Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948) nos acerca a Las mil y una noches en El árbol de los sueños, ya que presenta una novela con una estructura similar a la historia de Scherezade y los relatos con que cada noche deleitaba al sultán. Así, el narrador es un hijo que descubre a su madre a través de los cuentos que les contaba a él y a su hermana «cuando los sábados por la noche nos dejaba acostarnos con ella, porque al día siguiente no teníamos colegio».
El amor es el protagonista de las más de cien historias que componen esta novela, que se divide en dos partes y que tienen como tronco común la vida de la hija de un embajador español que antes de cumplir los catorce años «ya había recorrido prácticamente todo Oriente Próximo, gran parte de Sudamérica y casi toda Europa». La primera parte recoge la década de viajes por «las ciudades perdidas» en las que acompaña a su gran amor Namir, un joven perteneciente a una de las familias más importantes de Irán, en sus tareas diplomáticas. La segunda parte, se centra en los dos años que pasó junto a la princesa Habibah sufriendo «las tribulaciones del amor» tras haber traicionado a Namir en la Ciudad de los Desaparecidos.
‘El árbol de los sueños’ son 106 apartados breves que podrían formar y considerarse un tratado sobre el amor en las distintas etapas de la vida (el enamoramiento de los jóvenes, la madurez y la vejez)
El narrador relata que sus padres se conocieron en León. Él dirigía el Hotel La leonesa dónde ella se alojaba cuando visitaba la ciudad. Tras el noviazgo, él le propuso matrimonio y ella le impuso como condición para aceptar que mantuviera intacta la habitación en la que conserva los recuerdos de sus viajes.
Martín Garzo compara esta habitación con el horno en el que se suicidó Sylvia Plath porque fue en esta habitación, «la habitación del opio» como se la conocerá en la novela, donde ella se aislaba durante varios días con la intención de que desapareciera el sufrimiento y la culpa por haber traicionado a Namir, su gran amor. «Tenía una doble vida, la que tenía con nosotros y la de sus viajes y la de aquella habitación», dice el narrador.
Tras el matrimonio, nacieron sus dos hijos: el narrador, un chico, y a continuación, una chica llamada Fátima. Sin embargo, siendo todavía joven se relata: «ya estaba muy enferma, solo le quedaban unas semanas de vida, pero seguía siendo una mujer muy bella. Era como esas plantas que dan poco antes de morir su flor más hermosa». A su muerte es cuando sus hijos se adentran en la habitación del hotel y descubren una serie de cuadernos en los que se recogen sus aventuras con Namir, las historias que él le contaba, sus viajes y el tiempo que pasó junto a su amiga la princesa Habibah.
Una de las historias, que a modo de una de las ramas que nacen del tronco de El árbol de los sueños de la que a su vez crecen otras, es el cuento de las reinas y hermanas Makeba y Aduna. Los protagonistas son el rey Salomón y la reina de Saba; aparece citado El cantar de los cantares, y se visita la ciudad de Jerusalén. Martín Garzo relata al lector que los ángeles llegaron a la tierra y «gracias a su inclinación por los asuntos humanos se produjo un hecho que modificaría para siempre el orden de las cosas: la invención del amor».
El narrador de esta historia presenta también la suya, que se entremezcla con la trama central: «años después, estando ya en la facultad recordaría este momento y la historia…», para hablarnos de Aquiles o de los unicornios, y relatarnos sus vivencias siempre en relación con los elementos que marcaron su infancia: su madre y las historias que ella les narraba. El autor también juega con los mundos de realidad, con el de las historias y los personajes mitológicos y de la tradición judeocristiana (Abraham, Sara, Agar, Isaac y Rebeca) o del Nuevo Testamento (Jesús, san Juan, Marta y María).
Sobre la percepción femenina gira cada historia de las 480 páginas de la novela
El árbol de los sueños son 106 apartados breves que podrían formar y considerarse un tratado sobre el amor en las distintas etapas de la vida (el enamoramiento de los jóvenes, la madurez y la vejez) y de las emociones que con él experimentan, como la alegría de ver su amor correspondido o el dolor que ocasiona su pérdida ante la muerte. El lector se encuentra ante un libro que remueve directamente sus sentidos, porque las descripciones, tanto de personajes como de lugares y objetos, evocan un rico imaginario sensorial.
En definitiva, la protagonista de las 480 páginas que componen esta última novela de Martín Garzo es la mujer: sobre la percepción femenina gira cada historia y son ellas quienes experimentan el amor, pero también, y a modo de conclusión, se puede decir que esta novela es una representación de la vida de la madre y de la hermana del narrador, capaces de condicionar su visión sobre la experiencia vital y la forma de desenvolverse en el mundo.