El Olimpo, en Tesalia, se caracterizaba por ser ante todo asphalés, morada segura en que reina una quietud perpetua desde donde los dioses pueden contemplar y decidir imperturbados las batallas de los mortales. Sobre el Monte Olimpo de Chipre son en cambio las antenas de escucha británicas las que se yerguen soberanas, inalterables y omniscientes como los inmortales, ajenas desde sus 1.935 metros de altitud a las incertidumbres que se ciernen sobre el futuro de la isla. Chipre, el Estado más oriental de la Unión, es en tantos aspectos un país homologable a las economías europeas medias, no carente de problemas, pero saneado y boyante en otros ámbitos, como el financiero (si es que eso no es contradictorio en estos tiempos). Su situación política es por contra una de las más complejas que pueden encontrarse.
El conflicto de Chipre se considera un clásico de las relaciones internacionales. Ha sumado desafortunadamente a sus condicionantes geoestratégicos e históricos de gran calado —la eterna Cuestión de Oriente— varios de los más importantes problemas de la segunda mitad del siglo pasado: la descolonización y el terrorismo étnico, los desplazados, el esfuerzo de los bloques de la Guerra Fría por mantener su cohesión o la presencia de bases militares foráneas. A ellos se unen hoy otros problemas más familiares para el panorama contemporáneo como la integración en el ámbito europeo de Estados con rivalidades étnicas, la condición fronteriza de la cultura social y jurídica turca, la migración masiva o la sustitución y destrucción sistemática de signos identitarios; recientemente también el hallazgo de reservas de hidrocarburos. Estas circunstancias explican que Chipre sea hoy una de las áreas más militarizadas del planeta. El conflicto chipriota tiene además la particular capacidad de saturar el Tribunal de Estrasburgo y entorpecer con llamativa frecuencia los trabajos de la OTAN y la UE.
Hay otro aspecto por el que puede decirse también que el chipriota es un conflicto tradicional, histórico: en Chipre ha pervivido la filigrana verbal bizantina y la mítica habilidad política de los jenízaros. La fortaleza negociadora de las partes (algunos de los protagonistas han sido además curtidos abogados) ha forzado a los mediadores internacionales a desplegar las técnicas más originales para vencer las evasivas de turcos y grecochipriotas.
Pero fuera de secundarios intereses teóricos, el sufrimiento que este conflicto ha infligido a demasiadas generaciones de chipriotas reclama con urgencia un esfuerzo para ponerle fin.
TOO MANY COOKS
Desde que en 1878 en Berlín, y en 1923 en Lausanne, el Reino Unido consolidara su presencia en Chipre como baluarte para el control del Mediterráneo oriental, los británicos se sumaron a la larga lista de actores externos (fenicios, persas, griegos, árabes, venecianos, turcos) que han generado en la isla la sensación inveterada de que sus problemas se gestionan siempre más allá de sus orillas. Gran Bretaña sigue hoy disponiendo de las importantes bases de Akrotiri y Dhekelia, suficientemente amplias, olvidadas y próximas al Middle East para resultar realmente útiles militarmente. Una situación compleja en la isla facilita además un disfrute de estas bases relativamente más pacífico que el de otros «territorios soberanos» de los trece que ocupa alrededor del Globo. En la actualidad, la posición inglesa es, junto con la sueca, la más cercana a las tesis turcas.
Con respecto a otros actores, la implicación de Atenas se ha ido reduciendo desde finales del XX por el interés preferente griego en cuidar sus relaciones con Turquía, sensiblemente mejoradas como fruto de la «diplomacia de los terremotos». De hecho, la ministra Bakoyannis ha llegado a calificar razonablemente de anticuado el Tratado de Garantía, que autorizaba a las «Potencias protectoras» a intervenir para salvaguardar el orden establecido en el tratado de Alianza y la participación griega en el conflicto se reduce casi exclusivamente a una cierta solidaridad en las votaciones comunitarias.
Son en cambio frecuentes las opiniones de los analistas que señalan a las complejas instituciones de Ankara como centro principal de decisión de la parte turcochipriota. Parece algo indudable que los principales avances en Chipre se producen cuando existen condiciones propicias en Turquía. Chipre ha sido un elemento cardinal de la retórica kemalista, que le ha prestado una atención desproporcionada para su valor real para la sociedad turca. El AKP ha mostrado una actitud más pragmática: en 2002 decidió no sufrir nunca más el reproche internacional por el obstruccionismo turco que alejaba otras metas más vitales para el interés nacional. También en esta cuestión, el enfrentamiento del AKP con la cúpula militar es directo. Son muy numerosos los cuadros del ejército turco con experiencia chipriota, incluidos los que vivieron las operaciones de 1974. Sobre la isla se encuentran aún más de 30.000 soldados turcos.
Bajo el mandato del AKP, son pocos los aspectos del conflicto para los que no parezca posible una solución. Uno de los problemas que más atención pública ha reclamado, el incumplimiento turco de la Unión Aduanera con Chipre y el no reconocimiento de los barcos bajo pabellón chipriota, estará probablemente solucionado a mediados de 2009 cuando Turquía deba someterse al examen de los criterios de Copenhage. Se han dado también algunos pasos en el reconocimiento de pasaportes grecochipriotas o en el pago de la compensación económica impuesta por el Tribunal de Estrasburgo en el caso Loizidou, nacional grecochipriota a la que se impidió el regreso a su propiedad en Kirenia. Turquía ha aceptado de este modo su responsabilidad internacional. En este sentido, parece que las circunstancias reinantes en Turquía, una vez que el mandato del AKP ha resistido el examen judicial, pueden ser favorables para la reunificación. Esto no impide el menudeo de conflictos, algunos de entidad, como el surgido tras el hallazgo de un yacimiento de gas y petróleo en la plataforma continental chipriota, de un valor estimado de 400.000 millones de dólares, que ha llevado a las autoridades de la isla a firmar acuerdos de delimitación de sus fronteras marítimas con Líbano (2007) y Egipto (2006), impugnados por Turquía.
Francia ha estado también últimamente muy activa con respecto a Chipre y ha logrado, basándose públicamente en una política cultural (explotando a Rimbaud o a Apollinaire), que en 2006 la isla ingresara en la Francofonía, además de otros acuerdos de defensa (2007) y materias de interior (2005). Parece que puede afirmarse que el acercamiento de Mitterand y Chirac a Turquía fue una excepción en la postura tradicional francesa. Francia defendió en el seno de la UE que no se condicionara el ingreso de Chipre a la resolución previa del conflicto y Sarkozy ha denunciado en diversas ocasiones la negativa turca a reconocer la República de Chipre.
También la posición de Rusia merece un especial seguimiento. No tanto por el ya olvidado apoyo de la URSS a Makarios, orientado a debilitar el flanco sur de la OTAN, como por el aún reciente veto ruso de las resoluciones que habían de garantizar la aplicación del Plan Annan. La creciente rivalidad energética ruso-turca es probablemente una clave de estas posiciones. El sistema financiero chipriota acoge además muchas fortunas rusas. Y no se ha valorado todavía, por otra parte, el efecto que puedan tener la conexión personal con Rusia de Christophias, líder grecochipriota educado en Moscú, y la creciente búsqueda rusa de escenarios de influencia en su perímetro (desconocemos aún en qué medida la Ortodoxia siga delimitando esferas culturales activas políticamente). El apoyo singular de Francia y Rusia es percibido por los grecochipriotas como un contrapeso al sesgo proturco que creen apreciar en Naciones Unidas.
UN PASADO RECIENTE CON MAS ARES QUE AFRODITA
A la complejidad del número y los intereses de los actores se suma la intensidad de los eventos de la historia reciente de Chipre. El orden postcolonial basado en los Tratados de Garantía, Alianza y Establecimiento de 1960 colapsó tres años más tarde, por desavenencias principalmente fiscales. Se sucedieron después los enfrentamientos entre grecochipriotas partidarios de la énosis, la unión con Grecia, y los turcochipriotas que, ante el abandono británico, defendían el taksim, partición de la isla y acercamiento a Turquía. Como consecuencia, 30.000 turcochipriotas se desplazaron hacia la parte septentrional de la Isla. En 1964 se desplegó una Operación de Mantenimiento de la Paz de NU, UNFICYP, cuyo mandato se ha seguido prorrogando hasta hoy (el más largo, junto con el de Cachemira).
Con ocasión del derrocamiento del arzobispo Makarios III, instigado por la Grecia de los Coroneles, Turquía invadió en 1974 el norte de la isla, hasta la llamada Línea Atila —de la bahía de Morphou en el Noroeste hasta la ciudad de Farmagusta al Este—. En torno a 140.000 grecochipriotas tuvieron que huir hacia el Sur; 60.000 turcochipriotas hicieron el camino inverso. Posteriormente, un número no bien determinado de turcos procedentes de Anatolia, superior al de los turcochipriotas autóctonos, ha establecido colonias en el norte de la isla que han cambiado su configuración social. Se ha producido desde entonces una destrucción o desatención del patrimonio artístico e histórico cristiano del norte de la isla. En 1983, la «República Turca del Norte de Chipre» declaró su independencia, censurada por el Consejo de Seguridad de NU. Sólo Turquía ha reconocido hasta la fecha a esta entidad política como Estado.
El fin de la Guerra Fría hizo posible que la ONU interviniese en un conflicto entre países del bloque occidental estratégicamente relevantes, y en 1989, el SGNU Pérez de Cuéllar presentó su Summary of ideas como posibles términos para el arreglo. La adamantina oposición de Rauf Denktash, líder histórico de los turcochipriotas, se convertiría desde ese momento en el obstáculo principal para las negociaciones. Boutros Ghali ofreció en 1992 su Set of ideas como borrador de base de un acuerdo, con un resultado análogo. Se idearon entonces las medidas de fomento de la confianza, que se han venido aplicando con el apoyo de NU. Cuando Richard Holbrooke logró reunir a Rauf Denktash y a Glaukos Clerides en Troutbeck (NY) y Glion (Suiza), a lo largo de 1997, chocó con la oposición de los turcochipriotas a la petición de ingreso de Chipre en la UE (que no impidió que las negociaciones se abrieran en 1998). También los proximity talks, con intermediación de la ONU, comenzados a finales de 1999 fracasaron, pese a que Turquía había logrado en Helsinki ser reconocida como candidata a la Unión.
EL FRACASO DE LOS PLANES ANNAN Y SUS CONSECUENCIAS
El nuevo contexto de los procesos de adhesión a las Comunidades Europeas, que obligaba a las partes a adoptar compromisos, fue aprovechado por Kofi Annan para lanzar un esfuerzo negociador que había de durar cuatro años. La tarea fue confiada al peruano Álvaro de Soto. En este periodo, Bruselas se convierte para las partes en conflicto en una especie de maestro de baile. Las relaciones de la UE con todo el proceso merecerían un artículo aparte. En el Consejo Europeo de Sevilla de 2002, la presidencia española —cuyo trabajo es calificado de excelente por Lord Hannay, representante británico e importante actor y narrador del proceso— mantuvo el compromiso de no condicionar la entrada a una previa unificación de la isla, al mismo tiempo que subrayaba el requisito de que pudiera hablar con una sola voz en las Instituciones comunitarias y manifestaba con claridad su preferencia por un Chipre unido.
A partir del llamado Plan Annan III, de 2003, los avances hacia un acuerdo comenzaron a tener una plasmación escrita estructurada, aunque no vinculante. El fracaso del Plan Annan (V) en el referéndum del 24 de abril de 2004 (64, 91% de aprobación en el norte turcochipriota, pero 75, 83% de voto negativo de los grecochipriotas) escenificó un final abrupto para un proceso meritorio, cuyo resultado adolecía no obstante de importantes deficiencias. Por señalar sólo una que el ánimo constructivo de Bruselas no hubiera podido superar: la separación étnica que se proponía en el Plan era irreconciliable con el acquis communautaire1. Los principales puntos conflictivos fueron, sin ser exhaustivos: la presencia de las tropas turcas y las garantías de su retirada, la devolución o compensación a los grecochipriotas desplazados por la pérdida de propiedades al norte2, el problema de los colonos turcos, la libertad futura de establecimiento en el norte de los grecochipriotas. Los turcochipriotas veían que el Plan les permitía sumarse al progreso económico que iba a comportar la pertenencia a la UE, los grecochipriotas temían que las peculiaridades políticas que el Plan imponía pudieran perpetuar la anomalía chipriota dentro del club europeo3, cuyo umbral acababan de cruzar con alivio y grandes expectativas.
El resultado del referéndum tuvo como consecuencia el cambio en la valoración de los actores por parte de la opinión pública occidental. Los turcochipriotas habían dejado de monopolizar el papel de Mr. Niet. Papadopoulos fue juzgado con dureza por su abandono del proceso. Se acusó a los grecochipriotas de ingratitud frente a la generosa celeridad comunitaria, que había permitido la entrada el 1 de mayo de 2004 a una isla dividida. Este balance generalizado debería recibir nuevos análisis, una vez pasada la desilusión del momento. Es destacable, por ejemplo, el hecho de que la opinión pública grecochipriota considerara mayoritariamente el Plan Annan como una imposición de potencias que miraban por sus propios intereses. Si los turcochipriotas habían votado sí a pesar de Denktash, los grecochipriotas dijeron no con una fuerza mayor de la que hubiera logrado Papadopoulos a quien se responsabilizó en exceso del resultado.
En cualquier caso, la situación de bloqueo era patente: se había avanzado en las mediciones técnicas que permitían aquilatar al detalle cualquier iniciativa, pero precisamente por eso había quedado al descubierto que las líneas rojas de turco y grecochipriotas se cruzaban hasta enmarañarse. Sólo las palabras bajo presión habían creado la ficción de que el acuerdo era viable.
LOS ACUERDOS DEL 8 DE JULIO
Ambas partes percibían ese estancamiento como doloroso. Los turcochipriotas querían volver a unas negociaciones que les habían acercado tanto a un acuerdo favorable; los grecochipriotas necesitaban despegarse de la censura internacional. Los compromisos del 8 de julio de 2006, en la llamada Iniciativa Gambari —por Ibrahim Gambari, Subsecretario General de NU para Asuntos Políticos—, fueron un primer paso hacia la reanudación del diálogo. Comprendían un buen número de asuntos, entre ellos el no menor de terminar con el «juego de los reproches», el blame game que dificultaba el avance enormemente.
Los acuerdos concretaron un importante marco para la solución futura, que ambas partes definieron como una «Federación bizonal y bicomunal, con igualdad política, de acuerdo con las resoluciones del CS». Como método de trabajo se planteó la creación de Grupos de Trabajo y Comités Técnicos que abordarían tanto «asuntos substantivos» como «materias cotidianas»4, con el objetivo de alcanzar progresos visibles mientras se lograban concertar los problemas políticos más complejos y lentos. El nivel más técnico elevaría al nivel político sólo aquellos asuntos en los que no hubiera acuerdo —es un sistema semejante al seguido en el Comité de Representantes Permanentes del Consejo de la UE—.
Aunque el lanzamiento de un proyecto tan definido parecía inminente, el desacuerdo sobre la visión global del proceso impidió su inicio: los turcochipriotas, liderados ahora ya por Mehmet Alí Talat, querían un proceso acelerado con término en el final de 2008, mientras que los grecochipriotas aspiraban a un final abierto, en el que no pudiera volver a culpárseles del fracaso. La apertura del Periodo de Sesiones de 2007 de la AGNU sirvió para que Talat (23 de septiembre) y Papadopoulos (16 de octubre) presentaran nuevas iniciativas, que fueron interpretadas como gestos vanos orientados a sus opiniones públicas respectivas. La presión internacional aumentó: la UE invitó a Turquía, en las conclusiones del Consejo de Asuntos Generales de diciembre de 2007 a asumir un papel constructivo; Ban Ki-moon reprochó a los líderes la falta de avances en los meses anteriores.
LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 2008
La realidad es que los comités no se reunieron hasta el 21 de marzo de 2008. Su constitución fue el resultado inmediato de la victoria de Demetrio Christophias, líder del Partido (aún) Comunista AKEL5. Chistophias había tenido relación personal con Talat, quien pertenece a la misma corriente político-sindical. Formaba parte del gobierno de coalición de Tassos Papadopoulos, y quedó como candidato al no obtener este último el 30% de los votos necesario para la segunda vuelta. Algunos analistas han apuntado que la excesiva dureza de Papadopoulos podría haberle enajenado algunos votos de quienes veían que convertir a los turcochipriotas en una minoría aislada dentro de la isla podría tener consecuencias semejantes a lo que estaba sucediendo en Kosovo.
El 4 de abril, un gesto de Christophias y Talat trascendió a la opinión pública como la verdadera señal de que el proceso estaba en marcha: se abrió en Nicosia el paso de la calle Ledra, símbolo de la división de la isla, y escenario de aún recientes enfrentamientos. Los Grupos de Trabajo han estado trabajando desde su puesta en marcha, sin que hayan faltado los tradicionales reproches, muchos referidos al recuento de los colonos o la calificación como asunto cotidiano o sustantivo. Algunos elementos externos han influido en el interés público por el proceso. Los problemas de sequía de este verano, por ejemplo, que podrían haberse resuelto mediante un acueducto submarino desde Turquía, mucho menos costoso que los barcos cisterna desde Grecia, han tenido una vinculación inmediata con el conflicto en el imaginario chipriota.
ESTE OTOÑO, LA MEJOR OPORTUNIDAD. ¿TAMBIÉN LA ÚLTIMA?
Con el inicio del nuevo curso, las negociaciones han entrado en la fase sustantiva. El 3 de septiembre Talat y Christophias han comenzado ante el enviado de Naciones Unidas, el antiguo ministro de Exteriores australiano Alexander Downer, una nueva serie de encuentros para llegar a un acuerdo global y omnicomprensivo. El aeropuerto de Nicosia, dentro de la buffer zone controlada por NU, es la sede de las reuniones que han tenido lugar hasta ahora los días 11 y 18 de septiembre, con los problemas de gobernanza y división del poder como primer espinoso asunto en la agenda. A partir del 8 de octubre, las conversaciones entrarán en el no más fácil problema de las propiedades de los desplazados. Downer ha señalado que, de llegarse a un acuerdo, éste sería sometido a referendo en ambas zonas el mismo día. La Comisión Europea está programando el envío de un representante especial para Chipre, que colaboraría también con el representante especial del Secretario General de NU Taye Brook Zerihoun.
Sobre muchos actores y analistas del problema chipriota pesa la responsabilidad de saber que la coyuntura para lograr la reunificación de la isla es excepcional. Pero pesa sobre todo la conciencia de que tal vez se trate también de la última oportunidad. La comunidad internacional ha perdido recursos para ejercer presión sobre las partes —principalmente por Kosovo, pero también por el debilitamiento del «efecto CE»—, y la UE cada vez endurece más su línea con respecto a la adhesión de Turquía, una vez que ha experimentado las dificultades de las últimas ampliaciones. La división de la isla puede consolidarse definitivamente. Las jóvenes generaciones no tienen experiencia de una isla unida y no hablan una lengua común con sus coetáneos del otro lado. Los colonos turcos han creado una nueva sociedad que tiene su hábitat natural en una versión renovada del taksim. El tiempo puede convertir en injusta una devolución de estos emigrantes que ahora parece perfectamente exigible pues han llegado a la isla como consecuencia de una práctica condenada por el derecho internacional. El tiempo electoral dejará de ser propicio en Turquía a mediados de 2009. Se desconoce hasta qué punto en Ankara se puede permitir un avance abierto del proceso, como requiere una negociación que sigue al colapso de un plan detallado.
También en el seno de la coalición que sostiene a Christophias los partidarios de una solución posibilista son escasos: DIKO, el Partido Democrático6 de Papadopoulos es poco partidario de las salidas acordadas, y tampoco EDEK, partido integrado en la Internacional Socialista, parece querer apartarse de un nacionalismo de vieja escuela. Y no son descartables en un futuro reacciones como la adoptada por el AKEL de Christophias en el referéndum de 2004, cuando el actual presidente tuvo que pedir el no para evitar verse expulsado de la coalición de gobierno.
En las negociaciones se perciben además, pese al cambio de tono, demasiados ecos de enfrentamientos pasados. Sigue siendo constante en los turcochipriotas la referencia a los dos estados fundantes de un nuevo estado bicomunal. En este adjetivo se introduce además un componente marcadamente étnico, con deseo de permanencia como criterio de diferenciación social. Con respecto a las tropas, el propio Erdogan sigue afirmando que son defensoras de la seguridad de la isla. Los grecochipriotas, por su parte, niegan su responsabilidad en el aislamiento turcochipriota.
Algunos microprocesos van acrecentando los obstáculos para la marcha atrás. El auge de la construcción en el norte complica el ya intricado problema de las propiedades grecochipriotas. Hay además iniciativas internacionales que se plantean por primera vez la partición como salida aceptable. Y el precedente vergonzante de Kosovo está en la mente de todos.
Todos estos elementos son ciertos en mayor o menor medida. Pero no reflejan en nuestra opinión la realidad esencial de la isla. No sólo se ha avanzado decisivamente en la reducción de la violencia, el desminado, la celebración de eventos intercomunales, etc. Los cambios más relevantes están en el plano político y en el de las percepciones. Los mandatos surgidos de las últimas elecciones en las dos partes de la isla han sido muy claros: la población pide una negociación flexible. En una encuesta realizada en abril de 2007 por UNFICYP (citado por ICG 2008), el 72% de los turcochipriotas y el 66% de los grecochipriotas consideraban tolerable una federación.
Una exigencia compartida por ambos líderes y repetida dentro de la isla es la de que la solución debe llegar de los propios chipriotas. «Entre chipriotas y para los chipriotas» está siendo uno de los lemas más repetidos por Christophias. El propio SGNU ha asumido también esta necesidad (S/2007/699, 45). La falta de apropiación determinó la caducidad del régimen establecido en 1960 y ha dificultado los avances posteriores.
Como opinión general sobre algunas líneas del proceso, se pueden apuntar algunos comentarios7:
La estructura de dos vías creada en las negociaciones del 8 de julio, que va partiendo de lo cotidiano para llegar a lo político, irá sumando adhesiones al proceso conforme éste avance. La impaciencia proviene más bien de fuera de la isla. A nuestro modo de ver, sus habitantes han emprendido un camino hacia la reunificación que no se debe dejar sofocar por la presencia de otros intereses.
En el Plan Annan no puede verse ya una base para las negociaciones. Cualquier intento de imponerlo probablemente conllevaría el encastillamiento de los grecochipriotas y el legitimismo inflexible del lado turco. El proceso Gambari tiene ya su propia dinámica que se ha de respetar.
Las medidas orientadas a reducir el aislamiento de los turcochipriotas en línea con lo aconsejado por el SGNU (S/2007/699, 47) deben tener como objetivo la mejora de sus condiciones sociales, que permita una reunificación no traumática. Emplear estas medidas como vía indirecta para favorecer el reconocimiento de la República Turca del Norte de Chipre y crear otro Estado problemático, siguiendo el modelo antijurídico kosovar sólo puede dificultar la resolución del conflicto.
En algunas soluciones maximalistas propuestas por Turquía y los turcochipriotas subyace una tradición política y jurídica que considera las minorías étnicas como sujetos jurídicos primeros (en la línea de los Millet). Existe una incompatibilidad esencial entre esta visión y los sistemas democráticos basados en las libertades del individuo. La Unión Europea reconoce esta tradición democrática como uno de sus principios fundantes y la PESC tiene un compromiso expreso con estos valores, que constituyen su razón de ser, como se reconoce expresamente en el vigente TUE. Si se aceptara un arreglo en el sentido otomano se condenaría a Chipre a un régimen jurídico permanentemente anómalo dentro del sistema europeo. No en vano el Plan Annan colocaba los tratados que debían firmarse expresamente por encima del Derecho Comunitario.
El lado grecochipriota debe centrarse en los ámbitos en que las cesiones podrían ser más constructivas, especialmente para la integración turcochipriota en el acervo comunitario y sus beneficios económicos, de garantías jurídicas y de estabilidad social.
Los turcochipriotas podrían contribuir a resolver el problema atendiendo a los casos más sobresalientes relacionados con propiedades grecochipriotas, para amoldar la situación a la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos; deteniendo las nuevas construcciones sobre propiedades grecochipriotas; adaptando la legislación al acervo comunitario; disminuyendo la presencia militar y de colonos turcos; colaborando en la localización de los restos de los desaparecidos (en torno a 2.500) y restaurando y conservando los monumentos dañados.
Aunque el jefe del Estado Mayor Büyükanit mostró recientemente su oposición a que las tropas turcas abandonasen la isla, Erdogan manifestó en su visita a Suecia que la retirada debía ser simultánea con la salida de las tropas griegas, lo que da una esperanza y una orientación sobre la posible desmilitarización de la isla. Christophias es partidario de la desmilitarización total, pero no parece que el abandono de las bases británicas esté sobre la mesa.
El beneficio económico que puede reportar la reunificación podría financiar sobradamente algunas de las dificultades que plantea el conflicto, como el retorno de colonos y desplazados, compensación por propiedades perdidas, nuevas infraestructuras por migraciones internas previsibles, etc.
Existen problemas como el deterioro del medio ambiente y del patrimonio arqueológico, cultural, artístico y religioso de la isla que deben ser atendidos con urgencia y suficientes medios por las instituciones comunitarias.
Favorecer la percepción de los beneficios logrados en cada paso hacia la normalización puede sumar posibilidades a los acuerdos y restarlas a los populismos nacionalistas. El peso de una opinión pública concienciada y participativa como la chipriota puede ser definitivo.
NOTAS
1· Los permisos de residencia en el norte para los grecochipriotas estarían limitados a 45.000 hasta 2019, y las autoridades turcochipriotas podían reducirlos aún más. Otras limitaciones se referían a cuotas lingüísticas o a la constitución de empresas.
2· La comunidad grecochipriota integraría nada menos que el 92% de la base imponible (Palley 2008: 2). Cualquier política redistributiva supondría una transferencia masiva sin contrapartida en ámbitos de decisión. Las compensaciones por los bienes abandonados (anexo VII del apartado A del Plan) por los desplazados se financiarían en gran medida por un complejo mecanismo de venta de estas propiedades.
3 · El Plan suponía, por ejemplo, en gran medida, la renuncia a la jurisdicción del TJCE sobre la adaptación del nuevo orden de cosas al derecho comunitario.
4· Eran sustantivos problemas territoriales, forma de gobierno y forma política, propiedades de los desplazados, la seguridad, materias relativas a la UE, ciudadanía e inmigración, y la economía. Entre los asuntos cotidianos se encuentran la salud, la gestión del agua y la energía, el comercio y la cooperación económica y un largo etc.
5· Tradicionalmente euroescéptico, trató recientemente de retrasar la exitosa entrada en el euro de Chipre. Ha moderado sus posturas hasta colaborar plenamente en las políticas comunitarias.
6· Centro derecha nacionalista, liderado anteriormente por Spyros Kyprianou.
7· Estas reflexiones recogen algunas ideas desarrolladas con mayor amplitud en el Cuaderno de la Escuela Diplomática citado en la bibliografía.
BIBLIOGRAFÍA
Hannay, David, Cyprus, the search for a solution, ed. I. B. Tauris, Londres-Nueva York 2005. Es el relato más completo de las negociaciones hasta su fecha de edición.
AAVV, Politique International, n.º 118, Invierno de 2008. Un número reciente dedicado casi monográficamente al problema chipriota.
International Crisis Group, The Cyprus stalemate: What next?, Europe Report n.º 171, 8 marzo 2006.
Cyprus: Reversing the Drift to partition, Europe Report n.º 190, 10 enero 2008.
Tarín Martín, Luis P., Evolución reciente del conflicto de Chipre. ¿Nuevos intentos o última oportunidad, ed. Ministerio de Asuntos Exteriores, Serie Cuadernos de la Escuela Diplomática, Madrid, en prensa.
Castiella, Begoña., «Un desafío continental: Chipre», Nueva Revista de política, cultura y arte, nº 86, marzo-abril de 2003, (3-21)