Fernando Ortíz

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ESCRITOR

Miguel d’Ors: Átomos y galaxias

Reseña del libro “Átomos y Galaxias” de Miguel D’Ors (Renacimiento, Colección Calle del Aire,Sevilla, 2013)

Traducir poesía, una tarea casi imposible

Dice Philip Silver, en su ensayo Cernuda, poeta ontológico, «que esta poesía abre un surco profundo en nuestra alma, nos amenaza con tan honda melancolía,porque nos dice dos cosas contradictorias a la vez.Con el tono de voz nos habla de la división radical del Ser, pero con parte de su temática trata constantemente de salvar esta división».

Rafael Montesinos, poeta de verso claro

Siempre ha aparentado este andaluz de 1920 bastantes años menos de los que tiene, como si se hubiese hecho en el trasmundo un pacto benéfico con el «huésped de las nieblas», que así se Mamó a sí mismo su maestro Gustavo Adolfo Bécquer. Los ojos de Montesinos son claros, la perilla y barba muy negra, aunque ya platea, y su presencia da una impresión de pulcritud sin atildamiento. Uno duda si nació o no con su eterna pipa Dunhill en la mano. Es un guasón muy serio, y su sorna, tan de sevillano fino, nunca excede los límites de la cortesía, aunque le baste para dejar «tenebrosamente claras» cosas que aparentan ser evidentes. Con los años, cada vez le veo más sonriente. ¿Será que se ríe ya hasta de su propia sombra? La grandeza de un poeta menor Rafael Montesinos ha escrito graves poemas de tono elegiado y prosas poéticas en nuestra mejor tradición lírica. Es, también, uno de los mejores conocedores e investigadores de la vida y obra de Bécquer, y sobre ello ha escrito un libro singular donde la intuición, la amenidad y el hallazgo de documentos inéditos de verdadera importancia se dan la mano como quien no quiere la cosa. Pero quizá Montesinos pase a la historia de la poesía de este medio siglo por sus poemas más breves («miñor poet» no tiene en inglés el sentido despectivo de su traducción castellana). Unos poemas que se resuelven en aires populares andaluces, canciones, romancillos... Aquí hay demasiados grandes poetas algunos imponentes y casi monstruosos. Y no está de más que alguien, en breves y aladas palabras, nos condense con la claridad misteriosa del agua limpia del arroyo un poquitín de la hermosa dulzura de la vida y unas gotas de su acíbar y pesadumbre. Pregunta. A pesar de que vives en Madrid desde el 41, Sevilla sigue siendo un tema central en tu poesía. algo así como el paraíso perdido... Respuesta. Yo he escrito que siempre viví dentro de mis recuerdos y en una Sevilla que existe sólo en mi memoria... Y esto es una verdad parcial. Porque Sevilla, tan fría en algunos aspectos, de pronto se planta ante mí y me abraza. Me asusta la Sevilla que se niega durante 27 años a recoger los restos de Gustavo Adolfo Bécquer, que es la misma que. en su indiferencia, permite que Femando Villalón esté ahora mismo en la fosa común de la Almudena. ¿Pasará lo mismo con los restos de Manuel Machado? Yo no suelo recordar versos míos, pues lo escrito queda olvidado. Pero algunas veces me vienen a la memoria éstos: «Dura ciudad que engañas con perfil numinoso sólo tu gran belleza te disculpa». ¿En quién no influyen los primeros veinte años? Esos años los viví en Sevilla, y esa edad me la llevé conmigo al trastierro. Y con ella no el recuerdo, sino la presencia de Sevilla, de mi infancia y de parte del amor. Aunque a veces me enfrío y quiero evitarla, Sevilla siempre me busca las vueltas. ¿En quién no...

José Antonio Muñoz Rojas, poeta en verso y prosa

«En mi fin está mi principio». El lema bordado en el trono de María Estuardo aparece en el verso final de East Coker, el segundo de los Cuartetos de Eliot, uno de los maestros confesados de Muñoz Rojas.