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El proceso de Bolonia, iniciado en 1999 con la Declaración firmada en esa ciudad por 29 países, tenía como objetivo establecer un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). No se trataba sólo de facilitar la empleabilidad, la movilidad o el reconocimiento de los títulos universitarios en el contexto de la globalización, sino también de impulsar un cambio en la concepción de la enseñanza universitaria.

Como explica la autora, suponía el paso de “una idea de la educación centrada en la enseñanza, que enfatiza las condiciones del profesorado, la adquisición y transmisión de conocimientos, a una educación centrada en el aprendizaje, en el estudiante y su capacidad de aprender”. Bolonia pretendía así hacer frente a los retos profesionales de un mundo cambiante, que requería nuevas habilidades y competencias.

Bolonia, 20 años después, Ministerio de Educación y Formación Profesional, 512 págs.

La última palabra para materializar ese Espacio de Educación Superior la han tenido los gobiernos nacionales y sus respectivos parlamentos. De ahí el gran interés que tiene el trabajo de la profesora Palma, al analizar pormenorizadamente los debates parlamentarios de España que debían facilitar la implantación de los principios de Bolonia.

Montserrat Palma estudia los debates en el Congreso de los Diputados, celebrados entre 1999 y 2010, plazo establecido para la implantación de los acuerdos; y lo complementa con el análisis del debate parlamentario entre 2011 y 2019, así como las aportaciones de las cumbres ministeriales celebradas entre 2012 y 2018.

Lo hace a través de seis ejes, establecidos en la declaración de Bolonia: títulos comprensibles y comparables; estructura de titulaciones (dos ciclos); créditos ECTS; movilidad; garantía de la calidad y dimensión europea.

La investigación, que abarca dos décadas de debate parlamentario y diez declaraciones y comunicaciones, demuestra que el proceso para implantar los principios de Bolonia dista mucho de acabar, debido en parte a problemas estructurales de la universidad española, falta de recursos etc.

Los debates demuestran que el proceso es incuestionable y que su desarrollo está comenzando a transformar la enseñanza superior en España

Señala Montserrat Palma que se habló más de atribuciones que de competencias, de habilitación profesional que de acreditación académica y de calidad, de regulación profesional que de empleabilidad y desarrollo personal del alumno. Pero los debates también demuestran que el proceso es incuestionable y que su desarrollo está comenzando a transformar la enseñanza superior en España.

La autora une su condición de universitaria (profesora titular de Psicología de la Educación) a la de parlamentaria (ha desempeñado diversas funciones y responsabilidades como diputada, entre 1996 y 2011 en el ámbito de la universidad y la ciencia), lo que presupone un conocimiento profundo del tema abordado.

Subraya la profesora Palma en sus conclusiones de Bolonia, 20 años después, que la universidad se encuentra ante el reto no sólo de preparar profesionales y ciudadanos del futuro, sino “también de convertirse en institución líder de producción científica, transferencia de conocimiento e innovación”, y “centro de análisis y prospectiva de la sociedad”, cumpliendo así el papel de “conciencia crítica” de la misma que ha tenido secularmente la universidad.