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Eduardo Fernández, doctor en Filología Clásica, es en la actualidad investigador de Retórica latina en el Centro de Estudios Clásicos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Conversamos con él con motivo de la publicación de parte de la obra periodística de Antonio Fontán, que Fernández ha recopilado.

Antonio Fontán (edición a cargo de Eduardo Fernández): Prensa, democracia, libertad. Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2017, 324 páginas.



 

¿Cómo ha surgido este libro?

Esta obra surgió a los pocos meses del fallecimiento de Antonio Fontán, hace ya ocho años, cuando José Vicente de Juan me pidió que recopilara la obra periodística del que fuera director del Diario Madrid en la época del «Madrid Independiente» (1967-71), y hasta 2010 presidente de la Fundación que se encarga en la actualidad de mantener viva su memoria. En los primeros meses de 2010 fueron muchas las iniciativas para homenajear a Antonio Fontán: Agustín López Kindler se encargó de comenzar la biografía académica y Arturo Moreno de la política; Miguel Ángel Gozalo también publicó una semblanza periodística muy útil para entender la figura del biografiado. En esa línea de iniciativas y homenajes, fue José Vicente de Juan, actual vicepresidente de la Fundación, quien quiso reunir los principales escritos periodísticos de Antonio Fontán y me puso a trabajar.

¿Cuál es su relación con Antonio Fontán?

Como estudiante de Filología en la Universidad Complutense de Madrid tuve la fortuna de asistir al curso de doctorado Humanismo y Humanistas Españoles, impartido por don Antonio Fontán durante el curso 1994-95 y posteriormente fue el presidente del tribunal de mi tesis doctoral en junio de 2002. A partir de esa fecha trabajé como secretario personal suyo hasta que me nombró secretario de redacción en Nueva Revista, desde el 1 de septiembre de 2007 hasta el 18 de diciembre de 2009. Durante esos años pude colaborar en algunos de sus trabajos académicos junto con otros de sus colaboradores, como Luis Arenal o Luis Pablo Tarín, para la publicación de Príncipes y Humanistas (Madrid, Marcial Pons, 2006) y las estrenas navideñas.

Fontán defiende en estos artículos la libertad del periodista. ¿En qué sentido? ¿Puede ser independiente de la empresa para la que trabaja?

Para Antonio Fontán el periodista es un profesional que está al servicio de la sociedad; un escritor, según la más clásica tradición de Larra o Balmes, un intelectual capaz de interpretar la realidad en la que vive para transmitirla al resto de la sociedad; sí, claro, trabaja para un medio, pero está comprometido con la verdad. En Fontán se puede aplicar en positivo aquel dicho de que “piensa el ladrón que todos son de su condición”: como director de medios de comunicación (La Actualidad Española; Nuestro Tiempo; Diario Madrid o Nueva Revista) siempre buscó periodistas comprometidos con la verdad con independencia de sus ideologías o creencias. En el editorial que daba comienzo al último de sus proyectos editoriales declaraba con claridad que bajo “los principios y valores históricos del humanismo de raíz grecolatina y cristiana” aspiraba a convertirse en “una tribuna abierta y en un foro plural en el que tengan cabida todas las voces que merezcan ser oídas, siempre que estén igualmente dispuestas a escuchar”. Se puede afirmar que Antonio Fontán defendió siempre la profesionalidad e independencia de los periodistas.

Para Antonio Fontán el periodista es un profesional que está al servicio de la sociedad; un escritor, según la más clásica tradición de Larra o Balmes.

¿Responden las Facultades de Comunicación actuales españolas a la idea que tenía Fontán de ellas?

Fontán fue el primer director de una escuela de comunicación independiente de las escuelas oficiales durante la época franquista. Hasta 1966 los periodistas necesitaban hallarse en posesión de un carné oficial y los nombramientos de los directores habían de ser aceptados por el Gobierno. Él mismo obtuvo el carnet de periodista en los primeros años de la década de los cincuenta para ejercer la profesión y comenzar en 1958 la Escuela de Comunicación de la futura Universidad de Navarra con un plan de estudios de tres años (igual que el de la escuela oficial) en el que introdujo la peculiaridad de un carácter interdisciplinar, es decir, los docentes eran economistas, historiadores, sociólogos, juristas profesionales y junto a ellos también impartían docencia periodistas profesionales de formación universitaria. Se puede afirmar por tanto que Fontán es el padre de los actuales estudios de comunicación que tratan de compatibilizar una sólida formación académica con la práctica de la profesión en los distintos ámbitos profesionales de la comunicación.

Buscó periodistas comprometidos con la verdad con independencia de sus ideologías o creencias.

Las facultades sustituyeron a las antiguas escuelas de periodismo en las que se unieron la formación teórica con la formación práctica. Antonio Fontán siempre lo tuvo claro, no se puede separar una actividad práctica del periodismo de una investigación y una especulación teórica del mismo, en ámbitos académicos del máximo rango como corresponde con unos saberes y una actividad complejos y decisivos para lograr sociedades libres, democráticas y maduras.

Estamos en la época del Facebook y del Twitter, del “me gusta”. ¿Qué cree que diría Fontán de esos fenómenos? ¿Matan el periodismo?

La vida es un fenómeno en constante cambio, pero de modo especial en este último tercio de siglo la evolución de las telecomunicaciones ha sido espectacular y parece dejar en la prehistoria algunos preámbulos importantes. Antonio Fontán fue un pionero en la implantación de la prensa ilustrada en España según los modelos internacionales; pero antes incluso vivió el primer desarrollo de la radio en España de la mano de su padre, Antonio Fontán de la Orden, fundador de Radio Sevilla en 1924 y posteriormente de la Sociedad Española de Radiodifusión (SER), dirigida por su hermano Eugenio en los años sesenta; también la televisión a mediados de los años sesenta supuso un cambio en el tratamiento de la información que parecía que iba a terminar con la prensa escrita. La opinión de Fontán fue siempre que al igual que la radio y la televisión no frenaron o redujeron el aumento de la circulación de la prensa escrita, tampoco lo harán en el futuro los nuevos medios de comunicación a través de las redes sociales, aunque obliguen a todo acto comunicativo a un cierto reajuste técnico. El profesional de la comunicación emplea los medios a su alcance, propios de su época, su cultura y su sociedad para transmitir aquello que considera pertinente.

Fontán es el padre de los actuales estudios de comunicación que tratan de compatibilizar una sólida formación académica con la práctica de la profesión.

¿Tendría que leer un estudiante de periodismo este libro?

Antonio Fontán resulta un interesante modelo de periodista para las nuevas generaciones de estudiantes por dos motivos: porque sirve para conocer la historia y desarrollo del periodismo en España en tres momentos decisivos: el desarrollo de la prensa ilustrada: Fontán fue director de La Actualidad Española y Nuestro Tiempo desde 1952; el nacimiento de la primera escuela de comunicación de la que fue director desde 1958; y por la defensa de la libertad informativa durante la dictadura franquista como director de diario Madrid desde 1967.

El segundo gran motivo para que un estudiante de periodismo lea este libro es porque Antonio Fontán representa y encarna el modelo de intelectual comprometido con la sociedad a través de una comunicación ética y veraz en manos de los profesionales de la comunicación: un modelo de periodista, director de medios y empresario de la comunicación para las nuevas generaciones.

¿Se atreve a decir cuáles son los libros fundamentales en la formación de Fontán?

Antonio Fontán desde muy joven mostró su preferencia por la historia y por los clásicos grecolatinos, impulso que le llevó a sacar la cátedra de Filología latina con 26 años. Profundamente culto e incluso erudito, amante de la lectura y de los libros hasta alcanzar el nivel de bibliófilo, hablaba con fluidez inglés, francés y alemán, estaba siempre minuciosamente informado de la actualidad política nacional e internacional a través de los medios de comunicación. La historia proyecta sus propias lecciones para los que saben interpretar las motivaciones profundas del actuar humano. Bastaría con acudir a su bibliografía para rastrear la influencia de los autores clásicos en casi una veintena de libros y más de un centenar de artículos académicos publicados. Entre sus autores favoritos me atrevería a subrayar las figuras de Cicerón y Séneca porque fueron intelectuales que no se limitaron a hacer una radiografía de los problemas de sus respectivas épocas, sino que intervinieron de modo activo en la vida política. Entre los humanistas Juan Luis Vives y Juan Dantisco.

El profesional de la comunicación emplea los medios a su alcance, propios de su época, su cultura y su sociedad para transmitir aquello que considera pertinente.

¿Y en la de usted mismo?

Al igual que Antonio Fontán, también  terminé mis estudios en Filología Clásica y en la actualidad soy investigador en Retórica latina en el Centro de Estudios Clásicos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Antonio Fontán ha sido un modelo para mi acercamiento a los autores clásicos y para interpretar su vinculación con el mundo que nos rodea en el siglo XXI.

Antonio Fontán resulta un interesante modelo de periodista para las nuevas generaciones de estudiantes.


Eduardo Fernández, en la imagen, con quien hemos conversado y que ha editado el libro de Antonio Fontán, ha publicado también en Nueva Revista estos artículos: Autor: Eduardo Fernández

Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.