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Es notorio que el último libro de Francis Fukuyama no ha alcanzado, ni de lejos, la fama universal que acompañó en su día a The End of History and the Last Man. Los tiempos ya no son propicios al optimismo pseudohistoricista y no es fácil, para ser justos, conseguir un nivel de popularidad permanente si se mantiene -como es el caso- un cierto nivel filosófico y un enfoque de corte neohegeliano.

Trust: The Social Virtues and the Creation of Prosperity es un libro más atractivo y sugerente que su muy exitoso predecesor, de modo que el antiguo funcionario del Departamento de Estado norteamericano (ahora incorporado a la vida académica, a través de la RAND Corporation) consolida con esta obra una posición destacada en el pensamiento político contemporáneo.

Trust se construye a partir de una tesis sencilla y elemental: concluida la guerra fría, el gran problema que han de afrontar las democracias industriales de Occidente no es otro que la competencia económica, en dura pugna con los dragones asiáticos y con otros rivales emergentes. Ahora bien, aclara el autor, sistemas económicos análogos se sustentan en instituciones sociales muy diferentes, de las que se deriva un «sentido» que repercute sobre la forma de afrontar el trabajo, la vida empresarial o la ética financiera. El factor más relevante a este respecto es la oposición entre una tradición individualista y dispersa y otra basada en el «trust», algo así como el «arte de la asociación» que el gran Tocqueville había descrito en los Estados Unidos. De esta dualidad surgen valores familiares, socioeconómicos y psicosociales que imprimen carácter a cada país: léase, en este sentido, el excelente capítulo VI de la parte I, titulado «The Art of Association around the World». América, cómo no, y Alemania salen siempre bien parados de la comparación con Francia o Italia, lo mismo que con Japón o China, a la hora de poner en juego esas virtudes sociales. Nada, o casi nada, salvo algunos tópicos menores, se dice acerca de España, mencionada algunas veces junto a otros países dotados de Latín Catholic Culturs.

Así pues, el libro se estructura en torno a la polaridad low-trust societies versus high-trust societies, que se desarrolla a partir de un uso muy certero de datos estadísticos significativos y no agobiantes para el lector, el cual agradece también esa «espiritualización» de la vida económica, que revela la saludable intención de superar enfoques artificiosamente economicistas basados en el cuantitativismo.

Nos encontramos, por tanto, ante un buen libro de Fukuyama, en el que se aprecia una notable influencia weberiana. Trust puede dar luz a la discusión intelectual sobre algunos problemas cruciales de este fin de siglo y ser punto de encuentro de ciertas tesis que han explicado últimamente, en la propia academia norteamericana, autores como S. Huntington o E. Gellner. Creo que falta, aunque quizá sea ya mucho pedir, una comprensión más profunda de la historia de las ideas, concebida como sustrato cultural de una forma de economía y de sociedad. Es posible que comprender el futuro de Occidente y del Extremo Oriente exija una relectura de las tesis que Diez del Corral expone en El rapto de Europa o ciertas páginas de Montesquieu sobre el fondo y la forma de la sabiduría oriental.

Doctora en Ciencias Políticas. Profesora de Teoría del Estado y Derecho Internacional Público. Universidad San Pablo-CEU.