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Michel Onfray lleva más de treinta años construyendo una obra filosófica y literaria de la que dan cuenta un centenar de libros inspirados en la sabiduría latina, el socialismo libertario y la crítica nietzscheana al idealismo occidental. Fundó la Universidad Popular de Caen en 2002 y la revista Front Populaire en 2020.

Michel Houellebecq es poeta, ensayista y novelista, autor de novelas donde afronta temas de actualidad, suscitando a menudo fuertes controversias. Entre sus últimos títulos, todos en Anagrama, Aniquilación, Serotonina, Sumisión y la reciente Más intervenciones, donde condensa su pensamiento a través de sus apariciones y manifestaciones públicas.


Seis horas de conversación entre Michel Onfray y Michel Houellebecq dieron lugar a una entrevista de cuarenta y cinco páginas publicada en un número especial de Front Populaire, la revista fundada en 2020 por el propio Onfray junto con Stéphane Simon. Entre acuerdos y desacuerdos, los dos autores tocaron los grandes temas de la época (y de casi todas las épocas): desde la existencia de Dios al declive de Occidente, pasando por la eutanasia, la pena de muerte, el europeísmo, el turismo, el choque de civilizaciones o el «gran reemplazo». En este texto se traduce, con autorización, uno de los capítulos relevantes en relación con uno de ellos, el que se llevaba a la portada de dicha publicación: ¿Fin de Occidente?

La conversación se inicia alrededor de Sumisión, el libro de Houellebecq publicado en 2015 que narraba el ascenso a la presidencia de la república de un carismático líder de una formación islamista moderada. La acción se desarrollaba en el aquel entonces futuro  año 2022. Michel Onfray le pregunta por el posible género de su obra, si se trata de ciencia ficción… Houellebecq se inventa uno al responder que se trata de una «anticipación moderada». Y así prosigue su conversación.

Michel Houellebecq: Como profeta estoy sobrevalorado: me equivoqué, no hemos elegido a un presidente de la República musulmán moderado. Solo me puedo felicitar por algo menor: haber adivinado que la universidad sería uno de los primeros lugares de colaboración con el islamismo. No era evidente en aquella época. El movimiento woke no existía en Francia. […] Tampoco preví que la fracción radical del islam lo tendría tan fácil. Esto me sorprendió hasta el punto de hacerme cambiar de opinión en algo importante. Siempre había pensado que yo no era un reaccionario por una simple razón: no creía que fuera posible un retroceso. Pues bien, los talibanes han tenido éxito en su vuelta al siglo VII, mientras que los reaccionarios más extremistas del mundo occidental proponían volver al siglo XIII. […] Pues, mira, francamente, si va a haber un régimen teocrático, prefiero que sea el católico.

Michel Onfray: «¿De verdad piensas que un retorno potente del catolicismo es una posibilidad? Para mí es imposible. O sea, tienes razón al poner el foco en la vuelta del islamismo. Incluso aunque yo no crea que este fenómeno sea tan poderoso. Lo que quiero decir es que no se trata más que de una reacción al poder norteamericano, una reacción peligrosa, criminal y condenable, pero ¿basta eso para establecer una civilización? Creo que la llegada al poder de los islamistas en Irán fue una respuesta a la dominación imperialista planetaria estadounidense. Cuando Jomeini llega a Teherán, Foucault habla del retorno de la espiritualidad a la política. Pero ¿qué espiritualidad? ¡Qué pobreza! No hubiera funcionado si no hubiera sido sobre la cristalización de un enemigo: Estados Unidos, Occidente y los explotadores, Israel, etc. Es en este sentido en el cabe hablar de islamoizquierdismo, tan extendido hoy día en la Universidad y enraizado con el odio hacia los judíos y el capital. Aprovecho para apoyar aquí tu defensa de Israel. Pienso es un reducto de civilización y que la solución no pasa por una vuelta al cristianismo, sino quizá en decir algo así como: «tomemos ejemplo de este pueblo que ama, que defiende y que perpetúa su identidad». Ya lo decía antes, una civilización tiene necesidad de trascendencia». […] He tenido la oportunidad de debatir con sacerdotes tradicionales para constatar que eran expertos en teología, ontología… Cuando veo que presentan a este papa como una tabla de salvación… Qué diferencia abismal con su predecesor, Benedicto XVI, que era un gran teólogo.

M. H.: Eso es verdad. Son de otra pasta los sacerdotes tradicionales. Pero es más fácil conducir a la gente a través del odio que a través de un discurso sobre la gracia.

M. O.: Algunos intelectuales piensan que hay que volver a la misa en latín, como Chantal Delsol que sostiene que la decadencia del cristianismo permite volver al cristianismo original, a la época, por decirlo pronto, de las catacumbas: Pero si el futuro del cristianismo es su pasado más antiguo entonces es que está realmente acabado.

M. H.: La Reconquista empezó en España cuando estaba bajo la dominación musulmana. Todavía no estamos en esta situación, pero sí se puede constatar ya que la gente se está armando. Y no se trata de tarados. Cuando territorios enteros estén bajo control islámico, pienso que habrá actos de resistencia […] como un Bataclan a la inversa. Y ellos no se van a contentar con poner velitas y flores, así que sí las cosas pueden ir bastante deprisa. Una de las cosas más llamativas entre las reacciones a la Carta de los generales [1] es la proporción de franceses que esperaba una guerra civil en un futuro próximo.

M. O.: Aquí se separan nuestros puntos de vista porque yo creo que la guerra civil ya está aquí, latente. Cada día la gente es apaleada, atropellada por bandas […]. Nos abocamos a un primitivismo […] y el problema es que este estado de violencia en el que nos encontramos no es reconocido por el presidente de la República […]. Julien Freund, un filósofo político muy interesante definía la soberanía como la posibilidad de decidir quién es el enemigo. Esto es bien cierto, pero se ha retorcido, de modo que, a menudo, son los enemigos los que nos eligen […]. Macron ha decidido que a los enemigos les diremos todo el rato «gracias», «por favor», «perdón». Pero una democracia en forma es una democracia que no se impide emplear la violencia, que se defiende. […] Las personas prefieren vivir sometidas antes que morir libres y triunfantes. Si reciben una agresión, bajan la cabeza y los de alrededor se largan, no quieren saber nada. Es humano, sobre todo para los representantes de una cierta izquierda que vienen a decir que la policía mata, que aquellos que se supone que quieren impedir la violencia estarían en el origen de esta misma. Qué vergüenza.

M. H.: «La cobardía está muy extendida, sí. Muchas veces me he preguntado qué pasaría cuando hoy los de la interseccionalidad se encontrarán cara a cara con la más flagrante de sus contradicciones: la oposición frontal entre islam y feminismo. Bueno, las violaciones en Colonia me han abierto los ojos: en caso de duda, con el islam o, simplemente, con la inmigración. […] Las feministas occidentales no son tan peligrosas como los otros, ellas son tan cobardes como los hombres occidentales… Todos dispuestos a someterse».

Entrevista completa:

https://frontpopulaire.fr/articles/dieu-vous-entende-michel_ma_17072512

[1] Es uno de los peligros contra los que alertaban los firmantes de la llamada Carta de los Generales, que apareció en abril de 2021 en la revista Valeurs actuelles con el título Por una vuelta al honor de nuestros gobernantes. En la carta se denunciaba el auge del islamismo, la delincuencia, la desintegración del país y se invitaba a los representantes a tomar medidas contundentes.

*Traducción y adaptación: Pilar Gómez