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Ver productosEn las faltas de las personas nunca vio «motivo suficiente para retirar la amistad»

30 de octubre de 2025 - 9min.
Edith Stein. Nacida en 1891 en Breslau (Breslavia, Alemania; hoy Wrocław, Polonia) de padres judíos ortodoxos, fue la primera mujer que se doctoró en Filosofía en Alemania, en 1916. Fue también asistente de Edmund Husserl, el fundador de la fenomenología. En 1922 se bautizó. En 1933 se hizo carmelita descalza, con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. La Gestapo la detuvo el 2 de agosto de 1942 y la deportó a Auschwitz, donde fue asesinada el mismo día de su llegada, el 9 de agosto de 1942. Santa canonizada por Juan Pablo II (1998) y copatrona de Europa desde 1999.
Avance
«Quien busca la verdad, consciente o inconscientemente busca a Dios», escribió Edith Stein. En su vida, ese principio la llevó del judaísmo al catolicismo, tras doctorarse en Filosofía y trabajar como asistente de Edmund Husserl. Ya católica (jurídicamente desde 1922), la misma inquietud indagatoria la condujo a la radicalidad de la vida religiosa en el Carmelo (a partir de 1933). Pero como los verdaderos cristianos, como san Pablo, como el mismo Jesucristo, Edith Stein nunca renegó de sus orígenes judíos. Al contrario: los quería y le sirvieron para profundizar en todas las tareas que emprendió, siempre con gran rigor académico.
Edith Stein, judía, se sentía a la vez muy germánica. Estaba agradecida al Estado, que había permitido que las mujeres accedieran a la universidad. Afirmó en 1932: «Es propio del modo de ser del pueblo alemán la inusitada apertura a elementos espirituales ajenos: podemos estar totalmente seguros de que no sería lo que es sin lo que ha recibido de otros». ¿Pensaría lo mismo a partir de que Hitler se hiciera con el poder, en enero de 1933? Sería interesante preguntárselo directamente si se pudiera. También escribió: «Hay personas a las que un pueblo tiene que agradecerles más de lo que él le ha dado», y ese es el caso de Alemania y ella.
Edith Stein tenía una fuerte voluntad, aprendemos leyendo la biografía que publica Irene Chikiar Bauer. «Todo lo que veía o escuchaba “lo elaboraba por dentro” y podía tomar decisiones para toda la vida. Cierta vez, la conducta de un borracho le produjo tal impacto que […] siendo estudiante siempre evitó tomar “la menor gota de alcohol para no perder por propia culpa” lo que denominó su “libertad intelectual y dignidad humana”». Esa fuerte voluntad quedó consolidada con su conversión. En su Autobiografía, ya con Hitler en el poder, menciona el suicidio de dos familiares suyos judíos. Explica que «la lucha económica contra los judíos» ha producido «de golpe tantas ruinas, y ha sido también la causa de un espantoso número de suicidios». Ella, sin embargo, acude al plano sobrenatural para poder seguir, porque hay «una relación entre la incapacidad de mirar con ojos serenos y aceptar el hecho de la ruina de la vida externa, con una concepción pobre sobre la vida eterna».
Un gran filósofo recién fallecido, Alasdair MacIntyre (1929-2025), afirma que el desarrollo filosófico de Edith Stein no se puede contar «de forma inteligible si se abstrae de su vida», porque «hizo deliberadamente que su pensamiento filosófico tuviera que ver con las prácticas de la vida cotidiana, y utilizó las experiencias proporcionadas por tales prácticas para formular problemas filosóficos y llegar a conclusiones».
ArtÍculo
Edith Stein (Breslau, Alemania, 1891-Campo de Concentración de Auschwitz, 1942) viajó de jovencita a la isla alemana de Helgoland. En una excursión divisó «una oveja atada a un poste. Cuando nos acercamos baló lastimosamente, y desde el fondo de sus ojos verdes claros y transparentes venía un abismo de angustia mortal e incomprensión, que no pude olvidar».
El 2 de agosto de 1942, los nazis sacaron del Carmelo de Echt, en Holanda, a Edith Stein y a su hermana Rosa Stein, y las deportaron a la barraca 30 del Campo de Concentración de Westerbork, un lugar extraordinariamente sucio y lleno de pulgas. Allí convivió «con madres desesperadas, enajenadas, niños desamparados y hambrientos», leemos en la biografía de Irene Chikiar Bauer.

Entre el 4 y el 5 de agosto de 1942, Edith Stein redacta un par de notas a la priora del Carmelo de Echt. Informa: «Estamos completamente tranquilas y contentas. Naturalmente, hasta la fecha, sin misa y sin comunión; quizás más tarde sea posible. Ahora nos es dado experimentar un poco más cómo se puede vivir sostenidas interiormente».
El 6 de agosto de 1942, fiesta de la Transfiguración del Señor, los prisioneros de Westerbork saben que serán nuevamente deportados. Edith escribe su última carta a la priora. Pide «medias de lana, dos mantas. Para Rosa, toda la ropa interior de invierno y lo que estaba en la lavandería; para las dos, toallas y trapos para lavarse. Rosa tampoco tiene cepillo de dientes, ni cruz, ni rosario. Me gustaría tener el próximo volumen del Breviario (hasta ahora he podido rezar maravillosamente). Nuestras cartillas de identidad, de familia y de racionamiento».
¿Qué pasó desde el 6 de agosto de 1942 hasta que fue exterminada en Auschwitz-Birkenau el mismo día de su llegada, el 9 de agosto de 1942? ¿Perdería Edith Stein la fe en esos últimos días de su vida ante las pruebas tan extraordinarias que experimentó y el silencio de Dios? Es de suponer que no, porque Edith Stein fue una buscadora de sentido y en el catolicismo lo halló para sufrir vicariamente y unirse así a la obra de la redención de Cristo. Para ella la «ciencia» no era simple «teoría», sino una «verdad viva, real y operante». Podemos suponer, pues, que no se desesperó, y podemos suponer también que perdonaría a sus verdugos, porque en una de sus obras, en la Ciencia de la Cruz, Stein defendió: «Las almas no comprenden lo que les sucede, y muy pocas encuentran a alguien que pueda abrirles los ojos».
Muy exigente consigo misma y con los demás. Muy puntual y le exasperaba quien no lo fuera.
Atractiva y consciente de que atraía. «Yo ya no era una niña ingenua. Cuando no necesitaba manifestar mis deseos, sino que con una mirada conseguía lo que quería, me llenaba de satisfacción», anota en su Autobiografía. Esa mirada de que habla era para a un amigo que la pretendía.
Mostraba siempre una gran firmeza de carácter. Era una magnífica estudiante, con una gran memoria y una inteligencia notable: durante el bachillerato (1907-1911) y en la universidad, en Breslau y en Gotinga (1911-1915). «Su fama recorrió las aulas luego de que el profesor Olbrich comunicara en otro curso: “En la clase inferior a ustedes está la señorita Stein la primera, luego viene un gran vacío, y a continuación las demás”. Esta noticia fue diseminada por toda la escuela y se extendió por gran parte de la ciudad», recuerda Irene Chikiar Bauer.
Era feminista, una de las primeras feministas, con un feminismo compatible con lo judío y con lo católico. «Con frecuencia hablábamos sobre el problema de la doble vocación femenina. Erna [su hermana] y nuestras dos amigas tenían fuertes dudas sobre si no se debería sacrificar el trabajo profesional en favor del matrimonio. Solamente yo mantenía siempre que por nada del mundo renunciaría a la profesión. ¡Quién hubiera podido entonces vaticinar nuestro futuro! Las tres se casaron y, a pesar de ello, ejercieron su profesión. Únicamente yo no me casé, pero también soy la única que hice un compromiso por el cual quería sacrificar con toda alegría cualquier profesión», apunta en su Autobiografía.
No se alegraba del mal ajeno. «Para mí no había cosa más horrible que aquel defecto […]. Quizá podía haber dado motivos para tal sospecha el que algunas veces me reía ante respuestas tontas en clase».
Era dura al describirse a sí misma y sus defectos y dura cuando señalaba las imperfecciones de los demás: de su familia y de sus conocidos. De Lilli Platau (una amiga del bachillerato) revela su fealdad física (es «muy fea»), pero se olvidaba «al conversar con ella debido a su frescura y amabilidad». A Rose Guttman, otra compañera de estudios, la describe como una joven «delgada y bien proporcionada» que «sabía vestirse con exquisito gusto» y con gran atractivo a pesar de la «dura mirada» de sus ojos castaños. Pero aunque aparentaba autonomía, resultaba insegura y se amoldaba a las opiniones del ambiente, lo que hacía que, en diferentes círculos, formulara «pareceres totalmente contrarios». Erna (Stein, hermana suya) y Hans (el novio de su hermana Erna) se desilusionaron por la falta de sinceridad de Rose Guttman, sus inseguridades y cambios de parecer. Pero Edith ganó gran ascendencia sobre ella y le manifestó que los reproches que le dirigían los demás integrantes del grupo eran justificados. «No le oculté los defectos que percibía en ella. En las faltas de las personas nunca vi motivo suficiente para retirar la amistad».
Tenía siempre criterio propio. Un tío suyo le aconsejó que estudiara Medicina, pero ella insistió en que quería ser filósofa porque «estamos en el mundo para servir a la humanidad», y eso se consigue mejor «si se hace aquello a lo que nos inclinan nuestras peculiares aptitudes».
Atacaba la tibieza: «Es comprensible que Dios se esconda de aquellos que no siguen la invitación de buscarlo, que permanecen estáticos estúpidamente ante sus autotestimonios; o no lo buscan a Él, sino los medios para alcanzar metas contrarias a Él con frecuencia». Porque a Edith Stein no le preocupaba solo su verdad particular, sino la verdad como tal. De nuevo, y quizás sea este su rasgo definitorio fundamental, en el trato con los demás quería escuchar la verdad, aun a costa de su propia persona, pero tenía también el valor de decir la verdad a los demás sin juzgar a nadie.
Las citas textuales de este artículo provienen de:
Chikiar Bauer, Irene. (2015). Edith Stein. Judía. Filósofa. Santa. Taurus.
Obra completa de Edith Stein (en alemán): https://www.edith-stein-archiv.de/es/edith-stein-gesamtausgabe; https://www.herder.de/theologie-pastoral/shop/k2/reihen/edith-stein-gesamtausgabe/
Stein, Edith. Obras Selectas. (2012). Ed. Francisco Javier Sancho Fermín. Serie: Maestros Espirituales Cristianos 12. Burgos: Monte Carmelo.
Stein, Edith (Santa Teresa Benedicta de la Cruz). (2019). Obras Completas I. Escritos autobiográficos y cartas. Bajo la dirección de Julen Urkiza y Francisco Javier Sancho. Traducidos del alemán por Jesús García Rojo, OCD, Ezequiel García Rojo, OCD, Francisco Javier Sancho Fermín, OCD, Constantino Ruiz-Garrido. Revisión desde los autógrafos: Julen Urkiza, OCD. Coeditores: Editorial Monte Carmelo (Burgos), Ediciones El Carmen (Vitoria), Editorial de Espiritualidad (Madrid).
Stein, Edith. (2006). Obras completas II. Escritos filosóficos. Etapa fenomenológica (1915-1920). Edición bajo la dirección de Julen Urkiza y Francisco Javier Sancho. Madrid: Monte Carmelo.
Stein, Edith. (2007). Obras completas III. Escritos filosóficos. Etapa de pensamiento cristiano (1921-1936). Edición bajo la dirección de Julen Urkiza y Francisco Javier Sancho. Madrid: Monte Carmelo.
Stein, Edith. (2007). Obras completas IV. Escritos antropológicos y pedagógicos. (Magisterio de vida cristiana, 1926-1933). Edición bajo la dirección de Julen Urkiza y Francisco Javier Sancho. Madrid: Monte Carmelo.
Stein, Edith. (2007). Obras completas V. Escritos espirituales. (En el Carmelo Teresiano: 1933-1942). Edición bajo la dirección de Julen Urkiza y Francisco Javier Sancho. Madrid: Monte Carmelo.
Batzdorff, Susanne M. (2001). Mi tía Edith. La herencia judía de una santa católica. Madrid: Editorial de Espiritualidad. Aquí la versión en inglés.
Ingarden, Roman (1962). Edith Stein on Her Activity as an Assistant of Edmund Husserl. Extracts from the letters of Edith Stein with a Commentary and Introductory Remarks. Philosophy and Phenomenological Research: 23(2), 155-175. https://doi.org/10.2307/2104910
Herbstrith, Waltraud. (1987). El verdadero rostro de Edith Stein. Madrid: Encuentro. Aquí la versión en inglés.
Posselt, M. Teresa Renata del E. S. (1980). Edith Stein: una gran mujer de nuestro siglo. Madrid: Monte Carmelo. Aquí la versión en inglés.