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Durante un reciente viaje a España, varios periodistas me preguntaron con insistencia sobre el plan para introducir una moneda europea común, probablemente con el nombre de euro, en enero de 1999. Aunque no soy experto en cuestiones monetarias, estoy totalmente en contra de ese proyecto, ya que sería mucho mejor aumentar, en lugar de eliminar, la competencia entre las monedas europeas.

La unión monetaria sería apoyada por la mayoría de los habitantes de los 15 países miembros de la UE si confiaran en que el banco central europeo iba a comportarse como el alemán, pero temen que las políticas monetarias de la Unión Monetaria Europea (UME) sean el resultado de componendas y peleas entre miembros que tienen necesidades fiscales y monetarias diferentes. Una encuesta reciente indica que los alemanes no creen que el euro vaya a ser tan estable como el marco, lo cual explica porqué el canciller Helmut Kohl no se atrevió a convocar un referéndum sobre el tema. Gran Bretaña, ante la situación, ha pospuesto hasta el año 2000 su ingreso a la UME.

Algunos alemanes ya han  votado  con  sus inversiones  en  contra de la unión monetaria, trasladandolas a activos en francos suizos, a pesar de que éstos tienen una rentabilidad inferior. El franco suizo seguirá siendo una moneda independiente porque los suizos decidieron no ingresar en la UME. Por otro lado, los bonos del gobierno alemán con vencimientos posteriores a 1999 pagan una mayor tasa de interés por la incertidumbre  acerca de la unión monetaria.

El plan respecto a la UME es más popular en Grecia, Italia, España y demás países que han sufrido una mayor inflación, y políticas fiscales y monetarias más erráticas. Sin embargo, hay maneras de ayudarlos sin penalizar a los alemanes y a otros países que tienen monedas fuertes. En lugar de concentrar el poder en manos de un banco central único, sería mucho mejor descentralizar el poder monetario fomentando la competencia entre las diferentes monedas.

Ventajas  de la descentralización

Un gran paso adelante en esa dirección sería que toda nación que pertenece a la UME permita que los impuestos sean pagados en su propia moneda o en marcos, libras, francos franceses y, quizás, otras monedas. Se permitiría que las tiendas, empleados y abastecedores aceptaran pagos en cualquiera de estas monedas. La oferta y la demanda determinarían las tasas de cambio, por lo que las monedas menos populares perderían valor.

La competencia entre monedas es una buena disciplina para gobiernos irresponsables, al reducir los incentivos a incrementar el dinero en circulación y a financiar con inflación los déficit presupues tarios producidos por empresas estatales ineficientes. Las monedas perderán valor si los gobiernos intentan salir de sus aprietos fiscales con inflación, ya que las personas y las empresas harían entonces sus transacciones en otras monedas más estables. Es de presumir que la población de cada nación preferiría seguir usando su propia moneda, pero a medida que se familiarizan con el nuevo sistema, tenderán a usar, preferentemente, la moneda con el poder adquisitivo más estable.

Después de un período de ajuste, el costo adicional por operar con varias monedas sería ínfimo. Actualmente las tiendas en los aeropuertos aceptan docenas de monedas diferentes, siendo ligeramente más complicado que aceptar tarjetas de crédito. Las empresas podrían economizar aceptando solo dos monedas, si así lo desean. Una moneda dominante podría emerger de las opciones libres de los distintos países, al concentrar sus operaciones en la moneda más estable, sea esta el marco, la libra o hasta la lira, si es bien manejada.

Por todas partes se están descubriendo las ventajas de la competencia sobre los monopolios en la producción de acero, telecomunicaciones, líneas aéreas, y demás bienes y servicios. La Unión Euro pea ha ignorado totalmente esta lección en sus planes para una moneda común, pero no es demasiado tarde para fomentar la competencia entre diferentes monedas europeas, a fin de penalizar y desalen – tar la irresponsabilidad en las políticas fiscales y monetarias.*

NOTAS

*Derechos adquiridos a la Agencia Interamericana de Prensa económica (AIPE)