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Pocos mecanismos mejores que las urnas para averiguar el estado de ánimo de los ciudadanos. Aun siendo la actual crisis económica muy profunda, todavía no ha tocado fondo. Ese momento se calcula para mediados del curso político que ahora comienza, justo cuando en junio de 2009 los españoles sean convocados a unas elecciones de carácter nacional, las europeas. Antes o después de esa fecha, se celebrarán otras dos de ámbito regional, las vascas y las gallegas.

Habrá urnas en pleno estancamiento de una economía con promesa firme de cursar en recesión. El más peligroso de los escenarios, sobre todo para el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, responsable de una situación social cada vez más angustiosa. El mismo riesgo que para Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular, quien desde marzo de 2004 no ha sufrido debacles electorales pero sí ha perdido todos los combates, aunque sea a los puntos.

EUROPEAS EN CLAVE INTERNA

¿Deciden los españoles alternativas de gobierno o problemas de política nacional en los comicios al Parlamento europeo de junio próximo? En absoluto. ¿Son candidatos Zapatero y Rajoy? Tampoco. ¿Están en liza algo más que los 54 eurodiputados de la cuota hispana? Evidente que sí. Es una actitud poco consciente, pues la soberanía de los 27 Estados de la Unión Europea se va recortando mediante las directrices de la Unión, en detrimento de cada uno de ellos.

El dato es que la virtualidad de las europeas trasciende ese marco. Así, cuando en las de 2004, Zapatero obtuvo un eurodiputado más que el PP, lo interpretó como la reválida de su cuestionado triunfo en las generales de tres meses antes. Por lo tanto, la jornada electoral europea de 2009 será la primera gran oportunidad para medir la fuerza del Gobierno en este tiempo de crisis económica. Si mantiene sus 25 escaños, significará que los españoles confían más en él que en Rajoy para acabar con el desempleo, la inflación, el déficit, la pérdida de competitividad, la falta de inversiones y el deterioro de servicios públicos fundamentales.

Abundando en las consecuencias de un resultado electoral adverso para Zapatero, ello constituiría el aviso más serio en sus cinco años de mandato. Además de un duro correctivo a su errático y negligente modo de enfrentarse al embrollo económico que padece España, supondría el primer revés en su carrera hacia el estrellato indiscutido dentro del PSOE. Y lo más temible para su complejo de Moisés salvador, un frenazo a sus aspiraciones de reformar el orden social heredado, con un nuevo concepto de la persona, la obsesión por nuevos modelos de familia, por anular las diferencias de género —sexo incluido—, por borrar las huellas del fenómeno religioso en la sociedad, por saldar cuentas con el franquismo, o decidir cuándo empieza o termina la vida humana. Es decir, fuertes desconchones para el socialismo de diseño siglo XXI.

De igual modo, si Rajoy conserva los actuales 24 eurodiputados, fortalecerá su liderazgo, tambaleante por su segunda derrota en las últimas generales y tras su reelección como presidente del PP con un moderado 78% de los votos, en el XVI congreso del partido. Al contrario, una pérdida de eurodiputados reabriría las intrigas subterráneas, no sólo para apearle de la jefatura del PP sino también como candidato a la Moncloa en 2012. El centro derecha español está al acecho contra Rajoy, secundado por grupos externos de presión, de prensa y del mundo económico.

AUTONÓMICAS VASCAS

Una sensación generalizada en el socialismo vasco es el optimismo ante las autonómicas del año próximo. La jugada de relevar a Nicolás Redondo por Patxi López en el timón del PSE-PSOE dio ya sus frutos en los comicios de 2005. El PSE se ha mimetizado con el fuerte sentimiento vasquista hasta rozar los bardales del nacionalismo, pero sin atreverse a saltar el parapeto del soberanismo. Alentados por la mínima adhesión de Zapatero al Estado autonómico, los socialistas vascos copiaron con López y con Jesús Eguiguren (éste tocado por el fiasco de la negociación con ETA/Batasuna) el modelo triunfante en Cataluña con Pasqual Maragall.

Contra todo pronóstico, ni tamaña pirueta ideológica, ni el desastre y las mentiras de Zapatero en la negociación con la banda terrorista ETA, parecen haber causado rasguños en el cuerpo electoral socialista. Al contrario, las expectativas de cambio, tras casi treinta años de hegemonía peneuvista, vuelven en estos momentos su mirada hacia el PSE.

DEMASIADO PARA EL PP

En cambio, el horizonte está menos despejado para el Partido Popular de Antonio Basagoiti, el hombre colocado ahí por Rajoy, en sustitución de la voluntariamente desaparecida María San Gil. De acuerdo con el nuevo equipo que gobierna en Génova 13, ese PP vasco es menos combativo contra el nacionalismo que el de San Gil. ¿Por qué? Porque el Rajoy actual necesita no hacerse odioso a partidos que, como el PNV y CiU, son las únicas bisagras capaces de ayudarle a abrir las puertas de la Moncloa, aunque sean formaciones sin escrúpulos.

Dicho esto, el País Vasco es una pieza demasiado grande para la escasa potencia de fuego de los populares vascos. Al contrario que el PSE, viene retrocediendo en elecciones vascas, de toda índole, desde 2005. El PP ya no es una primera raqueta. Le basta con no derrumbarse, para no contribuir a arrastrar a Rajoy en la caída.

Por eso, la intrépida y desacomplejada María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, busca una salida de emergencia, adherirse a la eventualidad de un acuerdo con el PSE —si este partido le hiciera algún guiño— para ayudar a Patxi López a expulsar a un extenuado PNV de Ajuria Enea y conquistar los socialistas el poder. Más aún, Ramón Jáuregui, tuerca polivalente de Zapatero en el País Vasco, se mueve para poner en suerte un nuevo partido, nacionalista pero no violento, en el que los votantes huérfanos de PCTV y ANV —por haber sido ilegalizadas ambas formaciones— puedan aterrizar y, de paso, restar votos al PNV y EA.

IBARRETXE DESARBOLADO

Veamos ahora el terreno de juego del veintinueve años gobernando la comunidad dotada de las mayores y más numerosas competencias exclusivas de España, y sin parangón en Europa. Juan José Ibarretxe no termina de digerir la negativa del Tribunal Constitucional a permitirle llevar a cabo su estrafalario referéndum de autodeterminación. Por mucho que patalee y toque la campana gorda llamando al «pueblo vasco» a denunciar en Estrasburgo la falta de libertades en España, sus conmilitones saben que el lehendakari ha ido demasiado lejos en sus ocurrencias.

El presidente Ibarretxe está ahora desarbolado. Le apetecería anticipar las elecciones y transformar la pregunta que no podrá hacer en el referéndum en el único punto crucial de su programa electoral. La ventaja consistiría en atraerse el voto del mundo radical y secesionista; la factura, el alejamiento de los sectores más moderados, incluso del nacionalismo. Y encima, no está claro que vaya a ser otra vez el candidato.

Dado que los sondeos más recientes dan una bajada al PNV y a sus socios IU y EA, una subida al PSOE y una leve pérdida al PP, Ibarretxe ha decidido esperar a que la crisis económica quite fuelle a los socialistas y así estar en mejores condiciones de competir, al tiempo que buscará atraerse los votos del sustrato social etarra, a fecha de hoy sin otra esperanza que un radicalizado PNV.

GALICIA , CAMPO MINADO PARA RAJOY

En las autonómicas gallegas, Rajoy se juega mucho más que Zapatero. Al candidato popular, Alberto Núñez Feijóo, no le basta con ganar las elecciones. Ha de conseguirlo por mayoría absoluta. Manuel Fraga le dejó el partido con 37 escaños, a falta de mil votos para el diputado número 38, el de la mayoría absoluta. Si el PP, en lugar de mejorar esa marca, retrocede frente a la coalición PSOEBNG, entonces sí que se abrirá un seria crisis de liderazgo en el partido. El 22% de los compromisarios que negaron su voto a Rajoy en el congreso nacional de junio, afinarán más su puntería contra la nueva estrategia política del PP.

Rajoy está entre la espada y la pared porque sólo una actitud más conciliadora que la de la anterior legislatura puede reportarle amigos; pero la flexibilidad puede acabar en tibieza frente a los principios que siempre defendió el PP. Galicia es un campo minado para el líder popular, su verdadero banco de pruebas en el que ya no le perdonarán más derrotas.

Naturalmente, las consecuencias de las elecciones europeas, vascas y gallegas estarán en función de la magnitud de la derrota de cada candidato, sea del PP, del PSOE o del PNV, en el caso de los comicios vascos. Los demás partidos, excepto Unión, Progreso y Democracia, de Rosa Díez, que concurrirá por primera vez a los tres comicios citados, cuentan poco. Son Zapatero y Rajoy los que más se juegan el futuro. El presidente puede salir debilitado de las europeas y el virus de la infección trasladarse, de algún modo, a la vascas y gallegas.

Periodista. Licenciado en Ciencias políticas