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Ver productosSi el conservadurismo quiere sobrevivir, no puede buscar su inspiración en quienes pretenden destruir el sistema
28 de mayo de 2025 - 4min.
Avance
Como cada año, el Center for Policy Studies, think tank británico de centro derecha fundado en 1974 por Margaret Thatcher, ha convocado la Margaret Thatcher Conference. Bajo el lema Remaking conservatism, el encuentro de este año ponía el foco en «el futuro del movimiento conservador», reuniendo a distintos especialistas con el objetivo de «revitalizar los fundamentos intelectuales de la política de centro-derecha». Entre los participantes se encontraba Bruno Maçães, escritor y politólogo, antiguo Secretario de Asuntos Europeos del gobierno de Portugal. En su intervención dibujó un panorama sombrío para el conservadurismo, sosteniendo que, en la actualidad, muchos de sus líderes están adoptando lógicas revolucionarias que, en vez de pretender conservar, buscan acabar con el orden establecido.
Unos días más tarde desarrolló estas mismas ideas en su artículo «Conservatism is dead», publicado en The New Statesman. En el texto reconoce la necesidad que tiene el conservadurismo actual de encontrarse de nuevo a sí mismo, pero llama la atención sobre lo que para él es un camino equivocado: mirarse en el espejo de quienes, considerándose a sí mismos conservadores, están promoviendo políticas que minan el sistema.
Lamenta Maçaes que líderes como Elon Musk, Javier Milei o Donald Trump sean el referente en sectores que décadas atrás se inspiraban en Ronald Reagan, Margaret Thatcher o William Buckley. «Las personas que han ocupado el lugar de estos augustos personajes —argumenta— suelen parecer maoístas o leninistas.» Fundamenta esta afirmación en el hecho de que sus acciones se encaminan a crear una nueva realidad, desbaratando los elementos del orden establecido: instituciones, estructuras, o, incluso, fronteras, como en el caso de las guerras en Ucrania y Gaza a las que estos líderes conservadores no plantean una sólida oposición. Ante esto, se pregunta: «Tal vez no he entendido bien, pero tenía la impresión de que la destrucción por la destrucción, o la destrucción en nombre de la construcción de un mundo nuevo y valiente, es exactamente aquello en contra de lo que estamos los conservadores».
La clave del conservadurismo, para Maçaes, es su voluntad por mantener y fortalecer el orden establecido y, en su opinión, es ahí donde radica su principal aporte a la vida política. «La idea del orden es valiosa porque amplía la mente. Nos obliga a salir de nuestra propia perspectiva, a buscar el equilibrio y la imparcialidad en un horizonte más amplio donde también tienen cabida los demás». En ese sentido, se lamenta de que «los conservadores de hoy parecen representar todo lo contrario: prefieren el conflicto al orden, convencidos de que el mundo es un campo de batalla permanente entre el bien y el mal».
Ahondando en esta interpretación, en su intervención en la conferencia sostenía que, clásicamente, los progresistas eran quienes sostenían que sabían la verdad, mientras que los conservadores eran quienes estaban interesados en encontrar la verdad. Para él, la curiosidad y la aspiración a la universalidad habían sido patrimonio del conservadurismo británico durante siglos, pero en la actualidad observa con lástima cómo en las filas conservadoras abundan la arrogancia y la consideración de que el resto del mundo no tiene nada que enseñarles.
La explicación que da Maçaes al conservadurismo va más en la línea de un método política que de un contenido ideológico. Considerando que lo propio de la postura conservadora es el equilibrio, el imperio de la ley y la imparcialidad, ve como una traición que desde esas filas se busque acabar con lo establecido. «La razón por la que tantos conservadores se han convertido repentinamente en revolucionarios es que, en realidad, nunca fueron conservadores. Lo que amaban no era el orden, sino los elementos específicos del orden existente. (…) Una vez que estos elementos del viejo mundo se erosionaron o desaparecieron, se convirtieron en fantasiosos políticos decididos a recuperarlos por cualquier medio necesario». Ante esto cabría preguntarse: ¿no puede ser que el orden se haya establecido en unos fundamentos distintos a los que defiende el conservadurismo? En ese caso ¿no sería lógica que su postura no fuera la del mantenimiento de ese orden sino la de la pretensión de sustituir esos fundamentos por otros?
Al margen de estas cuestiones, el discurso de Maçaes apunta al peligro que supone la desaparición del orden del escenario político. Aunque se busque cambiar el sistema, esto puede hacerse dentro del orden o, al margen de él, en el caos. Y es esa la importancia que el politólogo portugués concede a lo que, a sus ojos, es el verdadero conservadurismo. Para él, es la garantía de que en el ámbito político al menos habrá un sector que abogue por la necesidad de actuar siempre dentro de un orden. Por eso considera tan peligrosa la nueva orientación que contempla en las filas conservadoras. Si desde ahí no se reconoce la existencia de un orden que mantener, sostiene, habrá que esperar a la construcción de un nuevo orden para que el conservadurismo pueda de nuevo emerger con fuerza.
Este avance ha sido redactado por Cristina Erquiaga a partir del artículo de Bruno Maçaes en The New Statesman y de su intervención en la Margaret Thatcher Conference de 2025. Ambas fuentes, junto con otros recursos, pueden consultarse en los enlaces del texto. Las traducciones del inglés son propias.
La imagen que encabeza el artículo es de Pixabay, su uso es gratuito y puede consultarse aquí en el repositorio Pexels.