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FRANCISCO CABRILLO · Lo queramos o no, los economistas hemos sido criticados a menudo por no haber puesto la debida atención a los problemas cotidianos de la gente. ¿Vosotros creéis que los economistas intentan explicar y predecir lo que los hombres hacemos en sociedad? ¿Hay algo, fuera de nuestros despachos y bibliotecas, que limite nuestras teorías? ¿Es, en definitiva, la ciencia económica una ciencia práctica?

 

PEDRO SCHWARTZ · Antes se decía que, en la ciencia económica, no había más laboratorio que la Historia; pero hoy hemos creado nuevos métodos de experimentación y, con ellos, la idea de que la ciencia avanza por medio del contraste de las teorías: no basta con que el investigador formule sus hipótesis, debe contrastarlas con la realidad.

JUAN URRUTIA · Yo diría que la vocación de los economistas siempre ha estado ligada a la realidad, al intento de conocerla, de predecirla, de cambiarla. Siempre hemos buscado responder a problemas reales. En la actualidad, por ejemplo, existe la así llamada Economía experimental. Se trata, como su propio nombre indica, de realizar experimentos característicos del quehacer económico, por medio de los cuales se pueden obtener unos resultados bastante precisos, incluso asombrosos. Algunos han utilizado, por ejemplo, con mucho provecho, la Teoría de los juegos, en la simulación de situaciones de acción de los sujetos económicos.

Otro intento reciente de ligar la ciencia económica a la realidad ha sido el de la macroeconomia calibrada. Esta metodología establece introducir en el ordenador variables que corresponden a datos de la realidad económica; realizar a partir de ellos diversos experimentos y comprobar luego cómo la teoría económica responde a las diferentes hipótesis. Este tipo de investigación, que es teóricamente muy conservadora, está haciendo verdadera ciencia macroeconómica.

Además, creo que empieza a haber una comunidad científica específica en el campo económico, alentada por un creciente número de revistas especializadas. Así que podemos decir que se está haciendo una ciencia económica muy pegada a la realidad.

FRANCISCO CABRILLO · Interviene para proponer otro tema: Hagamos un poco de memoria histórica. Se comenta que el colapso de las economías estatistas de los países del Este ha tenido grandes consecuencias para las políticas económicas de Occidente. Yo, sin embargo, no estoy muy de acuerdo con esa afirmación. Creo que, al menos en la ciencia económica, la caída del muro ha influido poco, pues el fracaso de la política estatista ya estaba anunciada en el debate sobre la planificación, desarrollado en los años 30.

PEDRO SCHWARTZ · Estoy de acuerdo: Von Mises, Hayek y Robbins dijeron ya entonces que era imposible hacer funcionar el sistema socialista de planificación central. Lamentablemente, hubo mucha gente que no creyó en aquel momento, a pesar de que sus argumentos eran muy sólidos.

JUAN URRUTIA · Esas teorías resurgieron en la década de los 60 y de los 70, aunque todavía había una actitud centralista en algunos aspectos. No puede olvidarse, por ejemplo, que la política económica de aquella época se basaba en la convicción de que, cuando los mercados fallan, es el Estado quien tiene que intervenir.

PEDRO SCHWARTZ · Me viene a la memoria el caso de un economista polaco, Lange, que aventuró que llegaría un momento en que los ordenadores serían capaces de predecir y planificar toda la actividad económica, a condición de que una persona le suministrase los datos reales suficientes. «Claro -le replicó uno-, eso es estupendo, pero ¿y si esa persona miente y proporciona al sistema datos falsos?». De todos modos, Lange murió sin saber que la informática también se había descentralizado; él siempre imaginó un ordenador enorme, una fuente única del saber.

JUAN URRUTIA · Y si embargo, hoy la informática es un conjunto de redes que nadie controla ni puede planificar. Precisamente esa realidad ha confirmado nuestra idea de un mercado descentralizado; esto es indudable.

FRANCISCO CABRILLO · Volviendo al tema de la caída del muro, y pensándolo bien, me atrevería a decir que sí ha tenido un cierto efecto sobre la política económica de Occidente. Esas personas que antes decían que el sistema de mercado no funcionaba, ¡ahora dicen que éste funciona demasiado bien! Expresan su temor y quieren detener la mundialización de la economía, porque la ven como una máquina infernal e imparable que nos esclaviza a todos. En este sentido, sí ha habido un cambio ideológico entre los críticos de la economía liberal.

UTOPÍA: MÓVIL Y RIESGO

Al hablar sobre la economía centralizada y su preocupación por el bienestar común, surge en la conversación la palabra «utopía». Frente a ella, todos reaccionan de inmediato. Pero ¿es que no hay lugar para los ideales y el humanismo en la ciencia económica?

PEDRO SCHWARTZ · No; definitivamente no debe haber utopía en la ciencia económica. Una cosa es que nosotros queramos cambiar algunas cosas en el mundo y otra cosa distinta es hablar de quimeras. Si algo hemos aprendido con el desarrollo de la ciencia económica es la humildad. La idea de que uno puede manipular los fundamentos sociales y del hombre, para crear una sociedad perfecta, suele acabar en la guillotina.

FRANCISCO CABRILLO · Yo creo que hay que diferenciar claramente entre utopía, por un lado, y altruismo y cooperación por otro, unos términos que están muy de moda en la teoría económica actual. El altruismo y la cooperación dan lugar a asociaciones y organizaciones de todo tipo, que funcionan muy bien. El problema de este loable espíritu social aparece cuando se intenta pasar de la escena de una organización pequeña a una grande, es decir, a la sociedad en su conjunto. Es evidente que lo que estamos dispuestos a hacer por nuestros hijos, no lo hacemos del mismo modo cuando se trata de desconocidos. O dicho en otros términos: para que una sociedad impersonal, de gran tamaño, funcione, hace falta que concurran criterios de organización distintos, basados no en el altruismo sino fundamentalmente en las leyes de mercado.

JUAN URRUTIA · Reflexionando sobre esto, es interesante observar cómo surge la cooperación, pues, en la mayoría de los casos, es el propio interés el que nos conduce a la cooperación. Ese «conseguir algo a cambio» está muy presente en el comportamiento económico, sea cual sea el origen de la transacción. Parece una verdad básica pero encierra elementos importantes para la investigación del comportamiento empresarial.

FRANCISCO CABRILLO · La clave en economía institucional, entonces, consiste en saber cómo se puede transformar una estrategia, que la Teoría de juegos llamaría «no cooperativa», en otra cooperativa.

PEDRO SCHWARTZ · En efecto, la Teoría de juegos refleja muy bien lo que acabas de decir. En la concepción convencional, el concepto de competencia se ha visto de un modo muy negativo, a pesar de tratarse de una idea muy útil para la economía. Durante muchos años, la Teoría de juegos no ha sabido utilizar el concepto de competencia para analizar y solucionar problemas reales. Es ahora cuando, por fin, se intenta aplicar esta categoría a las estrategias políticas, a la teoría de la democracia, del voto, etc. Lo mismo ourre en la Teoría de la empresa, con su ayuda cabe analizar la relación de incentivos entre los gestores de la compañía, los accionistas y sus dueños; y lo mismo en la Teoría del Estado del bienestar, en la del impuesto, etc.

JUAN URRUTIA · Otro punto importante para la ciencia económica es que la opinión pública comprenda que el hecho de que alguien se enriquezca es algo que nos beneficia a todos. Eso sí, la clave está en hacerse rico innovando ideas, asumiendo riesgos, para que los demás puedan aprender de quien innova. Sin embargo, éste es el tipo de lucro que muchos ven mal. La gente perdona a quien se hace rico porque tiene una situación políticamente aceptable (porque, por ejemplo, ha sabido obtener una licencia), antes que a aquel que consigue enriquecerse compitiendo con una idea nueva y asumiendo riesgos. Hay un sentir común de que la sociedad ha de ser gobernada de acuerdo con un plan, por medio de acuerdos explícitos; si algo ocurre espontáneamente, no parece loable. Pero ése es precisamente el gran descubrimiento de los economistas: saber que cierta espontaneidad funciona muy bien.

LOS ECONOMISTAS EN LA OPINIÓN PÚBLICA

FRANCISCO CABRILLO · Has tocado un tema que me parece muy interesante, el del divorcio entre la opinión pública y los economistas. Con frecuencia, las medidas de política económica que defienden los expertos deben enfrentarse a las opiniones de la gente de la calle.

JUAN URRUTIA · La cuestión clave en este punto, a mi juicio, es que la economía es contraintuitiva. Sucede como con el esquí: la primera vez que desciendes tienes que enfrentarte a tu propia intuición, que te aconseja pegarte a la montaña y no lanzarte a favor de la pendiente. Del mismo modo, pensar que realmente es sensato desarmar unilateralmente los aranceles de un país es contraintuitivo; pero los economistas han demostrado sus beneficios desde hace casi 200 años.

PEDRO SCHWARTZ · Tienes razón. Aún no hemos logrado que la gente asuma ideas como la conveniencia de la liberalización unilateral del comercio, tal como hizo Inglaterra en el pasado, al quitar sus propios aranceles para atraer comercio a su país. La gente prefiere ver negociación, que EE UU y Europa se sienten juntos a negociar sobre su comercio. La opinión pública es, en este tema, abrumadoramente contraria a lo que defendemos los economistas.

Otro ejemplo nos lo proporciona la historia reciente de España. Entre 1892 y 1959 hubo una etapa de creciente protección. Sólo a partir del 59 nos hemos ido abriendo al comercio exterior. Y en vez de ocurrir la catástrofe esperada por algunos -la desaparición de nuestras industrias y la reclusión en la actividad agrícola y en el servicio a los turistas-, ha ocurrido lo que estamos viendo: la conversión de España en un país moderno. A pesar de ello, una y otra vez la opinión pública se vuelve proteccionista, en contra de lo que aconsejan los economistas.

FRANCISCO CABRILLO · Es muy interesante observar la reciente posición de la opinión ciudadana en torno a la globalización. ¿Por qué se rechaza de ese modo? Existe un miedo atroz al cambio. «En igualdad de condiciones -piensa la gente- mejor no cambiar». Al menos, si no conocemos las consecuencias.

JUAN URRUTIA · Existe una minoría que sí tiene deseos de innovación. Pero en general, la globalización debe enfrentarse a toda clase de miedos, desde la competencia de otros mercados hasta la creencia en las diferencias entre las razas -que los individuos del Norte, por ejemplo, siempre son más listos que los individuos del Sur-.

PEDRO SCHWARTZ · Un caso claro de inmovilismo lo hemos experimentado en las encuestas sobre el Estado de bienestar. Casi toda la gente mayor desaprueba el sistema actual, pero rechaza cambiarlo por un sistema privado de pensiones. Tienen aprehensión a ceder una actividad tan importante a otra empresa con ánimo de lucro.

BALANCE DE LA CIENCIA ECONÓMICA EN ESPAÑA

FRANCISCO CABRILLO · Propone las siguientes reflexiones sobre el panorama económico en casa: Antes hemos comentado que la ciencia económica está, en general, ligada al mundo real y a problemas concretos. Por lo que se refiere a su desarrollo en España, sin embargo, mi opinión personal es que uno de nuestros retos consiste en que los expertos realicen estudios de alto nivel científico, sí, pero que se apliquen a problemas más reales. En nuestro país se hace literatura económica de alto nivel, pero con frecuencia estos trabajos se alejan bastante de la realidad.

JUAN URRUTIA · Quizás tengas algo de razón. Pero se me ocurre un grupo, el de los economistas del mercado de trabajo, que destila calidad y que además son muy prácticos. Otras áreas de investigación que están siendo fértiles en España son las de regulación y subastas. Empieza a haber jóvenes teóricos de gran calidad. También cabe destacar a los que provienen del campo de la economía industrial.

FRANCISCO CABRILLO · Efectivamente, en la parte de la ciencia económica que explora cómo organizar mercados (el de los teléfonos, las telecomunicaciones, la energía, etc.), áreas todas ellas muy difíciles de dejar a la competencia, se están haciendo propuestas muy interesantes.

JUAN URRUTIA · En ese campo hay un dato esperanzador para el acercamiento de los investigadores a problemas reales, pues vemos cómo cada vez se aproximan más entre sí las consultorias y las universidades. Muchos profesionales compaginan el cargo de consultor con el de profesor. Así, los expertos son capaces de enfrentarse a problemas reales sin dejar de lado sus teorías económicas. Es beneficioso porque rellena y consolida este tramo del tejido social.

PEDRO SCHWARTZ · En cambio, no parece que hayamos avanzado mucho en el terreno de la teoría monetaria. Ahí estamos bloqueados; a los economistas les ha entrado el rigor mortis del euro. La verdad es que ese área de investigación está muy limitada al grupo de economistas del Banco de España, y como éstos buscan defender el euro, no hay ideas que contradigan esta tendencia política.

FORMALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA Y PENSAMIENTO ÚNICO

Hay dos asuntos especialmente críticos en tomo a la ciencia económica que no podían dejar de salir en nuestra conversación: las crecientes acusaciones a los economistas sobre la «formaüzación de la economía» -el empleo de fórmulas matemáticas para describir todos los procesos reales- y el «pensamiento único» -la convicción de que las leyes del mercado y el capitalismo son un modo de pensar que se impone hoy en todos los ámbitos geográficos, intelectuales y políticos-. La opinión pública ha expresado de mil modos su miedo a la tiranía de las leyes económicas, el sentimiento de que existen una leyes globales de las que no se puede escapar.

FRANCISCO CABRILLO · Es curioso, la gente tiende a confundir, de manera extraña, formalización y economía de mercado. Pero en nuestro país, la formalización muchas veces se ha utilizado precisamente como arma arrojadiza en contra del pensamiento liberal.

En cuanto a la tiranía de la economía, coincido en que ya no existe esa seguridad de antaño de que un gobierno puede controlar todos los eventos. Ahora sabemos que también los gobiernos están sometidos a unas leyes económicas que no pueden violar sin altos costos. A veces, la gente ve en esto un ataque a la democracia.

JUAN URRUTIA · Por su parte, el Ejecutivo quiere transmitir que la economía tendrá que someterse al bienestar público y generar el pleno empleo… a pesar de que es imposible garantizar algo así.

Como has dicho, la economía se rige por ciertas leyes. Lo que hay que hacer es aprender a manejarlas bien; de nada sirve ignorarlas. Eso no significa, sin embargo, que nos veamos abocados inexorablemente a la dictadura de las leyes económicas. Sigue siendo real la posibilidad de influir; las opciones de políticas económicas diversas continúan abiertas.

PEDRO SCHWARTZ · El pensamiento único entre economistas es un mito. No hay un mundo dogmático con una sola idea fija. Nuestra línea de pensamiento es algo en movimiento, admitimos que hay cosas que no sabemos interpretar (como el aspecto dinámico de las sociedades), y que avanzamos más en unos campos que en otros.

FRANCISCO CABRILLO · Lo importante es ser crítico, diseñar nuevas teorías y explicarlas a la opinión pública. Quizás nos haga falta practicar esto en mayor grado.

JUAN URRUTIA · El artículo sobre la cumbre europea de Niza publicado por The Economist, por ejemplo, es un canto a las diferencias entre los Estados. El argumento clave es que no hay pensamiento único, que no hay que homogeneizar todas las reglas, sino que cada país debe poder defender sus propias características. El problema llega cuando uno intenta imponer sus condiciones al resto. Suele coincidir que la gente que más critica el pensamiento único son los que más claman luego por la homogeneidad social.

PEDRO SCHWARTZ · Yo, por ejemplo, soy bastante contrario a la creación de la Unión Europea, lo que desmitifica que todos los economistas estemos encerrados en una dinámica de pensamiento único. La tendencia del mundo a formar bloques hará mucho daño. La situación óptima es el libre comercio mundial. Espectáculos como el de Niza me indignan, pues veo que están intentando crear una especie de club en el que todo se decide a puerta cerrada. Se intenta prohibir la apertura al mundo y, sobre todo, a los más pobres, que son los que más necesitan el comercio. ¿En qué medida vivimos los economistas en un pensamiento único? Yo no me siento dentro de esa dinámica, gracias.

JUAN URRUTIA · Está claro que, si por pensamiento único se entiende que los economistas cantamos todos la misma melodía, eso es falso. Lo que ocurre es que en temas como el de la entrada de España en el euro, aunque había mucha gente en contra con ideas muy sensatas, sus voces fueron acalladas. Un silencio total. Esta reacción tiene que ver con nuestro espíritu nacional. En los países anglosajones, por ejemplo, se actúa de modo diferente: en Inglaterra se discute sobre el euro de modo abierto y en Dinamarca también hay un explícito debate.

FRANCISCO CABRILLO · El contraste entre cómo se vivió la discusión del tratado de Maastricht en España, por un lado, y en la opinión danesa, por otro, podría llegar a avergonzarnos.

PEDRO SCHWARTZ · Eso es así porque el Banco de España se ha convertido en un lugar ecléctico, donde no hay quien entre con ideas contrarias a las predominantes. Han llevado a cabo una doctrina que, aparentemente, no tiene fisuras.

JUAN URRUTIA · Yo diría que el pensamiento único se sigue precisamente desde las grandes instituciones, lo que resulta aún más peligroso.

PARTICIPACIÓN PÚBLICA EN LA ECONOMÍA

JUAN URRUTIA · En ese sentido, es deseable también que la opinión pública y los interesados discutan más, pero carecemos de esa cultura; no mantenemos foros como se hace en otros países. Entre profesores universitarios, por ejemplo, existe reticencia a intervenir en los medios de comunicación. Pero yo soy optimista, creo que las nuevas generaciones de economistas otorgan mayor importancia a la discusión y están interesados en participar en el debate público.

FRANCISCO CABRILLO · Está claro que en España no está funcionando el debate en temas como la construcción europea.

JUAN URRUTIA · Otro aspecto sobre el que, en términos económicos, podría haber un interesante debate es la ley de déficit cero. Podríamos haber elegido entre varios modelos, pero antes de hacerlo hubiésemos tenido que conocer esos modelos y las consecuencias de su aplicación. Y de esto no se hicieron comentarios ni análisis en los medios.

PEDRO SCHWARTZ · Podríamos opinar sobre tantas cosas: la regulación de las telecomunicaciones, la construcción de la UE, la fusión Endesa-Iberdrola y cómo se está tratando desde el punto de vista de la competencia… Son muchos los temas en los que no se participa y en los que debería escucharse más la voz de los economistas.

FRANCISCO CABRILLO · Siempre surge el mismo problema cuando los economistas tenemos que opinar: si estás a favor de lo que se ha hecho, eres pro Gobierno; y si no, estás en su contra.

JUAN URRUTIA · Exactamente, ésta es una de las razones básicas de la falta de debate público por parte de los economistas: el riesgo a ser etiquetado. Si tienes una idea, a no ser que hayas cultivado antes una reputación sólida de experto independiente, te califican políticamente según tu visión de la economía. Y además, como el independiente está a favor de las medías de gobierno en algunos temas y en contra en otros, acaba siendo traidor en todas partes.

PEDRO SCHWARTZ · El mundo de los economistas es un cuarto poco ventilado, con las mentes cerradas. Si no estás a favor del euro, miras un poco de lado a la UE y crees que el sistema de pensiones no funciona correctamente, eres una persona a la que nunca consultarán. Sólo porque no estás diciendo lo que dice la ortodoxia, con parte de la cual puedes estar de acuerdo. Una cosa no quita la otra. Definitivamente, el oír distintas opiniones no es algo que guste en el ámbito público sobre temas económicos.

FRANCISCO CABRILLO · Además, en el debate deberíamos diferenciar entre la gente que está dentro y la que está fuera de este tema. Los que viven al margen de la ciencia económica y no son expertos, opinan con frecuencia sobre temas muy técnicos como la política macroeconómica, el Banco Central Europeo, etc. Sorprendentemente, la gente se considera capacitada para discutir sobre estos temas sin conocer sus aspectos técnicos básicos.

La reunión con los tres sabios economistas llega a su fin. Cada uno tiene que marchar hacia su olivo: a la universidad, donde seguirá explicando éstos o similares conceptos, con pasión no menor e idéntica claridad; a un programa de radio o aun Consejo de Administración… Ha quedado claro que la opinión pública española ha de discutir más a fondo los temas de política económica. Las páginas de Nueva Revista estarán siempre abiertas a nuevos contrastes de pareceres. Interlocutores no nos van a faltar; habrá solamente que comprobar si están a la altura del público y de las circunstancias, como los que hoy han querido acompañamos.