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Nos vino

En la primavera del 2006 vimos las primeras señales (en EEUU) de que un huracán financiero mundial se avecinaba. En mayo del 2006 el entonces líder de las hipotecas subprime en EEUU —Ameriquest— anunciaba que iba a eliminar 3.800 puestos de trabajo y cerrar 229 oficinas. A continuación, y en el mismo mes, otro actor americano especializado en hipotecas subprime, Merit Financial Inc, con sede en Kirkland Washington, solicitó ser declarado en quiebra y cerró su negocio. A partir de ahí, en el 2006 las ventas inmobiliarias en EEUU disminuyen de forma rápida. La caída fue la más pronunciada desde 1989. En el primer trimestre de 2007, el índice de precios de la vivienda a nivel nacional en EEUU de Standard & Poor registró el primer descenso interanual desde 1991. Como consecuencia de la ralentización de la compraventa y la bajada de precios inmobiliarios el mercado de hipotecas subprime colapsa. La morosidad en el primer trimestre del 2007 es dos veces la del mismo trimestre del 2006. Suben los intereses. Lo cual baja los precios inmobiliarios estadounidenses aún más. Esto hace que el problema de los mercados subprime se extienda a los mercados hipotecarios principales en EEUU. En agosto de 2007 se produce un colapso crediticio mundial al ser descubierto que los valores en los portfolios de los bancos y de los fondos de inversión en entidades financieras en todo el mundo son respaldados por hipotecas subprime de EEUU. Como consecuencia de ello muchas entidades financieras dejan de ofrecer préstamos con garantía hipotecaria. Ya no hay liquidez en los mercados y vemos cómo la Reserva Federal y bancos centrales en todo el mundo empiezan a inyectar dinero en los mercados de forma masiva para evitar un colapso financiero. Pero el mercado crediticio no consigue arrancar. La crisis económica más grande desde 1928 acaba de comenzar.

La vivimos

Un año después del colapso crediticio, en septiembre de 2008, cayó Lehman Brothers y el mundo entero entró en depresión económica. A finales del 2007 se rompieron dos tendencias importantes en España. El IBEX 35 comenzó un declive brusco del 20% durante el mes de diciembre el 2007 y el mes de enero 2008. Durante el último trimestre del 2007 y el primer trimestre del 2008 el paro aumentó de 8% a 9,6%. Políticamente, el Gobierno de Zapatero no supo, o no quiso, ver que el colapso crediticio de agosto de 2007 fue una estocada mortal para el modelo económico español. Tardó hasta julio del 2008 en reconocer públicamente que España, como todos los demás países, estaba en crisis. Pero en vez de reconocer las debilidades del modelo español optó por esperar una recuperación económica global con la fe de que esta devolviera los buenos tiempos a lo que entonces conocimos como el «toro» económico español.

Dos años más tarde, en el 2010, vino el derrumbe griego. La economía española todavía estaba en contracción. El paro ya superaba el 20%. En mayo de 2010 la paciencia de los mercados ante la pasividad española acerca de su situación económica acabó. La desconfianza en la capacidad de España de pagar su creciente deuda se traduce en un aumento agudo de los intereses que tiene que pagar para refinanciarse. Arrastrado por los socios europeos España finalmente acude al UCI económico y financiero.

Tras reconocer que España no iba bien el Gobierno emprendió una serie de reformas cuyos resultados apuntan a la buena dirección pero parece que se quedan cortos o tardan demasiado en implementarse. En la actualidad España, sigue siendo cuestionada en cuanto a su capacidad de devolver su deuda —la refinanciación de la deuda española en julio de 2011 ha sido la más cara desde el 1997—. Es incapaz de generar empleo, con la consecuencia de que el paro amenaza con convertirse en un problema crónico. Se podría clasificar la situación como estancamiento económico.

¿Venceremos?

Vayamos por partes. Desde el inicio de la crisis, en más de una ocasión los responsables políticos en España han mantenido que la crisis financiera tiene su origen en las infames hipotecas subprime. Además, desde el inicio de la crisis los responsables políticos han mantenido que la crisis es global. No cabe duda de que las infames hipotecas subprime fueron el detonante de una depresión económica global. Pero a estas alturas resulta muy poco creíble mantener que la crisis causada por las hipotecas subprime tiene algo que ver con que la economía española por cuarto año consecutivo sigue estando sumergida en una crisis, incapaz de crear un crecimiento sostenible y reducir su paro astronómico.

En el 2010 el crecimiento medio de los países de la zona euro (incluyendo a España) fue 1,7 y está previsto que sea 2% en el 2011. El crecimiento de España fue –0,1 en el 2010 y 0,9 en el 2011. Si en vez de la zona euro tomamos los países de la OCDE como referencia, vimos un crecimiento de 2,9% en el 2010 y 2,3% para el 2011. EEUU —el país madre de la crisis de los subprimes— creció 2,9% en el 2010 y la previsión para el 2011 es un «modesto» 2,6%. Salvo tres casos muy conocidos —Irlanda, Islandia y Grecia—, España fue el único país de la OCDE que no se encontraba en expansión económica en el 2010.

Dicho de otro modo, en el 2009 se acabó la crisis global, y a partir de entonces estamos atravesando un momento de expansión económica global muy pronunciada. Por otro lado, España sigue sumergida en una crisis económica. Esto indica que en este momento España no forma parte íntegra de la economía global y, por lo tanto, se puede concluir que es el modelo económico-político español el que está en crisis y no el mundo entero. Y no cabe la menor duda de que esta crisis sistémica es muy grave. Si el mundo entrara de nuevo en una recensión o depresión global —cosa que no es improbable dado como se desarrolla el problema griego— España no estaría en condiciones de sobrevivir económicamente, con todas las consecuencias que esto conlleva.

El hecho de que la crisis económica mundial, que acabó en el 2009, ha dejado en evidencia que el modelo español resulta obsoleto y que España está desintegrada de la economía global puede resultar políticamente doloroso. Pero desde un punto de vista sociológico la situación actual de España también ha de ser considerada como una gran oportunidad.

Existe más que un paralelismo entre la situación que atraviesa España en la actualidad con la que vivió Suecia al principio de los años noventa. En aquel entonces, Suecia atravesó su peor momento económico desde 1928. Tras estallar una burbuja inmobiliaria doméstica, en la mitad de una recesión económica global, el sistema financiero sueco colapsó y se enfrentó con una deuda pública des-proporcionada con serios problemas de refinanciación. El paro aumentó desde 1,7% hasta 8,2% entre 1990 y 1993. Para evitar un inminente default Suecia se vio obligada a reformar en profundidad tanto partes de su constitución como su modelo de bienestar y financiero.

Suecia consiguió rehacer su modelo político y económico sin renunciar a demasiados de los beneficios del modelo antiguo. En la actualidad, las finanzas del Estado son muy sólidas y apenas tiene una deuda pública. Salió reforzada de su particular crisis y ha sido uno de los países menos afectados por la crisis del 2009. La economía sueca creció 5,7% en el 2010. La gestión política de la crisis sueca es hoy por hoy considerada como una buena práctica y ha sido usado como modelo por muchos países para solventar los problemas de la última crisis financiera.

Según el economista Assar Lindbeck, que fue una persona clave en el diseño del paquete de reformas que emprendió Suecia durante su crisis económica de los noventa, una lección que puede ser extraída de la experiencia sueca es que la conciencia de la gravedad de la situación por parte del electorado causada por una crisis aguda puede ser usada por los políticos para hacer reformas impopulares, pero que resultan muy importantes para el rendimiento del país a largo plazo (1).

En la actualidad, la conciencia de la gravedad de la situación por la que pasa España por parte del electorado español es muy extendida. Un testigo de ello fue la aceptación sin más de las primeras medidas de austeridad por parte de los españoles tras las reformas emprendidas en las vísperas del rescate griego en mayo del 2010. Otro testigo de lo mismo es la derrota electoral del PSOE en las elecciones autonómicas y locales en mayo 2011 y el movimiento 15-M, y el contenido de las protestas del mismo, que empezó a tomar forma durante la campaña electoral en mayo 2011. Ambos, no pueden ser percibidos como otra cosa que un grito a favor del cambio de paradigma o modelo.

Desde un punto de vista político, saber que España no va bien, y conocer los principales enfoques de por qué falla la economía, en combinación con que el electorado esté concienciado de la gravedad de la situación, deja camino libre para emprender reformas de más profundidad. Incluso, la severidad de la crisis y el extendido malestar del electorado de la situación actual brindan una oportunidad de cambiar el modelo por completo. Es decir, según mi ver, la crisis se ha convertido en un activo político muy importante para salir de la misma.

El problema es que el mero hecho de que estemos ante un momento en el tiempo que permite un cambio y reformas en profundidad del modelo económico y político español no es suficiente para que haya cambio. También hace falta arte para emprender las reformas en una manera que resulte convincente tanto para el pueblo español como para los mercados internacionales y los socios políticos del país. Llevamos una legislatura entera, con intentos de cambiar el rumbo, pero la verdad es que España está en peores condiciones ahora que cuando la crisis mundial culminaba en el 2009. Esto indica que el trabajo de reformar España resulta poco eficiente y convincente y que el trabajo político está fallando.

¿Cómo han de emprenderse reformas trascendentales? De nuevo el caso sueco sirve para proporcionar algunas buenas prácticas sobre cómo un país caminando por el filo del abismo puede actuar políticamente para no caerse. Bo Lundgren, viceministro económico durante la crisis de los noventa en Suecia y responsable del rescate de la banca sueca y la reforma del sistema financiero, resumió de forma puntual, durante un discurso en el 2009, cuáles, según su experiencia, fueron algunos de los puntos claves de éxito en cuanto a la gestión política de la crisis sistémica sueca (2).

  • Ante una crisis sistémica la intervención del gobierno es inevitable.
  • Una crisis sistémica requiere una respuesta política inmediata.
  • Un enfoque integral y una reforma integral es preferible que ir poco a poco.
  • La transparencia en la gestión de la crisis aumenta la confianza en las medidas y fomenta la legitimidad de las medidas emprendidas.
  • Un amplio consenso político (entre la oposición y el gobierno), junto con una determinación por parte de los representantes políticos a la hora de tomar las decisiones claves de las reformas, es probablemente más importante que cualquier aspecto técnico de cómo gestionar una crisis.
  • El consenso político resulta imprescindible para aumentar la confianza, sobre todo la confianza internacional, de la capacidad del país de gestionar su crisis.

Si esto es la hoja de ruta para conseguir salir de una crisis sistémica, ya tenemos algunas pistas de por qué la gestión política de la crisis del modelo económico y político español está fallando. La experiencia sueca solo coincide con la española en el primer punto: de que la intervención del gobierno es inevitable.

Para concluir, la crisis sistémica de España en combinación con la seriedad de los problemas relacionados con ella representa una gran oportunidad para los políticos españoles de cambiar el modelo económico y político español de forma integral, para así hacer posible un futuro socio-económico mejor y más próspero que el que nos espera si nos quedamos con las manos en los bolsillos. Ahora solo falta ver si finalmente se atreven nuestros políticos a ponerse de acuerdo en usar la crisis como el arma que es para salir de la misma y gozar de este futuro posible y apetecible.

 

NOTAS

1 Vea la entrevista por Torvaldur Gylafson (2005) de Assar Lindbeck en Ekonomisk Debatt (4:33).

2 Bo Lundgren fue el sucesor de Carl Bildt como líder del partido Moderaterna (1999-2003) y principal líder de la oposición. En la actualidad es director general de la Oficina de la Deuda Pública Sueca (Riksgälden).

Investigador titular. Instituto Madrileño de Estudios Avanzados (IMDEA), Ciencias Sociales.