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Josep Maria Esquirol (Sant Joan de Mediona, Barcelona, 1963) es profesor de Filosofía de la Universidad de Barcelona, donde dirige un grupo de investigación dedicado al pensamiento contemporáneo llamado «Aporia», ha publicado una docena de libros y centenares de artículos en revistas especializadas. Sus campos fundamentales son la filosofía contemporánea y el pensamiento político. Regresa ahora con La penúltima bondad, ensayo sobre la vida humana en el que reivindica lo que él denomina los «infinitos esenciales» de la existencia: «vivir, pensar y amar». La obra, dividida en nueve capítulos, continúa la línea conceptual de La resistencia íntima (2016), libro por el que recibió el Premio Nacional de Ensayo y el Ciudad de Barcelona.

Josep Maria Esquirol: La penúltima bondad. Ensayo sobre la vida humana. Editorial Acantilado, Barcelona, 2018, 183 págs.

La penúltima bondad, aunque no es una continuación de la obra anterior, complementa y prosigue la misma senda de antropología filosófica en lo que sería una mirada dirigida al actuar del hombre en el sentido de lo que se podría entender «filosofía de la proximidad».

Esta trilogía de verbos fundamentales se plantea como un camino que su autor recorre con sosiego, paso a paso y desde distintos puntos de vista.

El materialismo de lo concreto

Al inicio, Esquirol traza la senda por donde va a discurrir su pensamiento y pone en valor lo que él denomina el materialismo de lo concreto entendido de una forma personalísima. «En realidad, el materialista es el que toca las cosas, que las vive de cerca»; se aleja así de conceptos abstractos y teóricos que a veces pueden ser peligrosos al distanciarse del hombre que no alcanza a comprenderlos ni a dimensionarlos.

El autor, amante de la sencillez —«quien no perciba lo más sencillo, tampoco sentirá lo más hondo»—, se expresa formalmente sin tecnicismos y de modo asequible para un lector de cierta formación intelectual. Esta comprensibilidad va acompañada de un exquisito estilo literario y un esmerado modo de formular sus ideas de forma progresiva, con una arquitectura conceptual muy bien construida que avanza sin prisa en su trayectoria. A lo largo de estas páginas se alude y cita a numerosos filósofos, teólogos e intelectuales como Kant, Heidegger, san Agustín, santo Tomás, Bertolt Brecht, Simone Veil, Kierkegaard, Nietzsche o Rosa Luxemburgo, entre muchos otros.

Tras una serie de originales digresiones en torno al Paraíso —quizá el capítulo de mayor complejidad—, se concluye que «la vida humana se da en las afueras» ya que el acontecer diario no es precisamente paradisíaco.

El profesor distingue el «estar vivo» con el «sentirse viviendo» y explica cómo esta actitud «lleva a la hermandad con los que viven, amplía la existencia y la hace vibrar». Aquí se centra claramente en señalar aquellas manifestaciones y conductas que nos hacen más humanos: «Los gestos esenciales del ser humano son amparo y generosidad», hechos que tienen un efecto revolucionario. A esto se refiere cuando habla de la importancia de ejercitar la bondad en las afueras o en la intemperie, espacio donde él sitúa al hombre actual. Dicho con sus propias palabras: «El dar tiene un amplísimo registro. Dar tiempo, dar medios, dar acogida… pero también dar amabilidad… Dar no es solo cosa de santos o de héroes. Hay pequeños gestos, afables y cotidianos, que ya son donación».

De la constatación de nuestro desamparo puede arrancar el anhelo de lo infinito y, precisamente por nuestra condición limitada, es posible alimentar en nuestro interior la sed de lo mejor y más alto a través de un camino muy concreto: la generosidad con los demás. «Los gestos amables tienen ya de entrada la virtud de excluir sus opuestos, el abrazo aleja el temor, la mano abierta, el odio, el movimiento de hombres, el fanatismo, el masaje, el dolor, las caricias, el llanto, etc.»

Un concepto presente a lo largo del libro es el de la felicidad, término manejado en tantas ocasiones de modo fraudulento y engañoso. Esquirol la enfoca con modestia:

«No hay que pensarla como un estadio de plenitud, sino asociarla a la acción, al camino recorrido». De esta forma, «la felicidad queda adherida a la acción por pequeña que sea como la de satisfacción por un trabajo bien hecho» y cita a Vasili Grossman en Vida y destino (2007): «Son las personas corrientes que llevan en sus corazones el amor por todo cuanto vive: aman y cuidan de la vida de modo natural y espontáneo. Al final del día prefieren el calor del hogar a encender hogueras en las plazas».

La poesía «que se vive»

El profesor se siente próximo a san Francisco de Asís en su simplicidad y sencillez, y aboga por una fraternidad horizontal. El elogio de su figura se elabora a partir de la recreación de un imaginario encuentro entre el santo y el personaje de Zaratustra ideado por Nietzsche. Después de varias disquisiciones y comparaciones entre el pensar y el actuar de ambos concluye: «El camino de Zaratustra-Nietzsche es más solitario… En cambio, la vida de Francisco es una vida creadora y generosa a partir de las relaciones. Al final, la poesía más excelsa no es la que se escribe, sino la que se vive».

En el capítulo dedicado al «Desplazamiento político de medio palmo hacia la sociedad que vive», se analizan temas como la mentira, la injusticia, los intereses económicos, la violencia y diversas conductas, por lo general contrapuestas al tipo de actuación que defiende su autor y que resume con estas palabras: «Convivir no es vivir unos al lado de otros, sino darse vida unos a otros».

Una de las reflexiones que podría desprenderse de la lectura del libro es que cuando el hombre no vive estos infinitivos esenciales —vivir, pensar, amar— crece la indiferencia hacia los demás.

En definitiva, La penúltima bondad es un lúcido ensayo desde una mirada esperanzada sobre el vivir cotidiano y las ideas aquí expuestas contrastan con algunas características de nuestro estilo de vida como son la productividad, la agresividad o la prisa. Esquirol hace pensar sobre quiénes somos, y para qué y quién vivimos. Todo expuesto con claridad expositiva y enfocado a alumbrar pensamientos y comportamientos dirigidos a practicar el bien.

En palabras del autor: «Aquí, en las afueras, el mal es muy profundo, pero la bondad todavía lo es más. Aquí, en las afueras, nada tiene más sentido que el amparo y la generosidad. Aquí, en las afueras, no solo vivimos, sino que somos capaces de vida».

Periodista y escritora.