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Jaume Aurell es profesor de Teoría de la Historia en la Universidad de Navarra y especialista en historia intelectual y religiosa. Formando en el campo del medievalismo con numerosas obras sobre la cultura mercantil mediterránea, procede, en este sentido, de una fértil cantera donde el debate sobre el propio quehacer histórico siempre se ha revelado más sensible hacia este tipo de cuestiones.

Este libro es fruto de una estancia investigadora que el autor desarrolló en la Universidad de California en Berkeley en 1999, la cual le permitió conocer más de cerca las corrientes y tendencias historiográficas predominantes a lo largo del siglo XX y aquellas que están más en boga en la actualidad. El resultado es el recorrido que nos propone en estas páginas, en las que analiza las líneas maestras por las que ha avanzado el discurso histórico durante estos últimos cien años, tomando como punto de partida el agotamiento de la vía positivista en el periodo de entreguerras y finalizando con el stanbye que han supuesto los diferentes giros postmodernistas de los noventa.

Los postulados teóricos sobre los que asienta su labor el historiador han estado sometidos a constante revisión durante el siglo XX. Ver cómo esa discusión ha afectado a cuestiones tales como el objeto de estudio o sujeto histórico, la metodología empleada por el historiador, su modo (y posibilidad) de conocer el pasado o su manera de reflejarlo por escrito, es el propósito de este libro. La escritura de la memoria da cuenta, entre otros aspectos, de cómo los reyes o las batallas cedieron protagonismo ante las clases sociales (véase el mundo obrero, la burguesía, el campesinado o la nobleza); de cómo los factores económicos o las mentalidades redujeron la importancia que las acciones individuales tenían en el devenir de los siglos, lo que trajo consigo la sustitución de la historia política por la historia económica y social, y recientemente, por la historia cultural; o de cómo las estadísticas o las hipótesis contrafactuales — e l qué hubiera pasado si hubiera (o no) sucedido tal hecho— se prestigiaron frente a la recuperación textual del documento, en un intento por extraer de la Historia leyes o principios generales.

Por el libro desfilan, además, las escuelas históricas con mayor caché a lo largo de este período: la escuela de los Annales y sus cuatro generaciones; la Escuela de Fráncfort; las sucesivas reelaboraciones nacionales del materialismo histórico; la sociología histórica; la Nouvelle Histoire… Muestra, asimismo, la interacción habida en todo momento entre las diversas disciplinas sociales y la discusión que se originó con motivo de otorgar a la Historia el certificado de calidad derivado de su carácter científico. El relato de Aurell tampoco es ajeno a la influencia con que los acontecimientos políticos promueven determinadas concepciones históricas. A este respecto, es clarividente la exposición que hace sobre el postmodernismo, cuyas principales manifestaciones cabe conectar fácilmente con la caída del muro de Berlín y el consiguiente derrumbe del universo soviético en el Este de Europa.

Todas estas cuestiones son explicadas con gran amenidad, combinándola exposición de la teoría con la relación de autores y obras concretas, lo que da al libro visos de hacerse imprescindible no sólo cara a los especialistas y a los alumnos de la carrera de Historia que se enfrentan a esta asignatura, sino a todo aquel que pretenda acercarse al trabajo de los historiadores. Dos apuntes juegan, por último, a favor de este acercamiento. Se trata de los dos apéndices que completan la obra: el primero, referido a la enumeración de historiadores y tendencias del siglo XX; el segundo, una oportuna selección de las obras históricas más significativas de dicho periodo.

PROFESOR DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA. UNIVERSIDAD DE VALLADOLID