Para muchos medios de comunicación de Europa las elecciones de Estados Unidos son sólo una pugna entre Barack Obama e Hillary Clinton. El resultado es que cientos de miles de europeos, por no decir millones, desconocen que esto es sólo el 50% de la realidad. Falta otra parte. La de un candidato desconocido a este lado del Atlántico pero con una historia personal que tal y como señalaba la revista Newsweek «deja a los demás candidatos como pigmeos».
La prensa europea rezuma antiamericanismo. Lo pudimos comprobar durante los meses previos a las elecciones presidenciales de 2004, donde grandes periódicos de España, Francia, Italia, Alemania, etc., hacían campaña abiertamente en favor de John Kerry y contra George W. Bush. Trasladaban un clima de opinión en el que votar al Partido Republicano era impensable. Pero pasó lo que no preveían. Los ciudadanos norteamericanos dieron su confianza de forma masiva al presidente que había ordenado el derrocamiento de Sadam Husein.
Algo parecido está sucediendo en estas elecciones. Sólo importan los demócratas, ya que se da por hecho que el próximo inquilino de la Casa Blanca será de este partido. Pero para eso antes tendrá que vencer a uno de los candidatos más fuertes que el GOP (las siglas en inglés de Great Old Party, como se conoce allí el Partido Republicano) ha presentado en los últimos años: John McCain.
SUS ORÍGENES
Para comprender quién es John McCain hay que conocer de dónde proviene. John Sydney McCain III nació en Coco Solo, en una base militar de la zona del canal de Panamá en 1936. Tiene ahora 71 años, lo que le convierte en el candidato presidencial de más edad en la historia del país. No obstante, esto parece no suponer un problema y su respuesta ante esta cuestión es siempre la misma: que le pregunten a su madre, Roberta McCain, de 93 años, si su hijo es viejo. Su madre es uno de los principales activos de su campaña. Es una mujer fuerte y de carácter que está aportando mucho a su carrera hacia el 1400 de Pensilvania Avenue.
McCain es, ante todo, un soldado, que ha vivido el espíritu de honor, disciplina y sacrificio de los grandes militares. Su abuelo, John S. McCain Sr., fue un famoso almirante de la Marina, que tuvo un papel decisivo como piloto en la batalla de Okinawa en 1945 y que contribuyó a que Estados Unidos ganara la II Guerra Mundial. Su hijo, John S. McCain, también sirvió en la Marina, con el mismo rango de almirante y participó activamente en la guerra de Vietnam. Estos eran los antecedentes militares de John McCain, una herencia que como reconoce él mismo en su libro Faith of my fathers le intimidaba, pero a la que va a estar ligado para siempre.
En 1954, tras concluir sus estudios en el norte de Virginia en un colegio episcopaliano, religión que profesa, entró en la Academia Naval, por donde habían pasado su abuelo y su padre. Su primer destino fue en Pensacola, Florida, y luego Corpus Christi, Texas. Allí se formó como piloto y tuvo el primero de varios accidentes aéreos, del que salió ileso.
Comenzaban los años sesenta, una década convulsa para Estados Unidos que McCain presenció vestido de uniforme y recién casado. En 1965 contrajo matrimonio con Carol Sheep, una joven modelo de Pensilvania. Adoptó a sus dos hijos de tres y cinco años y poco después tuvieron una hija biológica. En dos años la vida de John McCain había cambiado mucho. Y lo seguiría haciendo a partir de entonces. A los dos meses de su estrenada paternidad solicitó un destino de combate y fue enviado al buque USS Forrestal, donde pilotaba un avión A4 Shyhawk.
HANOI HILTON
El 26 de octubre de 1967, a sus 31 años, McCain realizaba su misión número 23, en Hanoi. Un cohete antimisiles derribó su avión cayendo al lago Truc Bach. Sufrió graves heridas en las piernas y se rompió un brazo. Pero lo peor estaba por llegar. Quedó inconsciente y fue capturado por el ejército norvietnamita, no sin antes ser golpeado, pateado y torturado. La culata de un rifle le dislocó un hombro y su pie izquierdo fue destrozado por una bayoneta de uno de sus captores.
La prisión de Hoa Lo Prison, conocida irónicamente como Hanoi Hilton, fue su nuevo destino, donde fue interrogado y torturado en una pequeña y húmeda celda. McCain se negó a ofrecer información sobre su misión y su identidad.
Pero el ejército norvietnamita descubrió que Mientras McCain pasaba cinco años encarcelado en Vietnam muchos de los actuales políticos de Estados Unidos se divertían en el Festival de Woodstock, experimentaban con las drogas o simpatizaban con la cultura hippie. era el hijo del comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses en el Pacífico, lo que suponía un gran golpe de efecto en términos de propaganda. El Gobierno de Hanoi ofreció al joven McCain ser liberado a cambio de reconocer que Estados Unidos había cometido crímenes de guerra. Pero McCain se negó y, siguiendo el código militar que establece que los prisioneros deben ser liberados en el orden en el que son capturados, rechazó su libertad. Ese gesto de honor le supuso cinco largos años de prisión, de golpes y de torturas en el Hanoi Hilton. Su celda era de dos por dos metros, y allí padeció los frecuentes golpes de bayoneta en los tobillos o interminables sesiones en los que era colgado durante horas por las muñecas.
Cuando el 15 de marzo de 1973, ya en la fase final de la guerra, es liberado su historia le convierte en un héroe nacional. Caminaba con muletas y fue recibido por el presidente Nixon. Fue reconocido con numerosas condecoraciones como la Estrella de Plata, la Legión de Mérito, la Cruz de Aviación por Servicio Distinguido, la Estrella de Bronce o el Corazón Púrpura.
Ahí radica la grandeza de John McCain, un soldado que renuncia a su libertad por la de sus compañeros. Un hombre que prefiere el honor antes que la rendición. Mientras eso pasaba muchos de los actuales políticos de Estados Unidos se divertían en el Festival de Woodstock, experimentaban con las drogas o simpatizaban con la cultura hippie. Por ello, la credibilidad de John McCain y el respeto a su figura es enorme. Con políticos como él, los discursos que invocan el esfuerzo, el patriotismo y el sacrificio adquieren unos niveles de legitimidad difícilmente alcanzables. Estamos acostumbrados a ver muchos políticos que apelan a grandes valores y que proponen ambiciosas aspiraciones, pero que en su vida personal no son un ejemplo a seguir. En el caso de John McCain pocas veces un líder sabe de lo que habla cuando se refiere a la necesidad de preservar la libertad, de hacer frente a los que oprimen y del espíritu de servicio.
INICIOS EN POLÍTICA
En 1976, ya en casa, ocupó un puesto que sería decisivo para su carrera política. Se convirtió en el enlace de la Marina con el Senado, lo que le permitió conocer desde dentro la maquinaria de Washington. Como reconocía el propio McCain comenzaba aquí su entrada «en el mundo de la política y el inicio de su segunda carrera como servidor público».
En su vida personal fueron años difíciles que tuvieron como consecuencia la ruptura de su matrimonio. Poco después conoció a una joven de Arizona, hija de un rico empresario, con quien comenzó una relación y le convenció para mudarse a su estado. Allí en Phoenix, la capital de Arizona, se instaló y tras trabajar en la compañía de su suegro, Hensley Co, gran distribuidora de marcas como la cerveza Budweiser, comenzó a preparar su primera campaña electoral. En 1982 se presentó a la Cámara de Representantes por el 1° distrito de Arizona. Consiguió importantes apoyos de la clase empresarial y política del estado y ganó. Dos años después consiguió la reelección. En 1986, uno de los iconos del Partido Conservador, originario de Arizona, Barry Goldwater, se retiró y John McCain se presentó como candidato al Senado. Se enfrentó a Richard Kimbal, demócrata y también muy querido en Arizona. Pero McCain logró el 60% de los votos, frente al 40% de su rival. Comenzaba así su larga carrera como senador.
Durante esos años su familia siguió creciendo: tuvo tres hijos con su nueva esposa y en 1991 decidieron adoptar a una niña de tres meses del orfanato de la Madre Teresa de Calcuta. Por tanto, McCain ya era padre de siete hijos.
Como senador fue reelegido en tres ocasiones, en 1992, 1998 y 2004. En esos años presidió los comités de Comercio, Ciencia y Transporte y el de Asuntos Indígenas. Además, participó activamente en el Comité de Relaciones Exteriores, uno de los más importantes. Desde su asiento McCain se granjeó la imagen de opositor a la línea dura de su partido, lo que siempre le ha generado una gran aceptación entre los votantes moderados e independientes. Asimismo, ha sido un abanderado contra la industria del tabaco y se ha opuesto a la excesiva influencia del dinero en las campañas electorales, para lo que promovió, junto con el demócrata Russ Feingold, la ley «Campaign Finance Reform».
MAL GENIO
Pero McCain también es conocido por sus excesos verbales y su mal genio. Ha ofrecido algunas perlas como el dirigirse al presidente de Corea del Norte como «un pelele con zapatos de plataforma», afirmar que la capital de Pakistan «apesta» o utilizar la palabra gook para denominar a los asiáticos, un termino peyorativo utilizado durante la guerra de Vietnam. Y hasta la hija de su posible rival en noviembre, Chelsea Clinton, ha sufrido su fuerte temperamento. McCain se burló de ella al preguntarse en un acto público por qué era tan fea, a lo que respondió «porque su padre es Janet Reno», la famosa y liberal fiscal general de la etapa Clinton. Poco después, consciente de su salida de tono, se arrepintió y pidió disculpas.
En 2000 John McCain se lanzó a la carrera por la nominación republicana, pero tenía enfrente a George W. Bush, quien lanzó contra él una campaña no muy limpia, que a la larga acabó con sus aspiraciones. Su campaña de 2000 fue un primer modelo del uso de Internet, al generar una amplia red de seguidores por todo el país a través del correo electrónico, que años después siguió viva. En 2004 McCain apoyó sin reservas al presidente Bush y hace pocas semanas ha recibido el respaldo oficial de éste.
En el verano de 2007 las opciones de John McCain para ganar la nominación del Partido Republicano parecían escasas. Su campaña estaba casi en la bancarrota y gran parte de su staff le abandonó. Eran buenos tiempos para Rudolph Giuliani o Mitt Romney. Pero al igual que en Hanoi, McCain supo resistir y se hizo fuerte frente a las adversidades, hasta que comenzaron las primarias y poco a poco fue dando la sorpresa al ir venciendo a todos sus rivales republicanos y conseguir el número suficiente de delegados. Por ello, mientras los demócratas Barack Obama e Hillary Clinton discuten entre sí y prolongan la división del Partido Demócrata, las opciones para que John McCain sea el próximo presidente van aumentando. Si las próximas elecciones vuelven a girar en torno a la política internacional, la seguridad y la defensa de Estados Unidos, la respuesta a la pregunta de quién será el mejor comandante en jefe tendrá una fácil respuesta: John McCain.