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Juan Carlos Vergara Silva es director de la Academia Colombiana de la Lengua.


AVANCE

En este artículo, se presenta la situación lingüística, histórica, geográfica y política del español en Colombia y se hace mención a los logros individuales y corporativos obtenidos por quienes han cultivado el estudio de la lengua española en el territorio colombiano. De igual forma, se proponen caminos de estudio y de investigación que ahonden en el conocimiento de sus variedades regionales y de sus contactos con usos similares en otros países hispanohablantes.


El español en Colombia ocupa una extensa zona geográfica de Sur América, ubicada, estratégicamente, en el noreste de esta parte del continente. Posee zona costera en ambos océanos: el Atlántico y el Pacífico y, al dividirse la cordillera de los Andes en tres ramales, da origen a valles y zonas hidrográficas que, a la vez que dividen espacios geográficos, contribuyen a acrecentar la biodiversidad y la multiculturalidad de las regiones en que se divide política y etnográficamente.

En cuanto a la historia, debemos señalar que Colombia ocupa gran parte del antiguo Virreinato de la Nueva Granada, que fue reemplazado temporalmente por la Gran Colombia y que, finalmente, se consolidó en el actual territorio de la República de Colombia.

El carácter de zona de paso para el ingreso a los territorios de Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina por vía terrestre y, por supuesto, la decantación derivada del mestizaje de razas y culturas tan diversas, comenzando por las poblaciones indígenas, las migraciones europeas, las corrientes africanas y, en las últimas décadas, de pueblos del Oriente y el Mediterráneo que como un crisol de formas de pensamiento han conformado una mezcla compleja de cosmovisiones híbridas favorecen la heterogeneidad cultural y fomentan la diversidad y el necesario diálogo étnico y cultural que exige convivir apropiadamente en este universo geográfico e histórico.

En cuanto al cultivo de las letras en nuestro país, podemos señalar algunos mojones de prueba: la presencia de conquistadores letrados como don Gonzalo Jiménez de Quesada, la relación de episodios históricos y legendarios de los periodos coloniales en figuras como la de don Juan de Castellanos, Juan Rodríguez Freyle, la madre Castillo, don Lucas Fernández de Piedrahíta, don Hernando Domínguez Camargo o don Pedro de Solís y Valenzuela.

Con la independencia de España y la consolidación de la República, la tradición literaria colombiana ha continuado, de manera constante, hasta nuestros días. Escritores de diversa formación y procedencia geográfica, asimilaron los modelos literarios del romanticismo y del siglo XIX europeo para, poco a poco, generar voces propias como la de José Eustasio Rivera, narrador de las selvas colombianas; don José Asunción Silva, creador de nocturnos inolvidables; y, más recientemente, pensadores, creadores líricos y narradores de la talla de Álvaro Mutis, Nicolás Gómez Dávila, Manuel Zapata Olivella, William Ospina, Dora Castellanos, Maruja Vieira, María Mercedes Carranza, Juan Gabriel Vásquez, Héctor Abad Faciolince o Gabriel García Márquez entre otros.

En el campo filológico podemos rescatar los trabajos de traducción clásica de Miguel Antonio Caro, el monumental Diccionario de Construcción y Régimen de la lengua castellana, surgido de la pluma genial de Rufino José Cuervo o los tratados de gramática y corrección idiomática de don Marco Fidel Suárez

En el campo filológico podemos rescatar los trabajos de traducción clásica de don Miguel Antonio Caro, el monumental Diccionario de Construcción y Régimen de la lengua castellana, surgido de la pluma genial de don Rufino José Cuervo o los tratados de gramática y corrección idiomática de don Marco Fidel Suárez, que se reflejarían corporativamente en la creación de la primera Academia de la lengua española fundada en América en 1871 y, en 1942, del Instituto Caro y Cuervo, de cuyos trabajos de campo surgiría el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Colombia, pieza clave para la comprensión de la estructura y la riqueza del español en Colombia, bajo la prodigiosa dirección de don Luis Flórez, don Joaquín Montes y un grupo de jóvenes investigadores que recorrieron el territorio nacional a mediados del siglo pasado para entregarnos la mejor radiografía de la riqueza léxica, gramatical y fonológica de Colombiana, unida a una valoración de su enclave geográfico y etno-cultural.

La canción popular y la mezcla de ritmos y letras en toda la geografía colombiana recogen expresiones léxicas, giros lingüísticos y formas semánticas propias de cada región que al son de tiples, tambores, maracas, guacharacas, cuatros, requintos, arpas, flautas, bongos y un innumerable grupo de instrumentos musicales se une a la voz humana para conformar el folclor de la nación que aporta elementos invaluables para el estudio del español colombiano.

En esta enumeración, no podemos olvidar la importancia de la gastronomía ya que, en múltiples ocasiones, el léxico culinario, las formas de preparación y presentación de los alimentos requieren de formas lingüísticas diferentes en cada zona dialectal; es así, como los empaques vegetales de alimentos cocidos es un ejemplo claro de esta realidad, términos como envuelto, tamal, bollo limpio, quimbolito, reflejan no solo la diversidad gastronómica de Colombia sino también su riqueza léxica dialectal.

Lenguas indígenas y acervo lingüístico africano

Las lenguas indígenas y el acervo lingüístico africano y raizal han permeado, también, de manera fundamental, los usos, ritmos y acentos del español colombiano al punto de definir, en puntos geográficos específicos, su identidad y su carácter diverso y multirracial.

En tal sentido, adelantar una presentación del español en Colombia supera la visión tradicional de los estudios léxicos, dialectológicos y de entonación y rasgos fonéticos que, sin negar su fundamento para definir los trazos esenciales de un idioma en una zona geográfica particular, deben reconocer, a su vez, los afluentes culturales, históricos y políticos que le han dado su silueta y determinan su devenir en el paso del tiempo.

En esta enumeración, no podemos olvidar la importancia de la gastronomía ya que, en múltiples ocasiones, el léxico culinario, las formas de preparación y presentación de los alimentos requieren de formas lingüísticas diferentes en cada zona dialectal

Por tal razón, iniciaré esta relación con el español del Caribe colombiano, ya que fue por este espacio por donde, desde Santa Marta se incursionó por el río Magdalena al interior del continente.

En primer lugar, se evidencia el influjo andaluz en el habla de los pueblos del Caribe, hecho observado en la insonorización de las sibilantes y en rasgos prosódicos de entonación que la hacen similar a los elementos característicos del sur de España. Cabe asociar a este influjo peninsular los asentamientos de esclavos africanos que se ubican en esta zona costera y, más recientemente, de la presencia de pobladores de origen libanés y árabe.

En relación con la costa pacífica debemos señalar que su topografía agreste y de clima tropical, requirieron un esfuerzo mayúsculo para dominar el entorno geográfico y construir poblaciones dedicadas principalmente a la minería y al cultivo de la caña de azúcar que, unidas a la fuerza de migrantes africanos y colonos hispánicos ha ido definiendo su fisonomía desde el departamento de Nariño, al sur, hasta el Chocó, al norte.

Un territorio con características dialectales propias y límites marcados corresponde al dialecto paisa o antioqueño, espacio geográfico definido por la presencia de grandes montañas de difícil acceso y que, poco a poco, fueron colonizadas por migraciones vascas, judías y de otras zonas de Colombia para conformar una de las regiones más pujantes en materia cultural, económica e industrial del país.

Al sur de esta zona, y colindando con los departamentos de la costa pacífica y las selvas del sur de Colombia, se ubican los pueblos de la zona de los departamentos del Huila y Tolima que conforman un territorio de gran fertilidad, unidos indisolublemente al río Magdalena y el Cauca, asociados también al cultivo del arroz, insumo fundamental de la gastronomía en Colombia.

En el noroccidente colombiano se localizan los departamentos de frontera norte con Venezuela, Guajira y Norte de Santander que comparten rasgos de tipo lingüístico y cultural con las culturas indígenas de la zona y con la identidad idiomática del llanero que se suma a rasgos propios de los departamentos de Arauca, Casanare y Meta.

Espacio singular poseen los departamentos de Santander y Boyacá que conforman una conjunción entre la montaña santandereana y el altiplano cundiboyacense en el centro del país, asociados en la época de la colonia al cultivo del tabaco.

Koiné de acentos y formas lingüísticas de todo el país

Finalmente, podemos hablar de la zona central andina de Colombia en donde se ha ubicado históricamente su capital, Bogotá, y que, en un principio poseyó una identidad idiomática definida por el gentilicio de rolo o cachaco, caracterizado por la r rehilada y un purismo en el uso del idioma que, con las sucesivas migraciones de todas las regiones del país y con la vida cosmopolita que hoy la caracteriza ha perdido sus matices de provincia y se ha convertido en una koiné de acentos y formas lingüísticas de todo el país.

Los territorios de selva colombianos y los insulares de San Andrés y Providencia conservan, aún la importancia de poseer una riqueza de lenguas aborígenes en el primer caso y de un criollo sanandresano que los hace únicos en el territorio, sin desconocer la presencia de hablantes de español que se asientan en sus zonas geográficas.

Algunas características fonéticas generales de esta división dialectal son:

  • En las zonas montañosas, se conserva el sonido /s/ en posición final de sílaba, rasgo que comparte con otros esquemas fonéticos de la zona andina suramericana.
  • La fricativa /x/, se pronuncia como un sonido aspirado suave /h/
  • En la costa caribe, se registra la aspiración de la /s/ en posición final y se observa la velarización de la /n/ final de palabra, entre otros rasgos.
  • En la costa pacífica, se aspira la /s/ final de sílaba y de palabra. En algunas zonas, se registra el cambio del sonido /n/ por /m/, sobre todo en la región del Valle del Cauca.

Dialectólogos como José Joaquín Montes Giraldo, Manuel Alvar, Luis Flórez, Mariano Lozano y John M. Lipski han ampliado este análisis somero a especificidades de cada subregión de estas divisiones dialectales complementando los aspectos morfológicos, semánticos, sintácticos y pragmáticos que registran la complejidad del estudio del español en Colombia.

En este marco, en permanente cambio, y en constante comunicación con los países limítrofes: Ecuador, Perú y Brasil al sur; Venezuela y Brasil al oriente; Panamá al noroccidente; República Dominicana, Nicaragua y Panamá en el territorio insular caribe; se desarrolla, en la actualidad, el español colombiano de frontera que asimila rasgos de los territorios vecinos e influye a su vez en los países limítrofes directa o indirectamente.

La anterior situación se refuerza con la constante migración entre los países de la comunidad andina representados por Venezuela, Colombia, Ecuador y el Perú que, por razones culturales, económicas y turísticas mantienen fuertes lazos de contacto lingüístico que favorece la conformación de diasistemas comunes de comunicación con rasgos similares que ayudan a fomentar la cohesión del sistema de diálogo internacional que caracteriza, en general, a la lengua española en el mundo.

El sistema de educación superior, en particular el sistema universitario ha sido un factor esencial en la conformación de nuestra variedad del español, sobre todo en el afincamiento del léxico científico y profesional en sus aulas y en los estudios de las variedades regionales que se adelantan en sus programas de lingüística, humanidades y educación. No podemos olvidar que los docentes colombianos se relacionan en sus clases con estudiantes procedentes de todos los puntos geográficos del país y que uno de sus retos principales es reconocer el carácter policéntrico que debe marcar su discurso pedagógico, sin negar el uso de un diasistema común que facilite la comunicación científica y la formación técnica y profesional.

De igual forma, la necesidad de conocer el uso del idioma por parte de la población rural y de zonas apartadas de los cascos urbanos es un elemento que se ha ido consolidando, no solo como un estudio lingüístico sino como insumo para facilitar la comunicación de profesionales y gestores de política pública con los ciudadanos.

En esta semblanza no podemos desconocer el influjo del inglés, como lengua franca internacional, que ha marcado una pauta de aculturación principalmente después de la Segunda Guerra Mundial y que se refleja en la presencia de neologismos en el habla popular y profesional de la población colombiana, adquiriendo carta de residencia en muchos casos en detrimento de formas propias, con igual o similar significado del español o de otras lenguas. Este hecho, también se refleja en el estudio histórico del habla colombiana a mediados del siglo XIX y comienzos del XX, en donde el francés fue la lengua extranjera de prestigio en Colombia.

En la actualidad, y dada la presencia interconectada de los hablantes en la red digital, debemos reconocer que la influencia de acentos de otros países hispanohablantes es una constante en nuestros canales de comunicación masiva y en los videos y audios que circulan en internet. Las empresas de comunicación promueven el comercio de productos audiovisuales como novelas, series televisivas y documentales de difusión global. No obstante, las variedades regionales se mantienen en sus rasgos esenciales y defienden aquellas fronteras invisibles que definen el poblador nativo del forastero.

El humor y la caricatura, como recursos de identidad regional, mantienen rasgos regionales propios que los distinguen de otras latitudes de habla hispana. Esta dimensión pragmática se refleja en concursos internacionales de humor que resaltan las peculiaridades regionales y permiten el conocimiento no solo de otras formas de habla sino de la axiología de variedades regionales en donde el humor refleja gran parte de sus patrones identitarios propios.

Un campo poco estudiado es el del uso del español por parte de colombianos en el exterior, tanto en su mantenimiento del dialecto regional como en su influjo en otras variedades del uso del español en países de habla hispana o de otra lengua. En tal sentido, es importante resaltar la presencia en Colombia de centros de contacto telefónico de grandes empresas que, por la órbita geoestacionaria del país y la percepción de buena vocalización y entonación de sus hablantes, mantiene viva una tradición de cuidado del idioma que se le reconoce a la variedad colombiana.

Finalmente, la percepción de un buen uso del español, atribuido al modelo estándar del español de Colombia, puede deberse, entre otras razones, a la necesidad histórica que debieron tener los habitantes de nuestro territorio ante las variedades de viajeros que desde el norte y el sur atravesaban nuestro país para dirigirse al corazón de Suramérica o retornar a la nativa Europa por caminos reales en la colonia y por avenidas asfaltadas en la actualidad.

Reconocimiento a la prensa colombiana

En tal sentido, es tradicional el reconocimiento a la prensa colombiana, más en el pasado que en la actualidad, de promover el buen uso del idioma mediante el seguimiento de sus manuales de estilo y la presencia de editores preocupados por la calidad idiomática de sus periódicos o semanarios; no es casual que muchas vocaciones de nuestros mejores escritores hayan surgido en medio de las rotativas de diarios de circulación nacional o regional.

No podemos desconocer el influjo del inglés, como lengua franca internacional, que ha marcado una pauta de aculturación principalmente después de la Segunda Guerra Mundial y que se refleja en la presencia de neologismos en el habla popular y profesional de la población colombiana

No podemos afirmar que el estudio del español en Colombia es un tema finiquitado. Por el contrario, existen muchos vacíos que deberían llenarse con investigaciones exhaustivas que nos aporten no solo una descripción de las variedades del español colombiano, sino que nos entreguen un observatorio de la realidad idiomática sincrónica, pero en constante evolución dinámica.

De igual manera, es indispensable acometer un estudio histórico de las formas léxicas, gramaticales y semánticas que nos permitan comprender el rastro en el idioma del paso del tiempo, investigación no solo valiosa para los expertos sino para comprender los matices de forma y sentido que han construido el acervo léxico y cultural del habla colombiana.

Eventos como la Feria Internacional del Libro en la ciudad de Bogotá o el Hay Festival conforman una faceta que, en muchas ocasiones se olvida: un pueblo lector mantiene y enriquece los usos idiomáticos propios y le permite valorar, en su justa medida, los acentos externos que se entrecruzan para engalanar el mosaico de variantes lingüísticas en la nación.

Entre los retos que se derivan de esta exposición podemos señalar los siguientes:

  1. Superar la visión dialectal clásica de las variedades regionales para incorporarla en una mirada sociolingüística compleja que incorpore las variantes dialectales con las sociolectales, en el marco de la geografía panhispánica, y permita hacer un reconocimiento de las similitudes y las diferencias con variedades ajenas a nuestra geografía, pero propias del español internacional.
  2. Generar políticas educativas de reconocimiento y valoración de las variedades del español en Colombia para facilitar la inclusión de esta riqueza en día a día de los entornos escolares en el país y en los sistemas educativos de español como segunda lengua.
  3. Hacer parte del esfuerzo de homogeneización y normalización del lenguaje científico en lengua española que facilite su traducción y circulación en los mercados editoriales especializados.
  4. Reconocer los aportes de las lenguas indígenas, afrodescendientes y raizales en la consolidación de las variedades idiomáticas del español en Colombia.
  5. Crear portales multidisciplinares de conocimiento de nuestras variedades dialectales unidas a la difusión de la geografía, la historia, la cultura, el folclor y las artes de Colombia.
  6. Valorar el buen manejo de nuestras variedades regionales y del español estándar por parte de nuestros escritores, intelectuales y profesionales de la comunicación como modelos de calidad idiomática en la geografía hispanohablante.
  7. Reconocer nuestras variedades regionales de uso del español como un valor intangible de la cultura nacional y patrimonio de la humanidad, unido a las expresiones folclóricas, musicales y artísticas del país.

En conclusión, debemos reconocer los avances que han tenido los estudios e investigaciones sobre el español en Colombia, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo pasado y la preocupación de investigadores nacionales y extranjeros por identificar los rasgos particulares de su variación lingüística como también los vasos comunicantes con otras variedades del español en diversas latitudes de habla hispana.

Como se ha señalado, la presencia de la comunicación digital ha permeado las fronteras políticas y lingüísticas del pasado y ha permitido un mejor conocimiento de la riqueza idiomática presente en nuestros países como un legado histórico invaluable para la humanidad.

 

Director de la Academia Colombiana de la Lengua.