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Escritor, ensayista y traductor, Antonio Rivero Taravillo lleva toda la vida preparándose para este libro, En busca de la isla Esmeralda, un “diccionario sentimental” que acaba de publicar la editorial Fórcola. Siguiendo, algo caprichosamente, los pasos de la historia y cultura Irlandesa, Taravillo nos ofrece un personalísimo recorrido por la isla de origen celta.

 ¿Por qué un diccionario sentimental dedicado a Irlanda?

No se elige escribirlo, es una cuestión vocacional y tiene que ver mucho con el amor; no fue, por tanto, una decisión racional. Una vez, hace ya muchos años, me entró el gusanillo por Irlanda y fui desarrollando el interés por ella y, a partir de ahí, una cosa lleva a la otra. El libro, podríamos decir, estaba destinado a ser escrito.

Su libro, muestra a Irlanda como un país de contradicciones.

Porque es así. Por decirlo de alguna manera, Irlanda es un lugar que, aunque no tiene grandes montañas, tiene mucho relieve y mucha diversidad de elementos que contrastan: sur y norte, católicos y protestantes, paganismo y cristianismo… hay muchos elementos que están en contraste y, precisamente esto, crea tensión, conflicto, riqueza y, si me apuras, crea también poesía y literatura. Si, como suelde decirse, de aguas estancadas no sale nada interesante, Irlanda es todo lo contrario a aguas estancadas.

Al contrario de lo que el tópico nos llevaría a pensar, usted reivindica la tradición protestante como una tradición fundamental en la conformación cultural de Irlanda.

Cierto. Si bien Irlanda es un país de grandes contrastes, muchas veces, por simplificar, nos quedamos en lo más esquemático y, en cuestión de religión, lo más esquemático es decir que Irlanda es un país monolíticamente católico, pero esto no es cierto. Hay una herencia importante, sobre todo en lo cultural, de las élites protestantes y varios autores han dado fe de ese mundo protestante, un tanto decadente y en desaparición, pero que ha tenido y tiene influencia en la cultura irlandesa. Basta pensar que el principal periódico irlandés, The Irish Times, que procede de la minoría protestante y funcionó como vehículo de esta élite cultural que se ha mantenido durante siglos.

¿Podemos hablar, por tanto, de un país con grandes diferencias sociales?

Habría que matizar un poco, porque el caso de Irlanda no es como el de Inglaterra, donde hay una disparidad enorme entre la aristocracia y el pueblo. Es cierto que parte de esta disparidad se ha trasladado a Irlanda, puesto que el sistema inglés ha imperado en Irlanda durante mucho tiempo, sin embargo, los polos de la diferencia, en Irlanda, son de otro tipo y no tan marcados. Los dos principales polos son religiosos, está el catolicismo y el protestantismo, aunque también hay que matizar: decimos protestantismo en general, pero dentro del protestantismo hay muchas otras familias. Otro dos los polos en oposición son lo urbano y lo rural y en esta oposición está también la diferencia entre aquellos que han optado por el inglés (principalmente, el ámbito urbano) y aquellos que han optado por el irlandés (principalmente las zonas rurales), aunque ahora mismo se impone el inglés en un 95%.

En su diccionario, usted precisa que es erróneo identificar Ulster con Irlanda del Norte.

Irlanda tiene una historia milenaria,

se pierde a lo largo del tiempo, pero básicamente en los orígenes había cinco provincias de las que una desapareció y, ahora quedan:  Leinster, Munster, Connacht, y Ulster. Ulster, a su vez, está compuesta por nueve condados. Tras producirse la participación, de estos nueves condados, solamente seis terminaron formando la identidad de Irlanda del Norte. Por tanto, hay tres condados del Ulster que forman parte de la República de Irlanda.

Sin embargo, a nivel general, esta distinción no suele hacerse y se identifica Ulster con Irlanda del Norte.

Cierto y se debe, en parte, al discurso protestante fanático que se refiere al Ulster apropiándose de los tres condados que no forman parte de Irlanda del Norte. En ciertas campañas electorales se colgaban carteles diciendo: “Ulster says no” Sin embargo, quien decía “no” eran solamente los seis condados que pertenecían a Irlanda del Norte, no los otros tres. Por lo que se refiere a nosotros, lo que sucede es que con la distancia y con la falta de conocimiento concreto no nos hacemos una imagen certera de lo que sucede. Un ejemplo es la ortografía: durante años y años, aquí en España se ha escrito el nombre del partido político republicano de la siguiente manera: “Sinn Fein”. Es decir, se ha omitido la tilde sobre la “e”. Que esto suceda en Inglaterra, donde no tienen tilde, puede ser razonable, pero no se entiende que suceda aquí, pues tenemos tilde y lo suyo habría sido escribir correctamente el nombre del partido. Lo que sucede es que todas las fuentes de información proceden del Reino Unido.

¿Cuánto de nuestro conocimiento de Irlanda ha estado influenciado por el relato proveniente de Inglaterra?

En su mayor parte. Irlanda tiene una riqueza cultural que es muy visible, por ejemplo, en la música, que es evidentemente distinta de la música de otros países europeos. Sin embargo, nunca se nos ha dicho que tiene una riqueza mitológica enorme, visiblemente distinta de la tradición mitológica de Gran Bretaña, que, al fin y al cabo, es el resultado de la llegada de los anglosajones y su mundo no tenía nada que ver con el mundo de los pueblos célticos. La cultura antigua irlandesa es riquísima, pero sabemos muy poco de ella. No quiero decir que se desconozca esta cultura, pues hay interesantes estudios sobre el tema; lo que quiero decir es que estos estudios y este conocimiento no han trascendido y, entonces, casi nadie en Europa sabe prácticamente nada del mundo celta, más allá de cuatro tópicos que se repiten.

¿Podemos hablar de una conexión entre la cultura celta de Irlanda y la cultura celta de Galicia?

Sí, podríamos hablar de un efecto de retroalimentación: la tradición irlandesa reconoce que, en un cierto momento, hubo una corriente de inmigración de Galicia a Irlanda. Y esto, sin duda, supuso un intercambio cultural. Y, posteriormente, entre el XVIII y el XIX, la propia Galicia se ha alimentado de esta conexión céltica y ha habido una continua atención a Irlanda, incluso, una especie de proyección en Irlanda de la identidad gallega. Esto se ha notado, principalmente, en la música y también en algunos autores, aunque también es cierto que Álvaro Cunqueiro no era muy amigo de hablar de lo céltico en Galicia. No sé si lo hacía para no llevar la contraria, pero lo cierto es que no quería enfatizar esta relación.

En la introducción, afirma que Irlanda es uno de los países que mejores literatos ha dado. Una afirmación muy contundente, ¿no cree?

Es contundente, aunque hay que ponerla en sus justos términos. Es decir, teniendo en cuenta la población de la isla, la ratio de genios que hay en Irlanda con respecto a la población es altísima. Y, realmente, todo el mundo reconoce que los irlandeses tienen un don para la palabra, un don que se manifiesta de forma espontánea y popular al contar historias, en las conversaciones cotidianas o en las tertulias de pub, algo que ahora ha desaparecido. A todo esto, se añade que, por lo que se refiere al cultivo literario, Irlanda es un país que posee dos lenguas e, incluso, tres, puesto que, en la Edad Media, durante bastantes siglos, el latín fue muy empleado por los clérigos para hacer una literatura interesante. Y si hablamos de la literatura más próxima, ¿quién revoluciona la literatura del siglo XX? Joyce en 1922 publicando Ulises. Y lo interesante es que Joyce no era ningún elemento aislado, sino que bucea entre las letras irlandesas, donde había literatos de todo tipo.

No todos eran grandes genios, pero conformaban un tejido social que, por el motivo que sea, ha fomentado que haya tantos escritores.

Si antes mencionaba el escaso número de hablantes de irlandés, ¿podemos hablar de una producción literaria en lengua irlandesa?

La lengua irlandesa sufrió un golpe de muerte en el siglo XIX, cuando a mitad del siglo hubo una gran hambruna que partió por la mitad la población: muchos murieron y tantos otros se fueron a América. ¿Quiénes murieron? ¿Quiénes emigraron? Los que formaban parte de la población rural más pobre, que eran los que hablaban irlandés y los que habían mantenido la tradición, puesto que no procedían de la colonización británica más reciente. Entonces, lo que era una lengua normal, empleada por la extensa mayoría, tuvo un gran golpe. Además, los ingleses, a través de unas leyes que penalizaban el uso del irlandés y de todas las peculiaridades de los católicos, fomentaron también el retroceso del irlandés. Y, a nivel literario, hay una literatura en irlandés riquísima que va del siglo III hasta el XIII; luego tiene un cierto momento de revitalización y, actualmente, se mantiene a duras penas, aunque evidentemente la producción en irlandés es muy inferior, en todos los sentidos, a la producción en inglés.

Sin embargo, se estudia el irlandés en las escuelas, ¿verdad?

Sí, es una asignatura obligatoria en la enseñanza y solamente en casos muy especiales los alumnos están exentos de estudiarla. Más allá de los esfuerzos para su enseñanza, lo cierto es que la mayoría de las personas olvidan el irlandés al terminar el colegio o lo practican muy poco, puesto que no llega a ser una lengua de comunicación diaria, aunque sí es verdad que ha habido un fuerte empuje en los últimos veinte años con la aparición de un canal en irlandés. Es un canal muy bueno que, subtitulando los programas en inglés, consigue que mucha gente lo vea.

¿Qué relación tiene Irlanda con pasado, con su lucha por la independencia y sus héroes?

Los irlandeses siempre hacen gala del epíteto de “rebelde”

al mismo tiempo que se han sentido a gusto en el papel romántico de perdedores. Una vez y otra, los diferentes alzamientos contra los ingleses que fueron fomentaron que en el inconsciente colectivo céltico se consolidara la idea de perdedor, que ha adquirido con el tiempo una especie de halo romántico. Dicho esto, los irlandeses han luchado muchísimo contra los ingleses, sufriendo grandes derrotas y mucha represión. Basta pensar en lo que sucedió hace 101 años: el levantamiento de Pascua de 1916 fue un rotundo fracaso, pues los irlandeses no tenían ninguna posibilidad de salir victoriosos; sin embargo, fue la salvaje represión inglesa la que convirtió a un puñado de medio locos en héroes.

¿Cómo es la actual relación entre Irlanda e Inglaterra?

Creo que los dos países se llevan bien.

Ha habido incluso algún acto simbólico: el viaje de la Reina Isabel a Irlanda, por ejemplo, selló cicatrices. Irlanda se ha ido reconciliando no solo con Inglaterra, sino con su propia relación con Inglaterra y, de hecho, cada vez se ve con más normalidad el hecho que se rinda homenaje a los irlandeses que lucharon en la Primera Guerra Mundial. Muchos de esos irlandeses murieron, pero hasta hace poco tiempo se corría una especie de velo sobre ellos porque habían estado aliados con Inglaterra. Y, hoy en día, las relaciones son buenas, aunque hay una gran inquietud por lo que pueda suceder con el Brexit, pues todavía hay bastante dependencia o interdependencia con Inglaterra.

Actualmente, si no me equivoco, no hay una firme voluntad, por parte de la República Irlanda, de recuperar Irlanda del Norte.

Ahora las cosas son mucho más tranquilas con respecto a hace alguna década y ahora la población de la República ya no tiene ese afán de unificación: todos entienden que lo lógico es que hubiese un país unido, pero no van a mover un dedo para conseguirlo. En cualquier caso, la población protestante de esos seis condados pertenecientes a Inglaterra no permitiría una unificación con el resto de Irlanda. Además, hay que tener en cuenta que las fronteras en Europa se han ido difuminando, aunque hay que ver qué va a pasar con el Brexit.

El Brexit deja a esos seis condados en una posición incómoda.

Sin duda. De todas formas, hay una cuestión demográfica que hay que tener en cuenta, puesto que va a cambiar la correlación de fuerzas en Irlanda del Norte: los católicos van siendo cada vez más numerosos y, dentro de poco, serán mayorías. Y vamos a ver qué pasara, aunque no es solo una cuestión de religión, sino de cultura y de civilización.

Hablando más en concreto de su libro, usted cita el libro de Ignacio Peyró, Pompa y circunstancia, como uno de los modelos para su diccionario sentimental. ¿Qué otros modelos tenía en mente?

Hace ya unos quince años, publiqué Viaje Sentimental por Inglaterra un libro que rendía homenaje a al libro de Lawrence Sterne, Viaje Sentimental por Francia e Italia. Por entonces,  lo que quería hacer con ese libro era un recorrido por Inglaterra, pero un recorrido en el que la impronta del autor estuviera muy presente y su presencia ser reflejara a través de los caprichos que introducía en el texto, mostrando así mi mundo interior. El libro de Peyró es fantástico, ante todo, porque está escrito admirablemente y cuando hablé con Javier Jiménez, editor de Fórcola, le planteé hacer un diccionario similar, pero de Irlanda, pues llevo toda la vida preparándome para un libro así. Lo que yo quería hacer era un diccionario de autor, donde no es tan importante la información que se da como el interés que le aporta al texto el autor, que se permite licencias, digresiones y libertades que un texto de referencia no permitiría.

En su diccionario, el concepto de Irlanda o, por lo menos, de irlandés sobrepasa los límites geográficos.

No soy el único loco por Irlanda, un país que ejerce su fascinación sobre muchos. Y en el diccionario, por tanto, están citados una serie de personas que se han sentido interesadas por Irlanda. Además, doy importancia a cosas y personas que no son propiamente irlandesas; por ejemplo, hago mención a John Ford, director de El hombre tranquilo, extraordinaria película ambientada en Irlanda. Asimismo, lo que he intentado es subrayar los lazos de Irlanda con España, pero también con otros países.

¿Lo no irlandés también ha terminado por configurar la idea de Irlanda que tenemos?

Claro. Es paradigmática la película El hombre tranquilo: es un film muy irlandés, pero que al mismo tiempo da una imagen algo edulcorada y postiza del país. Lo que sucede es que esa imagen ha tenido un influjo en los millones de espectadores, que, de algún modo, han sido modelados por la película.

¿Hay demasiados tópicos?

Hay tópicos y con mi diccionario lo que he querido hacer ha sido precisamente subsanar todos los tópicos que se han creado en torno a Irlanda y mostrar que hay mucho en donde escarbar.

Anna Maria Iglesia (1986) es licenciada en filología italiana y en Teoría de la literatura y literatura comparada; Máster en Teoría de la literatura y literatura comparada por la Universidad de Barcelona. Es colaboradora habitual de El Asombrario, El Confidencial, Letras Libres, The Objective, Llanuras o Altair.