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Verdi compuso la gran Misa de Requiem como tributo y homenaje postumo al escritor Alessandro Manzoni. Sentía una gran admiración por el poeta y novelista italiano y por el ferviente patriotismo que representaba. Cuando Manzoni murió el 22 de mayo de 1873, Verdi experimentó una fuerte sensación de pérdida. No pudo asistir al funeral y prefirió rendirle un grandioso homenaje para honrar su memoria, y así concibió esta impresionante obra para ser interpretada al año siguiente, coincidiendo con el primer aniversario. La importancia de la obra ha eclipsado totalmente el motivo por lo que fue compuesta, pues se trata de una de las obras más inspiradas del compositor.

Verdi había dicho de la novela Los Novios de Manzoni que era tan verdadera como la verdad misma. Así, en ese clima de sinceridad, Verdi expone en su Requiem su propia verdad, que no es otra que un sentimiento de humanidad con una fuerza vital irresistible. El valor del hombre está en su vida, y la vida tiene un sentido absolutamente positivo.

Cuando abordó el Requiem ya había escrito la mayor parte de su obra operística, tenía sesenta y un años, y su experiencia de combinar solistas y coros en la escena le hicieron concebir una obra muy emparentada con el estilo operístico. Los coros prolongan aquellos de Aída, su obra inmediatamente anterior, pero también se remontan a la polifonía religiosa del XVI. Buscaba en los clásicos los procedimientos para lograr la perfección en la expresividad y la honda emoción que le motivaba.

Verdi tenía ochenta y cinco años cuando escribió las Quatro Pezzi Sacri (Ave Maña, Stabat Mater, Laudialla Vergine María y Te Deum), coincidiendo con la muerte de Josefina Streponi, la que había sido su compañera durante tantos años. Alejadas de todo ambiente teatral, son obras de una gran serenidad. Se conjugan en ellas los acentos de lirismo y dulzura con otros de júbilo y alegría expresados con solemnidad.

Esta grabación recoge dos registros sonoros históricos: el desaparecido Fritz Reiner con el Requiem, más un formidable cuarteto solista, la gran soprano verdiana Leontyne Price y el estupendo tenor Jussi Björling, en una grabación de 1959; y Zubin Mehta en su etapa de director de la Orquesta de Los Angeles, con las Quattro Pezzi grabadas en 1970.

Profesora de música y periodista