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En febrero de 1989 los representantes del régimen comunista polaco Ese sentarán a negociar con los líderes de la oposición democrática. Así se iniciaban las llamadas negociaciones de la mesa redonda, que abrieron el camino para la transición política de) país. Los carceleros se reunían con los que hace poco habían sido encarcelados; el ministro del Interior general Czeslaw Kiszczak conversaba con Lech Walesa, presidente del todavía ilegal sindicato Solidaridad. Además en el debate participaron por ambas partes varios políticos que iban a jugar un papel relevante en la Polonia de los años noventa. Entre los negociadores gubernamentales destacaron Aleksander Kwasniewski y Stanislaw Ciosek; en el grupo opositor fue muy relevante la labor de Zbigniew Bujak, Bronislaw Geremek, Jacek Kuron, Tadeusz Mazowiecki y Adam Michnik. El proceso contaba también con la presencia de los representantes de la Iglesia Católica, tales como el obispo Tadeusz Goclowski y el padre Alojzy Orszulik.

Walesa y Kiszczak firmaron el acuerdo el 5 de abril y tan sólo dos semanas más tarde se legalizaba el sindicato Solidaridad. El compromiso pactado preveía además la celebración de las elecciones libres al Senado, mientras que en la cámara baja (Sejm) los comunistas del Partido Obrero Unificado Polaco (PZPR) y sus aliados (Partido Agrario y Partido Democrático) tenían garantizado el 65% de los escaños.

EL GOBIERNO DE SOLIDARIDAD

En las elecciones celebradas en junio, los representantes de Solidaridad consiguieron una victoria rotunda, obteniendo 99 de los 100 escaños en la cámara alta y 161 en la cámara baja, es decir, todos los escaños (35%) que habían sido elegidos en la votación libre.

En julio ambas cámaras reunidas eligieron para el puesto del presidente del país al general Wojciech Jaruzelski, que hasta entonces ostentaba formalmente el cargo de presidente del Consejo de Estado, controlando además el POUP y el ejército. Jaruzelski fue elegido con tan sólo un voto de mayoría, gracias al apoyo de algunos diputados y senadores provenientes de las filas de la oposición. Tal vez con su voto querían evitar la confrontación con el aparato del Estado, que había sido desautorizado en las urnas pero disponía todavía de recursos para intentar imponerse por la fuerza. Los parlamentarios elegidos de la lista patrocinada por Lech Walesa formaron el Club Parlamentario Cívico (OKP), mientras que en las filas del antiguo régimen empezaron a aparecer grietas. Cuando el general Czeslaw Kiszczak (designado por Jaruzelski en el puesto de primer ministro) se vio incapaz de formar Gobierno, el líder de Solidaridad estableció contactos con los líderes del Partido Agrario y del Partido Democrático. Ambos partidos formaron la coalición con el Club Parlamentario Cívico, lo que abrió el camino a la formación del primer Gobierno en los países del bloque soviético dirigido por no comunistas. El 24 de agosto el Sejm elegía como primer ministro a Tadeusz Mazowiecki, intelectual católico vinculado a la oposición democrática.

La tarea que esperaba al nuevo Gobierno era extremadamente difícil. El país estaba fuertemente endeudado y sumergido en una crisis económica caracterizada por una inflación altísima y escasez de productos básicos. Mazowiecki tenía el apoyo popular, pero no estaba claro cómo iban a reaccionar las fuerzas del antiguo régimen: el ejército, los servicios secretos y el aparato del POUP. Además se podían temer las reacciones de la URSS y de otros países del bloque soviético. Por suerte, los países vecinos siguieron el ejemplo de Polonia y también acabaron con las dictaduras comunistas, aunque en agosto de 1989 nadie podía aún adivinar lo que ocurriría en los próximos meses.

En un intento de tranquilizar a los comunistas, Mazowiecki optó por una política centrada en el futuro del país, dejando claro que no era su intención buscar y acusar a los responsables de las cuatro décadas de dictadura. El nuevo Gobierno lanzó un programa de reformas económicas dirigido por el vicepresidente del Ejecutivo y ministro de Finanzas Leszek Balcerowicz. Se trataba de una terapia de choque aplicada a un paciente con una enfermedad en estado avanzado. Desde 1 de enero de 1990 zloty, moneda nacional, era convertible al cambio de 9500 por dólar americano. De la noche a la mañana cambió el entorno económico en el que se encontraban los polacos. De una economía planificada se pasó al mercado libre, de un país con sueldos bajísimos pero con empleo garantizado, a uno con más oportunidades pero con mayor desempleo. Habría que destacar que la situación previa de Polonia difería bastante de los países del entorno. Al contrario que otros países del bloque soviético, en Polonia siempre había subsistido la agricultura en manos privadas, lo mismo que los pequeños negocios familiares. La diferencia consistió en la extremadamente mala gestión de los Gobiernos de los años 70 y 80, que dejaron el país con una deuda de alrededor de cuarenta mil millones de dólares y con cartillas de racionamiento.

Una década después nadie dudaba del éxito de la estrategia de Mazowiecki y Balcerowicz. En unos meses la inflación y otros factores macroeconómicos empezaron a mejorar. En un entorno más competitivo, la economía se orientó hacia el mercado y los consumidores. Empezó a crecer el sector privado, se fundaron miles de empresas nuevas. El programa económico trazado por Balcerowicz fue continuado por los sucesivos Gobiernos de diferentes partidos. En los primeros años de la transición, el Producto Nacional Bruto todavía se encontraba en descenso, para cambiar con rapidez a partir de 1992, situando a Polonia al frente de las economías en transición, un triunfo logrado gracias a las iniciativas del primer Gobierno no comunista.

El Gobierno de Mazowiecki encontró también retos importantes en el ámbito de la política internacional. Polonia participó en las negociaciones acerca de la unificación de Alemania y obtuvo garantías sobre su frontera occidental.

En noviembre y diciembre de 1990, los polacos votaron en las primeras elecciones presidenciales libres. De la primera ronda salieron Lech Walesa y Stanislaw Tyminski, un desconocido empresario que derrotó al primer ministro Mazowiecki. En la segunda ronda no hubo sorpresas y ganó Walesa (superando el 74% de los votos). Como consecuencia del resultado de las elecciones presidenciales, Mazowiecki dimitió y se formó un nuevo gobierno liderado por Jan Krzysztof Bielecki. Ya durante la campaña electoral se agravaron las diferencias entre las filas de la antigua oposición democrática. Mientras los antiguos comunistas habían disuelto el POUP para después formar un partido llamado la Socialdemocracia de la República de Polonia (SDRP), con el que poco a poco levantaron cabeza, la coalición de la antigua oposición democrática (muy confiada en sus fuerzas) se descomponía gradualmente, de momento entre los partidarios de Mazowiecki y Walesa. Los primeros formaron un partido de corte liberal en lo económico y progresista en lo social, llamado inicialmente la Unión Democrática y rebautizado después como la Unión de la Libertad. Walesa en cambio se apoyó en la Alianza del Centro, pero finalmente optó por jugar en diferentes bandos. No es de extrañar que el primer Parlamento elegido en votación totalmente libre saliera muy fragmentado.

El Gobierno de Jan Krzysztof Bielecki continuaba la política económica del ejecutivo anterior. Balcerowicz seguía siendo viceprimer ministro y ministro de Finanzas. El gabinete de Bielecki tuvo bastante éxito en la política internacional. Se acordó la salida de las tropas rusas acuarteladas en el territorio de Polonia. En junio de 1991 fue disuelto el COMECON y al mes siguiente el Pacto de Varsóvia se deshacía; con ambos se hundían los instrumentos más simbólicos que fueron utilizados por la URSS como medios de dominación sobre los países satélite. Polonia fue el primer país en reconocer la independencia de Ucrania, un gesto que facilitó la posterior mejora de las relaciones entre los dos pueblos vecinos enfrentados a lo largo de los últimos siglos.

OCCIDENTALIZACIÓN DE POLONIA

En octubre del mismo año se celebraron las primeras elecciones parlamentarias libres. En la cámara baja entraron representantes de 24 partidos, con la Unión Democrática a la cabeza. Aquel partido, aunque fue el más votado, obtuvo tan sólo 62 escaños. La fragmentación del Parlamento trajo consigo la inestabilidad de los Gobiernos formados por coaliciones de varios grupos parlamentarios. El gabinete de derecha, liderado por Jan Olszewski, abogado y antiguo opositor, duró tan sólo unos meses, hasta caer en junio de 1992. Fue el primer Ejecutivo que abiertamente planteó la integración de Polonia en la OTAN. Su misión terminó, puesto que el presidente Walesa y la mayoría parlamentaria estaban en contra de las acciones del ministro del Interior Antoni Macierewicz, que pretendía encontrar y descubrir a los agentes del antiguo servicio secreto en la clase política, dentro de un proceso llamado en polaco lustracja. El Gobierno cayó, pero la cuestión del legado del servicio secreto iba a convertirse en uno de los temas más importantes del debate político.

En julio de 1992 Hanna Suchocka, de la Unión Democrática, fue elegida como presidenta del Ejecutivo. La primera mujer en este puesto lideró una coalición muy heterogénea que agrupaba siete partidos de colores muy distintos: desde los liberales y los democristianos hasta los representantes de la derechista Alianza Nacional Cristiana (ZCHN). Contó también con el apoyo del más original grupo político de aquel entonces, es decir, el Partido Polaco de los Amigos de la Cerveza.

El Gobierno de Suchocka aceleró el proceso de privatización de la economía polaca. Realizó también importantes reformas fiscales, introduciendo el IVA. Las reformas económicas encontraban dificultades debido a las diferencias en el seno del propio Gobierno y la intensificación de las protestas sociales. En el plano ideológico, el Ejecutivo introdujo una nueva ley contra el aborto, una solución de compromiso mucho más restrictiva que la anterior. La cuestión del derecho al aborto libre se convirtió pronto en uno de los temas calientes del debate público. En julio de 1993 se firmó el concordato entre Polonia y la Santa Sede. Sólo hacía unos meses que los últimos destacamentos de las tropas rusas habían salido del territorio de Polonia. El Gobierno de Suchocka continuó la reorientación de su política exterior, estrechando las relaciones con la Comunidad Europea y con los países del grupo de Visehrad (formado por Polonia, Hungría, Checoslovaquia y, desde 1993, por la República Checa y Eslovaquia).

LA VICTORIA DE LOS ANTIGUOS COMUNISTAS

La caída del Gobierno de la primera ministra fue resultado de la retirada del apoyo al Ejecutivo por parte de los diputados del sindicato Solidaridad. Ante esta nueva situación el presidente Lech Walesa convocó elecciones parlamentarias anticipadas. Las elecciones fueron celebradas en septiembre del 1993 según la nueva Ley electoral, que cerraba el acceso a la cámara baja a las fuerzas políticas con menos del 5% de los votos. La derecha se presentó dividida en varios grupos y, como consecuencia, sufrió una tremenda derrota. Salieron triunfadores los partidos cuyo origen se remontaba al antiguo régimen: la Alianza de la Izquierda Democrática (SLD) y el Partido Agrario (PSL). La coalición de estos dos partidos iba a perdurar una legislatura completa, aunque los jefes de Gobierno cambiaron hasta tres veces: Waldemar Pawlak (PSL), Józef Oleksy (SLD) y Wlodzimierz Cimoszewicz (SLD). Los Ejecutivos de los años 1993-97 optaron por una política económica más conservadora e introdujeron menos cambios en el sistema económico. Polonia alcanzaba la bonanza económica con los niveles del crecimiento anual que rondaban e incluso superaban el 6%. Esta mejora en gran parte fue resultado de las duras reformas aplicadas desde 1989. En una situación política más estable aumentó considerablemente la inversión extranjera.

En noviembre de 1995 se celebraron las elecciones presidenciales, ganadas por el líder de la Alianza de la Izquierda Democrática, Aleksander Kwasniewski, quien logró un escaso margen de ventaja sobre el entonces presidente Lech Walesa.

UNA NUEVA CONSTITUCIÓN

El Parlamento de los años 1993-1997 preparó y votó la Constitución de República de Polonia, posteriormente aprobada en el referéndum de mayo de 1997. El documento está basado en la tradición constitucional polaca y europea y garantiza los derechos y libertades a todos los ciudadanos del país. El poder legislativo lo desempeña el Parlamento bicameral (la Cámara de diputados -Sejm- y el Senado), el poder ejecutivo está en manos del Gobierno liderado por el primer ministro y del presidente del país, mientras que el poder judicial lo desempeñan los tribunales (como instancias superiores el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional). La Constitución garantiza la independencia del Banco Central y del Consejo de la Política Monetaria. Hay que resaltar una muy buena dirección del Banco Nacional de Polonia por parte de Hanna Gronkiewicz-Waltz (desde 1992) y Leszek Balcerowicz (este último año). Durante toda la década el Banco Central polaco fue considerado como el mejor de toda la región.

En la política exterior el Gobierno de Wlodziemierz Cimoszewicz consiguió la entrada de Polonia en la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).

Los últimos meses del Ejecutivo de la coalición SLD-PSL estuvieron marcados por una gran catástrofe natural, la inundación que afectó a la cuenca del río Oder (Odra). Además de una veintena de pérdidas humanas, la catástrofe produjo importantes daños materiales valorados en miles de millones de dólares. Las autoridades no pudieron o no supieron reaccionar adecuadamente frente a semejante desastre natural. La situación creada por la inundación perjudicó claramente a los partidos gobernantes en las elecciones posteriores (1997).

CAMBIO DE RUMBO

Así se llegó a un nuevo cambio de rumbo en la política polaca. El mejor resultado lo obtuvo una coalición de partidos de raíces anticomunistas llamada Acción Electoral de Solidaridad (AWS), patrocinada por el sindicato y liderada por su presidente, Marian Krzaklewski. En el segundo lugar quedaron los socialdemócratas de origen comunista de la hasta entonces gobernante SLD. En el tercer puesto quedó la Unión de la Libertad (UW), heredera de la antigua Unión Democrática.

En octubre de 1997 se formó un Gobierno de coalición: AWS-UW, liderado por Jerzy Buzek. Leszek Balcerowicz volvió a su anterior puesto del vicepresidente económico y ministro de Finanzas. La coalición AWS-UW decidió emprender una serie de reformas estructurales e institucionales de gran envergadura, un plan muy ambicioso, para algunos demasiado ambicioso. A lo largo de los tres primeros años de su mandato el Ejecutivo desarrolló las siguientes reformas: la reforma del sistema de pensiones, la sanidad pública, el sistema de Administración o el sistema educativo, así como la reestructuración de la minería del carbón. El nuevo sistema de pensiones introdujo un sistema mixto, en el que los trabajadores envían parte de su cuota a la Seguridad Social pública y la otra parte a los fondos de pensiones privados, muchos de ellos controlados por las aseguradoras extranjeras. En cuanto a los cambios en la Administración pública, se estableció una nueva división administrativa del país. Polonia está estructurada en 16 województwo, que por su parte se dividen en los powiat (distritos) y en más de 2000 municipios. Los nuevos województwo disponen de una amplia autonomía, aunque sin llegar a los niveles de autogobierno de una comunidad autónoma española. En general, la reforma de la Administración es considerada como la más exitosa de todas las reformas del Gobierno de Buzek. Los positivos efectos de la descentralización ya se pueden percibir en los municipios y los distritos gobernados por buenos gestores.

En cambio, la reforma de la sanidad pública no tiene tan buenas críticas. En su transcurso quedaron establecidas las Cajas de los Enfermos, como instituciones en el ámbito del województwo, que recaudan las cuotas de los trabajadores y luego pagan a los hospitales y a los médicos. La reestructuración de la minería del carbón supuso el cierre de varias minas y el desempleo de muchos mineros, quienes, no obstante, obtuvieron unas indemnizaciones muy altas en comparación con los trabajadores de otros sectores. La estrategia del Gobierno fue aplaudida en el exterior y contribuyó a la consolidación de la imagen de Polonia como un país de una economía estable, una de las más avanzadas de su entorno. En los últimos años el país atraía más de la mitad de la totalidad de la inversión extranjera en Europa Central y Oriental.

Sin embargo, a causa de las reformas estructurales y del empeoramiento de la coyuntura internacional, empezó a crecer el desempleo, que en el año 2001 afectaba al 16% de la población activa. Las múltiples reformas, el creciente número de parados y los conflictos fratricidas en el seno de la coalición AWS-UW y dentro del Gobierno minoritario de la AWS (en 2000 la Unión de la Libertad salió de la coalición) contribuyeron al descenso de la popularidad de los partidos gobernantes y de sus líderes.

El Ejecutivo de Jerzy Buzek consiguió grandes éxitos en la política exterior. Desde marzo de 1999 Polonia es miembro de la OTAN, logrando así el propósito perseguido por sucesivos Gobiernos de la última década. En 1998 se iniciaron oficialmente las negociaciones para la adhesión del país a la Unión Europa. Hay que resaltar que ya en 1991 Polonia firmó el Acuerdo Preferente sobre la asociación del país con las entonces Comunidades Europeas. Las negociaciones con la Unión Europea son más lentas que las de la OTAN, pero continúan avanzando y hacen posible hoy la integración de Polonia con los Quince en los próximos años. Hasta ahora las mayorías parlamentarias y la mayor parte de la sociedad polaca han apoyado la adhesión.

LAS ÚLTIMAS ELECCIONES

En las últimas elecciones, celebradas en septiembre de este año, los grupos contrarios a la integración obtuvieron un cierto ascenso, pero siguen siendo minoritarios. De las urnas salió ganadora la Alianza de la Izquierda Democrática, cuyos líderes optaron por la coalición con la Unión del Trabajo, también socialdemócrata y con el Partido Agrario (PSL). El nuevo Gobierno está dirigido por Leszek Miller, secretario general de SLD. El año pasado Aleksander Kwasniewski ganó por segunda vez las elecciones presidenciales. Por lo tanto, las actuales instituciones políticas están dominadas por los socialdemócratas. El nuevo primer ministro promete acelerar el proceso de integración en la Unión Europea y remodelar la reforma del sistema de la sanidad. Tiene que centrarse también en la reducción del esperado déficit presupuestario para el año 2002.

¿Qué ha cambiado en la sociedad polaca a lo largo de la última década? La cantidad de fechas electorales y de conflictos políticos puede confundir. En realidad los diferentes Gobiernos han perseguido siempre con éxito un mismo objetivo, el de modernizar el país. La economía polaca es la que más ha crecido de todas las economías del entorno. El cuadro es más complejo si se miran diferentes sectores. Los astilleros polacos, por ejemplo, lejos de quebrar se convirtieron en el segundo productor de barcos en el continente, por detrás tan sólo de Alemania. El retraso es evidente, sin embargo, en el campo de la agricultura y en el de las infraestructuras, porque hacen falta nuevas carreteras y más líneas telefónicas. El nuevo entorno económico influyó notablemente en el sistema dé valores sociales, favoreciendo la eficacia en el trabajo y la profesionalización, pero también el consumismo.

En la actualidad se acrecientan las diferencias regionales; el nivel de la renta y el modo de vida de los habitantes de grandes ciudades se acerca poco a poco a los correspondientes niveles de los países menos avanzados económicamente de la UE, mientras que algunas regiones rurales sufren el desempleo y disponen de unos niveles de renta muy bajos. En 2001, en Polonia hay muchos más estudiantes universitarios que había en las décadas pasadas, pero también muchos menos niños. En los próximos años se podría alcanzar un crecimiento demográfico negativo.

Todavía es demasiado pronto para entender la profundidad del cambio social que se está produciendo. Sin embargo, no cabe duda de que los sacrificios de la transición han merecido la pena. A pesar de los muchos problemas que quedan por resolver, se puede constatar que Polonia se ha modernizado, y resulta un país con un sistema político y económico estable y con una sociedad educada y emprendedora.

Subdirector del Departamento de Filología Románica, Filología Eslava y Lingüística General. UCM