo sensible, pero busca el mundo inteligible; busca una conexión entre ambos planos.

P. Y las raíces helénicas de San Pablo son evidentes.

R. Sí, hay una presencia de ideas muy precisas que tienen un origen platónico, pitagórico, y que configuran la imagen de un hombre en sentido pleno; comprendiendo dimensiones de la mente, del alma, que le ayudan a entenderse a sí mismo y la realidad.

P. En la presentación de El alma de la filosofía se dice que hay conceptos neoplatónicos reivindicados hoy en la física cuántica y la neurociencia.

R. Sí; conceptos que tienen que ver con el cosmos, con la mente, con la forma de trascender lo visible. Al neoplatonismo le debemos esa capacidad de tránsito entre lo visible y lo invisible, encontrar el fundamento de lo que vemos en lo que no podemos ver. Eso está hoy en la neurociencia.

P. Pese a estas semejanzas que venimos señalando, Porfirio, el discípulo de Plotino que publicó sus clases orales, escribió contra los cristianos.

R. Una de las cuestiones más sugerentes de la época es que el cristianismo es un movimiento muy inicial y su teología está por hacer. Plotino es un alejandrino que emigra a Roma, preocupado por escuchar un mensaje radical sobre el mundo, el hombre, etc. Llega a Platón por Amonio Saccas y empieza a formar a estudiantes, uno de los cuales es Porfirio. Plotino ha dado otro sentido a conceptos de Platón; y el nacimiento de Cristo influye en ese cambio de sentido de ciertos conceptos. El contexto intelectual y religioso de Plotino se nutre de religiones griegas, orientales y del incipiente cristianismo. Plotino es un receptáculo de influencias variadas, es como un sincretismo muy particular. Porfirio escribe contra los cristianos cuya teología no está todavía configurada. Pero San Agustín se convierte al cristianismo gracias a que su maestro de retórica le ofrece textos de Plotino.

P. ¿En qué medida podemos identificar el Uno del que habla Plotino con Dios?

El Uno de Plotino es lo más parecido a Dios

R. Plotino llega al concepto de Uno por un desarrollo coherente de superación de la lógica platónica, cuyo techo es el Bien. Pero Plotino entiende que debe haber un principio que lo sea de todo, más allá del ser; un principio que debe ser inefable. Esto, en clave cristiana, es lo más parecido a Dios, el principio creador, del bien, de la belleza. Como Plotino piensa que ese principio debe estar más allá de todo, lo llama Uno. Mutatis mutandis, nosotros podemos entender que ese concepto es Dios, que no es una idea, es la fuente del ser. Dios, como unidad de la que procede la multiplicidad de todo.

P. En todo caso, la de Plotino es una teología negativa.

R. Sí, la teología de Plotino es negativa. Lo único que nos queda es el silencio, el estar más allá del lenguaje. En la ordenación que hace Porfirio en las Enéadas de los textos sueltos de Plotino, todo conduce al último texto, que es sobre el Uno; se va de lo concreto a lo más espiritual.

P. «Hay que volver a subir hasta el Bien», dice Plotino.

R. El platonismo y el neoplatonismo no son exactamente iguales. El neoplatonismo tiene una visión ponderada de la materia, de la que se parte para ascender al Uno; para regresar ahí hace falta una conversión desde el mundo material. Por eso, este mundo tiene un gran valor. Para eso hay dos vías, la de la ética y la de la estética. Y sí, hay que volver a subir hasta el Bien. Como digo en el libro, no hay mejor forma de vivir una vida humana llamada a disfrutar de una vida divina.

P. Plotino tampoco disocia lo intelectual de lo moral. Para él, la vida filosófica es sinónimo de vida moral.

R. Eso tiene que ver con la tradición socrática, platónica, con cierto intelectualismo moral, la idea de que nadie hace el mal a sabiendas, de que el conocimiento nos lleva al bien. Plotino señala tres tipos de seres humanos: el amante, que percibe la belleza del mundo material como elemento esencial de la realidad; el músico, que dedica su vida a buscar la armonía, la belleza intelectual; y el filósofo, que, con actitud contemplativa, conjugando sabiduría y amor, reconstruye la realidad para intentar ver su origen. Los tres tienen una fuerza moral. Una de las fuerzas que reclama Plotino para los individuos es la virtud como camino al conocimiento, conocimiento que, a su vez, es también camino hacia la virtud. Ese camino de ida y vuelta enriquece y avalora la vida cotidiana; Plotino no desprecia la vida de este mundo.

P. Y en su obra, la vida se hace filosofía y la filosofía se hace vida.

R. Es así, literalmente. Plotino no se consideró nunca un filósofo profesional, técnico, sino alguien preocupado por el sentido de la vida, para quien la filosofía cualifica la mejor forma de vivir. Todo parte de una necesidad de encontrar el sentido de la vida.

Nuestras aspiraciones a lo trascendente son irrenunciables

P. Hay una semejanza, dice usted, entre nuestros tiempos y aquellos.

R. Aquellos fueron tiempos de crisis, crisis de sistemas políticos, filosóficos, incluso económicos; épocas de amplitud en que el mundo clásico se vertebra hacia el helenismo. Nuestro mundo también es así, con una nueva forma de entender las religiones, con revoluciones tecnológicas, que dejan al hombre un poco a la intemperie; y seguimos buscando las soluciones que nos parecen adecuadas. A veces confundimos criminalmente lo subjetivo con lo arbitrario. La buena filosofía puede ser subjetiva, pero nunca arbitraria; siempre debe dar buenas razones. Y nuestras aspiraciones a lo trascendente son irrenunciables.

P. Señala usted la influencia del neoplatonismo en la mística española.

R. El neoplatonismo tiene mucho que ver con la búsqueda de la unidad del ser humano con Dios. Esta es una de las cosas que impactan en San Agustín; que en el interior del hombre habitan la verdad y el bien. Santa Teresa y San Juan de la Cruz dan noticia de que esa unión del ser humano finito con el Dios infinito es posible. Y lo hacen en clave poética; Plotino lo hace en clave filosófica. En la poesía caben las metáforas, la emoción, y la conciencia de algo superior a uno mismo. Eso es muy plotiniano; Plotino se plantea cómo se puede llegar al Uno, que está más allá de todo, y dice que no llegamos a él ni por la ciencia ni por la intelección, sino por una presencia superior a la ciencia. San Juan de la Cruz viene a decir lo mismo: toda ciencia trascendiendo. Hay, pues, otra vía experiencial, que no es científica. Y las tres vías de la mística: purgativa, iluminativa, unitiva, también están en Plotino; claro que hay conexión.

P. El monismo de Plotino no es estático. «La unidad permanece omnipresente en la estructura dinámica de lo real», escribe usted.

R. La unidad es el mecanismo metafísico que da coherencia, continuidad, la posibilidad del despliegue de la realidad en lo que Plotino llama la procesión, y del repliegue de dicha realidad en su principio mediante la conversión.

P. Vengamos al presente: en la presentación del libro se dice que esta filosofía nos inspira a hacer una reevaluación de cómo vivimos y qué valoramos.

R. Uno de los grandes mensajes que se desprenden de la obra de Plotino es la necesidad de una vida austera, moderada, porque el materialismo nos ha inundado de objetos y nos ha creado falsas necesidades, haciéndonos creer que nuestra armonía se logra con el tener y no con el ser. En el mundo hay una gran belleza, pero no hay nada superfluo, no hay despilfarro. Aquí viene bien la metáfora del escultor que quita lo que sobra del mármol para descubrir la belleza que está dentro.

P. Y en esa línea, se dice también que la contemplación puede ser algo revolucionario.

R. La contemplación es una mirada hacia lo alto, donde está la fecundidad. La contemplación es la posibilidad de penetrar en la esencia para ver su principio creador; y eso exige silencio, atención y altura de miras.

P. «Es necesario seguir buscando», recuerda Gregorio Luri, otro participante en el volumen, que decían Platón y Plotino.

R. Sin duda. Los seres humanos somos buscadores de la verdad, el bien y la belleza; y nuestra búsqueda no termina nunca.


Foto: Sarcófago romano con un lector identificado como Plotino. Autor desconocido. Dominio público. Imagen de Wikimedia Commons mejorada por ChatGPT. La imagen original se puede ver aquí.