La primera gran errata de la historia

Dos investigadores de Cambridge creen que el descuido de un copista medieval es la causa del mayor misterio de Chaucer

Detalle de una de las erratas encontradas por James Wade y Seb Falk
Detalle de una de las erratas encontradas por James Wade y Seb Falk
Nueva Revista

El doctor Seb Falk es un experto en historia medieval y de la ciencia. El doctor James Wade es experto en literatura inglesa, de la Edad Media en adelante. Ambos tienen una beca en Girton College (Cambridge).

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La explicación al enigma no podía ser más simple, como nos enseña la socorrida «navaja» de Ockham. Una errata cometida por algún copista de la Edad Media parece resolver un misterio de siglos sobre Geoffrey Chaucer y La canción de Wade, un texto incomprendido desde que fue descubierto hace 130 años. Al menos, esta es la tesis de James Wade y Seb Falk, investigadores de la Universidad de Cambridge que han publicado su estudio en The Review of English Studies. Su teoría sobre lo que ellos llaman «el texto más frustrante de Chaucer» podría cambiar nuestra comprensión del personaje de Wade y el lugar en la literatura medieval de esta leyenda inglesa perdida. 

Un pequeño error tipográfico, una errata cometida hace casi mil años por un copista, podría ser la causa del desconcierto sufrido durante siglos por los lectores del primer gran poeta inglés, Chaucer, escritor, filósofo, y diplomático conocido sobre todo por Los cuentos de Canterbury. Se acaba así (si la comunidad literaria aprueba esta teoría) con uno de los grandes enigmas de la literatura inglesa: la misteriosa referencia a un relato conocido como La canción de Wade, muy popular en la Edad Media, ya que su protagonista era tan conocido como Lancelot. Filólogos y medievalistas podrán descansar tranquilos.

Análisis de nueva revista

Un descuido tipográfico cometido por un copista hace 900 años podría haber desviado durante siglos la interpretación de uno de los grandes enigmas de la literatura inglesa: la misteriosa referencia que Geoffrey Chaucer (c. 1340-1400) hace en dos de sus obras a un relato conocido como El cuento de Wade, del que apenas se conserva un fragmento minúsculo.

Dos investigadores de la Universidad de Cambridge, Seb Falk y James Wade (la coincidencia del apellido es otra casualidad), han publicado un estudio en The Review of English Studies que podría cambiar nuestra comprensión del personaje de Wade y su lugar en la literatura medieval, según informa la propia universidad. La hipótesis es simple: todo se debió a una errata medieval. No es tan relevante como la cometida en la llamada Biblia «maldita» del siglo XVII, que omitió la palabra «no» en el séptimo mandamiento, pero sí más antigua.

Las únicas líneas supervivientes de La canción de Wade (o El cuento de Wade) aparecieron citadas en un sermón en latín del siglo XII, redescubierto en 1896 por el erudito y escritor M. R. James (conocido a su vez por sus relatos de fantasmas). La traducción más conocida decía así:

«Algunos son elfos y otros víboras; algunos son espíritus que habitan junto al agua. No hay ningún hombre, salvo Hildebrand»

Este pasaje parecía inscribirse en el universo de los mitos germánicos, poblados de criaturas sobrenaturales. Sin embargo, su aparición en contextos amorosos y cortesanos dentro de Troilo y Criseida y Los cuentos de Canterbury generaba desconcierto: ¿qué hacía un monstruo legendario en una escena de cortejo romántico?

Lobos, no elfos

La respuesta, según Wade y Falk, reside en simples errores tipográficos. El copista del sermón pudo confundir una letra rúnica antigua (la wynn, equivalente al sonido «w») con una «y». Así, la palabra original «wlves» (lobos) se transcribió erróneamente como «ylves» (elfos). Además, otro término traducido como «espíritus del agua» —«nikeres»— haría referencia en realidad a serpientes marinas o figuras simbólicas del pecado. «Muchas personas muy inteligentes se han tirado de los pelos por la ortografía, la puntuación, la traducción literal, el significado y el contexto de estas pocas líneas», asegura James Wade.

Con esta corrección, el fragmento cambia radicalmente de tono:

«Algunos son lobos y otros víboras; algunos son serpientes marinas que habitan junto al agua. No hay ningún hombre, salvo Hildebrand»

Este ajuste filológico devuelve al personaje de Wade a un mundo de caballeros, peligros simbólicos y amor cortés, más acorde con el universo literario de Chaucer. Ya no sería un héroe mitológico que luchaba contra monstruos, sino una figura perteneciente a un romance perdido del ciclo artúrico o carolingio.

Seb Falk y James Wade, investigadores de la Universidad de Cambridge
Seb Falk (izquierda) y James Wade, investigadores de la Universidad de Cambridge

«Si la pregunta era por qué Chaucer cita a un personaje mítico germánico en momentos tan significativos, la respuesta es que no lo hace», afirma James Wade. Su colega, Seb Falk, añade que esta referencia funciona como un recurso cultural popular, una especie de «meme medieval» que el público de la época entendía sin necesidad de explicación.

En sermón original, según Falk y Wade, habla de hombres poderosos que se convierten en lobos porque saquean lo que no les pertenece. Y compara las acciones de personas astutas y engañosas con las de víboras o serpientes de agua.

Reacciones en el ámbito académico

La propuesta ha generado diversas opiniones entre los expertos. Richard North, profesor en la University College de Londres, considera que el argumento a favor de un Wade caballeresco es convincente. Más cauta se muestra Stephanie Trigg, catedrática en la Universidad de Melbourne, quien elogia la riqueza contextual del estudio pero duda de que este descubrimiento modifique de forma radical la lectura de los textos de Chaucer.

El estudio no solo resuelve uno de los misterios más conocidos de la obra de Chaucer, sino que ofrece un recordatorio fascinante: los textos que hoy consideramos canónicos también están sujetos a los errores y contingencias del pasado. A veces, una sola letra mal copiada puede transformar el sentido de una obra y desviar durante siglos la interpretación de una cultura entera.


Entrada redactada por Federico Marín Bellón. Las imágenes pertenecen a la información publicada por la Universidad de Cambridge.