Tiempo de lectura: 11 min.

Flor Bela d´Alma da Conceição, más conocida como Florbela Espanca, nace en Vila Viçosa, centro de Alentejo, en 1894, y fallece en 1930 en Matosinhos, a escasos ocho kilómetros de la ciudad de Oporto. Considerada una de las más importantes voces poéticas de su tiempo, así como una figura pionera y de referencia en la historia de la literatura feminista portuguesa, cultivó una poesía romántica, erótica y panteísta, haciendo del soneto su más fiel aliado. Liberal, moderna, apasionada, compleja y adelantada a su tiempo, Espanca participó directamente de las turbulencias culturales de su época, colaborando de manera activa en diferentes medios periodísticos y literarios. Entre su obra cabe destacar los poemarios “Livro de mágoas”, su estreno literario, publicado en 1919, y “Charneca em flor”, editado en Coimbra en 1931, pocos meses después de su muerte, así como la edición de sus Sonetos Completos publicada en 1934; en lo tocante a nuestra lengua, conviene mencionar que la difusión de la obra de Espanca ha sido más que notable, gracias a la ardua y poco reconocida labor de editoriales como Torremozas y Olifante, entre otras.

La obra en prosa que a continuación presentamos, “Diário do último ano”, fue escrita a lo largo de 1930 −el último año de la vida de Espanca−, si bien no fue publicada hasta 1981 por la editorial lisboeta Bertrand, con un brillante prólogo de la reputada escritora azoriana Natália Correia. La obra se compone de treinta y dos fragmentos fechados desde primeros de enero hasta el dos de diciembre, apenas seis días antes de que la autora decidiera poner fin a su vida con una sobredosis de barbitúricos en el día de su trigésimo sexto cumpleaños. A caballo entre la ficción y la autobiografía, el diario nos presenta a una Espanca que se debate entre la reflexión y el lirismo, entre el amor por la belleza y el misterio de la muerte, entre la observación del mundo y la vía introspectiva, en una serie de textos que van tornándose más espaciados, incoherentes, exaltados y breves según nos vamos aproximando al fatídico final. Porque, tras varias tentativas sin éxito, Florbela no pudo más: sus inestabilidades mentales, el accidente mortal de su queridísimo hermano Apeles y su precaria salud pulmonar le hicieron desistir de la contienda, arrojar la toalla llorosa de sus años. “¡Alma soñadora, hermana gemela de la mía!”: así la refiere el enorme Fernando Pessoa en un poema dedicado a su memoria; así nosotros, ofreciendo al lector nuestra traducción de este hermoso texto, brindamos homenaje a la atrevida, a la doliente, a la nunca justamente ponderada figura de Florbela Espanca.

ENERO 1930

11. ¿Para mí? ¿Para ti? Para nadie. Quiero arrojar aquí, negligentemente, sin pretensiones de estilo, sin análisis filosóficos, lo que los oídos de los otros no recogen: reflexiones, impresiones, ideas, maneras de ver, de sentir: todo mi espíritu paradójico, tal vez frívolo, tal vez profundo.
Se fueron, hace mucho, los veinte años, la época de los análisis, de las complicadas disecciones interiores. Por fin comprendí que nada comprendí, que nada podría haber comprendido de mí. Me quedan los otros… quizá por ellos pueda llegar a las infinitas posibilidades de mi ser misterioso, intangible, secreto.
En las horas que se disgregan, que deshilo entre mis dedos fijos, soy la que sabe siempre qué horas son, que día es, lo que va a hacer hoy, mañana o después. No siento deslizar el tiempo a través de mí, soy yo quien se desliza a su través y me siento pasar con la conciencia nítida de los minutos que pasan y de los que seguirán. ¿Cómo comprender la amargura de esta amargura? ¿Dónde te encuentras tú, oh Imprevisto, que vistes de color de rosa tantas vidas? ¿Dios malicioso y frívolo que tejes tan lindos mantos sobre los hombros de las mujeres que viven? Para mí eres un fantoche, a veces amable y a veces gruñón, de quien conozco todos los hilos, de quien sé de memoria todas sus contorsiones. “Attendre sans espérer” podría ser mi divisa, la divisa de mi tedio que todavía se entrega al placer de construir frases. No tengo ningún objetivo especial al escribir estas líneas, no pretendo meta alguna, no tengo en vista ningún fin. Cuando me muera, es posible que alguien, cuando lea estos descosidos monólogos, lea lo que él mismo siente sin saberlo decir, que esa cosa tan rara en este mundo –un alma– se incline con un poco de piedad, un poco de comprensión, en silencio, sobre lo que yo fui o lo que juzgué ser. Y realice lo que yo no pude realizar: conocerme.

12. Vivir no es parar: es continuamente renacer. Las cenizas no calientan; las aguas estancadas huelen mal. ¡Bela! ¡Bela! ¡No vale recordar el pasado! Lo que tú fuiste, sólo tú lo sabes: una muchacha valiente, siempre sincera consigo misma.
Y te consuela que ese poco ya sea algo. Recuerda que detestas los trucos y a los prestidigitadores. No hay en tu vida ni un solo acto cobarde, ¿verdad? ¿Entonces qué más quieres, en un mundo en que toda la gente lo es… más o menos? Honesta sin prejuicios, amorosa sin lujuria, casta sin formalidades, recta sin principios y siempre viva, milagrosamente viva, ¡palpitando de caliente savia como las flores salvajes de tu bárbara charneca!

13. Los ojos de mi perro me enternecen. ¿En qué rostro humano, en otro mundo, vi antes estos ojos de dorado terciopelo, de bordes ligeramente macerados, con esta misma mirada pueril y grave, entre interrogativa y ansiosa?

14. Mi modesta chaise me hace recordar –“excussez du peu…”- Estoril en julio: el azul del mar, pájaros muy extraños todo alas, geranios rojos en grandes umbelas floridas. Paso en ella la mejor parte de mi tiempo. Enciendo un cigarrillo… y el humo, de un gris azulado, se eleva, casi recto, hasta el techo, todo salteado de un extraño follaje violeta, y de exóticas rosas en dos tonos de anaranjado, flores de papel inventadas por niñas para divertir a las muñecas. Y mi réverie se eleva con el humo, adelgaza, se esparce, se espiritualiza. Y mi mirada acaricia, de pasada, el cuerpo de mi hermano: mi amigo muerto; se demora, encantada, en las flores de mis jarrones, ahora: golondrinas todas blancas, lirios violetas hechos con finas telas georgette, camelias vestidas con duras sedas pálidas. La lluvia, afuera, tararea bajito su clara y dulce cantiga de Invierno, su eterna melodía simple que mece y apacigua. Me siento sola. ¡Cuántas cosas lindas y tristes le diría ahora a Alguien que no existe!

15. ¡Cuánto me acuerdo hoy del jardín de la Facultad! ¡Mi recuerdo lo viste del morado de todas sus violetas, en esta evocación de un pasado perdido hace tanto tiempo! ¡Maria Albertina, Tarroso, Regado, Camélier, Fontes, tantas y tantas sombras! ¡Tantos muertos ya! ¡Jardín en el que resonaron tantos gritos, tantas risas, tantas blagues, todo el vigor y el estremecimiento de nuestras inquietas mocedades, por el que navegaron, confiados y exaltados, todos los sueños de nuestras almas que todavía creían en la gloria, en la riqueza, en la vida y en maravillosos destinos de leyenda! No me gustaría volver a verlo; ya no es mi jardín, ya no es nuestro jardín; las violetas ya no son las mismas violetas, y aquel árbol grande que parecía inclinarse para escucharnos, mis amigos vivos, mis amigos muertos, a buen seguro que ya no nos reconocería…

21. Es un encanto, renovado casi a diario, mi paseo por la Avenida Boavista. ¡Cómo se adornan los árboles, acechando la primavera! Se espolvorean con oro las mimosas; al crepúsculo ríen, con una sonrisa diabólica, las peonías; visten las magnolias sus vestidos de baile: blancos, rosados, color lila… faldas largas que rozan casi el suelo. Para aquella, pequeñita, toda erguida, de puntillas, en su alfombra de terciopelo, sea quizá este Invierno su vestido de baile. ¡Tan joven todavía! Una muchachita de quince años. ¿Y cómo se llamará aquella señora tan alta, que siempre me dice adiós, cuando paso, con lindos gestos conmovidos? ¿Y la otra, más adelante, la del pañuelo rosa atado a la cabeza airosa, como una alentejana? Yo, que he agotado todas las sensaciones artísticas, sentimentales, intelectuales, todas las emociones que mi poderosa imaginación de criaturita fantástica y extraña ha sabido bordar en el tejido incoloro de mi vida mediocre, no agoté aún, gracias a los dioses, el escalofrío de placer, el estremecimiento de entusiasmo, este élancasi divino hacia todo lo que es bello, grande y puro: flor abriéndose o tinta de crepúsculo, ramita de árbol o gota de lluvia, colores, líneas, perfumes, alas, todas las cosas bellas que me consuelan del resto. ¿Acaso seré yo una panteísta?

22. Imito a veces el gesto de quien sostiene a un hijo en su regazo. Un hijo, un hijo de carne y hueso, tal vez no me interesaría ahora… pero le sonrío a este, que es apenas amor entre mis brazos.

23. ¡Endiablada Bela! ¡Extraña abeja que, del más dulce cáliz, sólo sabe extraer hiel! “¿Para qué quiere esta criatura la inteligencia, si no hay manera de ser feliz?, decía hace tiempo mi padre, indignado. ¿Oh ingenuo padre de 60 años, cuándo viste tú que le sirviera a alguien la inteligencia para ser feliz? ¿Cuándo, oh ingenuo padre de 60 años…? Sólo se puede ser feliz simplificando, simplificando siempre, arrancando, disminuyendo, aplastando, reduciendo; y la inteligencia crea alrededor de nosotros un inmenso mar de olas, de espumas, de destrozos, en medio del que después somos el náufrago que se subleva, que se debate en vano, que no quiere desaparecer sin estrechar en su pecho cualquier cosa lejana: rayo de sol en reflejo de estrellas. ¡Y todos los astros viven allí en lo alto, oh ingenuo padre de 60 años!

24. El Diario de Maria Bashkisteff es profundamente triste, trágicamente humano. Pero no acabo de entender, en aquella gran alma, el miedo a la muerte. El espectro de la muerte, la idea de la muerte, le aterroriza, le espanta, le indigna. Es su única flaqueza. “Il faudra donc mourir, misérable”. “Mourir? J´en ai três peur… Et je ne veux pas.” “Je veux vivre, moi, quand même et malgré tout…” “Mon corps pleure et crie mais quelque chose qui est au-dessus de moi, se rejouit de vivre, quand même…” ¡Qué inmensa alma! Quería el amor, quería la gloria, el poder, la riqueza, quería la felicidad, lo quería todo. Y murió con poco más veinte años gritando hasta el final que no quería morir. ¿Cómo es posible que no comprendiese que el único remate posible a la cúpula de su maravilloso palacio de quimeras, de ambición, de amor, de gloria, apenas podría ser realizado por esas líneas serenas, purísimas, indescifrables, que sólo la muerte sabe esculpir? Sus veinte años no llegaron a comprender el alto y supremo símbolo de las manos que se estrechan, vacías de esa marea de sueños, que la vida, en amargo flujo y reflujo, lleva y trae constantemente. Princesita exiliada, ¿por qué no supiste murmurar, encogiendo los hombros, tu dulce y sereno nitchevo de eslava…?

FEBRERO

3. Lluvia, viento, dolores, tristeza… ¡y siempre Florbela, Florbela, Florbela! Me gustaría enloquecer: Carlomagno o Semíramis, perseguidora o perseguida, llorando o riendo, ¡Yo sería otra, otra, otra! Ni siquiera sabría que mis sueños son sueños: el mundo estaría completamente poblado de verdades. Mis ejércitos serían míos, mis piedras preciosas serían mías; cóleras, pavores, lágrimas, carcajadas, todo eso sería realmente mío. Y una gota de agua sería un astro, una espiguita de hierba, una cosecha y un ramo de árbol, un bosque. Estar loco es la única forma de poseer, la manera de ser alguna cosa firme en este mundo.

4. Oh Bela imbécil, estúpida como tú decías, hermano querido. Estúpida… estúpida de harapos, miserablemente desharrapados. Dentro, tal vez haya oro y joyas, el vestido de Cenicienta, la corona de rosas de Titania, la esmeralda de Nerón, la lámpara de Aladino, la taza del rey de Thule… ¿Quién sabe si todavía nadie la liberó?

6. ¡Mi vida! ¡Qué gâchis! ¡Si ni siquiera yo sé lo que quiero!

16. ¡Qué irritante personaje el de esta novela idiota, La Ville du Sourire! “Je me demande vingt fois, un soir, si je me coucherai à neuf heures ou si je courrai au dancing et je balance encore, à onze heures, entre un pyjama posé sur le lit et un smoking posé sur la chaise…” ¡Y se jacta este pastel de que las mujeres lo perseguían…! Un hombre sin voluntad, sin energía, sin coraje, nunca puede ser verdaderamente amado. ¡Ah, ser hombre, y un bonito imposible agarrarme a un camino por donde yo quisiera pasar!

19. ¿Qué me importa la estima de los otros si yo tengo la mía? ¿Qué me importa la mediocridad del mundo si Yo soy Yo? ¿Qué importa el desaliento de la vida si existe la muerte? ¿Con tantas riquezas, por qué sentirme pobre? Y mis versos y mi alma, y mis sueños, y los montes y las rosas y la canción de los sapos en las hierbas húmedas y mi charneca alentejana y los olivares vestidos de Cenicienta y el asombro de los crepúsculos y el murmullo de las noches… ¿es que acaso esto no es nada? Napoleón con faldas, ¿qué imperios anhelas? ¿Qué mundos quieres conquistar? ¡Estás, decididamente, atacada por delirios de grandeza…!

22. La mirada de un animal me conmueve más profundamente que una mirada humana. Hay allí dentro un alma que quiere hablar y no puede, princesa encantada por alguna hada mala. En un grande esfuerzo de comprensión, me inclino, sumerjo mis ojos en los ojos de mi perro: ¿qué es lo que quieres? Y los ojos me responden y yo no lo comprendo… ¡Ah, tener cuatro patas y entender la súplica humilde, la angustiosa ansiedad de aquella mirada! Al final, ¿de qué os enorgullecéis, oh gentes…?

23. La vida tiene la incoherencia de un sueño. ¿Y quién sabe si realmente estaremos durmiendo y soñando y acabaremos por despertar un día? ¿Será ese despertar lo que los católicos llaman Dios?

28. ¡Estoy tan delgadita! La lámina va corroyendo la vaina, poco a poco, pero implacablemente, con seguridad. Debo de tener por alma un diamante o una llamarada y siento en ella la belleza inquietante y misteriosa de las obras incompletas o mutiladas.

MARZO

13. Luis tiene en lo más íntimo de sí, aunque no lo quiera confesar, un gran orgullo por no ser capaz de amar locamente a una mujer. ¿Cómo es posible que, siendo él tan inteligente, no comprenda esta verdad tan simple: que aquel que no tiene nada para dar es el auténtico pobre? Así, en sus aventuras sentimentales, da, a cambio de piedras preciosas, dinero falso y… como cada uno da lo que tiene, ellas siempre le dan piedras preciosas y él sigue dando dinero falso. Y, cuando llegue la muerte, habrá ignorado dos de los mayores placeres de la vida: el placer de poseer piedras preciosas y el placer de darlas.

16. Me imagino, en ciertos momentos, una princesita, en una terraza, sentada en una alfombra. Alrededor… ¡tantas cosas! Animales, flores, muñecos… juguetes. A veces la princesita se aburre de jugar y se queda ausente durante horas, pensando en otro mundo en el que hubiese juguetes más grandes, más bonitos y más sólidos.

ABRIL

20. Me dedico, en ocasiones, a mirarme en el espejo y a examinarme, rasgo por rasgo: los ojos, la boca, el modelado de la frente, la curva de los párpados, la línea de la cara… ¿Y esta amalgama grosera y fea, grotesca y miserable, va a ser capaz de componer versos? ¡Ah, claro que no! Existe otra cosa… ¿pero cuál? Al final, ¿de qué sirve pensar? Vivir es no saber que se vive. Buscar el sentido de la vida, sin saber siquiera si tiene algún sentido, es tarea para poetas y neurasténicos. Sólo una visión de conjunto puede aproximarse a la verdad. Examinar en detalle es crear nuevos detalles. Por debajo del color está el dibujo firme y apenas se encuentra lo que no se busca. ¿Por qué no puedo olvidarme yo de vivir… para poder vivir?

28. No tengo fuerzas, no tengo energía, no tengo coraje para nada. Me siento hundirme. Soy la rama de sauce que se inclina y le dice que sí a todos los vientos.

MAYO

2. La Monnaie de Singe, de Delarme-Mardrus, me encantó; sin ser en absoluto una obra maestra es un libro adorable. Aparte de su estructura un poco frágil, sus exageraciones, su tono un poco forzado de demostración, se trata realmente de un buen libro. Su “petite fille toute en or”, lejana como un ídolo, es un magnífico pretexto para unas magníficas páginas llenas de corazón y de gracia. “La jalousie et la haine sont des formes de l´hommagge. C´est un encens amer, mais le plus précieux des encens, celui que les medíocres ne connaitront jamais”. ¡Qué gran verdad! Este libro tiene para mí el valor de haber conseguido que me arroje sobre él como si me hubiese arrojado sobre mi alma de muchacha. Me acuerdo de que ella era, antes, un poco, el alma valiente y bravía, tierna e inquieta de una “petite fille toute en or”. Y a mí, también, me fue siempre dada la limosna de la ternura como “monnaie de singe…”

JULIO

16. Hasta hoy, todas mis cartas de amor no han sido sino la realización de mi necesidad de construir frases. Si el Príncipe Azul apareciera, ¿qué cosas nuevas le diré, sinceras, verdaderamente sentidas? ¿O es que somos tan pobres que las mismas palabras nos sirven para expresar la mentira y la verdad?

AGOSTO

2. Está escrito que he de ser siempre la misma eterna aislada… ¿Por qué?

SEPTIEMBRE

1. Un águila, ¿será un águila de verdad o será simplemente un milano?

6. Siento por la mentira un horror casi físico. La percibo a distancia y ahora… en este mismo momento… la siento vagar, asquerosa y sucia, alrededor de mi alma que vibra en el orgullo de ser pura. ¡Si los otros no me conocen, yo me conozco, y tengo orgullo, un inconmensurable orgullo de mí misma!

OCTUBRE

8. Era simplemente un milano… Guardarme intacta, como un cristal transparente, ¿para qué? Pero no imitemos a Jeremías… únicamente en el alma el barro no se quita; aquel con que nos salpican, sale con agua limpia.

NOVIEMBRE

15. ¡No, no y no!

20. ¿La muerte definitiva o la muerte transfiguradora?
Pero ¿qué importa lo que está más allá?
¡Sea lo que sea, será mejor que el mundo!
¡Todo será mejor que esta vida!

24. Hay una serenidad consciente de su fuerza en la línea firme de aquel perfil. Las manos tienen raza y nobleza; la sonrisa, ironía y bondad; los ojos… no se examinan: deslumbran. Debe de haber vivido diez vidas en una. Hay sueños muertos, como violetas aplastadas, en la piel fina y macerada de los párpados. ¿Qué rastros dejarán en mi vida aquellos pasos, silenciosos y seguros, que saben el camino, todos los caminos de la tierra?

29. “La tendresse humaine ne peut s´exprimer que par un seul geste: celui d´ouvrir et de refermer les bras.”

DICIEMBRE

2. ¡Y que no haya gestos nuevos ni palabras nuevas!

(El 8 de diciembre de 1930, menos de una semana después de la última entrada, Florbela Espanca se suicidó con una sobredosis de barbitúricos, justo el día en el que cumplía 36 años; quede este legado presentado ahora en castellano por vez primera como su postrera y humilde despedida).