Eduardo Merigó

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Responsabilidad fiscal

La responsabilidad ante el poder legislativo, y en definitiva ante el pueblo, que tienen los gobernantes en el uso que hacen del erario público es un principio fundamental de todo sistema democrático. Llevo muchos años calificando a la burocracia europea como la más irresponsable del mundo democrático, porque puede decidir sobre sus propios ingresos y gastos, pero no responde ante un Parlamento con capacidad de hacer y deshacer gobiernos. Pero no es ésa, sin embargo, la única forma de irresponsabilidad política en una cuestión tan importante como es la utilización pública de los recursos generados por los propios ciudadanos. Un ejemplo muy claro es el de Italia, donde para eludir la necesidad de disminuir el nivel del gasto o aumentar los impuestos se ha recurrido a un crecimiento de la Deuda Pública tan desmesurado que el nivel de la Deuda sobrepasa ya la totalidad del Producto Nacional Bruto de Italia en un año. Los políticos italianos contribuyen así a mantener un sistema en el que ha dejado de creer hace tiempo la mayoría de sus electores, trasladando simplemente el problema a futuras generaciones que se encontrarán con una crisis de proporciones aterradoras. En España, la reunión reciente del Consejo de Política Fiscal sobre financiación autonómica ha tenido el mérito de sacar a la luz pública una particular forma de irresponsabilidad fiscal que tenemos en nuestro país: las Comunidades Autónomas acreditan una ilimitada capacidad de gasto y nula capacidad de generar ingresos. Debate Por fin se ha iniciado un debate sobre el principal problema del Estado de las Autonomías, que no es tanto el reparto de competencias sino la forma de generar recursos para poder asumir dichas competencias. Sin embargo, la forma en que ha comenzado el debate no parece muy propicia a aclarar conceptos de cara al sufrido contribuyente que ve con un escepticismo cada vez mayor cómo los políticos luchan por incrementar el gasto en los niveles de la Administración del Estado que de ellos depende, sin que se produzcan reducciones en ningún otro nivel. La propuesta del ministro Sólchaga de facilitar la subida de impuestos mediante recargos autonómicos sobre el [RPF ha encontrado la oposición casi unánime de los gobiernos autonómicos, que no quieren hacerse responsables de un incremento (O Je la presión fiscal que en gran parle se traduciría en una mayor duplicidad del gasto entre los distintos niveles de la Administración del Estado. Su tesis es que debe la Administración Central disminuir sus niveles de gasto cediente recursos al mismo tiempo que cede competencias. Nada más razonable, y al mismo tiempo nada más engañoso. Porque de esta forma se deja a la Administración Central dei Estado en posición de arbitro sobre cómo repartir los recursos por ella generados entre las diferentes Autonomías. Este procedimiento es totalmente opuesto a los más elementales principios de responsabilidad fiscal. Cualquier nivel de la Administración del Estado, sea central, autonómico o local, debe tener capacidad para generar por la vía impositiva los recursos necesarios para su gasto. De esta forma los electores podrán juzgar su actuación en función...

La democracia invertebrada

La estrepitosa caída de los regímenes comunistas ha traído consigo no sólo la desaparición de la ideología comunista, sino también un avergonzado silencio de los socialismos más radicales. Después de todas las barbaridades que hemos tenido que leer durante tantos años es reconfortante que el realismo y el rigor del mercado dominen los análisis de la inmensa mayoría de los gobernantes de este mundo. Gracias a ello, la mayor parte de los países subdesarrollados están empezando a vislumbrar algo de luz al final del túnel y las libertades cívicas, bastante ligadas a las económicas, van floreciendo cada vez más. ¿Pero qué diablos ha pasado con esa izquierda honesta que se rebelaba contra la desigualdad y la injusticia y que aunque en general proponía remedios peores que la enfermedad expresaba al menos ideas y sentimientos conformes a los instintos de solidaridad, hermandad o caridad propios de las facetas más positivas del ser humano? La honestidad parece haberla perdido pero también carece de un proyecto claro de sociedad a la vez libre y solidaria. Sólo el reciente discurso de Michel Rocard en las elecciones francesas permite vislumbrar un intento de redefinición de un proyecto progresista. Algo parecido, aunque en menor grado, le ocurre a la derecha, que ha visto triunfar sus planteamientos económicos pero no sabe como enfrentarse a las nuevas demandas de una sociedad en plena evolución en la que las ideas conservadoras están a menudo completamente desfasadas. El silencio de la izquierda nos deja sin una confrontación global entre las soluciones que propone la ideología conservadora y una visión progresista del universo. Ambos enfoques son indispensables porque los rápidos y profundos cambios demográficos y tecnológicos que vive el mundo no pueden enfocarse solamente desde perspectivas conservadoras que pueden tender a ignorar realidades importantes simplemente porque no corresponden a una visión del universo demasiado anclada en el pasado. De hecho, la caída del socialismo radical se debe ante todo a su incapacidad de evolucionar, tanto en lo intelectual como en lo político, ante un mundo que no siguió el rumbo que sus dogmas predecían. Grupos de presión espontáneos Han aparecido en cambio los nuevos movimientos sociales, que expresan la reacción solidaria de grupos con afinidad de identidades que no tienen nada que ver con las clases de antaño y que defienden sus escalas de valores y sus intereses de forma parcial, subjetiva e independiente de cualquier visión global de los intereses de la sociedad en su conjunto. Para un liberal, los intereses del conjunto de la sociedad se defienden mucho mejor como resultado de la defensa de intereses parciales en una sociedad democrática que como imposición por la burocracia, que dice defender los intereses de una clase social más numerosa, de su visión de lo que es mejor para la sociedad. Pero, ¿verdad que se nota a faltar una visión global de la forma de optimizar el bienestar colectivo respetando los intereses individuales o de grupo? Frente al pragmatismo conservador y a la falta de proyecto socialista, nos encontramos pues con visiones radicales defendidas por grupos con intereses...