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El profesor José Antonio Ibáñez-Martín, catedrático de Filosofía de la Educación, ha sido homenajeado tras su jubilación en la Universidad Complutense. Pero ahora se vincula a la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

En un acto de despedida el viernes en la sede la Comisión Europa en Madrid, José María Vázquez García-Peñuela, rector de la UNIR, le agradeció que haya querido “hacerse cargo de una tarea no pequeña, la puesta en marcha de los estudios de doctorado en la UNIR”. Puesto que la cita en honor de Ibáñez-Martín se desarrollaba en torno a su conferencia («Última Lectio Complutensis: la pedagogía del deseo y las disposiciones intelectuales»), Vázquez, tras escuchar la exposición de Ibáñez-Martín, concluyó: “Les convoco para que dentro de muchos años podamos asistir a otra última lectio”, pero entonces será “una última lectio riojensis”.

Gonzalo Jover, catedrático de Teoría de la Educación en la Complutense, discípulo de Ibáñez-Martín, recordó “la lista de autores que, junto con varias decenas de referencias de la bibliografía nacional e internacional más actual, proponía Ibáñez-Martín para leer a los alumnos de sus asignaturas”. Eran estos: Platón (Protágoras y La República), Aristóteles (Ética a Nicómaco y la Política), Cicerón (Tratado de los deberes), Quintiliano (Institutio oratoria), Plutarco (Tratado sobre la educación), San Agustín (El maestro), Santo Tomás (El maestro y fragmentos de la Suma Teológica). A esos autores antiguos, se sumaban los clásicos modernos, entre ellos Jaspers, Millán-Puelles (maestro de Ibáñez-Martín), Kant, Schleirmacher, Maritain, Ortega y Gasset y García Morente.

Miguel Ángel Santos, catedrático de Historia de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela, le mostró gratitud por “los cincuenta años de servicio a la educación en nuestro país, siempre dispuesto a enseñar, pero también presto al continuo aprendizaje”. Ibáñez-Martín había estado a la “altura de la misión cívica que debe representar y no olvidar nunca cualquier alma mater que se precie”. Santos subrayó: “Tengo para mí que buena parte de la filosofía de la educación que has ido reconstruyendo comunica una advertencia sobre las derivas educativas de una modernidad líquida cuyos efectos están bien a la vista».

Conrad Vilanou, catedrático de Pedagogía de la Universidad de Barcelona, resaltó el papel de la Revista Española de Pedagogía, una joya dirigida por el profesor Ibáñez-Martín siguiendo la estela de Víctor García Hoz. Pero antes lo caracterizó como “hombre de pocas palabras, con una sonrisa mordaz y una mirada en ocasiones un tanto escéptica, que recuerda el perfil intelectual de alguien formado en diálogo constante y fluido con el mundo anglosajón”. Detrás del gentleman veía “la huella del atleta cristiano de San Pablo”, “aspectos del caballero medieval” y “del sabio renacentista”. Es decir, a “alguien que cultiva el estudio y la sapientia”. No tenía duda de su “actitud lúdica, que no está reñida con el trabajo. ¡Y de qué manera trabaja el profesor Ibáñez-Martín!». En su universo no hay «detalle baladí ni gazapo menor»; de ahí su «pulcritud», “todo es importante”.

Los secretos de la tortilla de patatas

Llegó el turno del celebrado. Ibáñez-Martín empezó con tres anécdotas que definen bien su porte. “Recuerdo que hace muchos años, mi hermana Conchi me contó una aventura que le pasó en un restaurante gallego. Le pusieron una tortilla con diversas capas, buenísima. A mi hermana se le ocurrió preguntarle a la cocinera: ‘¿Cuál es la fórmula?’. Le contestó: ‘¡Como que se lo voy a decir a usted! No sé si se da cuenta de que es la especialidad de la casa”. Ibáñez-Martí sacó esta primera conclusión: al contrario que la cocinera gallega, los verdaderos profesores están “dispuestos a contar la verdad, la verdad de nuestras mejores tortillas”.

La segunda anécdota: “He puesto lode última lectio para dejar claro que me iba, pero un amigo me objetó: ‘Eso es un oxímoron. Se te ha olvidado que siempre hemos dicho en clase: prima non datur et ultima dispensatur. No debes dar la última lección’”.

La tercera anécdota: a un conferenciante pesado se le fue yendo todo el público menos un señor que también hizo ademán de marcharse.“¡Quieto o le pego un tiro!”, le dijo el orador con un revólver en la mano. A lo que el oyente le respondió: “¿Cuánto falta?”.

Ibáñez-Martín: El ser humano es inteligencia deseosa o deseo inteligente

Con esa premisas, la lectio de Ibáñez-Martín, que la impartió, fue breve, intensa, llena de chispa y aleccionadora. El buen maestro no se conforma con que sus estudiantes “tengan la apariencia de sabiduría sin ser sabios de verdad”. El buen maestro estimula el deseo, que aunque tiene un “imaginario negativo”, es el que permite convertirse en un “perfecto ciudadano” (Platón). El principio de la acción es la elección, pero el de la elección es el deseo (Aristóteles); la elección es o inteligencia deseosa o deseo inteligente, y esta clase de principio es el hombre.

Ibáñez-Martín: El buen maestro no se conforma con que sus estudiantes tengan la apariencia de sabiduría sin ser sabios de verdad

El buen maestro, prosiguió Ibáñez-Martín, está atento a su entorno. Ahora, para resolver la  crisis económica, hay que seguir la estela de Jaspers en 1946, con Europa destruida: acudir a las raíces intelectuales y morales de Europa; rechazar el fatalismo sociológico, aceptar retos y aventuras y recordar que «sin la Biblia caeríamos en la nada».

La pasión por la verdad

Finalmente, reflexionó sobre las disposiciones intelectuales. La postmodernidad no establece disposiciones amistosas con la verdad. En El nombre de la rosa se lee: «La única verdad consiste en aprender a vernos libres de la insana pasión por la verdad”. Concluyó Ibáñez-Martín: “Pasión insana porque algunos consideran que lleva al fanatismo, al que definen como el deseo de obligar a los demás a cambiar”. Olvidan que el fanatismo en el siglo XX ha residido sobre todo en quienes no creían ni en la verdad ni en la veracidad (el régimen nazi y el régimen comunista, por ejemplo, con los crímenes que acarrearon). La antinomia verdad-libertad es lo decisivo de la cultura de nuestros días.

Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.