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En la moderna guerra de la información el principal campo de batalla está en la ciencia de lo intangible. Es mucho más importante saber lo que esconde cada información que sus propios contenidos. Los contenidos están al alcance de todos, lo que esconden no. No es la información secreta lo que da ventaja, como ha sido tradicional en las guerras, sino el dominio de los recursos intangibles lo que hace ganar o perder la guerra.

Por ejemplo, la desinformación no solo está en las ‘fake news’ o noticias falsas, sino en millones de mensajes que digiere la sociedad y que mueve sus estados de opinión, comportamientos, y reacciones que se transforman en resultados políticos, electorales, financieros y económicos. Saber descodificar y analizar este ‘big data’ de millones de mensajes, es lo que proporciona la mejor información para diseñar las estrategias a futuro. El caso de Cambridge Analytica y Facebook que dio la victoria a Donald Trump como presidente de los Estados Unidos forma parte de esta guerra de la información.

Para ganar la guerra de la información hay que ir siempre un paso por delante. Los estallidos sociales que la prensa consideran espontáneos, son diseñados para que así lo parezcan y ocultar los verdaderos objetivos y estrategia de quienes lo hacen. Si no se detectan con antelación luego ya es tarde. Ha prendido la chispa. Has perdido la iniciativa. Hoy, años después de haberse puesto en circulación, todavía hay quien se pregunta como nació el movimiento de los indignados, que ha sido la principal arma en términos de mensaje anti-sistema de los grupos radicales y populistas para ganar poder en las democracias occidentales.

Lo que hace ganar la guerra de la información

Lo decisivo en la guerra de la información no es lo que ha pasado, sino descubrir lo que hace que pase. Para saber lo que va a pasar y reaccionar antes de que ocurra. Y eso solo se puede saber con antelación dominando la información intangible que utiliza el enemigo. Por eso ya hay laboratorios especializados en este campo.

En la guerra de la información hay que distinguir dos niveles. La que tiene lugar en el ciberespacio con la tecnología e ingeniería más sofisticada, donde los hackers o piratas informáticos se han convertido en los reyes, y la que tiene lugar en la ciencia de lo intangible, que también se conoce como el espacio de lo invisible. Es en este nivel donde la guerra de la información se mueve entre lo difuso, lo confuso, lo disperso, la disrupción o ruptura del sistema, la manipulación de las mentes y las conciencias, y otros muchos aspectos no perceptibles a primera vista, y que son los que determinan la configuración de las estrategias que luego se aplican utilizando las nuevas tecnologías y sus medios.

Desde hace años se dedican presupuestos multimillonarios en el desarrollo de programas científicos y tecnológicos para manipular las conciencias de las personas y condicionar su sistema perceptivo, que se vienen aplicando en la guerra de la información para crear tendencias de opinión y movimientos de masas sociales.

Por eso para ganar la guerra de la información se requieren cerebros y técnicas que dominen la nueva dimensión de la información y su sistema intangible, que es la base de toda estrategia ganadora. Es en este nivel donde se libran las grandes batallas de poder a todas las escalas.

No entender esta nueva dimensión de la guerra de la información, hace que muchas estrategias diseñadas para combatir al enemigo en realidad le están beneficiando. Lo que se llama trabajar para el enemigo, sin saberlo. Esa es al menos mi experiencia de décadas en este campo.