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Ver productosEl esfuerzo teórico de los gnósticos se dirige a exonerar a Dios de la posible culpa de la existencia del mal en el mundo
30 de mayo de 2025 - 6min.
Antonio Piñero (1941), catedrático emérito de Filología Griega, es un especialista en la vida de Jesús de Nazaret, el judaísmo anterior al cristianismo y la fundación del cristianismo, con una amplia producción científica.
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Gnosis es un vocablo griego que quiere decir ‘conocimiento’. En la historia de las religiones significa «el conocimiento de lo divino que trasciende la fe religiosa común». Ese conocimiento puede ser directo, a un individuo concreto, o a un grupo, a través por lo general de un maestro gnóstico. El gnóstico es ‘el que conoce’, el ‘conocedor’. La gnosis es, pues, «un conocimiento directo de temas religiosos que el gnóstico cree absolutamente real y cierto», precisamente porque considera que «ha sido recibido por una revelación divina». La voz gnosticismo fue acuñada en el siglo XVIII con el sentido de plasmación por escrito de la gnosis. Esa cristalización en texto, a partir del siglo II d. C., podía ser «esotérica», para el interior del grupo, o «exotérica», para el exterior, como predicación de sus ideas.
La gnosis y el gnosticismo «no suelen desarrollarse por sí mismos, sino que surgen en el seno de religiones ya constituidas que tienen escritos sagrados al alcance de todos sus creyentes. La gnosis sirve para comprender bien tales escritos sagrados», afirma Antonio Piñero en su ensayo Gnosis. Conocimiento de lo oculto. La gnosis judía y cristiana explicada por sus textos. Para el gnóstico común, que no gozaba de revelaciones especiales, «la comprensión correcta de los textos sagrados se lograba por intermediación, asistiendo a las sesiones de enseñanza de un maestro gnóstico, o bien por la lectura de algún texto que explicara la interpretación correcta, pero soterrada, oculta, de los escritos sagrados».
La gnosis, como fenómeno religioso general, es un movimiento espiritual que se repite en tiempos, culturas o religiones diversas. Por ejemplo, la gnosis islámica es el sufismo; la gnosis hindú está recogida en las Upanishads; hay muchos aspectos gnósticos en el maniqueísmo y el mandeísmo; la cábala es una gnosis medieval judaica. En el catarismo hay también claras reminiscencias gnósticas.
En la primera parte de Gnosis. Conocimiento de lo oculto. La gnosis judía y cristiana explicada por sus textos, Antonio Piñero aclara las líneas generales del relato gnóstico. En la segunda, la más larga, explica su sistema por medio de una selección de textos del corpus de Nag Hammadi y otros.
La gnosis que trata Piñero es la que afecta en el ámbito occidental especialmente al cristianismo, aunque su procedencia sea estrictamente helenística o judía o una mezcla de ambas. Sus inicios se hallan probablemente en el pitagorismo y sobre todo en el platonismo vulgarizado, el judaísmo periférico y el judeocristianismo librepensador de los siglos I-III. Los gnósticos están influidos por Pitágoras y más aún por Platón, pero sobre todo por las Escrituras, el Antiguo y el Nuevo Testamento.
San Ireneo de Lyon cuenta que la reducción de la generación del universo a los números es algo que los gnósticos toman de los pitagóricos. Todas las cosas son numerables. Pitágoras y sus sucesores llamaron la atención sobre la existencia de la proporción, el orden y la armonía del universo. El Uno es la base de los números. La gnosis pensó que el 1 es lo simple e inmediato; el 2, la diferencia y la mediación; y el 3, la unidad, puesto que une a los dos primeros números. En términos trinitarios, el 1 es Dios Padre; el 2, Dios Hijo y el 3, Dios Espíritu Santo. Al ser humano se le escapa el porqué comunicativo de Dios en su creación, que explica en parte acudiendo al Bonum est diffusivum sui (‘el Bien es difusivo de sí [por sí mismo, de suyo]’), como afirmaba Tomás de Aquino.
Lo oculto para un gnóstico no es nada susceptible de ser investigado, recuerda Piñero. Contrariamente a nuestra visión moderna, para los gnósticos el conocimiento no es reflexivo ni intelectual-histórico, sino revelado.
El esfuerzo teórico de un gnóstico se dirige a exonerar a Dios de la existencia del mal en el universo material, y a responder a la pregunta de por qué el ser humano, si fue creado a imagen y semejanza de Dios, está encarcelado en la materia, para los gnósticos una entidad degradada, el último escalón del ser. Si como humano, el gnóstico se siente arrojado y atado en este mundo malvado, sucio y perverso, ¿cómo puede salir de él? ¿Cómo puede volver al lugar de donde procede? ¿Cómo puede conseguir que se cumplan sus anhelos de llegar hasta ese Dios que no es en realidad culpable del mal que le rodea y del que su espíritu es una parte?
Para los gnósticos, el conocimiento de lo oculto es importantísimo y vital, porque conduce a la salvación eterna. Quien no penetra en los entresijos de lo oculto, lo velado en los textos sagrados, será aniquilado, o bien gozará de una salvación intermedia, no plena.
La gnosis sigue viva y con múltiples manifestaciones en nuestra sociedad, entre ellas, el movimiento New age. Pero hay ámbitos quizás más importantes y comunes.
Pudiera ser que las meditaciones de un cristiano en ocasiones fueran como las de un gnóstico. Leyendo por ejemplo el texto gnóstico llamado Pistis Sofía, mucho de lo que en él se narra de María Magdalena es lo que a bastantes cristianos se les podría ocurrir leyendo el Nuevo Testamento. Son pensamientos del estilo: ‘María Magdalena es más importante que los apóstoles’, ‘su predicación quizá fuera más efectiva’, ‘quizás supiera más de Jesús que nadie’, etc.
Otro ámbito relativamente común e importante donde la gnosis entra en juego es en el de la revelaciones directas recientes, que algunas personas dicen haber recibido, y en el de los milagros y las apariciones de nuestros días.
Como la verdad es una y si se desdibuja el horizonte de lo verdadero y lo falso todo se hunde, la Iglesia católica ha intervenido a lo largo de los siglos tratando de asegurar el cuerpo cierto de la doctrina católica. San Pablo luchaba contra algunos gnósticos cristianos de Corinto que negaban la resurrección del cuerpo. En el Apocalipsis, san Juan combate a los gnósticos nicolaítas, que creen conocer las «profundidades de Satanás». El punto 67 del Catecismo de la Iglesia Católica dice lo siguiente: «67. A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas ‘privadas’, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de ‘mejorar’ o ‘completar’ la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una determinada época de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia.
»La fe cristiana no puede aceptar ‘revelaciones’ que pretenden superar o corregir la Revelación de la que Cristo es la plenitud. Es el caso de ciertas religiones no cristianas y también de ciertas sectas recientes que se fundan en semejantes ‘revelaciones’» (Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado en 1992 por el papa Juan Pablo II, punto 67).