«Menem», retrato bien enfocado de un presidente inverosímil

La serie muestra con asombrosa fidelidad física y discutido realismo histórico al fallecido dirigente argentino

Griselda Siciliani y Leonardo Sbaraglia, protagonistas de la serie Menem, de Prime Video
Griselda Siciliani y Leonardo Sbaraglia, protagonistas de «Menem». Foto: Prime Video
Federico Marín Bellón

Avance

No abundan las series de televisión que se tomen en serio a los presidentes de Gobierno, ni siquiera en Estados Unidos. John Adams fue un gran ejemplo, pero hay que retroceder más de dos siglos, mientras que las dos versiones de House of Cards, la británica y la americana, nos hablan de personajes ficticios, como la danesa Borgen. En España, Adolfo Suárez, el presidente fue un intento digno, pero de limitada ambición. Más valiente ha sido el estreno global de Menem, una miniserie muy recomendable en la que Leonardo Sbaraglia se da un festín en la piel y las patillas del expresidente argentino. Se puede ver en Prime Video, la plataforma de Amazon. 

Mostrar la historia reciente siempre tiene sus dificultades y, en el caso de esta producción argentina, fue el hijo de Carlos Saúl Menem quien más peleó por impedir su estreno, que solo consiguió retrasar. Después de casi dos años de batalla judicial, el espectador puede asistir a los motivos de dicha resistencia: el retrato no es del todo complaciente, menos aún con la familia del dirigente, quien se redime, al menos como espectáculo, gracias a su arrolladora personalidad. Incluso resultaría imposible de creer, si no conociéramos los casos más recientes de Silvio Berlusconi y Donald Trump, por citar otros dos ejemplos extremos. 

Puede que en Argentina las heridas aún abiertas y la polarización política dificulten un juicio más ecuánime. Los guionistas tratan de aliviar el conflicto entre peronistas y antiperonistas con un narrador ficticio, el fotógrafo de cámara del mandatario, quien no simpatiza con sus ideas pero se deja atrapar por su indiscutible carisma, envuelto en un generoso sueldo.

Desde España, sin un conocimiento tan profundo de los hechos, Menem se disfruta porque cuenta con ritmo (y algún tic que puede llegar a irritar) una historia apasionante. Daremos por buenos los flecos menos verosímiles de la serie, algunos de ellos asombrosos, que la prensa nacional defiende como ciertos. Parafraseando el lema de campaña del protagonista, «síganla, que no les va a defraudar». 

Análisis de nueva revista

El pasado 9 de julio, coincidiendo con el Día de la Independencia de Argentina, se estrenó en Prime Video la serie Menem, un retrato personal de Carlos Saúl Menem (1930-2021), presidente del país durante una década, entre 1989 y 1999. La producción televisiva no trata de convertirse en un juicio al político riojano —imposible contentar a todos— y este artículo tampoco pretende corregir las presuntas imprecisiones históricas de la narración, «más cercana a la fábula que al documento político», según La Nación, diario que destaca que la serie tiene «momentos muy graciosos y otros muy oscuros». Más bien, se trata de disfrutarla como espectador, si es posible, y de contar algunas interioridades de esta controvertida producción.

Que la serie ha suscitado intensas polémicas lo prueba el hecho de que el hijo del mandatario, Carlos Nair Menem, lograra bloquear judicialmente su estreno. Para que viera la luz, los productores tuvieron que presentar una autorización firmada por el propio Menem en 2020, un año antes de su muerte. Podemos ver el tráiler, para hacernos una idea del tono tragicómico de la miniserie:

Como espectador, el veredicto hacia Menem es favorable, sobre todo por la fantástica recreación de un Leonardo Sbaraglia entregado a la causa. Aunque no todos perdonan al actor y a sus compañeros de reparto la imitación del acento: «No hablan como riojanos, hablan como pelotudos», afirma alguna voz crítica. También puede cargar un poco algún recurso estilístico, como la inclusión machacona de falsas imágenes de archivo, una contradicción interna de una miniserie que parecía huir con acierto del tono documental.

¿Imitación, recreación o parodia?

A 10.000 kilómetros de distancia, Menem se ver con placer, acentuado por la actuación de Sbaraglia, un intérprete integrado desde hace años en el cine español. ¿Se comía las sílabas al hablar el verdadero Carlos Menem, como su esforzado sosias porteño? Si un espectador poco experto en estas lides repasa los vídeos del dirigente, puede pensar que los continuos «nesito» (en lugar de necesito) que dice el personaje parecen una exageración, pero el deje y el modo de hablar resultan convincentes, al menos para el oído y el ojo menos expertos. La similitud física es aún más notoria, no solo por las imprescindibles patillas. Leonardo Sbaraglia se sometía cada día a un trabajo de caracterización de más de dos horas, antes del rodaje. Estuvieron bien empleadas. Más importante aún es que el actor sabe hacer suyo a Menem y completar una actuación sobresaliente, que por sí sola justifica dedicarle las poco más de cuatro horas que suman sus seis capítulos.

Leonardo Sbaraglia, caracterizado como Carlos Menem. Foto: Prime Video
Leonardo Sbaraglia, caracterizado como Carlos Menem. Foto: Prime Video

La miniserie fue creada por Mariano Varela, empresario, profesor y comunicador social más conocido en el mundo del marketing que en el audiovisual. Sus directores, Ariel WinogradFernando Alcalde, ya tenían experiencia biográfica, ya que colaboraron en otro esfuerzo biográfico notable, Coppola, el representante, sobre la vida del agente de Maradona. En el guion de Menem ha trabajado un extenso equipo, con Mariana LevyFederico LevinLuciana PorchiettoSilvina OlschanskyGuillermo Salmerón, además de Leandro FilozofKarina Wroblewski al frente de los diálogos.

El verdadero Menem

Hechas las presentaciones, vayamos a lo esencial. Seguramente es más fácil disfrutar Menem desde la ignorancia. La política argentina se conoce en España de refilón —¿y qué no sabemos de refilón, en el mejor de los casos?—, aunque del sucesor de Raúl Alfonsín no pocos recordarán que fue un líder peronista y el líder constitucional más longevo que ha tenido la Argentina, gracias a un retoque constitucional no poco polémico. Para Javier Milei, Menem es «el mejor presidente de la historia», no solo porque combatió con éxito una inflación galopante. Para sus detractores. fue el hombre que indultó a los militares que protagonizaron la última dictadura militar, como Videla y Galtieri, lo que no lo salvó a él mismo de alguna intentona golpista.

Pero no nos saltemos el guion con discusiones de imposible consenso. En su delicado equilibrio político, la serie exhibe con acierto la faceta carismática y populista del personaje central. De hecho, estuvo a punto de llamarse «Síganme», uno de sus lemas de campaña. («Síganme, que no los voy a defraudar» era la frase completa). Pese a su indudable éxito en la vida real, como título habría sido menos explícito para el público de otras latitudes.

Juan Menujín, en el papel de Olegario Salas, fotógrafo ficticio que hace el papel de narrador en «Menem»
Juan Minujín, en el papel de Olegario Salas, fotógrafo ficticio que hace el papel de narrador en «Menem»

Por otro lado, la serie no se presenta nunca como un documental e incluso advierte de sus licencias artísticas con un rótulo al comienzo de cada episodio. La primera es la invención del narrador. El actor Juan Minujín (El marginal, Atrapados) da vida al ficticio Olegario Salas, fotógrafo de cabecera del presidente. Es un recurso ingenioso; nadie mejor que un cámara para convertirse en el ojo del espectador.

Testigo privilegiado de la historia, Salas (a los guionistas les pudo la tentación de usar otro palíndromo, como Menem) no simpatiza con las ideas políticas de su jefe, pero se deja arrastrar por su carisma y por el sueldo. Es una buena forma de criticar sus excesos y de señalar comportamientos tan discutibles como dejarse asesorar por más de una bruja, aunque mantener la credibilidad con sucesos así es la primera gran dificultad de esta producción.

Sucesos increíbles

Esa apariencia de mesura es necesaria, porque la vida del expresidente argentino estuvo cuajada de circunstancias inverosímiles. Puede que la más llamativa fuera que su mujer, Zulema Fátima Yoma (interpretada por Griselda Siciliani), le hizo la cama en el menos complaciente de los sentidos y en alianza con el militar Mohamed Alí Seineldín, un episodio histórico todavía con más sombras que luces. Antes, la primera dama no había dudado en utilizar su influencia para colocar a media familia en cargos políticos. La respuesta de Medem no se quedó atrás: mientras asistía en Italia al Mundial de Fútbol de 1990 (perdieron la final contra Alemania), ordenó el desahucio de su esposa y de sus hijos de la residencial Quinta de Olivos. Ningún guionista se habría aventurado tan lejos sin el flotador de la historia.

Menem, en definitiva, es una serie muy recomendable, aunque solo sea porque despertará en el espectador las ganas de saber más y de comprobar si esos personajes de opereta se parecen en algo a los reales. Carlos Nair Menem cree que es una burla caricaturesca y ha acusado a su hermana Zulemita de lucrarse con el proyecto. El creador, Mariano Varela, desvela que recibió amenazas y considera que las reacciones adversas son «parte del precio» por retratar a un personaje tan polarizador. Síganla, que no los dejará indiferentes.


Fotos: Prime Video