Después de ese libro de culto que es La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine, la magnífica editorial Acantilado publica Clásicos para la vida, del mismo profesor de literatura italiana en Calabria. Es un libro magnífico, necesario e imprescindible, de los que hay que leer obligatoriamente. De lectura ágil y con un estilo muy didáctico, el humanista italiano, en esta breve obra maestra, nos ofrece una defensa apasionada de la literatura como el oxígeno que necesitamos para seguir respirando, una reivindicación de los valores culturales de Europa y una disección de los fallos de nuestro modelo educativo que no está pensado para formar ciudadanos libres, cultos, capaces de razonar de manera crítica y autónoma.
El libro tiene dos partes, un ensayo inicial contundente sobre nuestro sistema educativo y la necesidad de la literatura y de las humanidades en el mismo. Como defiende Ordine, la buena escuela no la hacen las tablets ni los programas digitales, sino buenos profesores que transformen para los alumnos las informaciones en conocimiento. Frente a la burocratización de la enseñanza hay que reivindicar el papel del buen profesor y de la literatura, de la lectura de los grandes clásicos, de las obras y autores en los que durante siglos, cada generación ha encontrado respuesta a sus preguntas vitales. Esto supone algo más que conocimiento, es todo un ejercicio moral y nos da la sabiduría necesaria para ser libres y para ser mejores.
El deber de un profesor es hacer entender a los estudiantes que los clásicos no se leen y estudian para superar un examen, sino que nos enseñan a vivir. El problema es que ni se leen ya. Marginados en los programas escolares y en las editoriales, los clásicos que han conformado la historia de la cultura europea no ocupan espacio en la formación del ciudadano medio europeo, y para denunciarlo escribe Ordine estas páginas. Si Europa puede ser un gran mercado económico común, y es estupendo que lo sea, es gracias a una historia cultural común, a unos valores y unos principios a los que los grandes autores han dado forma durante siglos. Si Europa es algo es un espacio de cultura. Y si queremos mantener vivo este ilusionante proyecto de futuro que es la civilización europea tenemos que volver a introducir la lectura de los clásicos en el sistema educativo para el ciudadano medio.
En la segunda parte ofrece una selección de textos de 49 autores europeos que hay que leer en la vida, de los clásicos de todos los tiempos, desde Homero, Platón, Plauto, Shakespeare, Cervantes, Gracián y Molière a Goethe, Flaubert, Kavafis, Pessoa o Zweig. En total 50 textos breves, de un párrafo, de 49 autores (repite dos textos de Saint-Exupéry) seguidos de un comentario de una página. Esta «pequeña biblioteca ideal» (este es precisamente el subtítulo del libro) se forma a partir de las breves citas que leía cada lunes al comienzo de clase a sus estudiantes, y que comentaba, pero no desde un punto de vista literario o especializado, sino como píldoras de enseñanza para la vida. Los textos ni siquiera tenían que ver con el tema del curso monográfico. Esos comentarios se transformaron en artículos para el Corriere della Sera y ahora en un libro. Amena y fácil de leer, Ordine no pretende hacer con esta obra un canon, aunque su obra es un incentivo, un acicate para la lectura de esas obras maestras que uno tendría que leer en su vida, pero no porque haya que leerlos sin más sino porque realmente le cambian a uno la vida. Los grandes autores de la historia de la literatura en Europa lo son no porque lo digan unos profesores universitarios o unos críticos literarios, sino porque, como señala el autor, nos ayudan a vivir, tienen mucho que decirnos sobre el «arte de vivir» y sobre la manera de resistir a la dictadura del utilitarismo y la pedagogía de la facilidad. Los clásicos nos enseñan a entendernos y a entender el mundo en el que vivimos.
Séneca cierra las cartas a su amigo Lucilio con la frase «non vitae, sed scholae discimus», «aprendemos no para la vida, sino para la escuela», como una crítica frente a la enseñanza puramente utilitaria, defendiendo que debemos aprender para la vida y no para la escuela. Me llama la atención que no esté Séneca entre los autores seleccionados, pero aunque no lo incluya, esto mismo es lo que defiende Ordine, una educación para la vida, no para la escuela. Los sistemas de educación en Europa que están orientados únicamente a que aprobemos unas asignaturas en función de un diploma, y que se han convertido en factorías de robots humanos, muy útiles y muy incultos. Frente a ello necesitamos una educación que nos haga mejores como personas, una educación que favorezca la construcción de una conciencia civil, una educación que fomente y defienda los valores de la legalidad, la tolerancia, la justicia, el amor al bien común, la solidaridad, el respeto a la naturaleza y al patrimonio cultural, una educación que tenga presentes los valores del humanismo europeo y a los autores que los han hecho posibles. Y para eso necesitamos a los clásicos, necesitamos la buena literatura. Como se preguntó El Roto en una de sus viñetas «¿Una humanidad sin humanidades?». Clásicos para la vida es un libro delicioso, es, él mismo, un clásico, de lectura imprescindible, no te lo pierdas.