COLECCIÓN ARCHIVOS DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA
Contemplada desde la perspectiva de los países iberoamericanos, la polémica mantenida en España sobre la presencia y alcance universal de la lengua y la literatura españolas queda al descubierto como lo que es: una elucubración fuera de lugar, carente de sentido. En ciertas regiones del ámbito peninsular se evidencia, debido a la postura de localismos estrechos, una creciente resistencia a reconocer al español la dimensión universal que ha conquistado a lo largo de los siglos por derecho propio.
ALCANCE UNIVERSAL DE LA LENGUA ESPAÑOLA
La observación imparcial de la realidad muestra, sin embargo, la creciente vitalidad de una lengua que es utilizada como vehículo habitual de comunicación por varios centenares de millones de personas. El español se habla en una veintena de países de América y desborda, desde la otra orilla del Atlántico, los límites marcados por las respectivas fronteras nacionales.
No estaría de más aclarar, en contra de lo que sostienen ciertos sectores partidistas, que el uso común de la lengua española no significa, en modo alguno, adscripción a la nacionalidad española, puesto que hablan y escriben en español ciudadanos de las repúblicas americanas que se independizaron de la metrópoli durante el siglo XIX.
Todos ellos, al margen de cuestiones políticas, son ciudadanos orgullosos de su nacionalidad —que, evidentemente, no es la española—, circunstancia que no les impide mostrar el mismo legítimo orgullo al hablar ese idioma común: uno que, al formar parte de su historia y de su cultura, han asimilado como cosa propia.
UN IDIOMA SIN FRONTERAS
Sobre este particular, resulta significativa y conmovedora la anécdota de la dama mexicana que, después de visitar París, viajó a Madrid donde permaneció unos días acompañada de su hija. Tras resaltar las bellezas de la capital francesa, alguien solicitó su opinión sobre España y, en particular, qué impresión le había causado Madrid. Su respuesta ofrece motivos para la reflexión, al contestar de modo espontáneo, «¡Ay! España… y Madrid…, bueno, pero eso es otra historia, m’hijito, aquí da gusto, nos entendemos bien, porque ustedes hablan nuestro idioma».
En breves palabras, aquella señora había expresado la convicción de que el español era suyo y nos dedicaba un trato particular al no considerarnos extranjeros. En realidad nos miraba con tan buenos ojos dado el conocimiento, aprecio y cariño que demostrábamos hacia su idioma, que hablábamos razonablemente bien.
Que la expansión de la lengua española ha trascendido de laS fronteras nacionales para convertirse en un fenómeno sociocultural que rebasa los límites de la soberanía política, resulta hoy un hecho indiscutible, sobre el cual deberíamos, dejando aparte actitudes sectarias, adquirir plena conciencia. Por suerte, no han faltado diversas iniciativas que, tanto en el ámbito privado como en el institucional, vienen a confirmar con sus aportaciones la creciente vitalidad del idioma español. En esta ocasión nos vamos a referir a las ediciones críticas de la colección Archivos de la Literatura Latinoamericana.
LOS ARCHIVOS DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA
Este ambicioso proyecto editorial, que iniciaron los fundadores de la Asociación Archivos, cuenta ya con cincuenta y ocho volúmenes publicados, en los que se recoge una selección de obras en prosa y en verso de los autores clásicos representantes de la literatura latinoamericana. Término controvertido y poco exacto para los iberoamericanos, justificado en este caso por la incorporación de escritores de otras áreas del Caribe correspondientes a la cultura inglesa, francesa y holandesa, también incorporadas al proyecto Archivos aunque, naturalmente, en minoría respecto a los dos grandes idiomas, español y portugués de Brasil.
Al valorar la cantidad y calidad de las obras publicadas, que corresponden en abrumadora mayoría a los escritores en lengua española, se confirma el impulso que han aportado a ese idioma los autores de origen americano a lo largo del siglo XX. Este fenómeno expansivo, como lo acreditan los numerosos títulos incluidos en el programa Archivos, no ha quedado limitado a la aportación esporádica de uno u otro país, ni siquiera a los más poblados, de mayor extensión, riqueza o nivel cultural.
La pujanza creadora del idioma ha quedado demostrada al abarcar a todas las regiones de la América hispana, grandes o pequeñas, ricas o pobres, y extenderse desde el Pacífico al Atlántico, del Centro al Sur, de las islas caribeñas al interior del continente. En este sentido, los criterios de selección seguidos por los directores de la Colección Archivos se han basado siempre en razones de estricta calidad literaria, sin atender a otros compromisos de cualquier otra índole, política, social o económica.
Para mantener esa independencia ha sido necesario renunciar muchas veces a lograr ventajas institucionales y superar dificultades técnicas que han frenado el ritmo de publicaciones previsto por los directores de los diferentes programas. A cambio, el rigor y la objetividad en el tratamiento de los textos han sido elementos decisivos para que el prestigio logrado por la colección durante los treinta y cuatro años de existencia.
ORIGEN DEL PROYECTO
Los antecedentes de la Colección Archivos se remontan al año 1971, cuando el premio Nobel guatemalteco, Miguel Ángel Asturias, hace donación de sus manuscritos a la Biblioteca Nacional de París bajo el compromiso de publicarlos posteriormente en ediciones comentadas que pudieran situar las obras en el contexto histórico y las circunstancias del momento en que fueron escritas.
Con el fin de llevar a la práctica los términos del acuerdo, se constituye en París (13 de julio de 1973) la Asociación de Amigos de Miguel Ángel Asturias, que realiza las gestiones oportunas para la edición de sus obras completas. El fallecimiento del escritor en 1974 interrumpe los trabajos en marcha y aconseja adaptar los planes iniciales a las nuevas circunstancias.
Años más tarde, a través de sus programas culturales, la UNESCO decide promover ese proyecto (1981) al que se incorporan, en 1984, un grupo de catedráticos, investigadores, filólogos, hispanistas y críticos literarios, de Francia, Italia, España, Portugal Argentina, Brasil, México y Colombia, interesados en difundir el conocimiento de la cultura iberoamericana.
LA FIRMA DEL ACUERDO EN BUENOS AIRES
Una vez establecidos los contactos y fijados los objetivos comunes, diversos representantes de esos países suscriben, el 28 de septiembre de ese año 1984, en Buenos Aires, un «Acuerdo» internacional para la publicación en cien volúmenes de las obras escritas por autores clásicos, ya fallecidos, más representativos de la literatura latinoamericana del siglo XX.
Con el fin de dar cauce a las previsiones del citado acuerdo y adaptar las ediciones a las normas que, a través de un «esquema tipo» estableció un comité científico internacional, creado al efecto, los citados países deciden integrarse en la Asociación Archivos que, bajo tutela de la UNESCO, procede a partir de 1985 a designar los coordinadores y expertos encargados de la elaboración de los primeros diez volúmenes de la colección.
El título primero quedó reservado, por razones obvias, a Miguel Ángel Asturias, que reproduce varias series de artículos periodísticos escritos en los años de su corresponsalía en París, 1924-1933. Y desde el principio, según norma que se ha mantenido inalterables, los capítulos se articulan dentro de cada volumen de acuerdo con el esquema-tipo fijado, al que precede una fotografía representativa del autor con su firma autógrafa.
Tan sólo como punto de referencia, podemos señalar, entre los más destacados coordinadores y colaboradores de los cincuenta y ocho volúmenes de Archivos editados hasta el momento, a Manuel Alvar, Bryce-Echenique, Roger Caillois, Carlos Fuentes, Gerald Martín, Charles Minguet, Alvaro Mutis, Octavio Paz, Marta Portal, Alfonso Reyes, Ernesto Sábato, Severo Sarduy, Amos Segala, Uslar Pietri, José Ángel Valente, Paul Verdevoye, Cintio Vitier, María Zambrano y una larga nómina, cuya reproducción sería interminable.
EL CONGRESO DE ROMA (1988)
Durante el congreso celebrado el año 1988 en Roma para la renovación del Acuerdo Archivos se presentan los primeros doce títulos de la colección, con obras tan señaladas como Periodismo y creación literaria 1924-1933, de M. Ángel Asturias; Paradiso, de Lezama Lima; Obra poética, de César Vallejo; Las memorias de Mamá Blanca, de Teresa de la Parra; Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes; Poesía y poética, de José Gorostiza. En lengua portuguesa, aparecen dos títulos: Macunaima, de Mario de Andrade, y A paixão Segundo G. H., de Clarice Linspector, guardando una proporción entre los dos idiomas que, con escasas variantes, se va a mantener en el resto de los libros de la colección.
Una vez que fueron resueltas las cuestiones metodológicas, científicas y editoriales y aprobadas las señas formales externas de identidad, el proyecto Archivos entra, iniciada la década de los noventa del siglo pasado, en una nueva fase de expansión.
Así los demuestran el elevado número de títulos aparecidos en esos años, entre los que figuran la Obra completa de José Asunción Silva; Rayuela, de Julio Cortázar; Canaima, de Rómulo Gallegos; Radiografía de la Pampa, de Martínez Estrada; Toda la obra, del maestro mexicano Juan Rulfo; y el Martín Fierro, obra cumbre del argentino José Hernández, junto a dos nuevos volúmenes de Miguel Ángel Asturias: Hombres de maíz y El árbol de la Cruz, ambos poco y mal conocidos de los lectores españoles.
El prestigio logrado por la Colección Archivos se incrementa a medida que se publican nuevas obras como los Viajes de Domingo Faustino Sarmiento, las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma, la Poesía completa de Vicente Huidobro, los escritos periodísticos de José Martí en Estados Unidos (1881-1892) o Las lanzas coloradas de Arturo Uslar Pietri. De forma paralela, se incorporan en años sucesivos, como signatarios del Acuerdo Archivos, Costa Rica, Guatemala, Cuba, Perú y Venezuela, a pesar de los avatares que, como consecuencia de dificultades políticas y económicas, afectan a esos países.
LA CUMBRE EUROAMERICANA DE MADRID, 2002
En mayo de 2002, durante los actos programados para celebrar la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y de la Unión Europea, se exponen en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) de Madrid, los cincuenta y dos títulos publicados de la Colección Archivos, acompañados de las pinturas originales que se utilizaron para ilustrar las viñetas de las portadas. Cada una de esas pinturas fue realizada por un destacado artista de la misma nacionalidad del autor de la obra publicada.
Entre las conclusiones de esa cumbre de Madrid, se aceptó la propuesta española de considerar la Colección Archivos de interés cultural preferente, de cara a estrechar los lazos de orden histórico y cultural que, desde hace siglos, sirven como vínculo de unión entre los pueblos americanos y europeos.
Si, en cuanto se refiere a las cuestiones científicas y literarias, la Colección Archivos puede considerarse un proyecto consolidado en todos sus aspectos, lo cierto es que, en cuanto se refiere a la continuidad de los apoyos institucionales y financieros de las partes signatarias de los acuerdos, la situación resulta, demasiadas veces, precaria, inestable y carente de seguridad en el cumplimiento de los compromisos.
Por lo que se refiere el papel de España, país obviamente implicado en el proyecto, se observa la activa participación de sus expertos en el ámbito académico y científico.
La creación de la Cátedra Archivos para estudios de doctorado impartida en la Fundación Ortega y Gasset, bajo la dirección del profesor Fernando Rodríguez Lafuente, es una prueba evidente del interés suscitado en España por la colección.
El mismo interés en el ámbito de la financiación, se expresó de forma práctica durante los años 1997-2004, recibiendo toda clase de facilidades a través de los planes de investigación de I+D y de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional dirigida entonces por Miguel Ángel Cortés.
EL PAPEL DE ESPAÑA EN EL FUTURO
La exposición en el MNCARS, DEL PROYECTO ya mencionada, pudo celebrarse con éxito gracias al respaldo técnico y económico ofrecido por la Dirección General de Relaciones Culturales de la mencionada Secretaría de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores. Ante la falta de respuesta a las recientes solicitudes, los responsables de la Colección Archivos, que dirige desde sus comienzos el profesor Amos Segala, ha convocado un congreso eurolatinoamericano en Bruselas, en el que presentará al resto de los signatarios el grado de compromiso asumido actualmente por España respecto a su papel en el futuro del proyecto archivos.
Al mismo tiempo, al cumplirse el treinta y dos aniversario de la colección, se aprobarán los planes para la inmediata edición de diez nuevos títulos de cara a los próximos años, hasta completar los cien volúmenes previstos por los promotores del proyecto.
En todo caso y, con independencia de las dificultades inherentes a un proyecto de las características de Archivos, los resultados obtenidos hasta el momento son un estímulo para que los sectores de la cultura española más directamente implicados en cuestiones relacionadas con el idioma colaboren en las distintas facetas editoriales o de difusión en medios universitarios y científicos.
El panorama queda abierto a la iniciativa de las nuevas promociones de jóvenes estudiosos, intelectuales, escritores y poetas que establecerán un fructífero diálogo con los autores clásicos iberoamericanos, maestros del lenguaje que nos hablan de un mundo lejano en el tiempo, aunque muy próximo a las preocupaciones y afanes de nuestro agitado siglo XXI.