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Ver productosUn discreto politólogo e influyente miembro del politburó marca el rumbo ideológico y de política exterior de China
29 de julio de 2025 - 6min.
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Wang Huning es uno de los gurús ideológicos de los tres últimos presidentes de China, Jiang Zemin, Hu Jintao y ahora, especialmente, de Xi Jinping. Se trata de un politólogo que ama la discreción pero que, como inspirador del llamado neoautoritarismo, influye en los proyectos políticos de Xi, incluyendo el Sueño Chino, la campaña anticorrupción, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y también la política exterior, hasta el punto de que diversos medios lo llaman la «eminencia gris» del presidente y el Kissinger de China.
Su libro, América contra América (1991), que escribió tras un viaje por EE. UU. en 1988, predijo el declive de este y el resurgir tecnológico del gigante asiático. Es el manual de cabecera de la cúpula política china. El filósofo Slavoj Žižek lo considera un importante intelectual y aconseja leer sus escritos para comprender lo que está pasando en el país asiático.
¿Qué tienen en común Jiang Zemin, Hu Jintao y Xi Jinping, los últimos tres presidentes de China? Un alto cargo del comité permanente del politburó, situado siempre en la sombra y que está marcando el rumbo ideológico y de política exterior del gigante asiático. Se llama Wang Huning, tiene 69 años y algunos medios, como Palladium Magazine, lo vienen llamando desde hace tiempo «la eminencia gris» de Xi Jinping, por analogía con el franciscano Joseph Tremblay, consejero en la sombra, éminence grise, del cardenal Richelieu.
El historiador canadiense Timothy Cheek, uno de los mayores especialistas en China, lo considera elemento clave de la arquitectura ideológica de Pekín en su libro The Intellectual in Modern Chinese History. Y el filósofo Slavoj Žižek llegó a decir que Wang «quizás sea el intelectual más importante hoy», destaca The New Yorker. De hecho, aconseja leer sus escritos para comprender lo que está pasando en China.
Nacido en Shanghai en 1955, Wang Huning es «el típico dragón chino: obediente, cauteloso, decidido hasta el punto de la ferocidad, casi anónimo, es decir, invisible a los ojos distraídos», según una semblanza publicada en Dissipatio. Estudió política internacional en la Universidad de Fudan, donde fue nombrado profesor de Derecho a los treinta años. De niño eligió el francés como primera lengua y en 1988 viajó a Estados Unidos para estudiar la sociedad capitalista por dentro, «como si fuera una especie de Tocqueville». Buscaba un modelo que le permitiera responder a la pregunta de «por qué el fenómeno chino se descolgó del tren de las naciones más avanzadas», según un informe de IE Insights.
En seis meses, Wang visitó treinta ciudades y veinte universidades y plasmó sus observaciones en el libro América contra América (1991), en el que expone las contradicciones de la democracia estadounidense. Quedó fascinado por las cuatro C que brillaban como el oro en aquel Dorado tecnológico: cars, calls (por teléfonos), computers y cards. Y regresó a China con la lección aprendida. «Si quieres abrumar a los estadounidenses, debes superarlos en ciencia y tecnología», se cuenta en un reportaje de The New Yorker, titulado «Cómo un libro sobre la historia de Estados Unidos predijo el futuro de China». Así ha sido; tres décadas después proliferan los coches en el país asiático; supera en móviles a EE. UU.; y a Occidente con el elevado número de ordenadores (computers) y tarjetas de crédito (cards) que tiene.
Y todo ello sin renunciar al neoconfucianismo, el secular sistema de valores que nutre por dentro el marxismo a la china, y valiéndose del neoautoritarismo, que él mismo ha contribuido a forjar, para impulsar la apertura económica, bajo el férreo control del Partido Comunista y la concentración de poder de su cúpula, según The New Yorker. Precisamente lo que criticaba Wang de la sociedad norteamericana era que hubiera acabado dominada por las fuerzas del nihilismo y el individualismo, y que las generaciones más jóvenes no se sintieran identificadas con los valores de sus antepasados.
Wang aboga por un liderazgo central fuerte y es conocido por su hostilidad a la corrupción de alto nivel. En eso coincide plenamente con Xi Jinping, subrayaba The Guardian en un artículo sobre los miembros del comité permanente del politburó chino.
La obsesión de este discreto politólogo es asegurar el socialismo chino, con su idiosincrasia confuciana, frente a las fuerzas de la globalización occidental, destaca Matthew Johnson en un detallado informe que publica Le Grand Continent. Desde que se empapó del modelo estadounidense, Wang Huning es consciente de que son los factores culturales de una sociedad —más que su organización económica— los que determinan su política. En este sentido, es el reformulador del poder blando… al estilo chino.
Un hecho inesperado, el asalto al Capitolio de los partidarios de Trump en 2021, contribuyó a relanzar el libro de Wang, despertando tal interés que en China que se llegó a vender 3.000 veces más caro que su precio de salida en 1991. Actualmente es lectura obligada en el país, afirma Bloomberg; es el libro de cabecera de los dirigentes de Pekín y su autor, el «hombre de las ideas» de cada uno de los conceptos y proyectos políticos de Xi, incluyendo el Sueño Chino, la campaña anticorrupción, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, e incluso el Pensamiento de Xi Jinping, según cuenta Palladium Magazine.
Wang Huning es ahora el gran asesor de Xi, pero lleva décadas trabajándose el favor de los dirigentes del Partido, con sus libros e informes. A Jiang Zemin —presidente de China entre 1993 y 2003—, le gustaba tanto que citaba de memoria pasajes de su obra. Lo elogió de tal manera en una cena con el presidente Clinton que este se picó y alegó que también en EE. UU. tenían brillantes académicos como Samuel P. Huntington, autor de El choque de las civilizaciones, según cuenta el profesor de Sociología y sinólogo Julio Aramberri en Revista de Libros.
También influye Wang en el diseño de la política exterior de Xi y, de hecho, lo acompaña en los viajes de Estado, indica The Guardian, que en el mencionado artículo lo calificó como «el Kissinger de China». Entre las tareas que el presidente le ha encomendado, la más ambiciosa y compleja es nada menos que la reunificación de Taiwán, según The New York Times.
En la prensa internacional, «Wang tiene una reputación un tanto teatral y malvada», considera The New Yorker. Es «un Maquiavelo moderno, un tejedor de sueños del Estado comunista, o una figura similar a Rasputín que gobierna China tras un velo. Vulcano de la ideología, con la pluma como forja, Wang funde el lenguaje marxista en el pensamiento de Xi Jinping».
Tras el resurgimiento editorial de America contra America y la mayor atención que le prestan los medios, Wang tiene más difícil pasar desapercibido. Intenta mimetizarse con el paisaje de dirigentes trajeados que rodean al presidente chino, pero como advierte The New Yorker: fijense ustedes en cualquier fotografía de Xi en un viaje o en una reunión clave y «lo más probable es que vean a Wang allí, al fondo, siempre al lado del líder».
Imagen de cabecera: Putin y Xi Jinping en el Foro Internacional de la Franja y la Ruta, celebrado en 2017. Wang aparece el segundo por la derecha. La foto, con licencia de Creative Commons, se puede consultar aquí.