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El aumento exponencial de los casos de los llamados «niños trans» en todo el mundo occidental y las leyes —como en el caso español— que regulan un verdadero derecho de estos niños a avanzar desde edades muy tempranas en un proceso de socialización como integrantes de un sexo distinto del biológico (uso de nombres, vestido, participación en deportes, etc. conforme a su sexo sentido y no al biológico), de acceder a tratamientos hormonales inhibidores de la pubertad y progresivamente al cambio registral de nombre y de sexo (con o sin cirugías de reasignación) está generando un debate que implica a la medicina y a la política, pero que sobre todo interesa a las familias, pues de niños se trata.

Los postulados de la llamada ideología de género se basan en que el sexo como dato biológico no tiene nada que ver con la identidad personal que solo debería definirse a partir de la autodeterminación de cada persona, sin que esa autodefinición pueda ni deba ser condicionada por el propio cuerpo. Así se podría ser mujer u hombre con un cuerpo de varón o con uno de hembra, como suele decir Judith Butler; relegando así la condición sexual de la persona a un ámbito meramente subjetivo de autodeterminación que desprecia la realidad corporal como si fuese ajena a la propia personalidad. De este planteamiento ideológico surge la problemática actual de los «niños trans», niños que se autodefinen y se autodiagnostican como de un sexo distinto del biológico y exigen ser tratados conforme a su opción identitaria, percibiendo cualquier oposición (de sus padres, educadores, médicos, etc.) como un atentado a su derecho al libre desarrollo de su personalidad.

El aumento de los casos de los llamados «niños trans» en todo el mundo occidental está generando un debate que implica a la medicina y a la política  y que interesa, sobre todo, a las familias

La vuelta atrás de algunos países

Las legislaciones de algunos países están haciendo suya esta perspectiva —como es el caso de España—, pero estas decisiones legislativas están, como mínimo, carentes de un previo análisis y debate serio científico, médico y filosófico. Y lo que está en juego es algo muy serio: la salud de menores de edad, que quizá está siendo puesta en riesgo por opciones legislativas promovidas a impulso de ideologías discutibles y sin un fundamento científico contrastado. Por eso, se comprende que estén apareciendo libros que ponen de manifiesto la, como mínimo, ausencia de fundamento de estas concepciones ideológicas de género, sus peligros y la necesidad de un análisis crítico de este fenómeno. También es significativo que los primeros países que autorizaron los cambios de sexo de menores de edad como Suecia o Finlandia estén cambiando su normativa para prohibir estas intervenciones, a la par que Reino Unido, Francia y algún Estado norteamericano dictan normas en la misma dirección tras comprobar que se trata de terapias fallidas y nocivas.

Bibliografía destacada

En esta línea los libros de Abigail Shrier que estudia este fenómeno en Estados Unidos; el de Errasti y Pérez Álvarez en España; y, ahora, el de Céline Masson y Caroline Eliacheff en Francia, recientemente traducido al español y publicado —como los anteriores— en editorial Deusto, ayudan a tener elementos de juicio desde una perspectiva crítica sobre este fenómeno.

Abigail Shrier: Un daño irreversible. La locura transgénero que seduce a nuestras hijas. Deusto, 2021. 304 págs

Un daño irreversible. La locura transgénero que seduce a nuestras hijasde Abigail Shrier (299 págs.) es una investigación periodística sobre la «locura transgénero» de menores adolescentes en Estados Unidos, basada en entrevistas con las personas afectadas. Esta obra ha sido muy polémica: por un lado ha recibido peticiones de censura y prohibición y, por otro, también fue declarada «libro del año» por medios como Times o The Economist. Se entiende esta polémica pues pone sobre la mesa una de las pandemias de nuestra época: el creciente número de chicas que optan por el llamado cambio de sexo en la adolescencia, sin antecedentes de disforia en la infancia, adoctrinadas en internet por influencers y que, en muchos casos, tras someterse a tratamientos con testosterona y en su caso a cirugías varias, perciben como un error sus decisiones al respecto.

El libro de Shrier se centra en las chicas, pues son ya un 70% de los casos de cambio de sexo; y resalta los indicios existentes de cómo esta moda transgénero está inducida culturalmente y encubre otras patologías que no son tratadas, ya que el negocio del cambio de género ha secuestrado también la medicina. Los análisis de Shrier sobre el adoctrinamiento de género en las escuelas norteamericanas y la práctica habitual de admisión por los profesionales médicos del autodiagnóstico del menor que se declara trans sin revisión ni contraste objetivo alguno, son quizá los aspectos más preocupantes de este informe.

También resulta digna de reflexión la absoluta indefensión de los padres de esas menores (bien documentada por la autora) que se ven impotentes para intentar introducir sensatez y ciencia en las decisiones de sus hijas autodeclaradas trans; padres que se enfrentan a un muro ideológico y político que los trata como si fuesen enemigos declarados de sus propias hijas, aunque al final son los que están ahí para ayudar cuando sus hijas advierten su error.

La obra de Shrier tiene el valor añadido de estar escrita sin prejuicios a priori y sobre la base de entrevistas a los actores de este drama: niños y niñas trans, educadores, médicos y estudiosos y padres que han vivido esta experiencia.

El libro de Abigail Shrier se centra en la realidad norteamericana y en las menores, pues ellas suponen un 70% de los casos de cambio de sexo

José Errasti y Marino Pérez Álvarez: Nadie nace en un cuerpo equivocado. Deusto, 2002.

Nadie nace en un cuerpo equivocado. Éxito y miseria de la identidad de génerode José Erasti y Marino Pérez Álvarez, ambos profesores de psicología en la Universidad de Oviedo, es un análisis sobre la misma materia, también muy útil. Libro más teórico que el de Shrier, denuncia los mismos problemas con una gran claridad.

En los dos primeros capítulos (págs. 25 a 79) los autores ponen de manifiesto cómo el sexo tiene que ver ante todo con la reproducción y no solo en la especie humana; y que la sexualidad es binaria (masculino, femenino) porque los gametos lo son y «no hay un tercer tipo de gametos. No hay ni espermatóvulos ni ovulozoides. Los gametos no forman un espectro. La fecundación y la gestación no son los extremos de un continuo de funciones. La negación de esta evidencia biológica por intereses políticos o ideológicos espurios sólo puede traer confusión y problemas a la sociedad» (pág. 35). Y: «lo que determina el sexo de un individuo es la función que cumple en la reproducción sexual anisogámica, es decir el tipo de gameto que aporta a la reproducción» (pág. 40). Así de clara y de contundente es la refutación que hacen los autores de las teorías de la identidad de género.

En los siguientes capítulos analizan la matriz neoliberal de los mitos sobre los sentimientos y la identidad subjetiva como fuentes de la verdad sobre uno mismo, la difusión de esta ideología en la política, las leyes, la educación, la sanidad y los medios de comunicación y cómo es la sociedad quien influye en las personas con sus mitos culturales creando modas como la actual del transgenerismo. El capítulo 5 (págs. 131 a 161) se dedica al estudio del pensamiento de Judith Butler y Paul B. Preciado, dos de los ideólogos queer más influyentes en la actualidad; el capítulo 6 al análisis del activismo queer en los ambientes culturales y universitarios y el capítulo 7 (págs. 195 y ss.) al problema específico que denominan «infancia trans». En este capítulo y el siguiente documentan la afirmación que da título al libro (Nadie nace en un cuerpo equivocado) y defienden con pasión profesional que no hay nada más anticientífico y antiético que el dogma de que la transición al otro sexo es la única y universal salida aceptable para los problemas de identidad sexual en menores.

Los dos últimos capítulos del libro —con un estilo muy diferente, mucho más irónico y polémico— se acercan al fenómeno de la neolengua de género y a lo que llaman la Santa Inqueersición, es decir la tentación totalitaria que supone hoy esta moda cultural.

Si Schrier se aproximaba a la realidad de los menores trans desde el periodismos, los profesores José Erasti y Marino Pérez Álvarez lo hacen desde la ciencia

Céline Masson y Caroline Eliacheff. La fábrica de los niños transgénero. Ed. Deusto. 2023, 112 págs

La fábrica de los niños transgénero. Cómo proteger a nuestros menores de la moda trans, de Céline Masson y Caroline Eliacheff, psicoanalista la primera y doctora en medicina y psiquiatra la segunda, es una llamada de atención a la sociedad francesa sobre este mismo problema. Este libro, de muy reciente aparición, en la misma editorial que los anteriores, cuenta con un prólogo de Paula Fraga, jurista y miembro activo de la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres, y de un epílogo escrito por José Errasti, coautor del libro al que nos hemos referido supra.

Las doctoras Masson y Eliacheff analizan en esta breve obra (108 págs., incluyendo el epílogo y prólogo citados) el mismo tema a partir de su experiencia clínica y por referencia a la actualidad francesa, poniendo de manifiesto, como las obras más arriba reseñadas, el carácter universal del fenómeno de la moda cultural del transgenerismo y su incidencia preocupante en los menores de edad. En el primer capítulo (págs. 29 a 42) las autoras denuncian la desinformación y manipulación con que este problema se plantea ante la opinión pública a partir de un documental, Petite Fille, difundido en Francia en 2020 que oculta gran parte de la información disponible al respecto presentando una transición de un menor de ocho años como algo razonable y lógico sin cuestionar la capacidad a esa edad de dar un consentimiento informado y responsable. Concluyen ese capítulo las autoras afirmando que Francia va retrasada en esta materia respecto a los países que empiezan a calibrar los riesgos del descontrol que supone para los niños esta moda y praxis acrítica favorable a la transición de género de los menores de edad.

En el capítulo segundo (págs. 43 a 60) estudian el fenómeno del contagio social de la moda trans entre menores y adolescentes, concluyendo que «los blogs protransición y los vídeos proporcionan a los jóvenes un prisma ideológico unívoco y falso para interpretar sus dificultades», resaltando el fenómeno de la captación en línea que induce el uso de una neolengua, el rechazo a la ciencia y la biología, el aislamiento social y familiar y la cultura de la victimización, que empuja a los niños a una dependencia de por vida de la industria farmacéutica. En el capítulo 3 (págs. 61 a 79) se analiza lo que las autoras llaman «un escándalo sanitario», denunciando la medicalización de por vida de esos niños, los efectos secundarios y riesgos a largo plazo de los tratamientos hormonales cruzados, el carácter experimental del uso de tales medicamentos aún no aprobados por las autoridades sanitarias con este fin y que la «cirugía llamada de reasignación es mutilante».

Las doctoras Masson y Eliacheff se centran en el caso francés. Su conclusión es que el transgenerismo actual es un engaño colectivo contemporáneo que fragmenta la sociedad

En la conclusión (págs. 89 a 98) las autoras presentan el transgenerismo ideológico actual centrado en los menores como un engaño colectivo contemporáneo que fragmenta la sociedad mediante el establecimiento de identidades diversas sin fundamento científico, promoviendo un individualismo total que sujeta a las personas a una mercantilización y un consumismo donde los cuerpos son claramente una mercancía. Resaltan asimismo cómo el transgenerismo manifiesta un preocupante odio al ser humano y especialmente a la feminidad: «Si ya no hay cuerpo, ni sexo, ni mujeres ni niños, ¿qué queda de lo humano?» (pág. 97). Y concluyen con esta invitación: «Es responsabilidad de todos hacer campaña para prohibir las intervenciones médicas y quirúrgicas en los cuerpos de los niños y adolescentes que no presentan ninguna enfermedad, puesto que la disforia de género no lo es. No dañar a los niños es una ley fundamental».

Las tres obras reseñadas pueden ayudar a reflexionar para formarse un criterio fundado sobre este tema de tanta trascendencia en el que está en juego algo tan importante como la salud de los niños y, a la par, libertades básicas como las de pensamiento sobre la sexualidad, práctica científica de la medicina sin condicionamientos ideológicos ni políticos, educación y ejercicio de la patria potestad sin cortapisas estatales y el mantenimiento de una sociedad libre de ciudadanos iguales y no parcelada en estatutos jurídicos diferenciados según la percepción subjetiva sobre la identidad personal.

Jurista. Exsecretario de Estado y expresidente del Foro de la Familia.