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Hace algo más de un año, aparecieron casi de forma simultánea tres obras mayores de la lingüística en español y sobre el español: la Ortografía de la lengua española de la Real Academia Española, el Diccionario del español actual de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, así como los tres volúmenes de la Gramática descriptiva de Ignacio Bosque y Violeta Demonte. Las primeras tiradas de las tres obras, que sumaban cientos de miles de ejemplares, se agotaron en unas semanas, y continúan entre los libros más vendidos.

Este interés por la lengua española va en paralelo con la confianza de los propios españoles en el futuro del idioma. Una encuesta revelaba no hace mucho que el 66% de los consultados estaban convencidos de que el español será uno de los idiomas dominantes en el mundo en el próximo siglo.

La visión desde España no es diferente de la que se aprecia desde otras partes. El diario italiano Il Corriere della Sera ha animado a sus lectores a estudiar español porque es de gran utilidad -explicaba- para encontrar trabajo en diseño, alta tecnología, química, banca, sector inmobiliario, turismo, hostelería, enseñanza e ingeniería aeronáutica.

El español es una lengua en crecimiento prácticamente desde el siglo XVI, y con el tiempo no ha dejado de extenderse. A finales del siglo XIX había unos sesenta millones de hablantes. Hoy, con casi cuatrocientos millones, es la cuarta lengua más hablada del mundo, tras el chino, el inglés y el hindi, y todo indica que ni ha tocado techo ni lo tocará en el siglo XXI. Los hablantes de español son -si se tiene en cuenta sólo las naciones donde es lengua oficial- alrededor del 6% de la población mundial, frente al 8,9% de los hablantes de inglés o, por ejemplo, el 1,8% de los hablantes de francés.

Las lenguas rompen las fronteras. Y hacen discretos a los que viajan y las conocen. Y la discreción es buena compañía. Si la mejor acción cultural que cabe en este desasosegador cominezo de siglo es la de sumar esfuerzos, experiencias, recursos e ilusión y no restar -como ha sido desdichada práctica en buena parte de los últimos cien años-, las lenguas constituyen ese insoslayable itinerario hacia el conocimiento de la diversidad, hacia la fascinación por la pluralidad, hacia el mágico espacio de la solidaridad. Las lenguas unen y atraen. ¿A qué insensato se le puede ocurrir que una lengua sea motivo de sangre? Las lenguas permiten ampliar la geografía y describir la topografía interior de las épocas y los ciudadanos, la dimensión estética -que es ética- de los que escriben y sueñan.

Las proyecciones más prudentes, como las que ofrece el anuario del Instituto Cervantes El español en el mundo1, prevén que en el año 2050 habrá alrededor de 550 millones de hablantes de español sólo en los países donde es lengua oficial. Quedan fuera, por tanto, los hispanos de Estados Unidos y quienes lo hablan como segunda o tercera lengua, lo que incrementaría notablemente su número.

Que el español se convierta en una de las dos grandes lenguas de comunicación internacional es el gran reto que ahora debe afrontar. Hay ya mucho camino andado: el peso demográfico, la homogeneidad lingüística -dentro de una extraordinaria y fértilísima diversidad- y el que se trate de una gran lengua de cultura contribuyen decisivamente a alcanzar el objetivo.

Hay que tener en cuenta otro aspecto: la importancia decisiva de Iberoamérica, donde -es necesario repetirlo una y otra vez- viven nueve de cada diez hispanohablantes. Por ello, la consolidación de la democracia, el desarrollo económico y la apertura de mercados de las naciones iberoamericanas son claves para la expansión del español en el mundo, y de manera especial en la sociedad de la información. La mejor estrategia posible pasa, pues, por la colaboración de la veintena de países hispanohablantes en todos los campos. Es decir, ni un paso sin Iberoamérica.

A estas alturas no parece necesario insistir en que, sin la información, nada existe en la sociedad contemporánea. Los estereotipos se mantienen durante generaciones y tienen difícil desarraigo. El español y la cultura en español deben consolidar la imagen de lengua de prestigio internacional.

También son necesarios otros dos requisitos. El primero es una presencia más destacada en la sociedad de la información y sobre todo en las grandes redes electrónicas; el segundo, la salida al exterior de las industrias culturales. Hay además dos naciones claves para esa expansión internacional: Estados Unidos y Brasil.

Estados Unidos es hoy la quinta nación del mundo en número de hablantes de español. El diario The New York Times ofrecía hace unos meses un largo reportaje que arrancaba en primera página bajo este titular: «Para hablar como un neoyorquino, aprenda español».

En Estados Unidos no sólo viven, según el último censo, 31,3 millones de hispanos, sino que el español se enseña en el 80% de los centros de educación básica que ofrecen segundas lenguas y en más del 90% de los de enseñanza secundaria. En la universidad, lo estudian dos de cada tres estudiantes, mientras que el resto se reparte entre docenas de otros idiomas. Lo hacen porque, según una encuesta del The New York Times, lo consideran «una lengua práctica». No se trata de una casualidad. En el conocido Valle del Silicio, donde trabajan miles de investigadores y especialistas de todo el mundo en tecnologías de la información, biotecnología e industria farmacéutica y espacial, quienes hablan inglés y español reciben una media de doce propuestas de empleo por persona.

Estados Unidos es un buen ejemplo de la importancia de Iberoamérica para la difusión del español. La relevancia económica de los países de lengua española está catalizando el interés de los estadounidenses de habla inglesa por aprender español, y el de los estadounidenses de origen hispano por mantener su idioma. A ello ha contribuido el impulso dado a las relaciones económicas por el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, así como el creciente poder adquisitivo de los hispanos, que se cifra ahora mismo en torno a los 400.000 millones de dólares y que está previsto que alcance los 940.000 millones dentro de diez años.

De acuerdo con estos datos y con el papel que desempeña Estados Unidos en el mundo parece claro que esa nación es clave para el futuro del idioma. El triunfo del español en Estados Unidos es la plataforma decisiva para que se convierta en una de las dos grandes lenguas de comunicación internacional del siglo XXI.

En Brasil, una nación de 165 millones de habitantes, de los que 50 millones tienen menos de 15 años, está pendiente de aprobación la ley para que los centros de enseñanza ofrezcan de forma obligatoria la asignatura de español.

Como ha señalado Francisco Moreno, director del Instituto Cervantes de Sao Paulo, en el anuario 2000 de El español en el mundo, la evolución de Brasil hacia el aprendizaje de la lengua española ha sido llamativa en los últimos diez años, y se ha acentuado tras la entrada en vigor y el éxito de Mercosur, el extraordinario aumento de las relaciones comerciales con España, la presencia de grandes empresas españolas y el peso de la cultura en español. A comienzos del siglo XXI, la situación del español allí es de auge y de prestigio. El propio ministro de Educación ha confesado que la expansión del español en Brasil es «una tendencia natural».

Centros privados y públicos tienen, como cuenta Francisco Moreno, las aulas repletas de niños, jóvenes y adultos, hasta el punto de que el nombre de la lengua española se ha encaramado a lo más alto de los carteles anunciadores de cursos de idiomas y se utiliza como gancho publicitario para animar a la inscripción en cursos de otras lenguas extranjeras.

Ya en 1998, casi todas las universidades incluían el conocimiento de español como requisito para superar las pruebas de acceso, y en algunas de ellas era la lengua más demandada, por delante incluso del inglés. En la actualidad, son 26 universidades públicas y 24 privadas las que ofrecen licenciaturas en español.

Las consecuencias de esta «tendencia natural» hacia el español en Brasil son inmensas para todos los intereses vinculados a la lengua, y ello independientemente de que el español se declare o no lengua obligatoria en la enseñanza no universitaria.

En Francia, el español y el inglés acaparan casi por completo la enseñanza de idiomas en la educación secundaria, porque según declaraciones del presidente de la Asociación de Profesores de Lenguas Vivas al diario Le Monde, «la demanda de las familias se inclina cada vez de forma más masiva por estrategias de seguridad, simbolizadas por el inglés y el español».

En Alemania hay 650.000 estudiantes de lengua española, y casi una cuarta parte de los profesores de idiomas de las universidades británicas son profesores de español. En Japón, lo estudian 60.000 universitarios, y en China hay 60 candidatos por cada plaza de estudiante.

En Canadá, en la Universidad de Calgary, había hace dos años 400 estudiantes de lengua española; el año pasado, eran 3.000. El español es el segundo idioma en las provincias francófonas, pero también en las anglófonas. Por eso, el diario The Globe Mail titulaba recientemente: «si quiere ser bilingüe, aprenda español».

El Instituto Cervantes ha elaborado un plan de expansión para los próximos años que se asienta en tres modelos distintos de centros: creación de nuevas sedes propias, puesta en marcha de la red de Centros Asociados y Acreditados y desarrollo de las Aulas Cervantes.

En el plazo de año y medio, el Instituto inaugurará ocho nuevas sedes. Dos de ellas estarán situadas en Estados Unidos, en concreto en Albuquerque y en Washington. Las restantes estarán en Río de Janeiro, Moscú, Estambul, Berlín, Pekín y Tokio. Además, estrenará nuevos y más espaciosos edificios en otras tres ciudades: Sao Paulo, Burdeos y Nueva York.

Los organismos públicos o privados de cualquier lugar del mundo que enseñen español como segunda lengua serán reconocidos como centros asociados al Instituto Cervantes siempre que ofrezcan una enseñanza de calidad, formen a sus profesores, favorezcan la difusión de la cultura en español y apoyen la actividad empresarial en el campo de la enseñanza del español. En España, los centros asociados se denominarán centros acreditados.

La nueva red será decisiva para expandir el ámbito de actuación del Instituto y, por tanto, para promocionar la enseñanza de la lengua española y atender la demanda creciente con garantías de calidad y eficacia. Aún antes de haberse hecho público, se habían recibido ya 50 solicitudes de todo el mundo, desde Japón y Rusia a Suiza, Portugal, Estados Unidos y Brasil.

Por lo que respecta a las Aulas Cervantes, que son centros de apoyo y de recursos para universidades e instituciones educativas, se han abierto las primeras en las Universidades de San Clemente de Ojrid de Sofía (Bulgaria), Carolina de Praga (República Checa) y Eotvos Lorand de Budapest (Hungría). En los próximos meses se inaugurarán varias más, entre ellas en Nanjing (China) y en Hanoi (Vietnam).

Hoy, la información se ha convertido en un bien en sí mismo, y en un bien de primera magnitud. En torno a ella giran las grandes apuestas estratégicas de la economía mundial para los próximos años, sobre todo tras la aparición de Internet y de los soportes electrónicos.

Pero la sociedad de la información también vive y depende de las lenguas, hasta el punto de que gran parte de los avances tecnológicos giran alrededor del lenguaje humano: los nuevos medios de comunicación, las redes informáticas y la ingeniería lingüística son buenos ejemplos. Las lenguas, pues, se juegan su futuro en el ámbito de las nuevas tecnologías y de la información.

El Instituto Cervantes, que ya ha convertido su Centro Virtual Cervantes (http://cvc.cervantes.es) en el portal temático por excelencia de la lengua y la cultura en español en Internet, se ha propuesto como objetivo vertebral para éste y los próximos años el Plan de Actualización del Español en la Sociedad de la Información. Con él se pretende emplear de manera intensiva los recursos que ofrecen las nuevas tecnologías y llenar de contenidos en español los diversos ámbitos de la sociedad de la información y, en especial, Internet. El Convenio para la Promoción del Español en Internet, firmado con Telefónica, constituye la arquitectura esencial, vertebral del Plan de Actualización. Gracias a él, el Instituto Cervantes dispondrá en los próximos años de la tecnología y los recursos adecuados para desarrollar tres grandes programas.

El primero se dedicará a potenciar la Oficina del Español en la Sociedad de la Información, creada el pasado mes de enero. La Oficina, esencial para determinar la presencia del español en Internet y que trabaja en coordinación con instituciones, centros de investigación, desarrollo e innovación así como con las grandes, medianas y pequeñas empresas, se crea con el objetivo de servir de plataforma de las industrias culturales y de las tecnologías de la información, con el fin de colocarlas al alcance de los ciudadanos y utilizarlas en la educación, la formación y la proyección exterior de la lengua y la cultura en español.

El segundo programa consiste en una profunda renovación del Centro Virtual Cervantes. El centro del Instituto Cervantes en Internet pasará, así, de ser una iniciativa primera en su género a convertirse en modelo tecnológico y educativo de lo que puede y debe ser la enseñanza interactiva en la nueva sociedad de la información. No es casual que instituciones semejantes al Instituto se hayan interesado por el modelo.

El tercer programa que se llevará a cabo gracias a este convenio es el de crear un buscador panhispánico que localice en la red todo lo que hay en español. En la actualidad, se calcula que existen alrededor de 2.100 millones de páginas en la red, pero los buscadores más potentes tan sólo rastrean un 16% de ellas y, dado su origen, encuentran con preferencia las redactadas en inglés.

El nuevo buscador panhispánico 16% tendrá dos niveles de acceso: uno de ellos facilitará a todos los internautas localizar con facilidad cualquier información en español que exista en la red; el otro permitirá a los investigadores y, en especial, a los expertos de la Oficina del Español en la Sociedad de la Información del Instituto Cervantes analizar las veinticuatro horas del día los contenidos en español que circulan por Internet. Sólo cabe añadir que una herramienta tan potente todavía no se ha creado para ningún otro idioma. El objetivo último del Plan de Actualización del Español en la Sociedad de la Información es que las empresas estén presentes en Internet en español, que se consulten sus páginas en español y que se comercie en español empleando la amplísima gama de recursos tecnológicos. Porque las lenguas que no sepan integrarse cuanto antes en el nuevo mundo digital se convertirán en lenguas marginales, y las consecuencias las sufrirán sobre todo muchas economías nacionales y muchas empresas.

Por ello, el Instituto Cervantes creará también un traductor automático para convertir al español las páginas en alemán y francés que hay en Internet. Dicho de otra manera: nadie necesitará aprender esas dos lenguas para conocer lo que ofrecen en la red.

La misma preocupación se plasmará en el II Congreso Internacional de La Lengua -el primero se desarrolló en Zacatecas (México) en 1997-, que se celebrará en Valladolid en octubre del año 2001 y que será organizado por el Instituto Cervantes y la Real Academia Española. Cientos de especialistas en nuevas tecnologías, de lingüistas, de empresarios y de representantes de instituciones y organismos de España e Iberoamérica analizarán dos asuntos claves: el español en la sociedad de la información y el español como recurso económico.

El Congreso ha sido el marco elegido para presentar el curso de español por Internet, que incorpora por primera vez, en el vasto campo del estudio de las lenguas, la interactividad. Se presentará también el primer modelo econométrico para la lengua española, que servirá para conocer el peso económico del español en todo el mundo.

Las lenguas, como las culturas -¿quién establece los límites entre unas y otras?-, son permeables, se complementan y se suman, nunca se restan: he ahí una de las formidables características de la lengua española. La emergente presencia del español en el mundo, el pulso creativo de escritores, cineastas, dramaturgos y demás autores de una veintena de países, la labor coordinada de las 22 Academias -son sólo algunos ejemplos- subrayan el dinamismo del idioma y pulverizan el mito de la lengua como expresión del ser nacional.

De ahí, el deslumbramiento de quien esto escribe hacia el idioma y hacia sus diversos enclaves abiertos a la realidad y a la creación, ya sea ésta literaria, dramática o cinematográfica. Un inmenso mar de múltiples contornos, un jardín infinito de extraordinarios y enigmáticos senderos que se bifurcan hasta el horizonte, sin fin.

NOTAS

1. Hasta el momento han aparecido tres entregas, correspondientes a los años 1998 (en coedición con Arco/Libros), 1999 y 2000 (coedición con Círculo de Lectores y Plaza & Janés). El anuario 2001 se publicará en el próximo mes de julio.