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MULTILATINAS, LAS EMPRESAS GLOBALES DE LA REGIÓN

En los últimos veinte años se ha desencadenado un aumento de la inversión en nuevos mercados procedente de los países más industrializados. Este nuevo esquema ha favorecido que la incorporación de los países emergentes al proceso de globalización se haya formulado de una manera más rápida.

Además, este fenómeno ha facilitado un aumento de las inversiones entre las propias economías en vías de desarrollo y la expansión de empresas multinacionales procedentes de Brasil, Rusia, India y China, «los BRIC».

Así, se observa cómo cada vez son más las empresas iberoamericanas que se suman a este vigoroso proceso de internacionalización. Y la tendencia indica, además, que el modelo se extiende más allá de las orillas de América Latina, superando las fronteras regionales.

Con el crecimiento económico de la región y el ensanchamiento de las clases medias en los últimos años, la fuerza de las multilatinas, como ilustra el gráfico, ha seguido creciendo. Las ventas de las principales cincuenta empresas multilatinas llegaron a 623.000 millones de dólares en 2011, cifra superior en 11,5% a las ventas que tenían cuatro años antes.

El índice de globalización se determina por medio de diferentes variables como son: el índice de cobertura geográfica, las ventas en el extranjero, la inversión extranjera, los trabajadores en el extranjero y el índice del potencial de crecimiento.

Si se analizan los principales indicadores del gráfico publicado por América Economía en 2012 respecto a las 65 multilatinas más globalizadas, se registra lo siguiente: Brasil es el país líder en la región con un total de 25 empresas en el ranking, seguido por México que cuenta con catorce, Chile doce, Argentina cuatro y Colombia tres.

Respecto a las principales actividades de las empresas líderes, el sector de la alimentación es el más fuerte con nueve empresas; la ingeniería, la construcción y el retailcon cinco, seguidos por la industria cementera y las aerolíneas con cuatro.

Las cinco empresas que obtuvieron mayores beneficios (cifras en miles de millones de dólares): VALE (Brasil) 20.158,70, PETROBRAS (Brasil) 17.759,40, AMÉRICA MÓVIL(México) 5.923,70, ELEKTRA (México) 2.144,60 y TENARIS(Argentina) 1.331,20. En cuanto a las empresas que operan en mayor cantidad de países, en primer lugar se encuentra BRIGHTSTAR (Bolivia), que opera en 50 países, seguido por WEG (Brasil) en 49 países, LUPATECH (Brasil) en 39, VALE (Brasil) con el mismo número de países y CEMEX(México) que opera en 36. La generación de empleo marca la siguiente tendencia: FEMSA (México) es la empresa que cuenta con un mayor número de empleados, con un total de 177.470. En segundo lugar ANDRADE GUTIÉRREZ(Brasil), con 175.503 empleados. En tercer lugar el GRUPOJBS-FRIBOI (Brasil), 128.036, seguido por BRASIL FOODS (Brasil), 127.982, y GRUPO BIMBO (México), empresa que emplea a 126.747.

Hay razones para pensar que la década en curso conferirá un papel destacado a las multinacionales emergentes y, en buena medida, a las de América Latina, llamadas a consolidar su presencia no solo en la región sino también en Europa, EEUU y Asia Pacífico. En cuanto al viejo continente, cabe señalar que España ofrece al tejido empresarial latinoamericano una privilegiada posición geoestratégica. Su pertenencia a la Unión Europea, su proximidad al norte de África y una economía de considerable peso mundial la convierten en un hub relevante. Una circunstancia que podría aprovechar España para convertirse en polo de inversiones iberoamericanas hacia la UE y acoger las sedes corporativas internacionales de estas empresas. Por estos motivos, todo parece indicar que aquellos flujos de dinero que mayoritariamente circularon en una dirección, tendrán mayor movilidad de «ida y vuelta». Además, aquellas empresas multinacionales que toman la decisión de «aterrizar» en Iberoamérica son cada vez más numerosas.

Si bien han sido muchas multilatinas las que han demostrado gran capacidad para adaptarse a las nuevas tendencias de consumo globales, no se puede descartar en este análisis un dato relevante: muchas Pymes gozan hoy de tecnología digital que antes estaba solo al servicio de la gran empresa y que todavía no ha sido explotada en la medida de sus posibilidades.

DEL CRECIMIENTO AL DESARROLLO SOSTENIBLE

América Latina se encuentra nuevamente ante una oportunidad histórica de consolidar una prosperidad duradera. El crecimiento económico sostenido que ha logrado la mayoría de la región requiere disciplina macroeconómica. Pero esta es solo una de las condiciones necesarias para ser protagonista en un mundo complejo y cada vez más competitivo.

Para la prosperidad económica y social de América Latina es necesario el desarrollo de su tejido productivo, un proceso que la iniciativa privada debe liderar. La actividad emprendedora exige para desarrollarse debidamente un entorno de estabilidad y seguridad jurídica. Resulta imprescindible tener un marco legal claro, estable y predecible; simplificación administrativa, reduciendo los costes burocráticos; una mayor facilidad para la apertura y el cierre de empresas.

El buen momento y la gran magnitud de la economía iberoamericana se pone de manifiesto en ciertos datos macroeconómicos. Uno de los más llamativos muestra que el PIB nominal de Iberoamérica, en su conjunto, es hoy superior al de China. Otro es la impresionante reducción de la pobreza en las últimas dos décadas, que se logró reducir en más de veinte puntos. Ejemplos ilustrativos son los de Perú y Chile: el PIB del Perú se triplicó en los últimos diez años y la economía chilena cerró el 2012 con números «mágicos»: 1,5% de inflación, crecimiento del 5,5% y desempleo del 6,3%.

Efectivamente, el crecimiento económico en la región ha sido considerable en los últimos años. El crecimiento del producto regional se ubicó en torno al 5% entre 2004 y 2010, con la excepción de los dos años de la gran recesión global, frente a un 2,9% de promedio en los últimos treinta años. América Latina mostró en esta década tasas de crecimiento que casi duplicaron aquellas de las últimas tres décadas, situándose en la actualidad en el entorno de las tasas de crecimiento del conjunto de los países emergentes asiáticos.nominal.png

Por otro lado, la región recibió una cifra récord de inversiones extranjeras directas en 2012, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). De acuerdo con el documento, la inversión extranjera directa (IED) sumó el año pasado un total de 173.361 millones de dólares, es decir, un 6,7% más que en 2011.

Un incremento que se da pese al contexto externo de marcada reducción de estos flujos mundiales. El crecimiento económico sostenido de la región, los altos precios de las materias primas y la elevada rentabilidad de las inversiones asociadas a la explotación de los recursos naturales son los responsables de estas elocuentes cifras.
Brasil continúa figurando como el principal receptor de IED, y los aumentos más importantes se registraron en Chile, que recibió 30.323 millones de dólares, y Perú, con 12.240 millones de dólares.

EL DESAFÍO DE LA COMPETITIVIDAD

La globalización tiene un impacto extraordinario tanto en las empresas como en los países que actúan en mercados amplios, abiertos y competitivos. Este fenómeno representa una gran oportunidad de desarrollo y crecimiento. Con esquemas proactivos que nos orienten hacia una mayor competitividad y la búsqueda de una mayor innovación dentro de la sociedad del conocimiento se podrá ser protagonista de este momento.

Las nuevas tecnologías, las mejores prácticas y la apuesta por una educación de calidad que trascienda fronteras y barreras son algunas de las variables de análisis para realizar un estudio sobre la competitividad en el siglo XXI.

Pero América Latina parece encontrar dificultades a la hora de generar marcos competitivos que podrían multiplicar este crecimiento para lograr un verdadero desarrollo. No se puede obviar en este estudio una realidad inapelable: mientras en 1960 las materias primas representaban el 30% del producto bruto mundial, hoy solo representan el tres por ciento. El valor añadido del conocimiento es lo que le otorga verdadero impulso a las economías para generar oportunidades a sus ciudadanos.

En los rankings de competitividad los países de América Latina no destacan. Un ejemplo ilustrativo de este fenómeno es la baja cantidad de patentes que otorga la región por año comparada con otros países.

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Referencia: # Patentes en los 3 más otorgados de LAC .Brasil: 175, México: 101, Argentina 45

Cuestiones tan relevantes como una buena integración con infraestructuras y telecomunicaciones de calidad y modernas; la facilitación de climas que incentiven el talento, la creatividad, la innovación, que premie el esfuerzo, así como las nuevas tecnologías al servicio del ciudadano, son algunos de los temas sensibles que desde la política no pueden omitirse. Sin descartar la importancia de contar con instituciones para la competitividad; en definitiva, herramientas legales para facilitar la libre movilidad y facilidad «emprendedora».

En esta situación son fundamentales los procesos de inmigración e integración que estimulen la innovación: como los visados cualificados, la libre circulación de directivos de empresas, la seguridad jurídica, así como comprender la importancia del hecho de que estamos interactuando en la era del trabajo en red. Porque es el momento de cambiar la forma de interpretar la integración y entender que no solo se trata de facilitar movimientos de bienes y servicios, sino que se debe involucrar la ciencia, la tecnología y la cultura en este proceso. Es decir, que las relaciones de comercio no sean estrictamente mercantiles, sino que también se incorporen vínculos más fuertes en temas de educación, ciencia, tecnología y medio ambiente.

Una agenda de propuestas no puede dejar de lado cuestiones como la generación de un mercado único digital, la creación de una plataforma de intercambio académico, o la firme apuesta por el desarrollo basado en instituciones con seguridad jurídica, y marcos claros, libres de barreras, complementados con inversiones en infraestructuras y telecomunicaciones modernas.

Por ello, si Iberoamérica realmente quiere actuar como un actor de referencia global debe ocuparse de cuestiones clave como la protección de patentes, las agendas digitales para sus administraciones, ciudades inteligentes o redes de emprendedores.

Para que todo esto ocurra los gobiernos deben facilitar el potencial empresarial, no poner obstáculos, sino idear propuestas para crear un buen clima de negocios. Animar a los jóvenes para que vean a los emprendedores como un modelo a seguir es una tarea crucial para generar ecosistemas competitivos. Armonizar el derecho mercantil, reducir cargas administrativas, modernizar la educación, fortalecer la calidad y el acceso a la educación en Iberoamérica. El libre tránsito de personas con una buena política de visados también será clave para un mercado iberoamericano potente.

¿CÓMO ESTAMOS?

El ranking Doing Business 2012, elaborado por la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial, mide diversos indicadores del clima de negocios de 185 países. Se entiende por buen clima la existencia de un conjunto de condiciones que facilitan la actividad empresarial en una sociedad.

La ubicación en la «tabla» de cada Estado depende así de un promedio de clasificaciones en las variables que se ponderan. En lo relativo a la facilidad para la apertura de negocios destacan Panamá, Chile, México, Uruguay y Perú; con peores performances figuran Bolivia, Guatemala, Ecuador, Honduras y Argentina; mientras que en la facilidad para obtener créditos los que encabezan son Guatemala, Honduras, Perú, México y Chile, y los que cierran la lista Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Brasil y Paraguay; en lo que refiere protección de los inversores Colombia, Perú, Chile, México y Paraguay. En pago de impuestos, cumplimiento de contratos y registros de propiedad Chile, Perú y Colombia siguen siendo los mejores valorados.

En definitiva, la clasificación final que es resultado de mensurar todos los indicadores nos llevan a ubicar a Chile en el primer lugar en la región y 37º en el mundo, seguido por Perú (43º), Colombia (45º), México (48º) y Panamá (61º). Siendo así estas las cinco naciones con mejor clima de negocios de América Latina. Una clasificación que habla de la potencialidad de la Alianza del Pacífico, pues sus miembros ocupan las primeras ubicaciones (los cuatro primeros como miembros plenos; todos ubicados entre las cincuenta naciones con mejor clima de negocios del mundo y Panamá como miembro observador que se dispone a solicitar su plena inclusión.) Por otro lado, los países peor ubicados en nuestro informe son: Venezuela (180º global), Bolivia (155º global), Ecuador (139º global), Brasil (130º global) y Honduras (125º global).

Ahora es preciso subrayar que podemos comprobar la precisión de los resultados anteriores si se analizan también los que arroja el The Global Competitiveness Report 2012-2013, elaborado por el Foro Económico Mundial, en el que se mide un conjunto de instituciones, políticas y factores capaces de proveer a las naciones unos niveles de prosperidad a mediano plazo; a través del estudio de indicadores como la institucionalidad pública, estabilidad macroeconómica, eficiencia del mercado de bienes, sofisticación del mercado financiero, disposición tecnológica, innovación, y tamaño del mercado. Un reporte que vuelve a ubicar a países como Chile (33º), Panamá (40º) México (53º), Perú (61º) y Colombia (69º) en la vanguardia de América Latina junto a países como Brasil (48º) y Costa Rica (57º).

EL DESAFÍO DE UN ESPACIO COMÚN DE CONOCIMIENTO

La importancia del intercambio de estudiantes y profesores en una amplia plataforma de conocimiento es una cuestión clave a la hora de abordar la competitividad. Los profesores y estudiantes procedentes de América Latina se suelen sorprender ante la diversidad de procedencias que se pueden encontrar en las universidades de Europa. Si no se conoce el programa Erasmus y lo que este permite, puede asombrar el hecho de que en Europa muchos jóvenes no solo vienen de visita y turismo, sino que se quedan durante un tiempo formando parte de la vida y de la universidad del país de acogida.

La educación y la integración son vitales para el desarrollo de las naciones y los programas de intercambio académicos incentivan la movilidad de estudiantes y profesores. Latinoamérica está dando buenos pasos en esta dirección. Está bien que lo haga. Una región con el 20% de su población en edad de cursar estudios superiores representa una demografía envidiable que debe ser aprovechada.

Tampoco debemos olvidar que Latinoamérica tiene en sus credenciales una larga trayectoria universitaria, cuenta con universidades anteriores a Harvard. Por otro lado, la emergencia de la Alianza del Pacífico, con un mercado de doscientos millones de personas que cuenta con dos billones de dólares de PIB anual y cincuenta por ciento de las exportaciones de la región, y que comenzó a transitar este proceso de intercambio y movilidad académica incorporándolos en sus acuerdos como tema prioritario, debe servir de ejemplo para «contagiar» al resto de la comunidad iberoamericana.

Por otro lado, en un reciente encuentro bilateral los mandatarios de EE UU y México también han establecido una hoja de ruta ambiciosa de intercambio académico y de innovación.

Iberoamérica cuenta con veinte millones de estudiantes en educación superior y más de dos mil centros de estudios superiores. A mediados del siglo pasado no había más de doscientos. Por otro lado, hoy, la revolución tecnológica y digital es lo que fue la revolución industrial de hace dos siglos.

El programa Erasmus nació en Europa en el año 1987. Es un programa de cooperación entre las universidades de todos los países involucrados. Su fin es fomentar el intercambio de estudiantes y también de profesores a nivel universitario. Durante este tiempo, más de un millón de estudiantes se han beneficiado del programa Erasmus que ya comprende 31 países.

El programa Erasmus brinda a las universidades de los países que forman parte del mismo la oportunidad de firmar convenios de intercambio. Permite a los estudiantes que cursan sus estudios en Europa realizar estancias en el extranjero que luego les serán oficialmente reconocidas como parte de su formación.

El programa Erasmus trasciende el aspecto meramente académico de adquisición de conocimientos y parte de su éxito reside en el desarrollo de sólidos vínculos interpersonales entre estudiantes de diferentes nacionalidades. Se erige como pilar en la formación de una conciencia de ciudadanía europea, un instrumento clave de integración y pertenencia a un espacio de valores comunes. Es una clara demostración acerca de cómo la voluntad política puede abrirse paso para privilegiar lo mucho que nos une por encima de lo que nos separa. A pesar de encontrarnos con una heterogeneidad de lenguas, costumbres y modos de entender la vida, en Europa se ha comprendido que todos estos elementos enriquecen y fortalecen una identidad común europea.

América Latina no cuenta todavía con un programa de estas características aunque es cierto que se está avanzando, como mencionaba más arriba, para incentivar la movilidad de los estudiantes. También se debe avanzar para que los empleados de una misma empresa puedan realizar prácticas en otros países sin trabas.

Sin embargo, resulta paradójico que en una región donde las afinidades entre los países son tan profundas, haya sido tan difícil diseñar este tipo de proyectos que estimulan el intercambio y la integración. No se trata solo de replicar esta experiencia exitosa, porque hay mucho más: desde las cátedras Jean Monnet que, evocando la grandeza histórica de un personaje de la época, estimulan la docencia y la investigación —por qué no pensar acaso en las cátedras Francisco de Miranda—, hasta el Instituto Europeo de Florencia, que representa un espacio donde converge la excelencia para impulsar ecosistemas de creatividad y talento. _

Profesor Universitario de Relaciones Internacionales. Analista