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Iniciamos en Nueva Revista una serie de artículos para analizar a fondo la figura de Joseph Ratzinger, el recién fallecido papa Benedicto XVI. Nueva Revista recogerá sus argumentos, y las matizaciones de otros sobre ellos, en asuntos cruciales para el destino de la humanidad. Comenzamos con unas aportaciones del filósofo Antonio García-Santesmases, catedrático de Filosofía Moral y Política de la UNED.

García-Santesmases sitúa el Concilio Vaticano II (1962-5) como punto crucial a partir del cual juzgar el legado de Joseph Ratzinger. Del Vaticano II, destaca estos puntos:

—El mundo católico trata de establecer una apertura al mundo de la democracia representativa.

—El mundo católico busca alianzas con los que critican el mundo del capitalismo avanzado.

—Emerge la Teología de la Liberación de Gustavo Gutiérrez.

—Emerge la Teología Política de Johann Baptist Metz.

En 1968, se produce la contestación social y la revolución sexual. Desde un punto de vista externo, formal y estadístico, a la Iglesia católica le va mucho peor que antes del Vaticano II. Valga recordar el parámetro de la caída en picado de las vocaciones religiosas.

Según Santesmases, Ratzinger y otros reaccionan. El contraataque posee estas características:

—Es una respuesta neoliberal en lo económico y neoimperial. Las cabezas visibles son Ronald Reagan y Margaret Thatcher, con quienes sintoniza Karol Wojtyła. 1989 (caída del muro de Berlín) es para algunos el reverso de 1968.

—La caída del socialismo real (comunismo) y del proyecto socialista supone el rescate de la idea acerca de las raíces cristianas de Europa.

Se pregunta García-Santesmases:

«¿Ha sido el cristianismo el que ha llenado el vacío de la caída del comunismo?»

El papel de Ratzinger, según el filósofo español, sobre todo desde 1989 ha sido el siguiente:

—Entre 1989 y 2004 interviene «en su afán por buscar un lugar a la religión en el mundo del nuevo paganismo».

—Ratzinger busca la manera de que en el mundo quepa realizar un encuentro entre fe y razón. 

—Ratzinger señala que acepta los valores y los procedimientos de la democracia liberal representativa. Pero hay asuntos prepolíticos, realidades como el aborto, la eutanasia o la familia, que marcan un coto vedado a los propios parlamentos. Toda aquel que se guíe bajo los criterios de la recta razón debe aceptar determinados límites.

—Ratzinger denuncia el abandono del camino de la verdad y de que la sociedad política se desentienda de la pregunta por el fundamento (el relativismo).Todo el que no sea relativista no parece racional, señala Ratzinger.

—Vuelve el iusnaturalismo remozado y vuelven los debates acerca de si hablábamos de derecho o de moral y acerca de si el hombre tiene naturaleza o tiene historia.

Concluye Antonio García-Santesmases: «Los que estamos más de acuerdo con Hans Kelsen [iuspositivismo, teoría del derecho puro] que con Joseph Ratzinger, los que nos consideramos defensores de un pensamiento laico y suscribimos una posición agnóstica, debemos reconocer que hemos tenido pocos adversarios tan agudos como el hombre que tras años de silencio acaba de fallecer».