Revista de Cultura. 20 de junio de 2025

¿De qué sirve la ficción? Anatomía de la novela de espías. Los bestsellers de Frederick Forsyth se basaron en su trabajo como espía. El declive cultural en EE. UU. es una amenaza para la democracia.

John Müller

 

Avance

¿De qué sirve la ficción?

A menudo se subestima la novela como una forma de entretenimiento ocioso, especialmente en círculos donde se valoran más las lecturas ‘serias’ como filosofía, economía o política. Esto ha sido así desde las novelas de caballería que enloquecieron a Alonso Quijano. Desde el siglo XVIII, figuras como Samuel Johnson han considerado la ficción como una influencia potencialmente dañina, especialmente para los jóvenes y desocupados. Esta idea persiste hoy en día, como muestra la crítica a géneros como la «romantasy» (fantasía romántica). Las novelas pueden provocar cambios profundos en las personas y en las sociedades. Hay ejemplos como La cabaña del tío Tom, de Harriet Beecher Stowe, en la Guerra Civil estadounidense y la influencia cultural de Walter Scott, según Mark Twain. El poeta Michael Dana Gioia invita a los escépticos a participar activamente en la cultura, destacando que la ficción es esencial para expresar una visión completa de la vida buena y la sociedad justa.

Artículo completo en inglés: What Good Is Fiction?

Anatomía de la novela de espías

Este ensayo explora la evolución de las novelas de espías desde la posguerra hasta la actualidad, destacando autores como Ian Fleming, John le Carré y Mick Herron. Los protagonistas de las novelas de espionaje no son meros agentes secretos; suelen ser proyecciones del autor o figuras simbólicas de los conflictos políticos de su época. Personajes icónicos como James Bond han trascendido su función narrativa para convertirse en figuras mitológicas. Mientras que Bond representa un agente excepcional e independiente, Le Carré introduce un mundo burocrático donde el espionaje es una tarea rutinaria, y Herron muestra un grupo de agentes relegados y frustrados. El ensayo destaca cómo el género del espionaje ha cambiado con el tiempo, adaptándose a nuevas amenazas y perspectivas, pero manteniendo una tradición literaria reconocible.

Artículo completo en inglés: The anatomy of the spy novel

Los bestsellers de Frederick Forsyth se basaron en su trabajo como espía

Escribir novelas no es, en teoría, la mejor estrategia para hacerse rico: la mayoría ni se publican, y las que llegan a las librerías se venden con dificultad. Pero Frederick Forsyth decidió ignorar la estadística. Sin dinero tras cubrir la guerra de Biafra, se sentó 35 días frente a su vieja Olivetti y parió El día del chacal (1971). Primer intento de ficción, cero reescrituras, tema poco sexy (un complot para matar a Charles de Gaulle) y aun así: más de 10 millones de ejemplares, película de culto y un manual práctico de cómo falsificar pasaportes y diseñar rifles plegables. El suspense no era si el atentado triunfaba –todo el mundo sabía que De Gaulle había muerto tranquilamente– sino cómo podía casi triunfar. Forsyth siguió la racha: 22 novelas, 65 millones de copias y un currículum que mezclaba RAF, MI6 y golpes de Estado por encargo. Anunció su retirada en 2016 porque —dijo— ya no se le ocurrían mentiras decentes; dos años después publicaba otra novela sobre hackers sin usar ordenador.

Artículo completo en inglés: Frederick Forsyth’s bestsellers drew on his work as a spy

El declive cultural en EE. UU. es una amenaza para la democracia

Las democracias no mueren siempre con tanques en las calles, a veces lo hacen con aplausos y urnas. Este ensayo advierte de que Estados Unidos, como otros países occidentales, sufre una erosión silenciosa de su cultura democrática, reemplazada por una creciente fe en líderes autoritarios capaces de «arreglarlo todo» a golpe de voluntad. Trump encarna ese giro con su desprecio por la legalidad y el uso del poder como arma personal. Pero el problema va más allá: es una crisis de expectativas. Esperamos que el Estado nos proteja de todo —desde el desempleo hasta las inundaciones— y, al frustrarse esas esperanzas, muchos buscan soluciones mágicas en figuras fuertes y simplificadoras. La historia, sin embargo, enseña que los hombres fuertes no arreglan nada: solo concentran poder, eliminan los contrapesos y dejan caos, pobreza y división.

Artículo completo en inglés: Why Cultural Decline in the U.S. Is a Threat to Democracy