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Los editores aclaran en la nota previa que la obra reseñada es el primer título de la segunda fase del proyecto que sobre El valor del español ha desarrollado en los últimos años la Fundación Telefónica. El volumen incluye dos trabajos, el primero a cargo del veterano diplomático Javier Rupérez y el segundo del profesor de Traducción e Interpretación de la Universidad de Alcalá de Henares, David Fernández Vítores.

Las aportaciones elaboradas por los dos autores fueron sometidas posteriormente a debate en un seminario convocado al efecto por la propia Fundación Telefónica, en el que tomaron parte reconocidos expertos en las materias planteadas. El texto de sus acotaciones y comentarios se reproduce en la segunda parte del libro.

ANÁLISIS REALISTA DEL ESPAÑOL EN EL MUNDO

El propósito que mueve, tanto a los editores como a los autores, es difundir entre el público interesado: lingüistas, políticos, diplomáticos, empresarios, financieros y expertos en relaciones exteriores, la idea de que el español, como idioma de comunicación internacional, presenta múltiples facetas. Su interés no se reduce al ámbito de la cultura o la literatura, con ser aspectos importantes, sino que debe ampliarse hacia otras áreas como la ciencia, la tecnología, la industria y el comercio, en las que encuentra dura competencia en un mundo marcado por la hegemonía del inglés.

En líneas generales, la obra mantiene una prudente actitud al examinar el presente y futuro de nuestro idioma, dispuestos los autores a no confundir los sentimientos y buenos deseos con la realidad desnuda. Así, proceden a evaluar fríamente los datos y cifras, al tiempo que reconocen los aspectos favorables sin ocultar las dificultades y barreras que pudieran frenar la marcha ascendente del español en el mundo.

En relación a los aspectos favorables, en los que llevamos ventaja indiscutible, los dos autores coinciden al señalar que el español es una lengua en pleno desarrollo, que aumenta en cuanto al número de personas que lo hablan como lengua materna y que, además, utilizan de modo habitual en sus relaciones de diversa índole: familiar, personal, social, cultural, científica o comercial.

Las cifras expuestas se interpretan de modo que, sin caer en el triunfalismo excesivo, muestran resultados indudablemente muy positivos. En efecto, las cifras son contundentes, como ahora veremos. De aquellos famosos «300 millones» de hispanohablantes a los que se dirigía en los años setenta-ochenta del siglo pasado un conocido programa de TVE, hemos pasado a los 450 millones que registra la primera década del XXI. La tendencia en los próximos años parece asegurar que se alcanzarán los 500 millones en un futuro no muy lejano.

EL ESPAÑOL EN LOS ORGANISMO INTERNACIONALES

Nos encontramos, pues, en una situación reconfortante, que se traduce en el reconocimiento del español como lengua oficial y de trabajo en los foros internacionales para nosotros más importantes, desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a la Unión Europea (UE). Sin embargo, con ser relevantes los datos citados, los números no lo son todo y es preciso tener en cuenta otros factores cualitativos, como la frecuencia real del español en las comunicaciones internacionales o en el campo de la economía, la empresa, la ciencia y la cultura.

En este sentido, el trabajo distingue con claridad la diferente situación del español en la ONU y en la UE. Las posiciones en una y otra organización varían notablemente, debido a una serie de factores que se analizan detenidamente, para evitar simplificaciones que pueden confundir la realidad, tal como ocurre en las noticias que transmiten con excesiva frecuencia ciertos medios de comunicación.

Aquí se nos recuerda una verdad que no conviene olvidar y que nos obliga a un saludable ejercicio de humildad: la presencia del idioma español en el mundo reside en el hecho de ser la lengua materna, no impuesta ni asumida por necesidades prácticas, utilizada en la veintena de naciones americanas de origen hispánico.

Esta realidad favorable es el factor determinante para que en la ONU el español sea uno de los seis idiomas oficiales reconocidos, y el tercero, a continuación del inglés y del francés, más utilizado, por encima del árabe, ruso y chino. El panorama resulta algo más complicado cuando nos referimos a la Unión Europea, al carecer del respaldo de la América Hispana.

EL ESPAÑOL, MINORITARIO EN EUROPA

Resulta, no lo olvidemos, que en el Viejo Continente el español peninsular ni es lengua mayoritaria por número de habitantes ni tampoco es utilizada como vehículo de comunicación entre ciudadanos de los países miembros. Alemania, Francia, Inglaterra e Italia nos superan ampliamente en cuanto se refiere al número de habitantes. Son datos negativos a los que se deberán añaden otros factores adversos para el español que dan ventaja a los rivales. Uno de esos datos indica que el inglés, predomina de hecho en su papel de «lengua franca» y ocupa el primer e indiscutido lugar en la UE. En cuanto se refiere al francés, que acusa un claro retroceso, no ha perdido, sin embargo, su tradicional influencia en el terreno diplomático.

El alemán, predominante desde siempre en Europa central y oriental, ha recuperado espacios gracias no solo a la reunificación del país tras la caída del Muro de Berlín, sino también acentuado por el auge económico y los avances industriales, científicos y tecnológicos.

Se ha de reconocer que, por desgracia y en relación con Europa, en ninguno de esos campos se percibe un incremento paralelo en nuestro país, lo que nos relega a un plano secundario dentro de la UE, a la espera de que la rueda de la suerte nos favorezca en el circunstancial reparto de papeles, en función de la benevolencia ajena que rara vez se produce.

EN DEFENSA DE LA LENGUA COMO PATRIMONIO HISTÓRICO

A la hora de defender en el terreno internacional los propios intereses, y el idioma los representa en grado sumo, hace falta desarrollar con energía y convicción una lucha tenaz y sin fisuras. La menor muestra de debilidad será aprovechada por los equipos rivales para introducirse en la retaguardia y marcar gol en nuestra portería. La cuestión estriba en que, mientras en la ONU disponemos de veinte aguerridos defensas que no desaprovechan ocasión de pasar al ataque en favor del equipo lingüístico hispano, en la UE el panorama es algo más oscuro. Nos encontramos solos, con el único recurso de apelar a nuestros hermanos de ultramar con los que los países miembros de la UE mantienen fuertes lazos económicos y comerciales.

Los autores apuntan otro factor negativo que oscurece el horizonte del español en el ámbito de la UE. El reconocimiento de varias lenguas, también «españolas» con carácter de cooficiales resta energías a la hora de promover el uso de un solo idioma en los órganos deliberativos y burocráticos de Bruselas. Los argumentos que utilizan los oponentes se basan en razones numéricas, tales como estas: en España su idioma se encuentra en retroceso. ¿Ejemplos? Las leyes restrictivas contra el español en Cataluña, País Vasco y, en menor medida, en Galicia. ¿Son ustedes 46 millones de ciudadanos que se expresan en español? Falso, dicen: a esa cifra habrá que restarle unos cuantos millones. Algunas de las autonomías citadas empiezan a no ser bilingües. Incluso, en ciertos casos, el español no se enseña en ninguno de sus niveles y en unos años, pocos, en esos territorios se habrá perdido: solo se hablarán las lenguas vernáculas.

Entonces, a esos 46 millones ¿cuántos restamos?, ¿diez?, ¿quince? Serían ustedes 30/36 millones? Aunque cueste creerlo Los datos indican que el único lugar del mundo donde nuestro idioma retrocede es… en España. Por mucho que se consideren, y en realidad lo sean, falaces, falsos o interesados tales argumentos, no hemos de esperar que disminuyan las presiones de otros países que, como Italia o Francia, luchan en la defensa de unos idiomas de tan notables méritos en el ámbito de la cultura, la ciencia la literatura y el arte.

Los autores aportan una amplia variedad de temas de reflexión y lo hacen con un lenguaje accesible dentro del rigor que exige un problema de hondo calado puesto que alude a uno de los valores más sólidos del patrimonio histórico heredado que hemos de proteger y defender. En la obra se citan textualmente extensos párrafos del ensayo del maestro Fontán El español, lengua universal. Que como estrenas navideñas envió a sus amigos y colaboradores en diciembre de 1996. Reproducir algunas de sus lúcidas sugerencias puede servir como resumen de los contenidos del libro reseñado y de los propósitos que guían a los autores en un trabajo que se recomienda como obra de consulta fundamental para orientar los criterios de una adecuada política internacional en la promoción y defensa del nuestra lengua:

La lengua española, en suma, constituye la mayor riqueza de nuestra nación.

…La lengua es un recurso natural una fuente de riqueza y un activo intangible, obra de la historia. Hasta en el orden económico, podría compensar a la nación de los bienes que le negó la naturaleza…

… En cuanto a la política exterior, España debe proponer en la Comunidad Hispanoamericana de Naciones como un deber de todos, la acción conjunta en el fomento y la promoción de este tesoro histórico.

Abogado y Periodista