Cesta
Tu cesta está vacía, pero puedes añadir alguna de nuestras revistas o suscripciones.
Ver productosCreador de series como «Isabel» y «El Ministerio del Tiempo», el guionista es un firme defensor de las series en abierto y de la necesidad de documentarse para hablar de personajes históricos.
19 de mayo de 2025 - 9min.
Javier Olivares. Guionista y productor ejecutivo. Licenciado en Historia. Escribió Los hombres de Paco y Los Serrano, entre otras series. Creador de títulos como Infidels, Víctor Ros, Isabel y (con Pablo Olivares) de El Ministerio del Tiempo. Ganador del Premio Nacional de Televisión, tres Ondas y siete Iris de la Academia de Televisión, además del Platino 2018 a la mejor serie iberoamericana. Creador de Ena (por estrenar en TVE) y 33 Días, para Atresmedia.
Avance
El pasado 7 de mayo, Javier Olivares habló en el Foro Nueva Revista sobre el arte de escribir ficción para la no tan pequeña o mediana pantalla. A partir de su artículo, Las series de televisión en España: cómo hemos cambiado, el guionista, historiador y creador de títulos como Isabel y El Ministerio del Tiempo señaló algunos de los lastres del sector en España, como la falta de interés de nuestros políticos, que contrasta con la actitud de los dirigentes de países como el Reino Unido, Alemania y Francia. Allí las series no son consideradas solo una industria y se valora y fomenta su interés cultural. Olivares también lamentó el conformismo de los directivos de nuestras cadenas, incluida la pública. En este sentido, volvió a recordar la frase que le dijeron un día en un despacho de TVE: «Ahora que está Netflix, ¿para qué tenemos que hacer series nosotros?».
En su clase magistral sobre la creación de series y personajes, Javier Olivares también ahondó en la importancia de estudiar la historia, un filón para los guionistas donde es posible encontrar «cosas que no te puedes ni imaginar». Asimismo, destacó el valor de conocer la propia historia de la televisión y de las series, que demasiados jóvenes autores ignoran. También explicó cómo surgió la idea de crear El Ministerio del Tiempo con su hermano Pablo, de quien recordó su coraje para escribir dos capítulos antes de que la ELA se lo llevara.
Javier Olivares es un autor reconocido por el público y a la vez discutido por los que mandan, incómodo. Premio Nacional de Televisión por El Ministerio del Tiempo y ganador de los principales reconocimientos que otorga nuestra industria, sus series luchan a menudo contra corriente. El Ministerio no tuvo todas las temporadas que merecía y cada renovación era un parto demasiado doloroso para un bebé tan sano. En la actualidad, tiene otra serie terminada y pendiente de estreno en TVE, Ena, sobre la vida de Victoria Eugenia de Battenberg. Por algún misterioso motivo, los espectadores de Finlandia y Portugal ya pueden verla, mientras los españoles siguen esperando. El creador tampoco entiende bien los problemas para sacar adelante su proyecto sobre Felipe II, a dos años de celebrar el quinto centenario del nacimiento del monarca.
El creador de Isabel, otra serie histórica de gran éxito, empezó su intervención valorando la historia de la televisión en España, que solo tiene 69 o 70 años, apenas dos años más que él. «Impacta un poco la rapidez de las cosas, porque en este tiempo las series de ficción tienen ya su propia historia, con mayúsculas, que tal vez se estudia demasiado poco. Tal vez los que empiezan a trabajar ahora en ficción desconocen el pasado, de dónde venimos. Pueden ver Black Mirror y no se dan cuenta de que The Twilight Zone empezó ese modelo hace 40 años».
Si prefieres ver el vídeo con lo que dijo Javier Olivares en el Foro Nueva Revista, aquí tienes un amplio resumen:
En su artículo, Olivares ya hablaba de las series en España y de todas las transformaciones vividas, sobre todo desde la aparición de las plataformas, que han revolucionado el modelo. «Pero muchas veces han olvidado algo esencial», insistió en el foro, «que toda serie necesita público y que todo creador necesita el roce con el público, porque si no, no crece hasta los niveles que tiene que crecer».
«Cuando la verdad y el alma llegan a la pantalla, la traspasan»
Como gran modelo reciente de éxito merecido, Olivares citó una serie de Netflix y explicó por qué triunfa en las últimas semanas. «Cuando la verdad y el alma llegan a la pantalla, la traspasan», afirmó. «El ejemplo para mí es El eternauta. Las grandes series tienen metáforas; es decir, cuando las ves, te llevan a un universo en el que tú piensas en torno a lo que estás viendo. Para mí, las series no tan buenas son aquellas que solo son lo que ves. No hay más. De hecho, son lo que ves y lo que te obligan a escuchar sin parar en los diálogos, repitiéndolo todo para que te enteres de verdad, porque se creen que eres tonto».
En esa relación entre el público y sus series, cree Olivares que nos equivocamos o, más bien, que se equivocan los que cobran por decidir. «Está en crisis la creatividad. En España hay una zanja entre público y creación». Y la culpa, asegura, es de «la continua interlocución e intermediación entre tu creación y el público, de mucha gente que opina». Los directivos ponen zancadillas a los creadores y no les dan todo el control que estos merecen, como sí ocurre en otros países. Un poco más abajo, el guionista explicará en qué consiste la figura del showrunner y por qué es importante su presencia, que se podría decir que él inauguró de forma oficial en nuestro país, aunque otros lo hicieron antes de que el término fuera conocido.
Antes, el guionista rompió una lanza en favor de la ficción en abierto, que lejos de haber muerto, para él es «la más popular y la más necesaria», aunque en España sea una especie en vías de extinción. «Basta cruzar la frontera, los Pirineos, para ver que en Francia se estrenan 30 series o nuevas temporadas cada año, que en la BBC, de lunes a viernes, el prime time es para una serie de producción propia, que ZDF está invirtiendo y produciendo en Alemania y que hasta la televisión nacional croata hace series de primera magnitud, como los países nórdicos, todo en abierto. Tienen audiencias de un 20 o un 30 por ciento, y en la BBC, como el caso de Line of Duty, de hasta un 47 %. Nos creemos que pasa lo mismo en todo el mundo, en toda Europa, pero es [el arrinconamiento de la ficción en abierto] un universo que se está generando solo aquí, en España».
«Yo creo que España, y es un tema cultural no solo relacionado con las series, forma parte de Europa, pero es un país muy americanizado. Llama la atención que Mitterrand y Kohl, los líderes franceses y alemán, organizaran un encuentro solo para hablar de lo audiovisual y de la televisión. Decidieron fundar Arte, potenciar la ZDF en Alemania y abrir un segundo canal francés para que las producciones norteamericanas no coparan el audiovisual europeo. Fue una reunión entre dos primeros ministros para hablar de eso. Aquí es inimaginable. Y en Inglaterra, cuando se dieron cuenta de que Netflix estaba arrasando con todos sus técnicos y actores, hubo inmediatamente una comisión parlamentaria para ver cómo se podía equilibrar».
«Yo siempre utilizo como lema una frase de Martirio, que me llegó al alma y que es: “El que se emociona piensa”. Es maravillosa. La emoción hace que tu cerebro funcione»
Una vez abierto el turno de preguntas, alguien planteó la duda de si las series deben reflejar la realidad. «Las series no deben alejarse de la realidad», respondió Olivares de entrada, antes de profundizar en la cuestión dándole la vuelta. «Lo que no pueden hacer las series es ser evasivas de la sociedad, de la realidad. Una serie, como objetivo esencial, tiene que entretener, porque si no es una mala serie, pero nunca hay que conformarse con eso. Nunca. Cuando emites un producto que pueden ver millones de espectadores, tienes que tener una ética».
Dicha ética implica hacer las cosas bien, porque «lo que está mal hecho no funciona nunca», afirmó Javier Olivares, antes de poner el ejemplo de Isabel y de comentar lo que cuesta documentarse en una serie histórica. «Aunque pueda parecer exagerado, cada capítulo tenía como un 70-80 % de documentación rigurosa. Cuando te pones a investigar, te das cuenta de que la historia te ofrece cosas que no te puedes ni imaginar. En Isabel, había también un promedio de 15-20 % de secuencias en las que los diálogos eran extraídos de cartas autógrafas de los propios protagonistas en la época».
Antes de explicar, y ya llegamos, en qué consiste la figura del showrunner, Olivares habló de la «autoría» que tienen las buenas series inglesas y americanas. «Aquí muchas veces es todo un amasijo. Yo siempre utilizo como lema una frase de Martirio, que me llegó al alma y que es: ”El que se emociona piensa”. Es maravillosa. La emoción hace que tu cerebro funcione. Y lo más importante, ese cerebro funcionando emocionalmente lo puede tener Wittgenstein, Freud, un albañil, una señora de la limpieza, un ingeniero y una tenista. Porque todos los seres humanos tenemos esas emociones de serie y ese pensar es profundo. La gente se cree muchas veces que la profundidad se basa en lo hermético, en lo que la gente no entiende. Se equivocan. Eso se llama pedantería».
Tocaba ya hablar de esos autores que lideran las grandes producciones del mundo, los showrunners, una figura que llegó a nuestro país en gran medida gracias a sus esfuerzos. «Es el líder de una producción televisiva, el máximo responsable del desarrollo, desde la creación, normalmente, hasta la producción. Puede ser un director o un productor, pero normalmente es el guionista que crea la serie», explicó.
«Esta figura», prosigue Olivares, «al principio no existe como tal, quitando casos excepcionales, como Alfred Hitchcock o Rod Serling. En España, ya eran showrunners, sin existir la palabra, Chicho Ibáñez Serrador, Jaime de Armiñán y Ana Diosdado en Anillos de Oro, porque eran los creadores, lo controlaban todo y decidían quién y cómo. Incluso dirigían. La figura se instala del todo en la industria estadounidense en los años 90. Luego llegó la HBO y se convierten en creadores, tienen la primera y última palabra.
Las últimas palabras del foro formaron parte de la lección de escritura, ante el interés de algunos de los estudiantes que participaron a través de internet: «Todo personaje tiene que ser poliédrico. Es decir, nunca hay un malo-malo, nunca un bueno-bueno. Siempre procuro ver el otro lado de los personajes y ver que el bueno a lo mejor tiene un lado oscuro. Lo decía Aristóteles en un libro que se llama Poética y de eso ha pasado mucho tiempo. Es uno de los mejores cursos de guiones y decía: “Más personaje, menos peripecia”. Lo clavó».
La teoría aristotélica dice que «todas las acciones las tiene que mover el personaje». «La peripecia no puede arrollar a cada personaje. Él y sus decisiones tienen que conducir a las peripecias. Y luego, justificación, justificación de sus acciones. Tú puedes creer que un malo-malísimo va a poner una bomba en un sitio, que va a morir gente inocente. Evidentemente, algo peor que eso no lo hay, pero tienes que pensar qué razones puede tener y, a lo mejor, no puedes entender que ponga la bomba, pero sí las razones. El público tiene que entender las razones que mueven a todos los personajes en una serie. Y a partir de ahí ya vas desarrollándolo, pero una serie son sus personajes, claramente. Siempre».
Las fotografías de Javier Olivares son de Federico Marín Bellón para Nueva Revista.